¿Se pueden calificar las operaciones de Israel en Gaza de genocidio? - Colombia
Registro  /  Login

Portal de Negocios en Colombia


¿Se pueden calificar las operaciones de Israel en Gaza de genocidio?

Calificar las operaciones militares de Israel en Gaza de ‘genocidio’ se ha convertido en una de las cuestiones más envenenadas en la opinión pública occidental, a raíz de las protestas internacionales y de la indefinición del Gobierno de Netanyahu sobre cuándo terminará la guerra. … La izquierda –la europea, porque la norteamericana está condicionada por la minoría judía, que vota demócrata– ha dictado sentencia. Israel está llevando a cabo un «genocidio sin paliativos» de la población palestina en la Franja, y cualquiera que se oponga a ese juicio debe ser calificado de ‘fascista’.
Su causa se vio esta semana alentada por las conclusiones de la Comisión Independiente de Investigación de la ONU. El informe se apoya en la definición de genocidio adoptada por la Convención de Naciones Unidas de 1948, donde aparecen tres factores clave: la matanza parcial o total de un grupo étnico, nacional o religioso; la imposición de condiciones extremas que lleven a ese fin, como la hambruna y el control de la natalidad; o el traslado forzoso de una población con el fin de dispersarla y ocupar su territorio.
En el caso de la operación de Israel contra la franja de Gaza, que va a cumplir dos años, el diagnóstico de ‘genocidio’ de la Comisión no está tan claro cuando el propio secretario general de la ONU, António Guterres, evita pronunciarse y se remite a una eventual decisión del Tribunal Penal Internacional (TPI), con sede en La Haya. Un pase de balón que tiene trampa, porque el TPI no ha juzgado hasta ahora Estados sino individuos; y porque varias potencias mundiales no reconocen su jurisdicción, entre otras Estados Unidos, Israel, Rusia y China.

A diferencia de los grandes genocidios del siglo XX reconocidos por el consenso de los historiadores, como el armenio, el de los tutsi en Ruanda y sobre todo el de los judíos a manos de los nazis, la matanza de civiles que se está llevando a cabo en Gaza admite matices y debate.

Venganza desproporcionada

A favor del calificativo de ‘genocidio’ se imponen las cifras. Israel no aporta datos, pero –con todas las prevenciones del caso– los que dan las fuentes de Hamás y reproducen los medios afines, como la cadena ‘Al Yazira’, son estremecedores. Un exjefe del Ejército israelí declaró esta semana a la ‘CNN’ que el número de víctimas, entre muertos y heridos, alcanza al 10% de la población de la franja de Gaza, calculada en poco más de dos millones de palestinos. La última cifra de ‘Al Yazira’ informa de 65.000 muertos (de ellos muchos miles de militantes de Hamás, el resto civiles) y 165.000 heridos.
Se trata, sin duda, de una venganza desproporcionada dictada por el Gobierno ultranacionalista de Benjamin Netanyahu. El 7 de Octubre de 2023, Hamás asesinó en una jornada a alrededor de 1.200 israelíes, y capturó a más de dos centenares de rehenes, que se llevó consigo a la Franja. La orden de represalia tenía y sigue teniendo un solo hilo conductor: matar y destruir todo vestigio de Hamás en Gaza, un territorio más pequeño que el municipio de Madrid. El objetivo, indeterminado y utópico para ciertos sectores del propio Ejército hebreo, podría alentar un propósito político genocida por parte de los más duros del Gobierno: limpiar Gaza de palestinos y repoblarla con colonos judíos.

Acabar con Hamás

En contra de los argumentos de ‘genocidio’ se alzan otros que limitan las operaciones a la categoría de ‘matanza’. Además de que su origen fue netamente racista –los yihadistas palestinos querían matar en poco tiempo al mayor número posible de judíos– no hay que perder de vista que el objetivo de la operación es acabar con un movimiento terrorista, que además utiliza como escudos humanos a los civiles y por eso estos años no dudó en esconderse en escuelas y hospitales.
En segundo lugar, las cifras de víctimas civiles son muy elevadas, pero el Ejército israelí no ha dejado de minimizarlas con sus movimientos constantes de refugiados antes de cada gran operación. En tercer lugar, la hambruna que se ha generado estos últimos meses tras la prohibición de operar a las oenegés internacionales apunta también a una realidad previa: antes, los operativos de Hamás secuestraban la ayuda para redistribuirla y mantener el control político de la Franja.
En el debate occidental sobre el carácter genocida o no de la guerra en Gaza también suele omitirse el que lleva a cabo la propia sociedad civil israelí. Y no solo los familiares de los rehenes, que son los más activos en la petición de un acuerdo con entrega de los últimos aún con vida y de los cuerpos de los que han muerto.
No es fácil establecer estadísticas, pero aproximadamente la mitad de los electores israelíes se oponen a la guerra y son anti-Netanyahu. No son en cambio antisionistas –habrían emigrado– y mucho menos antisemitas. Las campañas y protestas de la izquierda occidental caen, en cambio, fácilmente en los eslóganes antisionistas y antisemitas, en una mezcolanza disparatada de conceptos. Los gritos a favor de la ‘destrucción del Estado de Israel’, o de la ‘globalización de la intifada’, son buen botón de muestra.

Publicado: septiembre 18, 2025, 6:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/pueden-calificar-operaciones-israel-gaza-genocidio-20250918132101-nt.html

Calificar las operaciones militares de Israel en Gaza de ‘genocidio’ se ha convertido en una de las cuestiones más envenenadas en la opinión pública occidental, a raíz de las protestas internacionales y de la indefinición del Gobierno de Netanyahu sobre cuándo terminará la guerra. La izquierda –la europea, porque la norteamericana está condicionada por la minoría judía, que vota demócrata– ha dictado sentencia. Israel está llevando a cabo un «genocidio sin paliativos» de la población palestina en la Franja, y cualquiera que se oponga a ese juicio debe ser calificado de ‘fascista’.

Su causa se vio esta semana alentada por las conclusiones de la Comisión Independiente de Investigación de la ONU. El informe se apoya en la definición de genocidio adoptada por la Convención de Naciones Unidas de 1948, donde aparecen tres factores clave: la matanza parcial o total de un grupo étnico, nacional o religioso; la imposición de condiciones extremas que lleven a ese fin, como la hambruna y el control de la natalidad; o el traslado forzoso de una población con el fin de dispersarla y ocupar su territorio.

En el caso de la operación de Israel contra la franja de Gaza, que va a cumplir dos años, el diagnóstico de ‘genocidio’ de la Comisión no está tan claro cuando el propio secretario general de la ONU, António Guterres, evita pronunciarse y se remite a una eventual decisión del Tribunal Penal Internacional (TPI), con sede en La Haya. Un pase de balón que tiene trampa, porque el TPI no ha juzgado hasta ahora Estados sino individuos; y porque varias potencias mundiales no reconocen su jurisdicción, entre otras Estados Unidos, Israel, Rusia y China.

A diferencia de los grandes genocidios del siglo XX reconocidos por el consenso de los historiadores, como el armenio, el de los tutsi en Ruanda y sobre todo el de los judíos a manos de los nazis, la matanza de civiles que se está llevando a cabo en Gaza admite matices y debate.

Venganza desproporcionada

A favor del calificativo de ‘genocidio’ se imponen las cifras. Israel no aporta datos, pero –con todas las prevenciones del caso– los que dan las fuentes de Hamás y reproducen los medios afines, como la cadena ‘Al Yazira’, son estremecedores. Un exjefe del Ejército israelí declaró esta semana a la ‘CNN’ que el número de víctimas, entre muertos y heridos, alcanza al 10% de la población de la franja de Gaza, calculada en poco más de dos millones de palestinos. La última cifra de ‘Al Yazira’ informa de 65.000 muertos (de ellos muchos miles de militantes de Hamás, el resto civiles) y 165.000 heridos.

Se trata, sin duda, de una venganza desproporcionada dictada por el Gobierno ultranacionalista de Benjamin Netanyahu. El 7 de Octubre de 2023, Hamás asesinó en una jornada a alrededor de 1.200 israelíes, y capturó a más de dos centenares de rehenes, que se llevó consigo a la Franja. La orden de represalia tenía y sigue teniendo un solo hilo conductor: matar y destruir todo vestigio de Hamás en Gaza, un territorio más pequeño que el municipio de Madrid. El objetivo, indeterminado y utópico para ciertos sectores del propio Ejército hebreo, podría alentar un propósito político genocida por parte de los más duros del Gobierno: limpiar Gaza de palestinos y repoblarla con colonos judíos.

Acabar con Hamás

En contra de los argumentos de ‘genocidio’ se alzan otros que limitan las operaciones a la categoría de ‘matanza’. Además de que su origen fue netamente racista –los yihadistas palestinos querían matar en poco tiempo al mayor número posible de judíos– no hay que perder de vista que el objetivo de la operación es acabar con un movimiento terrorista, que además utiliza como escudos humanos a los civiles y por eso estos años no dudó en esconderse en escuelas y hospitales.

En segundo lugar, las cifras de víctimas civiles son muy elevadas, pero el Ejército israelí no ha dejado de minimizarlas con sus movimientos constantes de refugiados antes de cada gran operación. En tercer lugar, la hambruna que se ha generado estos últimos meses tras la prohibición de operar a las oenegés internacionales apunta también a una realidad previa: antes, los operativos de Hamás secuestraban la ayuda para redistribuirla y mantener el control político de la Franja.

En el debate occidental sobre el carácter genocida o no de la guerra en Gaza también suele omitirse el que lleva a cabo la propia sociedad civil israelí. Y no solo los familiares de los rehenes, que son los más activos en la petición de un acuerdo con entrega de los últimos aún con vida y de los cuerpos de los que han muerto.

No es fácil establecer estadísticas, pero aproximadamente la mitad de los electores israelíes se oponen a la guerra y son anti-Netanyahu. No son en cambio antisionistas –habrían emigrado– y mucho menos antisemitas. Las campañas y protestas de la izquierda occidental caen, en cambio, fácilmente en los eslóganes antisionistas y antisemitas, en una mezcolanza disparatada de conceptos. Los gritos a favor de la ‘destrucción del Estado de Israel’, o de la ‘globalización de la intifada’, son buen botón de muestra.

Artículos Relacionados