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Tercera visita de Netanyahu a Trump en seis meses: de felicitarse por Irán a la tensión por Gaza

Benjamin Netanyahu vuelve hoy a la Casa Blanca en su tercera visita desde que Donald Trump regresó al poder en enero. En esta ocasión, la relación agitada entre ambos tendrá una oportunidad para la celebración. Ambos aprovecharán el encuentro para felicitarse sobre la reciente operación … militar contra Irán y, pese a las dudas sobre su impacto en el programa nuclear iraní, venderla como un éxito completo. Pero el asunto central es el que tiene más posibilidades de desatar desencuentros: Gaza y el alto el fuego que persigue Trump en la Franja.
El presidente quiere que las vacaciones veraniegas de los estadounidenses comiencen con una sensación de invencibilidad de quien está al volante. En el último mes, Trump acumula victorias decisivas en varios frentes: la reciente aprobación en el Congreso de su macroley fiscal y presupuestaria, el armazón de su agenda política interna; la sentencia del Tribunal Supremo que inhabilita los bloqueos judiciales que han frenado sus decretos; los buenos datos de empleo y el ‘rally’ bursátil; el paseo triunfal en la cumbre de la OTAN, cerrada con el compromiso del 5% de gasto en Defensa, y el bombardeo a las instalaciones nucleares de Irán sin provocar una guerra regional.
La guinda a la racha sería el alto el fuego en Gaza, la primera piedra de los grandes planes que Trump tiene para Oriente Próximo. El gran objetivo, de momento muy lejano, es la ampliación de los llamados Acuerdos de Abraham a grandes actores de la región. Esos acuerdos lograron en el final del primer mandato de Trump la normalización de relaciones entre Israel y algunos países árabes, como Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos. La pieza más deseada es Arabia Saudí, una potencia regional y aliado estratégico de EE.UU. al que Trump cortejó en su primer viaje internacional el pasado mayo.

Pero cualquier entendimiento con los saudíes es imposible en la actual situación en los territorios palestinos y Trump presiona para los avances hacia la paz. Otra pieza en el puzle es Siria, con un nuevo régimen tras la caída de Bashar al Asad al que Trump ha seducido con retirada de sanciones, para avanzar hacia una eventual negociación de normalización con Israel.
Está por ver si la esperada sintonía sobre Irán en la visita de Netanyahu a la Casa Blanca se extiende a las perspectivas sobre el alto el fuego en la Franja. El presidente de EE.UU. podría presionar y forzar al primer ministro israelí, en vivo y en directo, sobre compromisos y lenguaje con los que el invitado no está de acuerdo.
En las anteriores visitas de este año, Trump ya ha demostrado que su comunicación intempestiva puede causar problemas. En la primera, poco después de recuperar las llaves de la Casa Blanca, Netanyahu tuvo que escuchar en persona, como el resto del mundo, cómo Trump proponía un futuro para Gaza convertido en territorio de EE.UU., con los palestinos expulsados y con la Franja convertida «en la Riviera de Oriente Próximo».

Sorpresas desagradables

Fue incluso peor en la segunda visita, en abril. Allí Netanyahu esperaba que Trump diera trato de favor a su gran socio en la región sobre los aranceles que acababa de imponer a todos los socios comerciales de EE.UU. Pero, además de no hacerlo, anunció que estaba en «conversaciones directas» con Irán sobre su programa nuclear, lo que cogió a Netanyahu por sorpresa.
Han sido ejemplos de la complicada relación entre ambos, teñida en los últimos meses por una creciente incomodidad en la Administración Trump ante la crisis humanitaria desatada en Gaza por la pertinaz operación militar israelí.
Después, en el bombardeo contra Irán, Trump puso mucho capital político en juego para secundar a Israel y utilizar un armamento antibúnker para atacar las instalaciones nucleares subterráneas que el Ejército israelí no posee. El presidente de EE.UU. decidió sumarse a los ataques pese a haber dicho en un principio que la operación militar israelí contra el régimen de Teherán fue «unilateral».
La implicación de EE.UU. provocó condenas fuertes en el sector aislacionista del trumpismo. La apuesta le salió bien a Trump, con una operación militar limitada, que se quedó sin gran respuesta por parte de Irán. Y ahora puede exigir cobrársela a Netanyahu para llevarse una victoria diplomática de Oriente Próximo.

Publicado: julio 7, 2025, 12:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/visita-netanyahu-casa-blanca-20250706191052-nt.html

Benjamin Netanyahu vuelve hoy a la Casa Blanca en su tercera visita desde que Donald Trump regresó al poder en enero. En esta ocasión, la relación agitada entre ambos tendrá una oportunidad para la celebración. Ambos aprovecharán el encuentro para felicitarse sobre la reciente operación militar contra Irán y, pese a las dudas sobre su impacto en el programa nuclear iraní, venderla como un éxito completo. Pero el asunto central es el que tiene más posibilidades de desatar desencuentros: Gaza y el alto el fuego que persigue Trump en la Franja.

El presidente quiere que las vacaciones veraniegas de los estadounidenses comiencen con una sensación de invencibilidad de quien está al volante. En el último mes, Trump acumula victorias decisivas en varios frentes: la reciente aprobación en el Congreso de su macroley fiscal y presupuestaria, el armazón de su agenda política interna; la sentencia del Tribunal Supremo que inhabilita los bloqueos judiciales que han frenado sus decretos; los buenos datos de empleo y el ‘rally’ bursátil; el paseo triunfal en la cumbre de la OTAN, cerrada con el compromiso del 5% de gasto en Defensa, y el bombardeo a las instalaciones nucleares de Irán sin provocar una guerra regional.

La guinda a la racha sería el alto el fuego en Gaza, la primera piedra de los grandes planes que Trump tiene para Oriente Próximo. El gran objetivo, de momento muy lejano, es la ampliación de los llamados Acuerdos de Abraham a grandes actores de la región. Esos acuerdos lograron en el final del primer mandato de Trump la normalización de relaciones entre Israel y algunos países árabes, como Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos. La pieza más deseada es Arabia Saudí, una potencia regional y aliado estratégico de EE.UU. al que Trump cortejó en su primer viaje internacional el pasado mayo.

Pero cualquier entendimiento con los saudíes es imposible en la actual situación en los territorios palestinos y Trump presiona para los avances hacia la paz. Otra pieza en el puzle es Siria, con un nuevo régimen tras la caída de Bashar al Asad al que Trump ha seducido con retirada de sanciones, para avanzar hacia una eventual negociación de normalización con Israel.

Está por ver si la esperada sintonía sobre Irán en la visita de Netanyahu a la Casa Blanca se extiende a las perspectivas sobre el alto el fuego en la Franja. El presidente de EE.UU. podría presionar y forzar al primer ministro israelí, en vivo y en directo, sobre compromisos y lenguaje con los que el invitado no está de acuerdo.

En las anteriores visitas de este año, Trump ya ha demostrado que su comunicación intempestiva puede causar problemas. En la primera, poco después de recuperar las llaves de la Casa Blanca, Netanyahu tuvo que escuchar en persona, como el resto del mundo, cómo Trump proponía un futuro para Gaza convertido en territorio de EE.UU., con los palestinos expulsados y con la Franja convertida «en la Riviera de Oriente Próximo».

Sorpresas desagradables

Fue incluso peor en la segunda visita, en abril. Allí Netanyahu esperaba que Trump diera trato de favor a su gran socio en la región sobre los aranceles que acababa de imponer a todos los socios comerciales de EE.UU. Pero, además de no hacerlo, anunció que estaba en «conversaciones directas» con Irán sobre su programa nuclear, lo que cogió a Netanyahu por sorpresa.

Han sido ejemplos de la complicada relación entre ambos, teñida en los últimos meses por una creciente incomodidad en la Administración Trump ante la crisis humanitaria desatada en Gaza por la pertinaz operación militar israelí.

Después, en el bombardeo contra Irán, Trump puso mucho capital político en juego para secundar a Israel y utilizar un armamento antibúnker para atacar las instalaciones nucleares subterráneas que el Ejército israelí no posee. El presidente de EE.UU. decidió sumarse a los ataques pese a haber dicho en un principio que la operación militar israelí contra el régimen de Teherán fue «unilateral».

La implicación de EE.UU. provocó condenas fuertes en el sector aislacionista del trumpismo. La apuesta le salió bien a Trump, con una operación militar limitada, que se quedó sin gran respuesta por parte de Irán. Y ahora puede exigir cobrársela a Netanyahu para llevarse una victoria diplomática de Oriente Próximo.

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