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Trump aterriza en Windsor para su segunda visita de Estado con honores militares y saludo real

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inició la mañana de este miércoles su visita de Estado al Reino Unido con un recibimiento de alto perfil en el Castillo de Windsor, donde el ceremonial desplegado buscó enfatizar la dimensión histórica de la relación entre … ambos países. El mandatario y la primera dama, Melania Trump, aterrizaron poco antes del mediodía en helicóptero al Walled Garden del recinto, donde en un gesto cargado de simbolismo, su llegada fue acompañada por una salva real de artillería disparada desde el Home Park por la ‘King’s Troop Royal Horse Artillery’, a lo que se sumó un saludo paralelo desde la Torre de Londres a cargo de la ‘Honourable Artillery Company’.
En el lugar de aterrizaje los esperaban los príncipes de Gales, Guillermo y Catalina, encargados de conducirlos en un breve trayecto a pie hacia Victoria House, donde fueron recibidos por el Rey Carlos III y la Reina Camilla. El encuentro, que marcó el primer momento público de la agenda oficial, fue concebido como un gesto de hospitalidad y continuidad institucional, siguiendo el protocolo reservado a las visitas de Estado de líderes extranjeros.
Tras los saludos iniciales, el programa contempla un segundo acto de alto impacto visual: una procesión en carruaje a través de los terrenos del Windsor Estate y la tradicional inspección de la guardia de honor, un elemento central en la escenografía monárquica británica. El objetivo de estos rituales, repetidos en visitas de Estado anteriores, es reafirmar la naturaleza solemne de los vínculos bilaterales y ofrecer imágenes destinadas a la proyección internacional de la relación diplomática.

La jornada continuará esta tarde en el interior del castillo con la visita a una exposición de piezas seleccionadas de la Royal Collection en la Green Drawing Room, seguida de una visita a la Capilla de San Jorge a las 15.00, donde va a hacer una visita privada a la tumba de la Reina Isabel II. Más tarde, en el East Lawn, está programada la ceremonia conocida como «Beating Retreat», un despliegue musical y militar de carácter conmemorativo que servirá de antesala al banquete de Estado ofrecido en honor al presidente estadounidense en el Castillo.
La visita se produce en un contexto particularmente tenso para Trump, cuya llegada a Londres el martes por la noche estuvo acompañada por protestas de gran visibilidad. Así, los manifestantes desplegaron en Windsor una gigantesca pancarta de Trump junto a Jeffrey Epstein, y, ya entrada la noche, proyectaron sobre una de las torres del castillo imágenes de ambos, recortes de prensa sobre el caso y reproducciones de documentos relacionados con la investigación.
Tras la proyección no autorizada, cuatro personas fueron detenidas por la policía, y otras dos detenidas por operar drones en espacio aéreo restringido en las inmediaciones del castillo. Los arrestados permanecen bajo custodia mientras se investiga la posible vulneración de las normas de seguridad vinculadas a la visita, cuyo operativo de seguridad es uno de lo más importantes puestos en marcha en el Reino Unido. De hecho, alrededor del Castillo de Windsor se ha levantado un perímetro reforzado conocido como el «escudo de acero», una estructura que forma parte del amplio dispositivo de seguridad. Ni siquiera en visitas anteriores de mandatarios y dignatarios internacionales se recuerda una protección de estas dimensiones en la residencia real.
Al mismo tiempo, hay en Windsor también simpatizantes del presidente estadounidense, algunos de los cuales viajaron expresamente hasta la localidad para presenciar su llegada. Entre ellos destacan banderas con lemas de campaña como «Make America Great Again» y las características gorras rojas, elementos que contrastan con las pancartas y consignas de los manifestantes contrarios a la visita.
Las protestas no se limitan a Windsor. Grupos como ‘Stop Trump Coalition’ han convocado para la tarde de este miércoles manifestaciones en Londres, con el epicentro previsto en Parliament Square. Los organizadores han señalado que sus protestas abarcan desde las acusaciones sobre los vínculos con el delincuente sexual Jeffrey Epstein hasta las políticas del expresidente en materia climática y de derechos humanos.
Un episodio relevante que añade complejidad política a la visita es la reciente destitución del embajador británico en Estados Unidos, Lord Peter Mandelson, que, aunque separada de los actos protocolarios, está íntimamente ligada al clima de cuestionamiento público que acompaña al viaje. El Gobierno laborista del primer ministro Keir Starmer, con quien Trump se reunirá mañana jueves, lo despidió días atrás debido a las revelaciones públicas sobre su relación con Jeffrey Epstein, que incluyeron varios correos electrónicos publicados recientemente en los que Mandelson describe al convicto como «my best pal» («mi mejor amigo») y ofrece apoyo a sus esfuerzos por apelar sus condenas.
La tensión social en torno a la visita contrasta con la coreografía oficial. El protocolo británico ha mantenido una estricta continuidad con lo observado en visitas de Estado anteriores, y tanto la Casa Real como el Gobierno de Starmer han subrayado la importancia de reafirmar los lazos estratégicos con Washington en ámbitos como defensa, comercio y cooperación internacional. Sin embargo, la presión ejercida por los manifestantes, la presencia de imágenes críticas en lugares tan simbólicos como Windsor y la crisis por el caso del embajador Mandelson han reintroducido un dilema que ya se planteó en 2019, durante la primera visita de Estado de Trump al Reino Unido, cuando fue recibido por la reina Isabel II con banquete, guardia de honor y saludo de artillería, en medio de manifestaciones multitudinarias en Londres y otras ciudades.
En esta segunda visita de Estado, la invitación provino del rey Carlos III, quien la cursó formalmente a través de una carta entregada por el ‘premier’ en febrero de 2025 durante un encuentro en Washington con Trump. Este hecho reviste un carácter excepcional, ya que no existen precedentes de que un presidente de Estados Unidos haya sido recibido en dos visitas de Estado, lo que convierte la ocasión en un gesto de alto simbolismo diplomático, sobre todo en un momento en el que los gobiernos de ambos países tienen diferencias significativas en cuanto a política internacional, por ejemplo, con relación al conflicto en Gaza y su posición sobre Israel.
El itinerario de este miércoles muestra con claridad los dos ejes de la visita: por un lado, la solemnidad institucional, en la que el ceremonial y la pompa real buscan proyectar estabilidad y continuidad en la alianza atlántica; y por otro, las críticas públicas y las manifestaciones que pretenden señalar los asuntos más controvertidos del pasado y presente del mandatario estadounidense.

Publicado: septiembre 17, 2025, 6:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/trump-aterriza-windsor-segunda-visita-estado-honores-20250917132531-nt.html

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inició la mañana de este miércoles su visita de Estado al Reino Unido con un recibimiento de alto perfil en el Castillo de Windsor, donde el ceremonial desplegado buscó enfatizar la dimensión histórica de la relación entre ambos países. El mandatario y la primera dama, Melania Trump, aterrizaron poco antes del mediodía en helicóptero al Walled Garden del recinto, donde en un gesto cargado de simbolismo, su llegada fue acompañada por una salva real de artillería disparada desde el Home Park por la ‘King’s Troop Royal Horse Artillery’, a lo que se sumó un saludo paralelo desde la Torre de Londres a cargo de la ‘Honourable Artillery Company’.

En el lugar de aterrizaje los esperaban los príncipes de Gales, Guillermo y Catalina, encargados de conducirlos en un breve trayecto a pie hacia Victoria House, donde fueron recibidos por el Rey Carlos III y la Reina Camilla. El encuentro, que marcó el primer momento público de la agenda oficial, fue concebido como un gesto de hospitalidad y continuidad institucional, siguiendo el protocolo reservado a las visitas de Estado de líderes extranjeros.

Tras los saludos iniciales, el programa contempla un segundo acto de alto impacto visual: una procesión en carruaje a través de los terrenos del Windsor Estate y la tradicional inspección de la guardia de honor, un elemento central en la escenografía monárquica británica. El objetivo de estos rituales, repetidos en visitas de Estado anteriores, es reafirmar la naturaleza solemne de los vínculos bilaterales y ofrecer imágenes destinadas a la proyección internacional de la relación diplomática.

La jornada continuará esta tarde en el interior del castillo con la visita a una exposición de piezas seleccionadas de la Royal Collection en la Green Drawing Room, seguida de una visita a la Capilla de San Jorge a las 15.00, donde va a hacer una visita privada a la tumba de la Reina Isabel II. Más tarde, en el East Lawn, está programada la ceremonia conocida como «Beating Retreat», un despliegue musical y militar de carácter conmemorativo que servirá de antesala al banquete de Estado ofrecido en honor al presidente estadounidense en el Castillo.

La visita se produce en un contexto particularmente tenso para Trump, cuya llegada a Londres el martes por la noche estuvo acompañada por protestas de gran visibilidad. Así, los manifestantes desplegaron en Windsor una gigantesca pancarta de Trump junto a Jeffrey Epstein, y, ya entrada la noche, proyectaron sobre una de las torres del castillo imágenes de ambos, recortes de prensa sobre el caso y reproducciones de documentos relacionados con la investigación.

Tras la proyección no autorizada, cuatro personas fueron detenidas por la policía, y otras dos detenidas por operar drones en espacio aéreo restringido en las inmediaciones del castillo. Los arrestados permanecen bajo custodia mientras se investiga la posible vulneración de las normas de seguridad vinculadas a la visita, cuyo operativo de seguridad es uno de lo más importantes puestos en marcha en el Reino Unido. De hecho, alrededor del Castillo de Windsor se ha levantado un perímetro reforzado conocido como el «escudo de acero», una estructura que forma parte del amplio dispositivo de seguridad. Ni siquiera en visitas anteriores de mandatarios y dignatarios internacionales se recuerda una protección de estas dimensiones en la residencia real.

Al mismo tiempo, hay en Windsor también simpatizantes del presidente estadounidense, algunos de los cuales viajaron expresamente hasta la localidad para presenciar su llegada. Entre ellos destacan banderas con lemas de campaña como «Make America Great Again» y las características gorras rojas, elementos que contrastan con las pancartas y consignas de los manifestantes contrarios a la visita.

Las protestas no se limitan a Windsor. Grupos como ‘Stop Trump Coalition’ han convocado para la tarde de este miércoles manifestaciones en Londres, con el epicentro previsto en Parliament Square. Los organizadores han señalado que sus protestas abarcan desde las acusaciones sobre los vínculos con el delincuente sexual Jeffrey Epstein hasta las políticas del expresidente en materia climática y de derechos humanos.

Un episodio relevante que añade complejidad política a la visita es la reciente destitución del embajador británico en Estados Unidos, Lord Peter Mandelson, que, aunque separada de los actos protocolarios, está íntimamente ligada al clima de cuestionamiento público que acompaña al viaje. El Gobierno laborista del primer ministro Keir Starmer, con quien Trump se reunirá mañana jueves, lo despidió días atrás debido a las revelaciones públicas sobre su relación con Jeffrey Epstein, que incluyeron varios correos electrónicos publicados recientemente en los que Mandelson describe al convicto como «my best pal» («mi mejor amigo») y ofrece apoyo a sus esfuerzos por apelar sus condenas.

La tensión social en torno a la visita contrasta con la coreografía oficial. El protocolo británico ha mantenido una estricta continuidad con lo observado en visitas de Estado anteriores, y tanto la Casa Real como el Gobierno de Starmer han subrayado la importancia de reafirmar los lazos estratégicos con Washington en ámbitos como defensa, comercio y cooperación internacional. Sin embargo, la presión ejercida por los manifestantes, la presencia de imágenes críticas en lugares tan simbólicos como Windsor y la crisis por el caso del embajador Mandelson han reintroducido un dilema que ya se planteó en 2019, durante la primera visita de Estado de Trump al Reino Unido, cuando fue recibido por la reina Isabel II con banquete, guardia de honor y saludo de artillería, en medio de manifestaciones multitudinarias en Londres y otras ciudades.

En esta segunda visita de Estado, la invitación provino del rey Carlos III, quien la cursó formalmente a través de una carta entregada por el ‘premier’ en febrero de 2025 durante un encuentro en Washington con Trump. Este hecho reviste un carácter excepcional, ya que no existen precedentes de que un presidente de Estados Unidos haya sido recibido en dos visitas de Estado, lo que convierte la ocasión en un gesto de alto simbolismo diplomático, sobre todo en un momento en el que los gobiernos de ambos países tienen diferencias significativas en cuanto a política internacional, por ejemplo, con relación al conflicto en Gaza y su posición sobre Israel.

El itinerario de este miércoles muestra con claridad los dos ejes de la visita: por un lado, la solemnidad institucional, en la que el ceremonial y la pompa real buscan proyectar estabilidad y continuidad en la alianza atlántica; y por otro, las críticas públicas y las manifestaciones que pretenden señalar los asuntos más controvertidos del pasado y presente del mandatario estadounidense.

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