Publicado: diciembre 17, 2025, 1:46 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/odio-judios-alza-gaza-antisemitismo-puro-duro-20251216024212-nt.html
Poco antes del verano pasado, la principal institución judía de vigilancia del antisemitismo alertó del incremento de este sentimiento en el mundo a raíz del estallido de la guerra de Israel en Gaza, que comenzó en octubre de 2023. Según recogía ‘The Times of … Israel’, el rechazo a los judíos aumentó en estos dos últimos años en los siete países con las comunidades hebreas más numerosas. En la lista elaborada por el Comité de Vigilancia del Antisionismo figuraba Australia, donde acaba de perpetrarse uno de los crímenes de odio hacia los judíos más crueles de las últimas décadas.
El sentimiento antisemita suele vincularse en Occidente a los partidos de la ultraderecha, pero se da la circunstancia de que ha ido a más en dos de los países donde ganó con holgura la izquierda, Canadá y Australia, que han hecho fortuna con la caricatura de Donald Trump por la cercanía de éste con Israel. Los otros cinco países con las comunidades hebreas más extensas, y que han conocido también un aumento de antisemitismo, son Argentina, Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Alemania.
El informe del J7 fue presentado en Berlín el pasado mes de mayo en vísperas del 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Tal y como recoge el Congreso Judío Europeo, en él se afirmaba que en Australia el número de incidentes contra su importante comunidad hebrea creció el año pasado un 317%, mientras que en Estados Unidos la subida solo había sido del 5%. El Gobierno de izquierdas solo empezó a tomar tímidas medidas a partir de la quema de una sinagoga en Melbourne en diciembre de 2024. El Comité del J7 también alertó del aumento de atentados en otro país gobernado por la izquierda, Canadá, donde la minoría judía fue objeto de ‘delitos de odio’ en forma de tiroteos contra escuelas hebreas e intento de quema de sinagogas.
Entre 2021 y 2023, los incidentes antisemitas aumentaron un 11% en Australia, un 23% en Argentina (antes de Milei), un 75% en Alemania (con el socialdemócrata Olaf Scholz), un 82% en el Reino Unido (bajo el Gobierno laborista), un 83% en Canadá, un 185% en Francia y un 227% en Estados Unidos durante la Administración Biden.
Junto al tópico de que el antisemitismo está vinculado a la ideología neonazi, también se derriba el de la presunta sintonía entre árabes y judíos por sus raíces comunes semitas. En términos históricos, el antisemitismo fue, hasta la Segunda Guerra Mundial, un fenómeno básicamente occidental -aunque el término no fue al parecer acuñado hasta el siglo XIX, en Alemania-. Hoy es, en gran medida, una lacra del mundo del islam, donde prende en las capas populares y por supuesto está como cincelado en la doctrina oficial de los regímenes islamistas.
En la visión del mundo compartida tanto por los movimientos yihadistas suníes como Estado Islámico (Daesh) –al que se atribuye haber inspirado el ataque de Australia–, como por sus similares chiíes en Irán o el Líbano, hay una mano oscura judía en los eventos del acontecer mundial, que convierte a los hebreos en instrumentos satánicos, sean o no practicantes del judaísmo. De ahí que el objetivo terrorista sea por igual una fiesta religiosa –como la de la celebración de Janucá, la Fiesta de las Luces– en una playa de Sídney o un festival de música moderna en el desierto de Israel. No es el rechazo a la religión sino a la sangre que corre por las venas de los hebreos lo que les convierte en víctimas de prejuicios y de tópicos, y lo que a lo largo de la Historia finalmente les llevó al gueto y a la expulsión. Para el antisemita, el roce con los hebreos es fuente de desgracias para los demás pueblos.
El Occidente cristiano tuvo mucho que ver con algunos de estos prejuicios, pero el correr del tiempo –y la madurez de la doctrina– han puesto progresivamente las cosas en su sitio. En 1937, el Papa Pío XI retomó la doctrina de los Padres de la Iglesia, en particular de San Agustín, y afirmó que el antisemitismo no es cristiano. Es famosa su expresión de que «espiritualmente todos los católicos somos semitas». La doctrina de que el antisemitismo es anticatólico quedó finalmente consagrada en el Concilio Vaticano II, en particular con la declaración ‘Nostra Aetate’ de 1965.
Alimentar estereotipos
Hasta la caída del Imperio otomano, el islam turco tuvo una actitud hospitalaria hacia los judíos, aunque no dejó por ello de alimentar algunos de los estereotipos del antisemitismo. El orientalista británico Bernard Lewis relata la broma –basada en hechos reales– de que en los estertores del imperio otomano en 1912 los judíos que vivían en los Balcanes, en un arranque de patriotismo, pidieron al sultán formar una brigada hebrea de voluntarios para luchar contra los enemigos del imperio. Se les enviaron instructores y equipos, y cuando iban a ser llevados al frente enviaron una misiva al sultán solicitando protección policial porque habían oído que los caminos estaban llenos de bandidos.
Ese prejuicio musulmán sobre la falta de espíritu castrense del judío se vino abajo en 1948, poco después de la resolución de la ONU de finales de 1947 que creó el Estado de Israel. Mientras se formaba una coalición de cinco naciones árabes para destruir el nuevo Estado hebreo –anunciado junto a otro árabe, con Jerusalén como zona internacional– el secretario general de la Liga Árabe se jactaba de que la guerra sería breve, y de que el medio millón de judíos de Palestina sería arrojado en pocos días al mar.
