¿Por qué la inteligencia artificial ilustra a la perfección el estilo MAGA?

El ‘New York Times’ ha intentado explicar el último alarde del trumpismo con la inteligencia artificial con un vídeo distribuido por redes sociales y protagonizado por el presidente de Estados Unidos, con una corona y a los mandos de un avión militar. Con más … necesidad de ‘shit’ que de ‘speed’, el ‘top gun’ naranjito lanza «un líquido marrón parecido a heces» contra las cabezas de manifestantes. Una especie de fumigación fecal dirigida a las recientes protestas convocadas contra la deriva autoritaria que está dejando a América sin democracia.

Se suponía que la inteligencia artificial nos iba a dejar más tiempo para pensar y construir un mundo mejor. Sin embargo, como ocurre con cualquier otra tecnología, lo negativo rivaliza con lo positivo. Sobre todo cuando el sectarismo se hace con los mandos, el resultado es un nuevo y extraño género de propaganda política. Tal y como quedó demostrado con el inefable vídeo de 30 segundos sobre Gaza compartido por Trump el pasado febrero con enorme impacto, a favor y en contra.

En realidad, todas estas fantasías audiovisuales con fines políticos (o anti-políticos) no han hecho más que empezar. Hasta no hace tanto tiempo, para producir este tipo de montajes se hubiera necesitado un equipo de animadores profesionales y una inversión sustancial. Ahora, cualquier fontanera –con más afición a la inteligencia artificial generativa de videos que presupuesto– puede hacer realidad estas imaginaciones en un abrir y cerrar de ojos.

Con todo, el éxito de estos de vídeos artificiales ilustra la crisis de nuestras democracias. Son la herramienta perfecta para decir lo indecible, publicar lo impublicable y justificar lo injustificable, utilizando el humor como excusa. El escándalo que supone plantear el futuro de Gaza como una mezcla de Magaluz y polígono industrial, o negar el mínimo respeto a los rivales políticos, se disimula con algo de ironía. Con el agravante de que estos apestosos mensajes se trasmiten con asombrosa efectividad. La prueba es que los opositores a Trump no están perdiendo el tiempo en la lucha por apoderarse de los memes de producción.

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