Plan sobre Gaza, una tronera abierta a la esperanza - Colombia
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Plan sobre Gaza, una tronera abierta a la esperanza

Comprender la complejidad del nuevo escenario exige no olvidar que, hace justo dos años, los palestinos de Hamás asesinaron a 1.200 israelíes (mujeres y niños incluidos), secuestraron a otros 250 y cometieron todo tipo de crímenes incluyendo destrucción de bienes, violaciones y profanación de cadáveres.
Tampoco puede desconocerse que los autores materiales de la masacre no fueron marcianos, sino palestinos. Asimismo, no huelga recordar -en respuesta al calificativo «genocida» que algunos interesada y alegremente atribuyen a las operaciones de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)-, que el 20% de los ciudadanos israelíes (2,1 millones aproximadamente) son palestinos y que, a la edad correspondiente, tienen derecho al voto para la Knéset (parlamento de Israel). Tampoco resulta banal constatar que Israel es una isla democrática circundada por variados regímenes que no lo son.

Tel Aviv ha aceptado el plan como consecuencia, por un lado, de la gran presión ejercida sobre Netanyahu por parte de Trump, su principal apoyo occidental. Y, por el otro, porque incluye la consecución de las dos finalidades irrenunciables de las operaciones desencadenadas por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), tras la matanza de Hamás del 7 de octubre de 2023: liberar a los secuestrados y destruir la capacidad operativa de Hamás.
Esta banda terrorista también ha aceptado sentarse a negociar el plan de Trump. Seguramente, tal conformidad haya sido auspiciada por tres formidables presiones. Una, inherente a su propia debilidad lograda por las operaciones de las FDI (liquidación de gerifaltes y destrucción de muchas de sus infraestructuras). Otra, el fulminante ultimátum de Trump, dando fecha límite (5 de octubre) para que Hamás se sentara a negociar, amenazando con «un infierno que nunca se ha visto». Y la tercera, la presión ejercida por relevantes países musulmanes (con la excepción de Irán) que aceptaron el plan inmediatamente.

La liberación de los rehenes, la prioridad israelí

Las negociaciones se iniciaron el pasado lunes en el balneario de Sharm el Sheij (Egipto). Los actores más relevantes del encuentro son las delegaciones de Israel, Hamás, Egipto, Qatar y mediadores norteamericanos. El primer gran escollo para salvar sea, quizás, lograr la simultaneidad entre el alto el fuego y la liberación de la cincuentena de secuestrados (vivos o sus restos mortales) que todavía esclaviza Hamás.
Será muy difícil que las FDI detengan sus operaciones, particularmente en la ciudad de Gaza, en tanto no se hayan liberado todos los secuestrados. De facto, a pesar del comienzo de las negociaciones, las operaciones israelíes continúan en Ciudad de Gaza, aunque parezcan haberse ralentizado en el resto de la Franja. La liberación de los secuestrados seguramente demandará el repliegue de las FDI a una línea que esté bien definida en el terreno –pudiera coincidir con la carretera Saladino que, como columna vertebral de la Franja, recorre ésta de norte a sur–.
Inmediatamente después del desarme de Hamás se iniciaría el desmantelamiento de la infraestructura terrorista (túneles, cárceles, polvorines, talleres de armas…). Todo ello bajo la supervisión de una llamada Junta de Paz, a crear como organismo internacional temporal presidida por Trump, que así pretende mantenerse como gran estrella del proceso.

Una hoja de ruta difícil de cumplir

Posteriormente, vendría la transferencia gradual del control de la seguridad en la Franja, desde las FDI a una Fuerza de Estabilización Internacional (ISF) liderada por países árabes. Fuerza, esa última, cuya formación, organización y despliegue necesarios para relevar solventemente a la primera necesitará de varios meses. Es probable que las FDI mantengan una presencia perimetral temporal hasta que estuviera completada la desmilitarización plena de Hamás. Lo que podría llevar meses. Finalmente, vendría la fase de reconstrucción. Un proceso que necesitaría de una fuerte financiación y más de cinco años para completarse.
Pero son tan grandes los desafíos, el rencor y los odios que resulta difícil imaginar que el plan se cumpla en su integridad. No puede descartarse que las negociaciones sean utilizadas por Hamás u otros grupos yihadistas para tomarse un respiro, reorganizarse y reanudar, en algún momento, sus crímenes terroristas en la zona.

Publicado: octubre 8, 2025, 12:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/plan-sobre-gaza-tronera-abierta-esperanza-20251008175602-nt.html

Comprender la complejidad del nuevo escenario exige no olvidar que, hace justo dos años, los palestinos de Hamás asesinaron a 1.200 israelíes (mujeres y niños incluidos), secuestraron a otros 250 y cometieron todo tipo de crímenes incluyendo destrucción de bienes, violaciones y profanación de cadáveres.

Tampoco puede desconocerse que los autores materiales de la masacre no fueron marcianos, sino palestinos. Asimismo, no huelga recordar -en respuesta al calificativo «genocida» que algunos interesada y alegremente atribuyen a las operaciones de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)-, que el 20% de los ciudadanos israelíes (2,1 millones aproximadamente) son palestinos y que, a la edad correspondiente, tienen derecho al voto para la Knéset (parlamento de Israel). Tampoco resulta banal constatar que Israel es una isla democrática circundada por variados regímenes que no lo son.

Tel Aviv ha aceptado el plan como consecuencia, por un lado, de la gran presión ejercida sobre Netanyahu por parte de Trump, su principal apoyo occidental. Y, por el otro, porque incluye la consecución de las dos finalidades irrenunciables de las operaciones desencadenadas por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), tras la matanza de Hamás del 7 de octubre de 2023: liberar a los secuestrados y destruir la capacidad operativa de Hamás.

Esta banda terrorista también ha aceptado sentarse a negociar el plan de Trump. Seguramente, tal conformidad haya sido auspiciada por tres formidables presiones. Una, inherente a su propia debilidad lograda por las operaciones de las FDI (liquidación de gerifaltes y destrucción de muchas de sus infraestructuras). Otra, el fulminante ultimátum de Trump, dando fecha límite (5 de octubre) para que Hamás se sentara a negociar, amenazando con «un infierno que nunca se ha visto». Y la tercera, la presión ejercida por relevantes países musulmanes (con la excepción de Irán) que aceptaron el plan inmediatamente.

La liberación de los rehenes, la prioridad israelí

Las negociaciones se iniciaron el pasado lunes en el balneario de Sharm el Sheij (Egipto). Los actores más relevantes del encuentro son las delegaciones de Israel, Hamás, Egipto, Qatar y mediadores norteamericanos. El primer gran escollo para salvar sea, quizás, lograr la simultaneidad entre el alto el fuego y la liberación de la cincuentena de secuestrados (vivos o sus restos mortales) que todavía esclaviza Hamás.

Será muy difícil que las FDI detengan sus operaciones, particularmente en la ciudad de Gaza, en tanto no se hayan liberado todos los secuestrados. De facto, a pesar del comienzo de las negociaciones, las operaciones israelíes continúan en Ciudad de Gaza, aunque parezcan haberse ralentizado en el resto de la Franja. La liberación de los secuestrados seguramente demandará el repliegue de las FDI a una línea que esté bien definida en el terreno –pudiera coincidir con la carretera Saladino que, como columna vertebral de la Franja, recorre ésta de norte a sur–.

Inmediatamente después del desarme de Hamás se iniciaría el desmantelamiento de la infraestructura terrorista (túneles, cárceles, polvorines, talleres de armas…). Todo ello bajo la supervisión de una llamada Junta de Paz, a crear como organismo internacional temporal presidida por Trump, que así pretende mantenerse como gran estrella del proceso.

Una hoja de ruta difícil de cumplir

Posteriormente, vendría la transferencia gradual del control de la seguridad en la Franja, desde las FDI a una Fuerza de Estabilización Internacional (ISF) liderada por países árabes. Fuerza, esa última, cuya formación, organización y despliegue necesarios para relevar solventemente a la primera necesitará de varios meses. Es probable que las FDI mantengan una presencia perimetral temporal hasta que estuviera completada la desmilitarización plena de Hamás. Lo que podría llevar meses. Finalmente, vendría la fase de reconstrucción. Un proceso que necesitaría de una fuerte financiación y más de cinco años para completarse.

Pero son tan grandes los desafíos, el rencor y los odios que resulta difícil imaginar que el plan se cumpla en su integridad. No puede descartarse que las negociaciones sean utilizadas por Hamás u otros grupos yihadistas para tomarse un respiro, reorganizarse y reanudar, en algún momento, sus crímenes terroristas en la zona.

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