Publicado: noviembre 10, 2025, 1:45 am
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Europa está gastando en defensa más dinero que nunca. Todos los países, pero especialmente los que miran al Este, están reforzando sus Ejércitos. En las naciones con vistas a la Rusia de Putin, desde Polonia a Finlandia y pasando por las repúblicas bálticas y hasta por Alemania, se ha extendido un clima que recuerda a los tiempos de la Guerra Fría. Sin embargo, esa guerra de amenazas, esa tensión, en realidad está tomando forma en el Ártico.
Lo verbalizó Noruega hace unos días. Su ministro de Defensa, Tore Sandvik, alertó a finales de octubre de que Rusia está acumulando armas en el Ártico, donde concentra parte de su arsenal nuclear, con el fin de entablar una guerra con la OTAN. Sandvik aseguró que su país había descubierto que Moscú ha estado aumentando su presencia militar en la península de Kola.
Esa militarización rusa en el Ártico es lo mismo que denuncia este miércoles la Alianza Atlántica, que también se refiere a China, aliado de Moscú, por su creciente presencia en la región. Según el presidente del Comité Militar de la OTAN, el almirante italiano Giuseppe Cavo Dragone, el Ártico se ha convertido en «una nueva frontera» entre bloques, un lugar en el que «están pasando muchas cosas».
Dragone se refiere, como Noruega, a Kola. «Rusia está construyendo infraestructura en la península de Kola. Submarinos rusos, así como aeronaves y bombarderos rusos, están volando sobre el Ártico», advierte este alto mando de la Alianza. De hecho, recientemente, «la OTAN ha comenzado a reajustar su postura estratégica para abordar los nuevos y crecientes desafíos», asegura Giustiniano Cesare Vasey, de Finabel (asociación que ayuda a la interoperabilidad de los ejércitos de tierra de 24 países europeos).
La cada vez mayor presencia de Rusia
Rusia controla casi la mitad del territorio ártico y gran parte de su litoral. Ahora, ha expandido progresivamente su presencia militar y económica en la región. Opera más bases árticas que ningún otro país y cuenta con la mayor flota mundial de rompehielos, incluyendo varios buques de propulsión nuclear.
Cuenta la televisión pública de Polonia que en poco más de un año, submarinos nucleares rusos han realizado prácticas de lanzamiento de misiles de crucero cerca de Noruega, Finlandia y Suecia. Además, fuerzas rusas y chinas han llevado a cabo vuelos conjuntos de bombarderos y patrullas navales cerca de Alaska. Se han reportado incidentes híbridos, incluyendo presuntos cortes de cables submarinos e incidentes relacionados con drones.
«Quieren dominar el Ártico», declaró la senadora estadounidense Lisa Murkowski ante la Asamblea del Círculo Polar Ártico. En opinión de Marc Lanteigne, profesor de la Universidad Ártica de Noruega, en declaraciones recogidas por la TVP, «estamos presenciando una especie de resurgimiento de la Guerra Fría en el Ártico».
¿Tiene la OTAN una estrategia para el Ártico?
Al igual que Rusia, la Alianza está invirtiendo en la reconstrucción y modernización de infraestructuras militares en la región. En los últimos meses, buques de la OTAN han patrullado repetidamente las profundidades del mar de Barents, cerca de la base de la Flota del Norte rusa y de su importante base de submarinos nucleares.
Además, tras la adhesión de Suecia y Finlandia, la Alianza cuenta ahora con siete de los ocho estados árticos tradicionales entre sus miembros. Eso, según el Kremlin, representa un «cerco hostil».
Pero la estrategia de la OTAN para el Ártico sigue sin estar clara: «Observamos muchos avances en la OTAN para aclarar sus objetivos en el Ártico, pero ¿qué defiende específicamente? Todavía hay cierta ambigüedad», asegura el profesor Lanteigne. Lo que sí está claro es que «estamos presenciando una especie de resurgimiento de la Guerra Fría en el Ártico», afirma.
Crucial importancia geopolítica del Ártico
Por la «creciente militarización» de la zona y la mayor presencia de rusos y chinos, el Parlamento Europeo reclamó este martes a la Unión Europea que refuerce la cooperación con la OTAN. En una resolución adoptada por la comisión de Exteriores, los eurodiputados señalaron la reestructuración militar de Rusia y «el claro interés» de China en la región, que «agrava las tensiones regionales y socava la estabilidad de la zona».
No cabe duda, «el Ártico se está consolidando como una región de crucial importancia geopolítica», subraya Vasey. El analista explica como causa «los amplios efectos del cambio climático, que están abriendo el Ártico ruso a la expansión económica y militar, y atrayendo inversiones chinas».
El Ártico importa y no podía quedar al margen de las tensiones geopolíticas. «Quizás hemos sido un poco ingenuos con respecto a esta región», declaró recientemente en un acto público el primer ministro de Islandia, Kristrún Frostadóttir. «Queríamos ser una zona neutral… igual que Europa», dijo en referencia a la paz quebrada en Europa tras la invasión rusa de Ucrania. Pero, como añadió ese día Elina Valtonen, ministra de Exteriores de Finlandia, «el Ártico ya no está aislado de las corrientes de la competencia global».
EEUU compra rompehielos
¿Y qué hace Estados Unidos, además de mirar a Groenlandia como objeto de deseo? «Estamos comprando los mejores rompehielos del mundo«, ha dicho Trump. Frente a los 40 rompehielos de Rusia, EEUU sólo cuenta con dos.
Por eso, a principios de octubre, un día antes de que Dinamarca presentara su plan de gastos para Groenlandia, EEUU y Finlandia cerraron un acuerdo de 6.100 millones de dólares para que Washington adquiera hasta 11 rompehielos de seguridad ártica (Arctic Security Cutters). Construidos entre ambos países, la primera entrega está prevista para 2028.
El presidente finlandés Alexander Stubb lo calificó como una «decisión estratégica crucial» que demuestra que «la gente está tomando conciencia de la necesidad de reforzar la disuasión».
Estar en el Ártico
Cuestión de presencia: hay que estar en el Ártico. China ha utilizado la colaboración en investigación y las inversiones en infraestructuras para consolidar su afirmación de que es una potencia «cercana» al Ártico. En realidad, su capital provincial más septentrional, Harbin, se encuentra tan lejos del Ártico como Venecia.
«Los países europeos solo recientemente han tomado conciencia no solo de la influencia geopolítica que tales acuerdos pueden otorgar a Pekín, sino también de sus implicaciones para la seguridad», afirma Katja Bego, del think tank británico Chatham House.
Porque en el Ártico los objetivos militares y económicos se entrelazan cada vez más «a medida que crece su importancia geoestratégica por el deshielo», asegura Bego. En ese contexto, «las potencias rivales compiten por apoderarse de sus recursos y beneficiarse de las nuevas rutas comerciales».
La China militar y la comercial
El gigante asiático ha completado el primer viaje de una nueva ruta marítima hacia Europa a través del Ártico, un trayecto que Pekín promociona como el inicio de un corredor regular dentro de su ambiciosa «Ruta de la Seda Polar». China busca abrir un tercer corredor marítimo hacia el continente europeo, reducir costes y reforzar su autonomía en un mapa global de rutas cada vez más inestable.
La conexión, por ahora estacional, promete tiempos de transporte más cortos y menores emisiones. La primera travesía, con 4.100 contenedores, completó su primer trayecto en veinte días, dos más de lo previsto, frente a los cuarenta o cincuenta que tarda un barco por el canal de Suez o el cabo de Buena Esperanza.
Pekín aspira a transformar la ruta en un servicio regular a partir de 2026. Ese escenario requerirá una cooperación internacional estrecha y una gobernanza todavía por definir respecto a un Ártico cada vez más abierto y disputado. Y es aquí donde también aparece la colaboración entre Xi Jinping y Vladimir Putin.
La Europa económica va rezagada
La «autopista polar» china se apoya en la Ruta Marítima del Norte rusa, donde Moscú prevé invertir unos 22.000 millones de dólares hasta 2035 y mantener el tránsito con rompehielos todo el año, según la cadena estatal CCTV. El portavoz del Ministerio de Exteriores chino ya había adelantado a fines de septiembre que Pekín «cooperará con Rusia y otros países interesados en el desarrollo y la protección del Ártico».
En cambio, Europa está tardando en aprovechar estas oportunidades y la inversión se ha quedado rezagada. Falta un enfoque estratégico para expandir su presencia económica. Y sin embargo, «el Ártico bien podría contener parte de la solución al objetivo europeo de reducir su dependencia de recursos externos«, asegura Katja Bego. Según la analista de Chatman House, los lógicos reparos medioambientales de Europa «han contribuido a abrir la puerta a actores con menos escrúpulos, como China».
Un proyecto en marcha es el del primer gran cable de comunicaciones submarino a través del Ártico, conectando Europa con Norteamérica y Asia Oriental. La Comisión Europea apoya su estudio de viabilidad. Ese cable podría reducir el tiempo de tránsito del tráfico de internet hasta en un 40% en comparación con las rutas de cable del Mar Rojo, actualmente dominantes, pero mucho más largas y cada vez más inseguras.
