Sánchez, como Arias Navarro en el Sahara - Colombia
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Sánchez, como Arias Navarro en el Sahara

Lo que entonces pareció que suponía la liquidación a la bravas, pero liquidación al fin, de la última cuestión colonial de España se ha convertido en un problema que medio siglo después sigue irresuelto y que no solo ha seguido envenenando las relaciones de … España con los países del Magreb, principalmente con Marruecos y Argelia, sino que también ha supuesto un quebradero de cabeza para la Unión Europea, la Unión Africana y para Naciones Unidas, que ha mantenido intocable su doctrina tradicional: el Sahara Occidental sigue siendo un territorio no autónomo del que España sigue siendo la administradora «de iure», pese a que en su momento transfirió su administración «de facto» sin capacidad legal para hacerlo y que Marruecos (Mauritania se retiró en 1979 derrotada por el Frente Polisario) lo ocupe ilegalmente desde entonces.

¿Qué ha supuesto esto para los sucesivos gobiernos españoles? Habida cuenta de que Marruecos ha utilizado los derechos de pesca en sus aguas, la presión sobre Ceuta y Melilla, los intereses de los empresarios españoles en su país y el flujo migratorio procedente del continente africano como eficaces herramientas de chantaje sobre cualquier gobierno español, los sucesivos ministros de Asuntos Exteriores han tenido que hacer encaje de bolillos para, sin comprometerse nunca a nada que pudiera molestar excesivamente al vecino del sur, mantenerse fiel a los inalienables principios el Derecho Internacional y a la doctrina descolonizadora de Naciones Unidas. Con curiosas paradojas: que a la hora de manifestar una actitud de mayor solidez frente a Rabat en algún problema concreto -caso de Perejil- fue un gobierno popular quien fue capaz de mantener el tipo y hacer frente a la situación.
Y de los gobiernos socialistas ¿qué? González, tras una visita a los campamentos de refugiados -aún no había llegado a la Moncloa- en la que manifestó su compromiso con la causa del pueblo saharaui, mantuvo luego un férreo silencio. Con Rodríguez Zapatero –cuya política exterior calificó Inocencio Arias como guiada por la «ignorancia, voluntarismo desbocado (y) adanismo»- empezaron las zalemas con Marruecos que luego, fuera ya de la presidencia, se convirtieron en sólido compromiso con sus intereses (no tuvo empacho en participar en 2015 en una actividad organizada en la ciudad ocupada de Dajla/Villa Cisneros)

Política errática

Pero la apoteosis del desatino llegó con Sánchez. Olvidando la más o menos discreta y elusiva actitud de sus predecesores y, por supuesto, sin consultar con el Congreso (y cabe colegir que ni siquiera con sus socios de gobierno, algunos diametralmente discrepantes al respecto), no ha dudado en hacerlo abiertamente en favor de la tesis anexionista de Rabat, si bien envuelta bajo el ropaje de una supuesta autonomía que Marruecos ha sido incapaz de establecer ni siquiera en su levantisco Rif. Olvidaba, por supuesto, que optar por tal o cual solución no le corresponde al presidente del gobierno español, sino al pueblo saharaui, al que no se le ha consultado todavía.
La soledad de Sánchez -acaso sin darse cuenta cabal, epígono de Arias Navarro en esta cuestión- es estremecedora: la sociedad española se ha manifestado reiteradamente solidaria con el pueblo saharaui y lo hace con numerosas acciones, entre las que la más destacada es sin duda la campaña de «Vacaciones en paz»; los grupos parlamentarios presentan reiteradas proposiciones en el congreso para reconocer el derecho de los saharauis a la recuperación de la nacionalidad española de la que fueron injustamente desposeídos; la ONU recuerda la condición del Sahara Occidental como último TNA del continente africano pendiente de descolonización; el Tribunal de Justicia de la UE dictamina que Marruecos no puede negociar sobre las riquezas naturales de un país que no le pertenece.
Quizá no estará de más traer a colación lo que dice un buen amigo mío saharaui. En caso de que se convoque el improbable referéndum, debería contemplar no dos, sino tres opciones: independencia, incorporación a Marruecos o reincorporación a España. Mi amigo afirma muy seriamente que está seguro de que triunfaría la tercera. ¡Velay!

Publicado: noviembre 8, 2025, 7:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/pablo-ignacio-de-dalmases-sanchez-arias-navarro-sahara-20251109173505-nt.html

Lo que entonces pareció que suponía la liquidación a la bravas, pero liquidación al fin, de la última cuestión colonial de España se ha convertido en un problema que medio siglo después sigue irresuelto y que no solo ha seguido envenenando las relaciones de España con los países del Magreb, principalmente con Marruecos y Argelia, sino que también ha supuesto un quebradero de cabeza para la Unión Europea, la Unión Africana y para Naciones Unidas, que ha mantenido intocable su doctrina tradicional: el Sahara Occidental sigue siendo un territorio no autónomo del que España sigue siendo la administradora «de iure», pese a que en su momento transfirió su administración «de facto» sin capacidad legal para hacerlo y que Marruecos (Mauritania se retiró en 1979 derrotada por el Frente Polisario) lo ocupe ilegalmente desde entonces.

¿Qué ha supuesto esto para los sucesivos gobiernos españoles? Habida cuenta de que Marruecos ha utilizado los derechos de pesca en sus aguas, la presión sobre Ceuta y Melilla, los intereses de los empresarios españoles en su país y el flujo migratorio procedente del continente africano como eficaces herramientas de chantaje sobre cualquier gobierno español, los sucesivos ministros de Asuntos Exteriores han tenido que hacer encaje de bolillos para, sin comprometerse nunca a nada que pudiera molestar excesivamente al vecino del sur, mantenerse fiel a los inalienables principios el Derecho Internacional y a la doctrina descolonizadora de Naciones Unidas. Con curiosas paradojas: que a la hora de manifestar una actitud de mayor solidez frente a Rabat en algún problema concreto -caso de Perejil- fue un gobierno popular quien fue capaz de mantener el tipo y hacer frente a la situación.

Y de los gobiernos socialistas ¿qué? González, tras una visita a los campamentos de refugiados -aún no había llegado a la Moncloa- en la que manifestó su compromiso con la causa del pueblo saharaui, mantuvo luego un férreo silencio. Con Rodríguez Zapatero –cuya política exterior calificó Inocencio Arias como guiada por la «ignorancia, voluntarismo desbocado (y) adanismo»- empezaron las zalemas con Marruecos que luego, fuera ya de la presidencia, se convirtieron en sólido compromiso con sus intereses (no tuvo empacho en participar en 2015 en una actividad organizada en la ciudad ocupada de Dajla/Villa Cisneros)

Política errática

Pero la apoteosis del desatino llegó con Sánchez. Olvidando la más o menos discreta y elusiva actitud de sus predecesores y, por supuesto, sin consultar con el Congreso (y cabe colegir que ni siquiera con sus socios de gobierno, algunos diametralmente discrepantes al respecto), no ha dudado en hacerlo abiertamente en favor de la tesis anexionista de Rabat, si bien envuelta bajo el ropaje de una supuesta autonomía que Marruecos ha sido incapaz de establecer ni siquiera en su levantisco Rif. Olvidaba, por supuesto, que optar por tal o cual solución no le corresponde al presidente del gobierno español, sino al pueblo saharaui, al que no se le ha consultado todavía.

La soledad de Sánchez -acaso sin darse cuenta cabal, epígono de Arias Navarro en esta cuestión- es estremecedora: la sociedad española se ha manifestado reiteradamente solidaria con el pueblo saharaui y lo hace con numerosas acciones, entre las que la más destacada es sin duda la campaña de «Vacaciones en paz»; los grupos parlamentarios presentan reiteradas proposiciones en el congreso para reconocer el derecho de los saharauis a la recuperación de la nacionalidad española de la que fueron injustamente desposeídos; la ONU recuerda la condición del Sahara Occidental como último TNA del continente africano pendiente de descolonización; el Tribunal de Justicia de la UE dictamina que Marruecos no puede negociar sobre las riquezas naturales de un país que no le pertenece.

Quizá no estará de más traer a colación lo que dice un buen amigo mío saharaui. En caso de que se convoque el improbable referéndum, debería contemplar no dos, sino tres opciones: independencia, incorporación a Marruecos o reincorporación a España. Mi amigo afirma muy seriamente que está seguro de que triunfaría la tercera. ¡Velay!

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