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¿Por qué leer menos fomenta la política más idiota?

Una influencer ha planteado el debate cultural más intenso de la rentrée en España al defender la estética de una estantería sin libros con el chirriante argumento de que leer no nos hace mejores personas: «Hay que empezar a superar que hay gente a … la que no le gusta leer». Toda una apología del analfabetismo funcional a la altura de la inolvidable indicación de Georgina a su decoradora: «No me pongas libros para no limpiar mucho el polvo».
Aunque las mujeres suelen leer mucho más que los hombres, esta polémica coincide con el diagnóstico cada vez más preocupante de que la lectura está en peligro. Como recuerda ‘The Economist’, múltiples estudios realizados en distintos lugares coinciden. Los adultos leen menos. Los niños leen menos. Los adolescentes leen mucho menos. A los niños muy pequeños se les lee cada vez menos; y en familias de limitados recursos no se les lee nada.
Con el agravante de que el futuro no es nada esperanzador a la vista del atajo intelectual que representa la Inteligencia Artificial. Aunque, no siempre fue así. En cualquier episodio de la serie ‘Downton Abbey’, a caballo entre los siglos XIX y XX, llama la atención como tanto los aristócratas como su servicio doméstico, siempre están leyendo: libros, periódicos, revistas… Hasta Carson, el mayordomo, se atreve a citar a Shakespeare para despedir a Violet Crawley, condesa viuda de Grantham.

Este retroceso lector refleja una grave carencia en hábitos de esfuerzo y concentración. La atención se ha convertido en el bien más buscado y monetarizado de nuestro tiempo. El gran problema es que sin lectura es casi imposible fomentar el pensamiento crítico. Y nuestros políticos lo saben. Un reciente estudio de los discursos en el Parlamento de británico ha cuantificado una alarmante reducción de un tercio durante la última década, con el presidente de Estados Unidos utilizando un vocabulario pueril más propio de un alumno de secundaria. Sin matices, sin ideas complejas y sin debates de calidad –no Melody contra Brocano– las tontocracias triunfan.

Publicado: septiembre 8, 2025, 8:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/pedro-rodriguez-leer-fomenta-politica-idiota-20250908022724-nt.html

Una influencer ha planteado el debate cultural más intenso de la rentrée en España al defender la estética de una estantería sin libros con el chirriante argumento de que leer no nos hace mejores personas: «Hay que empezar a superar que hay gente a la que no le gusta leer». Toda una apología del analfabetismo funcional a la altura de la inolvidable indicación de Georgina a su decoradora: «No me pongas libros para no limpiar mucho el polvo».

Aunque las mujeres suelen leer mucho más que los hombres, esta polémica coincide con el diagnóstico cada vez más preocupante de que la lectura está en peligro. Como recuerda ‘The Economist’, múltiples estudios realizados en distintos lugares coinciden. Los adultos leen menos. Los niños leen menos. Los adolescentes leen mucho menos. A los niños muy pequeños se les lee cada vez menos; y en familias de limitados recursos no se les lee nada.

Con el agravante de que el futuro no es nada esperanzador a la vista del atajo intelectual que representa la Inteligencia Artificial. Aunque, no siempre fue así. En cualquier episodio de la serie ‘Downton Abbey’, a caballo entre los siglos XIX y XX, llama la atención como tanto los aristócratas como su servicio doméstico, siempre están leyendo: libros, periódicos, revistas… Hasta Carson, el mayordomo, se atreve a citar a Shakespeare para despedir a Violet Crawley, condesa viuda de Grantham.

Este retroceso lector refleja una grave carencia en hábitos de esfuerzo y concentración. La atención se ha convertido en el bien más buscado y monetarizado de nuestro tiempo. El gran problema es que sin lectura es casi imposible fomentar el pensamiento crítico. Y nuestros políticos lo saben. Un reciente estudio de los discursos en el Parlamento de británico ha cuantificado una alarmante reducción de un tercio durante la última década, con el presidente de Estados Unidos utilizando un vocabulario pueril más propio de un alumno de secundaria. Sin matices, sin ideas complejas y sin debates de calidad –no Melody contra Brocano– las tontocracias triunfan.

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