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Rumanía vuelve a votar con otro candidato prorruso como favorito

Procedente de Venecia, la Catedral Patriarcal Ortodoxa de Bucarest recibió esta semana el féretro con las reliquias de santa Elena, madre de Constantino el Grande. Su destino final es el monasterio del Pantocrátor, al sur de Rumanía. Se ha vivido como un gran acontecimiento … nacional en un país en el que la religión florece con enorme vigor 36 años después de la caída del comunismo y 18 después de la entrada en la UE. «Dios no nos abandonará», justificaba su esperanza en las elecciones de hoy Cosmina, una de las participantes en la romería, para quien «solo Dios puede poner orden en este desastre político».
Si bien las primeras décadas de la transición fueron un éxito económico y democrático, el PIB se multiplicó por diez y la emigración del 25% de la población se consideraba provisional, la corrupción fue carcomiendo después esa prosperidad desde dentro del sistema. Y la política ha perdido la poca credibilidad que le quedaba tras la pandemia. Con algo más de 7.100 euros al año, la renta media de los hogares es menos de un tercio de la media de la UE.
El pasado 24 de noviembre, en lo que prometía ser la aburrida primera ronda de las elecciones presidenciales, se postulaban por los principales partidos de la coalición gobernante dos pálidos ‘apparatchiks’, que es como se denomina en ruso a los grises funcionarios de la nomenclatura. La oposición europeísta había nombrado candidato a un alcalde provincial mediocre y, en la periferia de la derecha, dos teóricos de la conspiración hacían ruido.
Para sorpresa de todos, ganó Calin Georgescu, un extremista de 62 años que no había aparecido en ninguna encuesta o análisis, sin financiación y que solo había hecho campaña en las redes sociales. En ellas, además de admirar a Putin y Orbán y afirmar que la OTAN no acudiría a defender a Rumanía si fuera atacada, cuestionaba la llegada a la Luna y afirmaba haberse comunicado con los extraterrestres.
El 6 de diciembre de 2024, el Tribunal Constitucional rumano anuló esas elecciones debido a un «agresivo ataque híbrido ruso», al que Georgescu debía su victoria: 27.000 cuentas falsas habían promovido a Georgescu a cambio de remuneración. La fuente era el servicio de Inteligencia nacional rumano, que había remitido al Consejo de Defensa Nacional de Rumanía esta información solo después del desastre electoral. Desviándose de la práctica habitual, dicho Consejo dio a conocer el informe de Inteligencia al público para justificar la drástica medida. Los rumanos supieron así que su servicio secreto había identificado en Tiktok una campaña injusta bajo la etiqueta ‘Equilibrio e Integridad’ como una amenaza para la seguridad del país y que esa campaña había apoyado la candidatura de Georgescu.
La anulación electoral causó gran revuelo. El vicepresidente de EE.UU., J. D. Vance, en su discurso ante la Conferencia de Seguridad de Múnich, despreció una democracia que «puede ser destruida con unos pocos cientos de miles de dólares para publicidad digital desde el extranjero». Desde entonces han surgido otras denuncias, como los contactos de Georgescu con grupos paramilitares, y se han encontrado armas y municiones durante las redadas en su círculo de partidarios. A Georgescu se le ha prohibido volver a presentarse como candidato.

Pruebas contradictorias

En los meses posteriores, sin embargo, la historia se ha complicado mucho más. No solo no ha sido posible comprobar una manipulación rusa significativa de las elecciones, sino que han aparecido pruebas de que la campaña de Georgescu en Tiktok había sido financiada por el Gobierno rumano. Aparentemente, los dos principales partidos de la coalición, socialistas y liberales nacionales, han sido víctimas de sus propios tejemanejes. El portal independiente de investigación rumano Snoop –propiedad de la nada sospechosa de radicalismo de derecha y socia de Axel Springer, la editorial suiza Ringier–, publicó que la campaña de Georgescu en las redes sociales fue pagada por el gobernante Partido Nacional Liberal. Después de los efectos no deseados, el Gobierno habría «tirado del freno de emergencia» de su influencia sobre los jueces.
«Teníamos una fuente en la autoridad fiscal nacional. Nos señalaron que el dinero para la campaña de Tiktok ‘Equilibrio e integridad’ provino del proveedor de servicios de comunicación Kensington Communication. Y Kensington Communication, a su vez, había recibido el dinero del Partido Nacional Liberal», ha explicado la periodista Iulia Rosu. Parece que calcularon mejores posibilidades para su propio candidato si pudiera competir contra un desconocido radical de derechas en la segunda vuelta, como ya sucedió en el año 2000.
Ha sido la puntilla a la credibilidad de un Ejecutivo poco transparente, en el que los dos partidos archirrivales gobiernan juntos desde la pandemia y en el que es evidente el enriquecimiento personal de su élite. Esto hace que sea aún más importante para los rumanos quién es su presidente, elegido directamente, quien es percibido como un opositor activo al Gobierno. Aunque sus poderes son muy diferentes, no marca la pauta en política interior, sino en seguridad y exteriores.
El antiguo colega de partido de Georgescu, George Simion, figura en primer lugar en las encuestas. Promete «enfrentarse por fin a los burócratas de Bruselas», por lo que el politólogo Cristian Preda considera que estas elecciones son decisivas para «seguir siendo europeístas o adoptar un rumbo similar al de Viktor Orbán en Hungría».

Publicado: mayo 3, 2025, 8:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/rumania-vuelve-votar-candidato-prorruso-favorito-20250503024414-nt.html

Procedente de Venecia, la Catedral Patriarcal Ortodoxa de Bucarest recibió esta semana el féretro con las reliquias de santa Elena, madre de Constantino el Grande. Su destino final es el monasterio del Pantocrátor, al sur de Rumanía. Se ha vivido como un gran acontecimiento nacional en un país en el que la religión florece con enorme vigor 36 años después de la caída del comunismo y 18 después de la entrada en la UE. «Dios no nos abandonará», justificaba su esperanza en las elecciones de hoy Cosmina, una de las participantes en la romería, para quien «solo Dios puede poner orden en este desastre político».

Si bien las primeras décadas de la transición fueron un éxito económico y democrático, el PIB se multiplicó por diez y la emigración del 25% de la población se consideraba provisional, la corrupción fue carcomiendo después esa prosperidad desde dentro del sistema. Y la política ha perdido la poca credibilidad que le quedaba tras la pandemia. Con algo más de 7.100 euros al año, la renta media de los hogares es menos de un tercio de la media de la UE.

El pasado 24 de noviembre, en lo que prometía ser la aburrida primera ronda de las elecciones presidenciales, se postulaban por los principales partidos de la coalición gobernante dos pálidos ‘apparatchiks’, que es como se denomina en ruso a los grises funcionarios de la nomenclatura. La oposición europeísta había nombrado candidato a un alcalde provincial mediocre y, en la periferia de la derecha, dos teóricos de la conspiración hacían ruido.

Para sorpresa de todos, ganó Calin Georgescu, un extremista de 62 años que no había aparecido en ninguna encuesta o análisis, sin financiación y que solo había hecho campaña en las redes sociales. En ellas, además de admirar a Putin y Orbán y afirmar que la OTAN no acudiría a defender a Rumanía si fuera atacada, cuestionaba la llegada a la Luna y afirmaba haberse comunicado con los extraterrestres.

El 6 de diciembre de 2024, el Tribunal Constitucional rumano anuló esas elecciones debido a un «agresivo ataque híbrido ruso», al que Georgescu debía su victoria: 27.000 cuentas falsas habían promovido a Georgescu a cambio de remuneración. La fuente era el servicio de Inteligencia nacional rumano, que había remitido al Consejo de Defensa Nacional de Rumanía esta información solo después del desastre electoral. Desviándose de la práctica habitual, dicho Consejo dio a conocer el informe de Inteligencia al público para justificar la drástica medida. Los rumanos supieron así que su servicio secreto había identificado en Tiktok una campaña injusta bajo la etiqueta ‘Equilibrio e Integridad’ como una amenaza para la seguridad del país y que esa campaña había apoyado la candidatura de Georgescu.

La anulación electoral causó gran revuelo. El vicepresidente de EE.UU., J. D. Vance, en su discurso ante la Conferencia de Seguridad de Múnich, despreció una democracia que «puede ser destruida con unos pocos cientos de miles de dólares para publicidad digital desde el extranjero». Desde entonces han surgido otras denuncias, como los contactos de Georgescu con grupos paramilitares, y se han encontrado armas y municiones durante las redadas en su círculo de partidarios. A Georgescu se le ha prohibido volver a presentarse como candidato.

Pruebas contradictorias

En los meses posteriores, sin embargo, la historia se ha complicado mucho más. No solo no ha sido posible comprobar una manipulación rusa significativa de las elecciones, sino que han aparecido pruebas de que la campaña de Georgescu en Tiktok había sido financiada por el Gobierno rumano. Aparentemente, los dos principales partidos de la coalición, socialistas y liberales nacionales, han sido víctimas de sus propios tejemanejes. El portal independiente de investigación rumano Snoop –propiedad de la nada sospechosa de radicalismo de derecha y socia de Axel Springer, la editorial suiza Ringier–, publicó que la campaña de Georgescu en las redes sociales fue pagada por el gobernante Partido Nacional Liberal. Después de los efectos no deseados, el Gobierno habría «tirado del freno de emergencia» de su influencia sobre los jueces.

«Teníamos una fuente en la autoridad fiscal nacional. Nos señalaron que el dinero para la campaña de Tiktok ‘Equilibrio e integridad’ provino del proveedor de servicios de comunicación Kensington Communication. Y Kensington Communication, a su vez, había recibido el dinero del Partido Nacional Liberal», ha explicado la periodista Iulia Rosu. Parece que calcularon mejores posibilidades para su propio candidato si pudiera competir contra un desconocido radical de derechas en la segunda vuelta, como ya sucedió en el año 2000.

Ha sido la puntilla a la credibilidad de un Ejecutivo poco transparente, en el que los dos partidos archirrivales gobiernan juntos desde la pandemia y en el que es evidente el enriquecimiento personal de su élite. Esto hace que sea aún más importante para los rumanos quién es su presidente, elegido directamente, quien es percibido como un opositor activo al Gobierno. Aunque sus poderes son muy diferentes, no marca la pauta en política interior, sino en seguridad y exteriores.

El antiguo colega de partido de Georgescu, George Simion, figura en primer lugar en las encuestas. Promete «enfrentarse por fin a los burócratas de Bruselas», por lo que el politólogo Cristian Preda considera que estas elecciones son decisivas para «seguir siendo europeístas o adoptar un rumbo similar al de Viktor Orbán en Hungría».

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