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En el argot político estadounidense una “sorpresa de octubre” es un evento inusitado acaecido en los días o semanas previas a una elección presidencial el cual puede dañar las posibilidades de triunfo de un candidato. El término se popularizó en 1980, cuando Jimmy Carter no pudo conseguir la liberación de los rehenes capturados en la embajada estadounidense en Teherán. La sorpresa de octubre hubiese sido el éxito de última hora en los esfuerzos por liberarlos. No sucedió.
Posteriormente surgieron sospechas en torno a una supuesta negociación secreta entre la campaña de Reagan y los ayatolas para mantener capturados a los rehenes durante las elecciones. Sin embargo, ya antes, durante las elecciones presidenciales de 1968, se habló de una sorpresa de octubre cuando Lyndon Johnson anunció oficialmente el cese de los bombardeos a Vietnam e incluso la posible firma de un acuerdo de paz el fin de semana antes de las elecciones. La “Paz de Halloween”, le llamaron, la cual nunca se concretó, pero sí dio un impulso de última hora a la campaña del demócrata Howard Humphrey. Fue insuficiente, Nixon salió triunfador en esos comicios.
Pocos días antes de las elecciones de 1972, Henry Kissinger, en ese entonces asesor de seguridad del Nixon, declaró repentinamente sobre la posibilidad “muy cercana” de firmar la paz en Vietnam, aunque en realidad el presidente poco necesitaba de maniobras de último minuto para ganar unos comicios donde siempre tuvo una abrumadora ventaja.
Por cierto, las conversaciones de paz en Vietnam no tardarían en desmoronarse. Muchos años más tarde, días antes de las elecciones de 2000, se reveló la noticia de un arresto de George W. Bush por conducir ebrio cuando era joven, pero la noticia no tuvo ningún efecto electoral significativo. Tampoco tuvo mayores consecuencias un video dado a conocer en el 2016 donde Trump describe su método para agredir sexualmente a las mujeres.
Sin embargo, también hacia las elecciones de ese año surgió la única sorpresa de octubre verdaderamente capaz de tener un impacto directo real en el resultado y fue la decisión del entonces director del FBI, James Comey, de reexaminar los correos electrónicos de Hillary Clinton. Después de este anuncio la ventaja en las encuestas de la exprimera dama se redujo de forma notable y el día de las elecciones el magnate resulto ganador.
En el actual ciclo electoral han abundado los giros dramáticos, desde el retiro de Joe Biden a los intentos de asesinato contra Trump. Ahora, a menos de un mes de celebrarse los comicios, muchos esperan el surgimiento de una noticia explosiva, una nueva sorpresa de octubre, sobre todo en una contienda tan reñida. Muchos ven en el devastador huracán Helene un evento con potenciales consecuencias políticas. El meteoro perjudica mucho a Carolina del Norte, un estado sin el cual Trump no puede ganar. Harris prometió ayuda a largo plazo para la región y visitó a los afectados mientras Trump, con su habitual estridencia, denuncio un supuesto (y falso) “desperdicio de recursos destinados a migrantes cuando deberían dedicarse a atender emergencias”. Al parecer los bulos de Trump no han tenido el efecto esperado, pero cuando ocurre un desastre no es fácil mantener a todos contentos.
Mucho más seria es la escalada militar en Medio Oriente. La guerra de Gaza está a punto de convertirse en una conflagración regional. Las esperanzas de cualquier tipo de alto el fuego antes de noviembre se han desvanecido. La Casa Blanca se limita a tratar de evitar una conflagración total. Los electores estadounidenses no piensan mucho en política exterior, pero el compromiso de Harris de seguir suministrando armas a Israel incomoda a dos segmentos clave de la base demócrata: los árabes-estadounidenses en el estado de Michigan (otra entidad clave) y los jóvenes pacifistas. El conflicto también genera preocupaciones en los consumidores. La mera posibilidad de un ataque israelí a las refinerías iraníes provocó un incremento en el precio del petróleo de más de un 5 por ciento la semana pasada. Netanyahu tiene a la mano la posibilidad de influir en las elecciones de Estados Unidos, y su favorito es Trump.
También para Trump puede haber sorpresas. La sublevación del 6 de enero en el Capitolio volvió a salir a la luz con un documento del fiscal especial Jack Smith donde se abunda en las pruebas contra el expresidente. También despierta crecientes preocupaciones, aunque no es una sorpresa, su cada vez más absurda y soez retórica. Sus pronunciamientos de las últimas semanas han sondeado nuevas profundidades de irracionalidad e incoherencia. El candidato republicano arrastra cada vez más las palabras o de plano tropieza con ellas, lo cual genera temores sobre su deterioro cognitivo. Después de una década de dominar la política estadounidense Trump podría estar en medio de un colapso final.
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