Publicado: octubre 12, 2025, 8:45 pm
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/pese-futuro-incierto-gaza-mundo-rinde-egipto-20251012030159-nt.html
Donald Trump recibirá hoy algo que pocos presidentes de Estados Unidos han logrado: un paseo triunfal en Oriente Próximo. El multimillonario neoyorquino visitará Israel y Egipto en una jornada histórica, cargada de celebración, emoción y esperanza, en la materialización del acuerdo histórico … que él mismo ha forjado para detener la guerra en Gaza y liberar a los rehenes israelíes en manos de Hamás desde hace más de dos años.
Los fastos no eliminarán el velo de incertidumbre que persiste sobre el futuro de Gaza y sobre la esperanza del objetivo último, de la que es la madre de todos los logros diplomáticos: una paz duradera y estable en Oriente Próximo. Pero Trump estaba exultante en la víspera, subido al Air Force One, rumbo a Israel, eufórico por el reconocimiento generalizado que ha tenido su logro diplomático.
«Todo el mundo está feliz, sea judío o musulmán o árabe. La gente baila en las calles de todos esos países. Es algo que nunca se ha visto, que no se ha visto en 3.000 años», dijo en un encuentro con la prensa sobre la satisfacción en la región por el acuerdo. «Es la primera vez en la que todo el mundo está unido».
Era un Trump exultante, eufŕorico por el reconocimiento generalizado que ha tenido su logro diplomático, lo que le permitió bromear sobre las consecuencias de su legado. «No creo que haya nada que me vaya a hacer ir al cielo. Podría estar en el cielo ahora que vamos en el Air Force One», dijo. «Quizá no vaya al cielo, pero he mejorado la vida de mucha gente», defendió sobre su faceta de ‘pacificador’, de conseguidor de acuerdos de paz, que, en su propia cuenta, ha acabado con ocho conflictos bélicos en todo el mundo desde que llegó a la Casa Blanca.
En el caso de Gaza, Trump ha logrado que Israel y Hamás acuerden la primera fase de su plan de ’20 pasos’, un gran éxito en un conflicto que parecía enquistado. Pero queda lo más difícil: la transición a un Gobierno de tecnócratas palestinos, el desmantelamiento y desarme de Hamás, que la tregua de Israel acabe en un cese permanente de las operaciones militares…
Trump tiene previsto aterrizar en Tel Aviv pasadas las nueve de la mañana, hora local (ocho de la mañana en España). Su primera parada será en la Knéset, el Parlamento israelí, donde celebrará el logro que no olvidarán los israelíes: la liberación de todos los rehenes en poder de Hamás desde los ataques terroristas del 7 de octubre de 2023, los 20 que siguen vivos y los restos de 28 fallecidos.
Para cuando Trump llegue a la Knéset, es posible que algunos o todos los rehenes vivos estén ya con sus familias, lo que desatará todavía más la emoción en ese encuentro.
Después, el multimillonario neoyorquino dará un discurso ante la Knéset, donde tratará de mantener la posición de que el acuerdo entre Israel y Hamás, que él ha impulsado, es una victoria para su gran socio en Oriente Próximo.
El recibimiento de los legisladores al presidente de EE.UU. solo puede ser apoteósico, pese a que su plan de paz para Gaza presenta dudas profundas para muchos. En especial, para los socios de extrema derecha del Gobierno de coalición del primer ministro Benjamin Netanyahu, que solo admiten la aniquilación total de Hamás y descartan cualquier camino, como el que recoge el plan de Trump, que acabe en la formación de un Estado palestino.
Tras ese paso por Tel Aviv, el mundo aplaudirá a Trump en Egipto, el escenario de las negociaciones que acabaron en el acuerdo entre Israel y Hamás. Líderes de todo el planeta –con especial protagonismo de los países árabes, pero también europeos, entre ellos, España– asistirán a los actos de celebración de la rúbrica del acuerdo, el gran logro de la diplomacia rompedora, personal e intuitiva de Trump.
Será una jornada frenética para Trump, que, además de estampar su firma en un documento sobre el acuerdo y antes de volar de vuelta a Washington ese mismo día presidirá una llamada ‘cumbre para la paz’ en Sharm el Sheij, la localidad turística en el mar Rojo donde se produjeron las negociaciones. Supondrá un paso brusco: de la celebración a los grandes desafíos.
Porque las horas previas a la liberación de rehenes han dejado claro las dificultades que habrá a partir de ahora para desarrollar la llamada ‘segunda fase’ del plan de paz, la que enfrenta los problemas de fondo que han tenido en guerra a Israel y sus vecinos sin descanso, con mayor o menor intensidad, desde la creación del país en 1948: la transición a un Gobierno de Gaza liderado por tecnócratas palestinos con la asistencia de países árabes y de EE.UU., el establecimiento de una fuerza se seguridad transicional, el desarme y el desmantelamiento de Hamás o la reforma y reimplantación de la Autoridad Palestina.
Es una ruta compleja, incierta y que puede descarrilar por muchos lados, desde la negativa de Hamás a abandonar el poder en Gaza –nunca se han comprometido a ello– a la posibilidad de que Israel recupere sus operaciones militares tras la liberación de rehenes si considera que los terroristas palestinos no cumplen.
La violencia en las últimas horas en Gaza entre Hamás y un clan palestino, con al menos 27 muertos, son una muestra del potencial de inestabilidad en la Franja. Y las exigencias de última hora del grupo terrorista palestino sobre la devolución de dos líderes palestinos en prisión en Israel aumentaron la tensión sobre la liberación de los rehenes.
Desde el avión presidencial, Trump no aceptaba nada de eso como un riesgo a su proceso de paz. «La guerra ha acabado, ¿entendido?», reprochó a una reportera sobre esas dudas. «Hay muchas razones por las que el alto el fuego se va a mantener. Pero la principal es que la gente está cansada de esto, ha durado siglos, no es algo reciente. Sí, el alto el fuego se va a mantener», insistió.
Sobre qué garantías tiene el presidente de EE.UU. de que Israel o los países árabes no incumplirán el proceso marcado con él, Trump reconoció que son solo «garantías verbales». «Peo no creo que ellos quieran decepcionarme», añadió.
En su optimismo proverbial, Trump defendió que la llamada ‘Fuerza Internacional de Estabilización’, una fuerza internacional de seguridad liderada por países árabes, «apenas va a tener que ser utilizada». «La gente se va a portar bien», dijo en referencia al cumplimiento de su hoja de ruta.
Entre tanta certidumbre, Trump dejó asomar la duda sobre un nombre que se apunta como figura clave en el futuro de Gaza: Tony Blair. El exprimer ministro británico apunta a liderar el eventual ‘Consejo de Paz’ que lidere la transición política en Gaza. «Pero primero debo saber si Tony sería popular con todos ellos, porque no lo sé», dijo. «Siempre me ha gustado Tony, pero necesito saber que es una elección aceptable para todos».
Trump dijo que le encantaría algún día visitar Gaza, que estaría «orgulloso» de hacerlo, que le gustaría al menos poner los pies en ese territorio, del que hace unos meses decía que quería convertir en un resort turístico, una nueva ‘Riviera’, bajo control de EE.UU. «Creo que en las próximas décadas va a ocurrir allí un milagro», aseguró.