Publicado: julio 4, 2025, 10:45 pm
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/palo-zanahoria-tretas-trump-conseguir-gran-ley-20250704212459-nt.html
Desde su ascenso al poder en 2016, Donald Trump es el jefe del Partido Republicano. De hecho, mantiene el nombre por pura formalidad. Es el partido de Trump, como quedó claro, más que nunca, tras el asalto al Capitolio de enero de 2021 y … tras sus imputaciones penales de 2023. Sus bases le fueron leales, y sus líderes no tuvieron más remedio que ir detrás.
Ese liderazgo vivió la mayor prueba de los últimos años esta semana con la tramitación de su gran apuesta legislativa, su enorme ley fiscal y presupuestaria, la llamada ‘One, Big, Beautiful Bill’ (ley ‘Una, grande y bella’), el armazón presupuestario de su agenda política.
Trump echó un pulso al partido y salió victorioso. Exigió cosas muy difíciles de aceptar para los dos extremos del partido: estimaciones de aumento del déficit de 3,3 billones de dólares en una década, a lo que se oponen los ‘halcones’ fiscales; y recortes en programas asistenciales como Medicaid -la cobertura sanitaria pública para personas de bajos recursos-, con difícil venta en los distritos moderados o con mucha población pobre. Y, para rematar, exigió con capricho que todo estuviera hecho para este viernes 4 de julio, festivo nacional, para bañar el Día de la Independencia con su propio logro. Sacó músculo y se lo dieron todo.
Trump lo consiguió desplegando su rango amplio de diplomacia con los republicanos que tenían que votar: desde el halago empalagoso hasta la amenaza de destrozar su carrera, desde los mensajes a millones en redes sociales al compadreo durante una partida de golf.
Cerca de 1.400 millones acumulados
El presidente de EE.UU. dio un anticipo de ello desde el pasado fin de semana, durante la negociación del texto que saldría del Senado. Invitó a jugar a golf a su club en Virginia a varios senadores. Entre ellos, Lindsay Graham, un gran aliado. Pero también a Rand Paul, uno de los pocos díscolos, de esos conservadores que se toman en serio las proclama de combatir el déficit. Le agasajó poco después de atizarle en redes sociales. Más duro fue con otro senador que se plantó, Thom Tillis. Le amenazó con apoyar a un candidato en primarias para evitar su reelección el año pasado. No hizo falta. Tillis anunció que no se presentará, lo que refuerza el actual estado del Partido Republicano: o con Trump, o fuera del partido. Y no es solo por su ascendencia sobre los votantes. Según ‘Fox News’, Trump ha acumulado cerca de 1.400 millones de dólares entre donaciones y compromisos para las arcas del partido, que utilizará contra cualquier republicano al que quiera sacar de su escaño.
Hubo otras amenazas públicas. «Recordad que os tienen que volver a elegir», clamó Trump en su red social. La ley salió adelante en el Senado el martes. Faltaba la Cámara de Representantes, donde se tendría que tramitar a contrarreloj y con un texto que, en principio, provocaría la oposición de muchos republicanos.
Trump se puso manos a la obra. Todavía no había amanecido el miércoles y ya había descolgado el teléfono. Según ‘Politico’, estuvo desde antes de las cinco de la mañana del miércoles haciendo llamadas a su equipo y a decenas de diputados. Halagando, presionando, amenazando. La campaña de ese día duró veinte horas, trufada con mensaje de apoyo a la ley en redes sociales, con promesas del futuro de prosperidad que traerá a EE.UU. Y subiendo el tono, ya en la madrugada del jueves, cuando se sospechaba que todavía quedaban irreductibles. «¿A qué esperan los republicanos? ¿Qué es lo que tratan de demostrar? MAGA no está contenta y os está costando votos», amenazó en referencia a su base de votantes, con el nombre ‘Make America Great Again’ (‘Hacer a EE.UU. grande otra vez’).
Pero no solo fueron llamadas telefónicas. Ese miércoles, decenas de diputados republicanos desfilaron por la Casa Blanca, donde Trump sedujo a algunos que en algún momento parecieron irreductibles frente al aumento del déficit.
«No regaléis una victoria a los demócratas, no entréis en su juego», les decía, según ‘The New York Times’. Trump quería a toda costa la aprobación de la ley en sus términos. Para poder celebrarla como hizo este jueves por la noche en Iowa -en el arranque de las celebraciones del 250 aniversario de la fundación del país, que se cumple el año que viene- y el viernes en la Casa Blanca el 4 de julio, uniendo alrededor de su persona la historia del país y el futuro prometedor que le espera con esta ley.
Algunos se fueron de allí con regalos. A Chip Roy, uno de esos ‘halcones’ fiscales, le dio ‘souvenirs’ de la Casa Blanca para su hijo. A Tim Burchett le firmó una tarjeta con su nombre. «Me dijo que le gusta cuando me ve en televisión, lo que es bastante guay», celebró el diputado en redes sociales
Es algo habitual en las tácticas de seducción de Trump: regala halagos, manda notas escritas, reparte invitaciones a Mar-a-Lago, su mansión y club privado en la costa de Florida, o a peleas de UFC, donde el público siempre es partidario. Todas ellas tienen un gran impacto. Sobre todo, por la principal norma que rige al actual Partido Republicano: «No enfades a Trump».