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¿Otros doce meses más de guerra en Gaza?

Casi dos años después del comienzo de la guerra de Gaza, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se dispone contra viento y marea a prolongar el conflicto de modo indefinido con el objetivo de conquistar y ocupar militarmente el resto de la Franja. … Si en el tiempo transcurrido una de las mayores potencias militares del mundo no ha sido capaz de hacerse con el control de un territorio que equivale a poco más que la mitad del municipio de Madrid, es fácil calcular que la guerra podría durar otros doce meses más.
Israel, o más bien su gobierno de coalición de la derecha con pequeños partidos ultrarreligiosos, ha fracasado hasta hoy en al menos tres órdenes.
En primer lugar, no ha logrado conquistar la Franja, debido en gran medida a la necesidad de ir moviendo a más de dos millones de civiles de norte a sur, y al dédalo de túneles construidos por Hamás. Se calcula que el Ejército israelí controla el 75 por ciento del territorio.

En segundo lugar, hasta fechas recientes -cuando prohibió la presencia de oenegés de reparto de víveres- no fue capaz de evitar que Hamás se apoderara y controlara la ayuda humanitaria, conservando así su poder entre la población.
Por último, Netanyahu ha fracasado en su intento de encontrar y liberar a los rehenes israelíes. Se calcula que Hamás mantiene en sus manos a 50 secuestrados, de los que 20 se cree que siguen con vida.

Ocupación total

Ni su liberación ni la negociación de una tregua están ya sobre la mesa del primer ministro. La consigna, una vez que todo el Gabinete dé su visto bueno, va a ser a partir de ahora la ocupación total de la Franja «para el aniquilamiento de Hamás». Netanyahu y su entorno nacionalista secular -en el mundo judío ‘secular’ no equivale a ‘anticlerical’- aducen razones de ‘seguridad del Estado de Israel’. Los grupos ultraortodoxos que le apoyan invocan, en cambio, razones religiosas: la franja de Gaza es «también parte de la Tierra Prometida» a Israel.
La oposición internacional no inquieta a Netanyahu. Si en septiembre el Reino Unido, Francia y Canadá reconocen el Estado de Palestina, será un golpe simbólico pero nada cambiará sobre el terreno. Preocupa más al Gobierno israelí la presión interna de la oposición y de antiguos jefes militares y de la Inteligencia. En una carta enviada a Trump, más de una docena de antiguos altos cargos afirman que la guerra de Gaza ya no sirve a ningún objetivo militar, sólo a propósitos políticos. Entre otros, se dejan deslizar los cargos de corrupción contra Netanyahu que se activarían cuando abandone el poder.
En términos realistas, el único que puede doblegar la voluntad militarista del primer ministro israelí es el presidente Trump. Es iluso pensar que Hamás va a asustarse por los nuevos planes militares de Tel Aviv y ofrecer su rendición o un acuerdo favorable de canje de rehenes; sería desconocer la naturaleza fanática del yihadismo, en especial el palestino de Hamás o Daesh (autodenominado Yihad Islámica), puesto de relieve con el ataque del 7 de octubre de 2023. Conocían las dramáticas consecuencias que tendría para los civiles inocentes, y las asumieron.
Trump se mantiene en apariencia inalterable tras conocer el proyecto de Netanyahu de ahondar la guerra. «Es su responsabilidad», ha dicho, para concluir con que «no interferirá». Pero son muchos meses por delante. Y muchos niños y mujeres expuestos a la hambruna.

Publicado: agosto 7, 2025, 12:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/meses-guerra-gaza-20250807211800-nt.html

Casi dos años después del comienzo de la guerra de Gaza, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se dispone contra viento y marea a prolongar el conflicto de modo indefinido con el objetivo de conquistar y ocupar militarmente el resto de la Franja. Si en el tiempo transcurrido una de las mayores potencias militares del mundo no ha sido capaz de hacerse con el control de un territorio que equivale a poco más que la mitad del municipio de Madrid, es fácil calcular que la guerra podría durar otros doce meses más.

Israel, o más bien su gobierno de coalición de la derecha con pequeños partidos ultrarreligiosos, ha fracasado hasta hoy en al menos tres órdenes.

En primer lugar, no ha logrado conquistar la Franja, debido en gran medida a la necesidad de ir moviendo a más de dos millones de civiles de norte a sur, y al dédalo de túneles construidos por Hamás. Se calcula que el Ejército israelí controla el 75 por ciento del territorio.

En segundo lugar, hasta fechas recientes -cuando prohibió la presencia de oenegés de reparto de víveres- no fue capaz de evitar que Hamás se apoderara y controlara la ayuda humanitaria, conservando así su poder entre la población.

Por último, Netanyahu ha fracasado en su intento de encontrar y liberar a los rehenes israelíes. Se calcula que Hamás mantiene en sus manos a 50 secuestrados, de los que 20 se cree que siguen con vida.

Ocupación total

Ni su liberación ni la negociación de una tregua están ya sobre la mesa del primer ministro. La consigna, una vez que todo el Gabinete dé su visto bueno, va a ser a partir de ahora la ocupación total de la Franja «para el aniquilamiento de Hamás». Netanyahu y su entorno nacionalista secular -en el mundo judío ‘secular’ no equivale a ‘anticlerical’- aducen razones de ‘seguridad del Estado de Israel’. Los grupos ultraortodoxos que le apoyan invocan, en cambio, razones religiosas: la franja de Gaza es «también parte de la Tierra Prometida» a Israel.

La oposición internacional no inquieta a Netanyahu. Si en septiembre el Reino Unido, Francia y Canadá reconocen el Estado de Palestina, será un golpe simbólico pero nada cambiará sobre el terreno. Preocupa más al Gobierno israelí la presión interna de la oposición y de antiguos jefes militares y de la Inteligencia. En una carta enviada a Trump, más de una docena de antiguos altos cargos afirman que la guerra de Gaza ya no sirve a ningún objetivo militar, sólo a propósitos políticos. Entre otros, se dejan deslizar los cargos de corrupción contra Netanyahu que se activarían cuando abandone el poder.

En términos realistas, el único que puede doblegar la voluntad militarista del primer ministro israelí es el presidente Trump. Es iluso pensar que Hamás va a asustarse por los nuevos planes militares de Tel Aviv y ofrecer su rendición o un acuerdo favorable de canje de rehenes; sería desconocer la naturaleza fanática del yihadismo, en especial el palestino de Hamás o Daesh (autodenominado Yihad Islámica), puesto de relieve con el ataque del 7 de octubre de 2023. Conocían las dramáticas consecuencias que tendría para los civiles inocentes, y las asumieron.

Trump se mantiene en apariencia inalterable tras conocer el proyecto de Netanyahu de ahondar la guerra. «Es su responsabilidad», ha dicho, para concluir con que «no interferirá». Pero son muchos meses por delante. Y muchos niños y mujeres expuestos a la hambruna.

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