Pakadjuma: el mayor suburbio del Congo de prostitución infantil - Colombia
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Pakadjuma: el mayor suburbio del Congo de prostitución infantil

Cientos de niñas y adolescentes de la República Democrática del Congo (RDC) sufren violencia sexual cada año. Casi siempre se relacionó esta grave situación con la guerra en el este del país entre el grupo rebelde M-23 (promovido por Ruanda) y el … Ejército congoleño (FARDC). Pero esta práctica se ha ido extendiendo a otras zonas populosas del país, donde miles de jóvenes han convertido la prostitución en una forma de subsistencia.
Al menos siete de cada diez niñas sufren violencia sexual o de género en barrios marginales en Kinshasa, capital de la RDC con más de 20 millones de habitantes, pese a no existir allí razones de guerra o conflicto armado, según la fundación Pakadjuma Résilience. Una de estas zonas marginales es el barrio de Pakadjuma, donde malviven más de 50.000 personas y que sirve como escenario de una trágica realidad: allí muchas niñas se ven obligadas a dedicarse a la prostitución para sobrevivir.
Pakadjuma es uno de los barrios más desfavorecidos de Kinshasa. Ubicado en la comuna de Limeté, a menos de 20 minutos de Gombe –la zona de la élite congoleña–, sus habitantes sobreviven en una pobreza extrema, sin acceso a agua potable, saneamiento, educación ni atención médica. La escasez es tan aguda que muchos niños, en especial las niñas, se ven empujados a buscar medios desesperados para subsistir.

El 60% de las mujeres de este barrio viven con menos de medio dólar al día, una precariedad que empuja a muchas hacia el alcoholismo y la prostitución. «La prostitución se ha convertido, lamentablemente, en una práctica común en esta zona, donde niñas desde los 12 años se encuentran atrapadas en esta espiral de violencia y explotación. Se estima que siete de cada diez niñas han sufrido casos de violación; la mayoría de estos casos no se denuncian, especialmente cuando los acusados son adultos», explica Éliane Kibubi, abogada, activista, coordinadora de la fundación Pakadjuma Résilience y también responsable del Programa Personalidad del Futuro en el Ministerio de Asuntos Exteriores de la Unión Europea.
Esta mujer, que ha sido amenazada en numerosas ocasiones, comenta que «esta terrible situación, reflejo de la extrema precariedad y abandono por parte de las autoridades, exige una respuesta urgente y coordinada para proteger a estas niñas y garantizarles un futuro digno».
«Mi lucha nace de la convicción de que ninguna mujer debe ser definida por las circunstancias que la vida le impone. En mi entorno veo cómo las jóvenes y las mujeres son objeto de todas las formas de violencia debido al desconocimiento de sus derechos y a la injusticia social. Fue el analfabetismo de las mujeres y el ideal de una sociedad basada en la igualdad entre los sexos lo que me motivó a trabajar por la justicia para los más desfavorecidos. Después de prestar apoyo jurídico a supervivientes de violencia sexual y a familias vulnerables, me sentí motivada a crear esta organización para desempeñar el papel que me corresponde en nuestra sociedad», explica Kibubi.

En la primera foto, la campaña de información de la fundación Pakadjuma Résilience

Pakadjuma Résilience

Uno de los problemas más alarmantes en esta zona de Kinshasa es la alta tasa de abandono escolar: el 85% de las adolescentes –en su mayoría prostitutas de entre 14 y 17 años– deja sus estudios y apenas llega al quinto grado. Muchas son expulsadas al quedar embarazadas, y no pocas recurren a abortos clandestinos en condiciones extremas, a menudo inducidos por hombres adultos.

Recuperar la infancia

Sin embargo, gracias al trabajo de Pakadjuma Résilience, en los últimos dos años el 10% de los 6.000 niños que habían abandonado la escuela han podido reintegrarse. Además, 155 jóvenes identificadas como trabajadoras sexuales accedieron a programas de alfabetización y formación en derechos fundamentales, explica Kibubi.
Estas niñas no eligieron vivir ni nacer en condiciones como las que presenta su entorno: sin infraestructura sanitaria y educativa, y sin espacios para el entretenimiento. «Lo peor es ver a niñas de entre 12 y 15 años expuestas a la explotación económica y sexual: paradas junto a la barandilla después de las ocho de la tarde en presencia de sus tutores y autoridades estatales. Estas niñas se cuidan a sí mismas y están expuestas a varias realidades trágicas, como a las enfermedades de transmisión sexual», agrega.

«Debemos romper el ciclo vital de dependencia de la prostitución como medio de supervivencia. Lo peor no es la maldad de la gente mala, sino el silencio de la gente buena»

Norbertz Zongo
Periodista burkinés

Lafita fue una de las jóvenes que cayó en estas redes de prostitución; fue víctima de explotación sexual hace apenas dos años. «Sólo tenía 16 años y ya tenía encima las cicatrices de la violencia, el rechazo y la maternidad precoz», explica Kibubi.
Finalmente, tras contactar con Pakadjuma Resilience Foundation, encontró un lugar donde «podía respirar, reconstruir su vida y, lo que es más importante, volver a creer en sí misma» añade. «Hoy, Latifa ha vuelto a la escuela. Es una alumna brillante, una madre atenta y, sobre todo, una joven que ahora camina con la cabeza bien alta. Su futuro está abierto. Quiere ser educadora para ayudar a otras chicas como ella».

Dos niños en las vías del tren en Pakadjuma

Pakadjuma Résilience

Rénedie tuvo una historia similar. Es una joven ambiciosa: con sólo 14 años asegura que quiere ser abogada y habla de ello constantemente. Pero ella vive «allá» y no le quedó más remedio que cumplir con las exigencias del entorno. Creció viendo a su madre dedicarse a la prostitución hasta el día en que uno de los hombres que la visitaba habitualmente para una «escala» la golpeó violentamente hasta romperle una pierna. De repente, discapacitada, la madre pasó el testigo a su pequeña hija.
«Inmediatamente, se vio comprometida en la primera línea de supervivencia para ella y el resto de su familia… Sin estar preparada para ello, porque un niño no debe ni puede estar preparado para aventurarse en el precipicio de la prostitución», comenta Kibubi. Hace algunos años, el sueño de Rénedie se vino abajo y ya no soñaba con estudiar después de haber sido continuamente víctima de violencia sexual. «Hoy, gracias a nuestros esfuerzos, tenemos más Rénedies recuperadas», apunta.
«Debemos romper el ciclo vital de dependencia de la prostitución como medio de supervivencia. Lo peor no es la maldad de la gente mala, sino el silencio de la gente buena», afirma el periodista burkinés Norbertz Zongo, subraya.
Según cuenta Kibubi, «durante los últimos cuatro años hemos participado activamente en la reinserción social de las mujeres, comúnmente conocidas como «trabajadoras del sexo», y en la capacitación de mujeres y jóvenes mediante la educación, la formación profesional y el desarrollo de capacidades en la ciudad de Kinshasa».

Erradicar la violencia

«En mi trabajo, me centro en crear oportunidades económicas sostenibles apoyando la iniciativa empresarial local y la innovación social. Con mi trabajo intento inculcar los ideales de una nueva generación de líderes africanos, e incluso contribuir a construir un futuro brillante para el continente. El impacto de mi trabajo es tangible, tanto sobre el terreno como con los responsables políticos en los que influyo», concluye.
Sobre la forma de acometer estas reinserciones, Kibubi apunta que «no es un trabajo fácil; hemos puesto en marcha métodos adecuados, porque cada víctima reacciona de forma diferente. Nuestro equipo es multidisciplinar: incluye médicos, psicólogos, sociólogos y abogados. Nuestras intervenciones son transversales y personalizadas, porque cada proceso de reinserción requiere escucha, paciencia y compromiso».
Uno de los proyectos emblemáticos de Pakadjuma Resilience Foundation es el refugio para mujeres Pakadjuma, donde forman a niñas y mujeres jóvenes para promover su empoderamiento, combatir la explotación sexual, fomentar su independencia económica y erradicar todas las formas de violencia de género.

Publicado: septiembre 2, 2025, 10:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/pakadjuma-mayor-suburbio-congo-prostitucion-infantil-20250902210658-nt.html

Cientos de niñas y adolescentes de la República Democrática del Congo (RDC) sufren violencia sexual cada año. Casi siempre se relacionó esta grave situación con la guerra en el este del país entre el grupo rebelde M-23 (promovido por Ruanda) y el Ejército congoleño (FARDC). Pero esta práctica se ha ido extendiendo a otras zonas populosas del país, donde miles de jóvenes han convertido la prostitución en una forma de subsistencia.

Al menos siete de cada diez niñas sufren violencia sexual o de género en barrios marginales en Kinshasa, capital de la RDC con más de 20 millones de habitantes, pese a no existir allí razones de guerra o conflicto armado, según la fundación Pakadjuma Résilience. Una de estas zonas marginales es el barrio de Pakadjuma, donde malviven más de 50.000 personas y que sirve como escenario de una trágica realidad: allí muchas niñas se ven obligadas a dedicarse a la prostitución para sobrevivir.

Pakadjuma es uno de los barrios más desfavorecidos de Kinshasa. Ubicado en la comuna de Limeté, a menos de 20 minutos de Gombe –la zona de la élite congoleña–, sus habitantes sobreviven en una pobreza extrema, sin acceso a agua potable, saneamiento, educación ni atención médica. La escasez es tan aguda que muchos niños, en especial las niñas, se ven empujados a buscar medios desesperados para subsistir.

El 60% de las mujeres de este barrio viven con menos de medio dólar al día, una precariedad que empuja a muchas hacia el alcoholismo y la prostitución. «La prostitución se ha convertido, lamentablemente, en una práctica común en esta zona, donde niñas desde los 12 años se encuentran atrapadas en esta espiral de violencia y explotación. Se estima que siete de cada diez niñas han sufrido casos de violación; la mayoría de estos casos no se denuncian, especialmente cuando los acusados son adultos», explica Éliane Kibubi, abogada, activista, coordinadora de la fundación Pakadjuma Résilience y también responsable del Programa Personalidad del Futuro en el Ministerio de Asuntos Exteriores de la Unión Europea.

Esta mujer, que ha sido amenazada en numerosas ocasiones, comenta que «esta terrible situación, reflejo de la extrema precariedad y abandono por parte de las autoridades, exige una respuesta urgente y coordinada para proteger a estas niñas y garantizarles un futuro digno».

«Mi lucha nace de la convicción de que ninguna mujer debe ser definida por las circunstancias que la vida le impone. En mi entorno veo cómo las jóvenes y las mujeres son objeto de todas las formas de violencia debido al desconocimiento de sus derechos y a la injusticia social. Fue el analfabetismo de las mujeres y el ideal de una sociedad basada en la igualdad entre los sexos lo que me motivó a trabajar por la justicia para los más desfavorecidos. Después de prestar apoyo jurídico a supervivientes de violencia sexual y a familias vulnerables, me sentí motivada a crear esta organización para desempeñar el papel que me corresponde en nuestra sociedad», explica Kibubi.


En la primera foto, la campaña de información de la fundación Pakadjuma Résilience


Pakadjuma Résilience

Uno de los problemas más alarmantes en esta zona de Kinshasa es la alta tasa de abandono escolar: el 85% de las adolescentes –en su mayoría prostitutas de entre 14 y 17 años– deja sus estudios y apenas llega al quinto grado. Muchas son expulsadas al quedar embarazadas, y no pocas recurren a abortos clandestinos en condiciones extremas, a menudo inducidos por hombres adultos.

Recuperar la infancia

Sin embargo, gracias al trabajo de Pakadjuma Résilience, en los últimos dos años el 10% de los 6.000 niños que habían abandonado la escuela han podido reintegrarse. Además, 155 jóvenes identificadas como trabajadoras sexuales accedieron a programas de alfabetización y formación en derechos fundamentales, explica Kibubi.

Estas niñas no eligieron vivir ni nacer en condiciones como las que presenta su entorno: sin infraestructura sanitaria y educativa, y sin espacios para el entretenimiento. «Lo peor es ver a niñas de entre 12 y 15 años expuestas a la explotación económica y sexual: paradas junto a la barandilla después de las ocho de la tarde en presencia de sus tutores y autoridades estatales. Estas niñas se cuidan a sí mismas y están expuestas a varias realidades trágicas, como a las enfermedades de transmisión sexual», agrega.

«Debemos romper el ciclo vital de dependencia de la prostitución como medio de supervivencia. Lo peor no es la maldad de la gente mala, sino el silencio de la gente buena»

Norbertz Zongo

Periodista burkinés

Lafita fue una de las jóvenes que cayó en estas redes de prostitución; fue víctima de explotación sexual hace apenas dos años. «Sólo tenía 16 años y ya tenía encima las cicatrices de la violencia, el rechazo y la maternidad precoz», explica Kibubi.

Finalmente, tras contactar con Pakadjuma Resilience Foundation, encontró un lugar donde «podía respirar, reconstruir su vida y, lo que es más importante, volver a creer en sí misma» añade. «Hoy, Latifa ha vuelto a la escuela. Es una alumna brillante, una madre atenta y, sobre todo, una joven que ahora camina con la cabeza bien alta. Su futuro está abierto. Quiere ser educadora para ayudar a otras chicas como ella».


Dos niños en las vías del tren en Pakadjuma


Pakadjuma Résilience

Rénedie tuvo una historia similar. Es una joven ambiciosa: con sólo 14 años asegura que quiere ser abogada y habla de ello constantemente. Pero ella vive «allá» y no le quedó más remedio que cumplir con las exigencias del entorno. Creció viendo a su madre dedicarse a la prostitución hasta el día en que uno de los hombres que la visitaba habitualmente para una «escala» la golpeó violentamente hasta romperle una pierna. De repente, discapacitada, la madre pasó el testigo a su pequeña hija.

«Inmediatamente, se vio comprometida en la primera línea de supervivencia para ella y el resto de su familia… Sin estar preparada para ello, porque un niño no debe ni puede estar preparado para aventurarse en el precipicio de la prostitución», comenta Kibubi. Hace algunos años, el sueño de Rénedie se vino abajo y ya no soñaba con estudiar después de haber sido continuamente víctima de violencia sexual. «Hoy, gracias a nuestros esfuerzos, tenemos más Rénedies recuperadas», apunta.

«Debemos romper el ciclo vital de dependencia de la prostitución como medio de supervivencia. Lo peor no es la maldad de la gente mala, sino el silencio de la gente buena», afirma el periodista burkinés Norbertz Zongo, subraya.

Según cuenta Kibubi, «durante los últimos cuatro años hemos participado activamente en la reinserción social de las mujeres, comúnmente conocidas como «trabajadoras del sexo», y en la capacitación de mujeres y jóvenes mediante la educación, la formación profesional y el desarrollo de capacidades en la ciudad de Kinshasa».

Erradicar la violencia

«En mi trabajo, me centro en crear oportunidades económicas sostenibles apoyando la iniciativa empresarial local y la innovación social. Con mi trabajo intento inculcar los ideales de una nueva generación de líderes africanos, e incluso contribuir a construir un futuro brillante para el continente. El impacto de mi trabajo es tangible, tanto sobre el terreno como con los responsables políticos en los que influyo», concluye.

Sobre la forma de acometer estas reinserciones, Kibubi apunta que «no es un trabajo fácil; hemos puesto en marcha métodos adecuados, porque cada víctima reacciona de forma diferente. Nuestro equipo es multidisciplinar: incluye médicos, psicólogos, sociólogos y abogados. Nuestras intervenciones son transversales y personalizadas, porque cada proceso de reinserción requiere escucha, paciencia y compromiso».

Uno de los proyectos emblemáticos de Pakadjuma Resilience Foundation es el refugio para mujeres Pakadjuma, donde forman a niñas y mujeres jóvenes para promover su empoderamiento, combatir la explotación sexual, fomentar su independencia económica y erradicar todas las formas de violencia de género.

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