Trump proclama que «por fin tenemos paz en Oriente Próximo», pese a la incertidumbre sobre el futuro de Palestina - Colombia
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Trump proclama que «por fin tenemos paz en Oriente Próximo», pese a la incertidumbre sobre el futuro de Palestina

«Esto ha tardado 3.000 años, ¿lo podéis creer?». Donald Trump decía estas palabras desde una sala de un hotel en Sharm el Sheij (Egipto), con su célebre rotulador en la mano, estampando su firma sobre un documento en el que rubricaba el acuerdo … con el que se ha conseguido parar la guerra en Gaza y liberar a los rehenes israelíes en manos de Hamás. «Y va a aguantar», pronosticó.
Trump celebraba el acuerdo con pompa y circunstancia, con apelaciones a lo histórico del mundo, pero también con dudas profundas de fondo sobre el camino que se abre ahora por delante para Gaza, Palestina y la región.
«Por fin tenemos paz en Oriente Próximo», proclamó el presidente de EE.UU., entre escenarios decorados con esa leyenda ‘Peace in the Middle East’. Es un lema que se ha convertido casi en un chiste en EE.UU., tras décadas de guerras interminables, tras un conflicto entre Israel y Palestina que pervive, con mayor o menor intensidad, desde la creación del estado judío en 1948, con decenas de intentos infructuosos para acabar con él, muchos de ellos mediados por antecesores de Trump. «Lo escuchamos durante muchos años y nunca creímos que se conseguiría», dijo sobre esa expresión.

«Este es el día en el que la gente en esta región y en todo el mundo ha estado trabajando, esforzándose, esperando y rezando para que ocurriera», dijo Trump en un discurso ante la treintena de líderes internacionales que le acompañaron para apadrinar el acuerdo.
«Con el acuerdo histórico que acabamos de firmar, esos rezos de millones por fin tienen respuesta. Juntos, hemos conseguido lo imposible», aseguró.
«Ahora comienza la reconstrucción», dijo Trump en referencia a Gaza, de la que a comienzos de año dijo que quería convertir en un resort turístico, una nueva ‘Riviera’. «Y nosotros sabemos reconstruir mejor que nadie».

Presencia de Mahmoud Abás

Trump estuvo arropado por líderes regionales, comandados por los países que han mediado entre Israel y Hamás para alcanzar el primer acuerdo: Egipto, Qatar y Turquía. Pero también otros países árabes y musulmanes -desde Arabia Saudí y Jordania a Pakistán e Indonesia- y potencias occidentales, como Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Canadá y España, que fue invitada por el anfitrión, Egipto, a la cita.
«Está aquí Mahmoud Abás, de la Autoridad Palestina. Así que los tenemos a todos, los tenemos a todos», dijo sobre la participación de líderes decisivos para el futuro de la región.
Eso, sin embargo, es parte del pensamiento positivo de Trump. En Egipto no estuvieron los dos protagonistas principales del conflicto: Israel y Hamás. Su ausencia es una evidencia de la complejidad del camino que queda por delante y de que las tensiones regionales no han desaparecido de un plumazo.
Trump insistió para que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, asistiera al acto en Egipto, después de que el presidente de EE.UU. visitara Tel Aviv por la mañana y proclamara ante la Knéset, su Parlamento, que Israel había ganado la guerra y que Oriente Próximo inauguraba un «nuevo amanecer».
Netanyahu se excusó por la festividad judía de Sukkot, que llegaba este lunes a su último día. Pero había otros problemas: tanto el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y el primer ministro de Irak, Mohammed Shia al-Sudani, amenazaron con boicotear el acto si asistía Netanyahu.
Hamás, por su parte, está señalada como organización terrorista por EE.UU., y no fue invitada a la cita.

El principal agitador regional, ausente

Tampoco hubo presencia en Egipto del principal agitador regional, Irán, al necesario para la estabilización de la región. Pero Trump se acordó de su enemigo en Oriente Próximo y dijo que confiaba en que «estará dentro de los acuerdos».
«En algún momento van a querer que paren las sanciones», aseguró sobre el Gobierno de Teherán el presidente de EE.UU. que consideró que sin sus bombardeos a las instalaciones nucleares de Irán de hace unos meses el acuerdo sobre Gaza no se hubiera dado «Todo lo que hago en mi vida es llegar a acuerdos y creo que Irán quiere uno», confió.
Esta jornada histórica tenía dos partes: la materialización del acuerdo para la liberación de rehenes, el repliegue de Israel en Gaza y el cese de las hostilidades; y sentar las bases para un futuro de paz y estabilidad en la región a través de la llamada ‘cumbre para la paz’ celebrada en Egipto.
La primera se celebró como lo que es: un gran éxito diplomático, protagonizado por Trump, que se dio un paseo triunfal en Israel y Egipto. Para lo segundo, la firma del acuerdo y la presencia de líderes internacionales no ofrecieron grandes respuestas sobre lo que está por venir.

Trump, protagonista

En primer lugar, porque no se conocieron los detalles del documento firmado por EE.UU., Egipto, Qatar y Turquía, que puede ser poco más que un respaldo a la paz en Gaza y al proceso de ‘20 pasos’ diseñado por Trump. Y, sobre todo, porque las cuestiones fundamentales que arrojan sombras de duda sobre el futuro de la Franja y de la región no han desaparecido.
Esa cumbre quedó jibarizada por el retraso de Trump, que llegó tarde a Egipto después de que sus actos se alargaran en Israel. Varios líderes internacionales -Recep Tayyip Erdogan, de Turquía; Emmanuel Macron, de Francia; el rey Abdalá II de Jordania; el canciller alemán, Friedrich Merz; el primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer; su homóloga italiana, Georgia Meloni; o el anfitrión, el presidente egipcio, Mohammed Al Sisi- improvisaron una reunión mientras llegaba Trump.
Pero nada sustancial salió de allí, ni de las reuniones posteriores en las que participó Trump y en las que el presidente de EE.UU. tuvo la palabra durante casi todo el tiempo. Una de las excepciones fue cuando habló Al Sisi, que insistió en la necesidad de que el proceso iniciado llevar a la «implementación de la solución de los dos estados». Es algo que está en el proceso diseñado por Trump pero que ni siquiera el presidente de EE.UU. tiene claro. Preguntado en la víspera si tenía una opinión al respecto, dijo que no, que aceptará «lo que quieran las partes».
Sobre el eventual Gobierno de transición que liderará Gaza, Trump solo dijo que hay muchos líderes que quieren formar parte del ‘Consejo de Paz’ que lo supervisará. Y ninguna clarificación ni detalle sobre asuntos espinosos como la creación de una fuerza de seguridad internacional para controlar Gaza o sobre el complejo desarme y desmantelamiento de Hamás.

Unidad y fortaleza internacional

Eso no era lo relevante para Trump. Lo decisivo era mostrar unidad y fortaleza internacional, impulso para que el proceso siga adelante, aunque el camino sea incierto. De fondo, la ampliación de los llamados Acuerdos de Abraham, el gran éxito de su primer mandato, con los que logró el establecimiento de relaciones diplomáticas de Israel con cuatro países árabes. «Mucha gente se está uniendo, hoy mucha gente me ha hablado de unirse», dijo sobre un proceso que sería clave para la estabilidad de la región, pero, de nuevo, sin detalles.
La jornada fue una nueva muestra de la diplomacia de Trump, en la que pone el carro antes que los bueyes. Declara un avance diplomático histórico –el acuerdo entre Israel y Hamás la semana pasada, la ‘paz en Oriente Próximo’ ahora– y fuerza al resto de actores a adaptarse a la realidad que él crea. Ha funcionado con gran éxito para lograr la paz en Gaza. Ahora tiene que demostrar su efectividad para el escenario, mucho más complejo, que queda por delante.

Publicado: octubre 13, 2025, 4:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/trump-proclama-fin-paz-oriente-proximo-pese-20251013194652-nt.html

«Esto ha tardado 3.000 años, ¿lo podéis creer?». Donald Trump decía estas palabras desde una sala de un hotel en Sharm el Sheij (Egipto), con su célebre rotulador en la mano, estampando su firma sobre un documento en el que rubricaba el acuerdo con el que se ha conseguido parar la guerra en Gaza y liberar a los rehenes israelíes en manos de Hamás. «Y va a aguantar», pronosticó.

Trump celebraba el acuerdo con pompa y circunstancia, con apelaciones a lo histórico del mundo, pero también con dudas profundas de fondo sobre el camino que se abre ahora por delante para Gaza, Palestina y la región.

«Por fin tenemos paz en Oriente Próximo», proclamó el presidente de EE.UU., entre escenarios decorados con esa leyenda ‘Peace in the Middle East’. Es un lema que se ha convertido casi en un chiste en EE.UU., tras décadas de guerras interminables, tras un conflicto entre Israel y Palestina que pervive, con mayor o menor intensidad, desde la creación del estado judío en 1948, con decenas de intentos infructuosos para acabar con él, muchos de ellos mediados por antecesores de Trump. «Lo escuchamos durante muchos años y nunca creímos que se conseguiría», dijo sobre esa expresión.

«Este es el día en el que la gente en esta región y en todo el mundo ha estado trabajando, esforzándose, esperando y rezando para que ocurriera», dijo Trump en un discurso ante la treintena de líderes internacionales que le acompañaron para apadrinar el acuerdo.

«Con el acuerdo histórico que acabamos de firmar, esos rezos de millones por fin tienen respuesta. Juntos, hemos conseguido lo imposible», aseguró.

«Ahora comienza la reconstrucción», dijo Trump en referencia a Gaza, de la que a comienzos de año dijo que quería convertir en un resort turístico, una nueva ‘Riviera’. «Y nosotros sabemos reconstruir mejor que nadie».

Presencia de Mahmoud Abás

Trump estuvo arropado por líderes regionales, comandados por los países que han mediado entre Israel y Hamás para alcanzar el primer acuerdo: Egipto, Qatar y Turquía. Pero también otros países árabes y musulmanes -desde Arabia Saudí y Jordania a Pakistán e Indonesia- y potencias occidentales, como Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Canadá y España, que fue invitada por el anfitrión, Egipto, a la cita.

«Está aquí Mahmoud Abás, de la Autoridad Palestina. Así que los tenemos a todos, los tenemos a todos», dijo sobre la participación de líderes decisivos para el futuro de la región.

Eso, sin embargo, es parte del pensamiento positivo de Trump. En Egipto no estuvieron los dos protagonistas principales del conflicto: Israel y Hamás. Su ausencia es una evidencia de la complejidad del camino que queda por delante y de que las tensiones regionales no han desaparecido de un plumazo.

Trump insistió para que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, asistiera al acto en Egipto, después de que el presidente de EE.UU. visitara Tel Aviv por la mañana y proclamara ante la Knéset, su Parlamento, que Israel había ganado la guerra y que Oriente Próximo inauguraba un «nuevo amanecer».

Netanyahu se excusó por la festividad judía de Sukkot, que llegaba este lunes a su último día. Pero había otros problemas: tanto el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y el primer ministro de Irak, Mohammed Shia al-Sudani, amenazaron con boicotear el acto si asistía Netanyahu.

Hamás, por su parte, está señalada como organización terrorista por EE.UU., y no fue invitada a la cita.

El principal agitador regional, ausente

Tampoco hubo presencia en Egipto del principal agitador regional, Irán, al necesario para la estabilización de la región. Pero Trump se acordó de su enemigo en Oriente Próximo y dijo que confiaba en que «estará dentro de los acuerdos».

«En algún momento van a querer que paren las sanciones», aseguró sobre el Gobierno de Teherán el presidente de EE.UU. que consideró que sin sus bombardeos a las instalaciones nucleares de Irán de hace unos meses el acuerdo sobre Gaza no se hubiera dado «Todo lo que hago en mi vida es llegar a acuerdos y creo que Irán quiere uno», confió.

Esta jornada histórica tenía dos partes: la materialización del acuerdo para la liberación de rehenes, el repliegue de Israel en Gaza y el cese de las hostilidades; y sentar las bases para un futuro de paz y estabilidad en la región a través de la llamada ‘cumbre para la paz’ celebrada en Egipto.

La primera se celebró como lo que es: un gran éxito diplomático, protagonizado por Trump, que se dio un paseo triunfal en Israel y Egipto. Para lo segundo, la firma del acuerdo y la presencia de líderes internacionales no ofrecieron grandes respuestas sobre lo que está por venir.

Trump, protagonista

En primer lugar, porque no se conocieron los detalles del documento firmado por EE.UU., Egipto, Qatar y Turquía, que puede ser poco más que un respaldo a la paz en Gaza y al proceso de ‘20 pasos’ diseñado por Trump. Y, sobre todo, porque las cuestiones fundamentales que arrojan sombras de duda sobre el futuro de la Franja y de la región no han desaparecido.

Esa cumbre quedó jibarizada por el retraso de Trump, que llegó tarde a Egipto después de que sus actos se alargaran en Israel. Varios líderes internacionales -Recep Tayyip Erdogan, de Turquía; Emmanuel Macron, de Francia; el rey Abdalá II de Jordania; el canciller alemán, Friedrich Merz; el primer ministro de Reino Unido, Keir Starmer; su homóloga italiana, Georgia Meloni; o el anfitrión, el presidente egipcio, Mohammed Al Sisi- improvisaron una reunión mientras llegaba Trump.

Pero nada sustancial salió de allí, ni de las reuniones posteriores en las que participó Trump y en las que el presidente de EE.UU. tuvo la palabra durante casi todo el tiempo. Una de las excepciones fue cuando habló Al Sisi, que insistió en la necesidad de que el proceso iniciado llevar a la «implementación de la solución de los dos estados». Es algo que está en el proceso diseñado por Trump pero que ni siquiera el presidente de EE.UU. tiene claro. Preguntado en la víspera si tenía una opinión al respecto, dijo que no, que aceptará «lo que quieran las partes».

Sobre el eventual Gobierno de transición que liderará Gaza, Trump solo dijo que hay muchos líderes que quieren formar parte del ‘Consejo de Paz’ que lo supervisará. Y ninguna clarificación ni detalle sobre asuntos espinosos como la creación de una fuerza de seguridad internacional para controlar Gaza o sobre el complejo desarme y desmantelamiento de Hamás.

Unidad y fortaleza internacional

Eso no era lo relevante para Trump. Lo decisivo era mostrar unidad y fortaleza internacional, impulso para que el proceso siga adelante, aunque el camino sea incierto. De fondo, la ampliación de los llamados Acuerdos de Abraham, el gran éxito de su primer mandato, con los que logró el establecimiento de relaciones diplomáticas de Israel con cuatro países árabes. «Mucha gente se está uniendo, hoy mucha gente me ha hablado de unirse», dijo sobre un proceso que sería clave para la estabilidad de la región, pero, de nuevo, sin detalles.

La jornada fue una nueva muestra de la diplomacia de Trump, en la que pone el carro antes que los bueyes. Declara un avance diplomático histórico –el acuerdo entre Israel y Hamás la semana pasada, la ‘paz en Oriente Próximo’ ahora– y fuerza al resto de actores a adaptarse a la realidad que él crea. Ha funcionado con gran éxito para lograr la paz en Gaza. Ahora tiene que demostrar su efectividad para el escenario, mucho más complejo, que queda por delante.

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