Rusia juzga el atentado que dejó 145 muertos en la sala de conciertos Crocus - Colombia
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Rusia juzga el atentado que dejó 145 muertos en la sala de conciertos Crocus

El 22 de marzo del año pasado, lo que debía ser un concierto del grupo Piknik para el disfrute del público se convirtió en una jornada de terror en el auditorio del Crocus City Hall de Moscú. Minutos antes del inicio de los conciertos, … los atacantes abrieron fuego con fusiles de asalto contra civiles indefensos. En aquella terrible jornada murieron 145 personas y 551 resultaron heridas.
Mientras las víctimas intentaban escapar corriendo o esconderse, los terroristas usaron cuchillos para rematar a algunos de los heridos e incluso provocaron un incendio en las plantas superiores con explosivos. Los principales sospechosos fueron cuatro hombres de Tayikistán que fueron detenidos a los pocos días del ataque. Este lunes, la Justicia empezará la parte final del juicio al mayor atentado de los últimos años de Rusia, que conmocionó a todo el país.
La organización terrorista del Estado Islámico reivindicó a través de su propia agencia de noticias la autoría del ataque, convirtiéndose en el atentado yihadista más mortífero en Rusia desde la masacre de la escuela de Beslán en 2004, que se cobró la vida de 334 personas, la mayoría de ellos niños.

Desde el principio, el Kremlin quiso implicar a Ucrania en el atentado. «Los cuatro autores directos del ataque terrorista, todos los que dispararon y mataron a personas, fueron hallados y detenidos. Intentaron esconderse y se desplazaron hacia Ucrania», declaró el 23 de marzo el propio presidente Vladímir Putin. Esa fue su primera comparecencia pública tras la masacre.
Este lunes se enfrentan a la Justicia rusa los principales acusados de haber perpetrado uno de los crímenes más terribles de este siglo en el país euroasiático. Cuando el oficialismo ya admitió la culpabilidad de los radicales islamistas, siguió intentando relacionar de forma indirecta a Kiev con el atentado, algo que no se ha demostrado. «Y los nazis, como es bien sabido, nunca han tenido reparos a la hora de emplear los medios más sucios e inhumanos para lograr sus objetivos», aseguró Putin en una reunión del Consejo de Seguridad ruso. El Kremlin lleva años llamando «neonazi» y similares a Ucrania.
Después de su detención, los principales inculpados no presentaron muy buen aspecto en sus primeras comparecencias públicas. En la primera vista judicial, lucían múltiples moratones y heridas en el rostro. Uno de ellos tenía los ojos vendados entonces, y otro era incapaz de caminar y necesitaba un catéter para miccionar. En los primeros vídeos que circularon por Telegram sobre la detención, las fuerzas de seguridad cortaron una oreja a uno de los sospechosos mientras que otro se dijo entonces que recibió descargas eléctricas en los genitales. A todos ellos les espera una posible condena de cadena perpetua. Moscú incluso estudió la posibilidad de recuperar la pena de muerte después del atentado, algo que por ahora parece improbable.

Jornada negra

Ese 22 de marzo, todo estaba listo para un concierto más de la extensa agenda cultural moscovita. El grupo Piknik tenía ya todos los ajustes listos para empezar el evento. Al principio, algunos de los asistentes pensaron que los primeros disparos eran parte del espectáculo. No tardaron los presentes en darse cuenta de que lo que sucedía era mucho más oscuro. Empezaron a salir los primeros vídeos de lo sucedido y las primeras informaciones sobre un grupo de hombres con fusiles de asalto atacando la sala de conciertos. El pánico se desató en el recinto, conectado con un pabellón de congresos y un centro comercial, ocupando en conjunto 90 hectáreas.
Aquí se encontraba en aquel momento Dmitri. Este joven trabaja en un restaurante de comida rápida y explica a ABC lo que recuerda del día del atentado. «Estaba aquí con mis compañeros cuando todo ocurrió. Tuvimos que correr, pero nosotros tuvimos suerte», asegura. «Ninguno de los trabajadores del centro comercial sufrió ningún percance, pero fue espantoso», añade. Recuerda que, a día de hoy, hay un obelisco que «recuerda a las víctimas al lado del Crocus City Hall», el recinto de conciertos, donde ahora solo hay una estructura medio derruida en obras para recuperar su antiguo uso. El tiroteo y los incendios provocados por explosivos que usaron los atacantes dejaron las instalaciones inservibles.
Después de algunas horas de búsqueda, las fuerzas de seguridad rusas detuvieron al día siguiente a 11 sospechosos de haber participado o contribuido a la ejecución del atentado, entre ellos los cuatro tiradores. Tras el ataque, Moscú lamentó a sus muertos y puso las banderas a media asta.

Permanece en la memoria

Los moscovitas estaban conmocionados. De forma espontánea, se comenzaron a amontonar en las cercanías del recinto flores, iconos ortodoxos y velas para recordar y conmemorar a las víctimas innocentes de la tragedia. Los pocos peluches presentes recuerdan a los seis niños que también perecieron. Miles de rusos se personaron con lágrimas y oraciones para los difuntos. Decenas de miles de flores honraron a todos aquellos que no sobrevivieron. Al lado había cintas policiales que rodeaban lo que quedaba de la estructura.
Aleksei, uno de los que asistió a este homenaje, compartió su dolor. «Deseamos con todas nuestras fuerzas que esto no ocurra nunca más, a nadie, ni de nuestro país ni de cualquier otro (…) tras lo que pasó, no debemos tener miedo, debemos seguir haciendo vida normal», aseguró.
Los otros recintos de Crocus mantuvieron esa premisa y hoy en día siguen abiertos y funcionales, con tiendas de ropa, restaurantes, gimnasios, cines e incluso una pista de patinaje sobre hielo cubierta funcionando como siempre.
Justo en el primer aniversario del atentado, el pasado 22 de marzo, las autoridades inauguraron un obelisco de homenaje a las víctimas, que contiene pájaros de metal ascendentes. En él, los familiares y allegados mantienen vivo el recuerdo con fotos de las víctimas y otras ofrendas como dulces y flores. A escasos metros del monumento, los obreros que deben reformar el Crocus City Hall, la sala de conciertos, trabajan a toda máquina para poder reabrir. El plan era hacerlo este mes de agosto, pero no parece que pueda ser tan pronto teniendo en cuenta que aún se ve el esqueleto del edificio y queda poco de la forma original de este. Las plantas de arriba son las que más sufrieron las llamas provocadas por los terroristas. Allí quedaron atrapadas decenas de personas que los bomberos tuvieron dificultades para rescatar el día del atentado.

Publicado: agosto 4, 2025, 12:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/rusia-juzga-atentado-dejo-145-muertos-sala-20250803210412-nt.html

El 22 de marzo del año pasado, lo que debía ser un concierto del grupo Piknik para el disfrute del público se convirtió en una jornada de terror en el auditorio del Crocus City Hall de Moscú. Minutos antes del inicio de los conciertos, los atacantes abrieron fuego con fusiles de asalto contra civiles indefensos. En aquella terrible jornada murieron 145 personas y 551 resultaron heridas.

Mientras las víctimas intentaban escapar corriendo o esconderse, los terroristas usaron cuchillos para rematar a algunos de los heridos e incluso provocaron un incendio en las plantas superiores con explosivos. Los principales sospechosos fueron cuatro hombres de Tayikistán que fueron detenidos a los pocos días del ataque. Este lunes, la Justicia empezará la parte final del juicio al mayor atentado de los últimos años de Rusia, que conmocionó a todo el país.

La organización terrorista del Estado Islámico reivindicó a través de su propia agencia de noticias la autoría del ataque, convirtiéndose en el atentado yihadista más mortífero en Rusia desde la masacre de la escuela de Beslán en 2004, que se cobró la vida de 334 personas, la mayoría de ellos niños.

Desde el principio, el Kremlin quiso implicar a Ucrania en el atentado. «Los cuatro autores directos del ataque terrorista, todos los que dispararon y mataron a personas, fueron hallados y detenidos. Intentaron esconderse y se desplazaron hacia Ucrania», declaró el 23 de marzo el propio presidente Vladímir Putin. Esa fue su primera comparecencia pública tras la masacre.

Este lunes se enfrentan a la Justicia rusa los principales acusados de haber perpetrado uno de los crímenes más terribles de este siglo en el país euroasiático. Cuando el oficialismo ya admitió la culpabilidad de los radicales islamistas, siguió intentando relacionar de forma indirecta a Kiev con el atentado, algo que no se ha demostrado. «Y los nazis, como es bien sabido, nunca han tenido reparos a la hora de emplear los medios más sucios e inhumanos para lograr sus objetivos», aseguró Putin en una reunión del Consejo de Seguridad ruso. El Kremlin lleva años llamando «neonazi» y similares a Ucrania.

Después de su detención, los principales inculpados no presentaron muy buen aspecto en sus primeras comparecencias públicas. En la primera vista judicial, lucían múltiples moratones y heridas en el rostro. Uno de ellos tenía los ojos vendados entonces, y otro era incapaz de caminar y necesitaba un catéter para miccionar. En los primeros vídeos que circularon por Telegram sobre la detención, las fuerzas de seguridad cortaron una oreja a uno de los sospechosos mientras que otro se dijo entonces que recibió descargas eléctricas en los genitales. A todos ellos les espera una posible condena de cadena perpetua. Moscú incluso estudió la posibilidad de recuperar la pena de muerte después del atentado, algo que por ahora parece improbable.

Jornada negra

Ese 22 de marzo, todo estaba listo para un concierto más de la extensa agenda cultural moscovita. El grupo Piknik tenía ya todos los ajustes listos para empezar el evento. Al principio, algunos de los asistentes pensaron que los primeros disparos eran parte del espectáculo. No tardaron los presentes en darse cuenta de que lo que sucedía era mucho más oscuro. Empezaron a salir los primeros vídeos de lo sucedido y las primeras informaciones sobre un grupo de hombres con fusiles de asalto atacando la sala de conciertos. El pánico se desató en el recinto, conectado con un pabellón de congresos y un centro comercial, ocupando en conjunto 90 hectáreas.

Aquí se encontraba en aquel momento Dmitri. Este joven trabaja en un restaurante de comida rápida y explica a ABC lo que recuerda del día del atentado. «Estaba aquí con mis compañeros cuando todo ocurrió. Tuvimos que correr, pero nosotros tuvimos suerte», asegura. «Ninguno de los trabajadores del centro comercial sufrió ningún percance, pero fue espantoso», añade. Recuerda que, a día de hoy, hay un obelisco que «recuerda a las víctimas al lado del Crocus City Hall», el recinto de conciertos, donde ahora solo hay una estructura medio derruida en obras para recuperar su antiguo uso. El tiroteo y los incendios provocados por explosivos que usaron los atacantes dejaron las instalaciones inservibles.

Después de algunas horas de búsqueda, las fuerzas de seguridad rusas detuvieron al día siguiente a 11 sospechosos de haber participado o contribuido a la ejecución del atentado, entre ellos los cuatro tiradores. Tras el ataque, Moscú lamentó a sus muertos y puso las banderas a media asta.

Permanece en la memoria

Los moscovitas estaban conmocionados. De forma espontánea, se comenzaron a amontonar en las cercanías del recinto flores, iconos ortodoxos y velas para recordar y conmemorar a las víctimas innocentes de la tragedia. Los pocos peluches presentes recuerdan a los seis niños que también perecieron. Miles de rusos se personaron con lágrimas y oraciones para los difuntos. Decenas de miles de flores honraron a todos aquellos que no sobrevivieron. Al lado había cintas policiales que rodeaban lo que quedaba de la estructura.

Aleksei, uno de los que asistió a este homenaje, compartió su dolor. «Deseamos con todas nuestras fuerzas que esto no ocurra nunca más, a nadie, ni de nuestro país ni de cualquier otro (…) tras lo que pasó, no debemos tener miedo, debemos seguir haciendo vida normal», aseguró.

Los otros recintos de Crocus mantuvieron esa premisa y hoy en día siguen abiertos y funcionales, con tiendas de ropa, restaurantes, gimnasios, cines e incluso una pista de patinaje sobre hielo cubierta funcionando como siempre.

Justo en el primer aniversario del atentado, el pasado 22 de marzo, las autoridades inauguraron un obelisco de homenaje a las víctimas, que contiene pájaros de metal ascendentes. En él, los familiares y allegados mantienen vivo el recuerdo con fotos de las víctimas y otras ofrendas como dulces y flores. A escasos metros del monumento, los obreros que deben reformar el Crocus City Hall, la sala de conciertos, trabajan a toda máquina para poder reabrir. El plan era hacerlo este mes de agosto, pero no parece que pueda ser tan pronto teniendo en cuenta que aún se ve el esqueleto del edificio y queda poco de la forma original de este. Las plantas de arriba son las que más sufrieron las llamas provocadas por los terroristas. Allí quedaron atrapadas decenas de personas que los bomberos tuvieron dificultades para rescatar el día del atentado.

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