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Nueva York decide hoy si se pone a las órdenes de un socialista musulmán

«¿Vamos a elegir a este Zohran de verdad?» Matilde, una neoyorquina de origen ecuatoriano, que se declara antisocialista y anticomunista, se resiste a creer lo que está a punto de ocurrir en su ciudad: la victoria de Zohran Mamdani en la elección a … la alcaldía de Nueva York, que se celebra este martes.
Lo dice desde un centro de votación en las inmediaciones de Roosevelt Avenue, el centro neurálgico de la comunidad hispana de Queens, uno de los cinco distritos de la ciudad.
Mamdani vive en el barrio de Astoria, no demasiado lejos de allí, y donde este lunes cerró su campaña rodeado de cargos demócratas que le han dado su apoyo. Era el último acto de un ascenso improbable al poder de un candidato que, en otras circunstancias, hubiera sido poco más que una nota al margen de esta campaña electoral: escorado en el ala más izquierdista del partido, con una experiencia muy limitada a sus 34 años y a punto de convertirse en el primer alcalde musulmán de la mayor ciudad de EE.UU.

Todo es posible en política, pero las encuestas apuntan a que Mamdani, que ganó contra pronóstico las primarias demócratas el pasado junio, tiene la victoria en la mano. El acumulado de sondeos de RealClearPolitics le da el 45,8% de los apoyos, frente al 31,1% de Andrew Cuomo, el exgobernador de Nueva York y candidato del ‘establishment’ demócrata derrotado en aquellas primarias, y que ahora concurre como independiente. Y con el candidato del Partido Republicano, Curtis Sliwa, en un lejano 17,3%.
El ambiente en Nueva York baila entre la euforia, el ansia de cambio, la preocupación y el espanto. El ala más izquierdista del partido, los Demócratas Socialistas de América (DSA, en sus siglas en inglés) está a punto de anotarse una de sus mayores victorias políticas de su historia. Mamdani es uno de los miembros de la organización, que aboga por políticas extremistas como los recortes a la Policía, la salida de la OTAN o las puertas abiertas para la inmigración. El candidato ha moderado algunas de sus posiciones políticas tras las primarias, tratando de convertirse en una opción digerible para votantes moderados. Pero mantiene las principales líneas de su programa, centrado en combatir el coste de vida disparado de Nueva York con políticas socialistas: congelación de alquileres, subidas de impuestos para rentas altas, cuidados infantiles gratuitos hasta los cinco años, autobuses gratis o tiendas de comestibles públicas.

El exgobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, candidato independiente a la alcaldía de la ciudad de Nueva York, durante un acto de cierre de campaña

AFP

Las fiestas organizadas en toda la ciudad para celebrar su victoria contrastan con la preocupación desde otros sectores. Los editoriales de la prensa conservadora -‘The Wall Street Journal’, ‘New York Post’- son una alarma constante en los últimos días por el impacto que Mamdani puede tener en la capital cultural y económica del país: sus antecedentes de demonización de la Policía; su utilización de lemas como ‘globalizar la intifada’ o ‘desde el río hasta el mar, Palestina será libre’ y sus críticas a Israel dentro de un contexto de creciente anitisemitismo en EE.UU.; su impacto económico en una ciudad tocada, con un sector inmobiliario que todavía se recupera del golpe de la pandemia y de la masificación del trabajo remoto, que teme que las empresas y el dinero huyan a otras ciudades más amables.
En las últimas semanas, la campaña de Cuomo ha recibido una lluvia de millones por parte de grandes donantes -el exalcalde Michael Bloomberg, Ronald Lauder, Joe Gebbia, cofundador de Airbnb, entre otros-, algo que se ha percibido en la emisión constante de anuncios contrarios a Mamdani en los canales locales.

Más de lo mismo

«Mamdani no es el alcalde adecuado porque es un socialista sin experiencia en gestión de nada. No respeta a la Policía de Nueva York. El cierre de Rikers (una prisión local que el candidato quiere eliminar) hará de Nueva York un lugar más peligroso. La congelación de alquileres no reducirá el coste de vida para todos, sino para un grupo selecto de neoyorquinos y solo durante un tiempo. Los supermercados públicos tendrán mostradores vacíos. Los autobuses gratis se convertirán en refugios para personas sin hogar. Y sus políticas contrarias a las empresas, incluido el aumento de los impuestos de sociedades, destruirán empleos en la ciudad y harán que las compañías huyan», aseguró el multimillonario Bill Ackman, quien ha donado un millón de dólares a la campaña de Cuomo, en una posición que resume el voto ‘anti Zohran’.
El problema es que Mamdani tiene enfrente a un rival poco ilusionante. «Tengo mis dudas con Zohran, pero en ningún caso iba a votar a Cuomo, es más de lo mismo», asegura Mia Wells desde un colegio electoral de Brooklyn. Cuomo se percibe como una figura desgastada tras los escándalos -acusaciones de agresiones sexuales a una decena de mujeres- que le forzaron a dimitir como gobernador en 2020. Es, además, la personificación de un ‘establishment’ demócrata en crisis en todo el país, cuestionado tras producir candidatos tan poco ilusionantes como Joe Biden y Kamala Harris.
Su única posibilidad hubiera sido aglutinar el voto ‘anti-Zohran’, pero se ha quedado a medias. Lo consiguió con la renuncia a la reelección del actual alcalde, Eric Adams, otro demócrata en apuros, en su caso por escándalos de corrupción. Pero no con Sliwa, el candidato republicano, que se ha mantenido en campaña pese a las presiones y le quita votos que serían decisivos.
El apoyo de última hora de Donald Trump podría darle un empujón entre el creciente número de trumpistas de la ciudad: «No soy fan de Cuomo de ninguna manera, pero la elección es entre un mal demócrata y un comunista», dijo el presidente de EE.UU. en una entrevista con la CBS pocas horas antes de la cita con las urnas.
Pero esa adhesión apunta a movilizar todavía más a las bases de Mamdani, cuyo ascenso no se explica sin el contexto nacional: en medio de una presidencia populista y rupturista, los neoyorquinos están a punto de entregarse a una opción igual de populista y rupturista, pero desde la otra esquina ideológica.

Publicado: noviembre 4, 2025, 1:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/nueva-york-decide-hoy-pone-bajo-socialista-20251104213120-nt.html

«¿Vamos a elegir a este Zohran de verdad?» Matilde, una neoyorquina de origen ecuatoriano, que se declara antisocialista y anticomunista, se resiste a creer lo que está a punto de ocurrir en su ciudad: la victoria de Zohran Mamdani en la elección a la alcaldía de Nueva York, que se celebra este martes.

Lo dice desde un centro de votación en las inmediaciones de Roosevelt Avenue, el centro neurálgico de la comunidad hispana de Queens, uno de los cinco distritos de la ciudad.

Mamdani vive en el barrio de Astoria, no demasiado lejos de allí, y donde este lunes cerró su campaña rodeado de cargos demócratas que le han dado su apoyo. Era el último acto de un ascenso improbable al poder de un candidato que, en otras circunstancias, hubiera sido poco más que una nota al margen de esta campaña electoral: escorado en el ala más izquierdista del partido, con una experiencia muy limitada a sus 34 años y a punto de convertirse en el primer alcalde musulmán de la mayor ciudad de EE.UU.

Todo es posible en política, pero las encuestas apuntan a que Mamdani, que ganó contra pronóstico las primarias demócratas el pasado junio, tiene la victoria en la mano. El acumulado de sondeos de RealClearPolitics le da el 45,8% de los apoyos, frente al 31,1% de Andrew Cuomo, el exgobernador de Nueva York y candidato del ‘establishment’ demócrata derrotado en aquellas primarias, y que ahora concurre como independiente. Y con el candidato del Partido Republicano, Curtis Sliwa, en un lejano 17,3%.

El ambiente en Nueva York baila entre la euforia, el ansia de cambio, la preocupación y el espanto. El ala más izquierdista del partido, los Demócratas Socialistas de América (DSA, en sus siglas en inglés) está a punto de anotarse una de sus mayores victorias políticas de su historia. Mamdani es uno de los miembros de la organización, que aboga por políticas extremistas como los recortes a la Policía, la salida de la OTAN o las puertas abiertas para la inmigración. El candidato ha moderado algunas de sus posiciones políticas tras las primarias, tratando de convertirse en una opción digerible para votantes moderados. Pero mantiene las principales líneas de su programa, centrado en combatir el coste de vida disparado de Nueva York con políticas socialistas: congelación de alquileres, subidas de impuestos para rentas altas, cuidados infantiles gratuitos hasta los cinco años, autobuses gratis o tiendas de comestibles públicas.


El exgobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, candidato independiente a la alcaldía de la ciudad de Nueva York, durante un acto de cierre de campaña


AFP

Las fiestas organizadas en toda la ciudad para celebrar su victoria contrastan con la preocupación desde otros sectores. Los editoriales de la prensa conservadora -‘The Wall Street Journal’, ‘New York Post’- son una alarma constante en los últimos días por el impacto que Mamdani puede tener en la capital cultural y económica del país: sus antecedentes de demonización de la Policía; su utilización de lemas como ‘globalizar la intifada’ o ‘desde el río hasta el mar, Palestina será libre’ y sus críticas a Israel dentro de un contexto de creciente anitisemitismo en EE.UU.; su impacto económico en una ciudad tocada, con un sector inmobiliario que todavía se recupera del golpe de la pandemia y de la masificación del trabajo remoto, que teme que las empresas y el dinero huyan a otras ciudades más amables.

En las últimas semanas, la campaña de Cuomo ha recibido una lluvia de millones por parte de grandes donantes -el exalcalde Michael Bloomberg, Ronald Lauder, Joe Gebbia, cofundador de Airbnb, entre otros-, algo que se ha percibido en la emisión constante de anuncios contrarios a Mamdani en los canales locales.

Más de lo mismo

«Mamdani no es el alcalde adecuado porque es un socialista sin experiencia en gestión de nada. No respeta a la Policía de Nueva York. El cierre de Rikers (una prisión local que el candidato quiere eliminar) hará de Nueva York un lugar más peligroso. La congelación de alquileres no reducirá el coste de vida para todos, sino para un grupo selecto de neoyorquinos y solo durante un tiempo. Los supermercados públicos tendrán mostradores vacíos. Los autobuses gratis se convertirán en refugios para personas sin hogar. Y sus políticas contrarias a las empresas, incluido el aumento de los impuestos de sociedades, destruirán empleos en la ciudad y harán que las compañías huyan», aseguró el multimillonario Bill Ackman, quien ha donado un millón de dólares a la campaña de Cuomo, en una posición que resume el voto ‘anti Zohran’.

El problema es que Mamdani tiene enfrente a un rival poco ilusionante. «Tengo mis dudas con Zohran, pero en ningún caso iba a votar a Cuomo, es más de lo mismo», asegura Mia Wells desde un colegio electoral de Brooklyn. Cuomo se percibe como una figura desgastada tras los escándalos -acusaciones de agresiones sexuales a una decena de mujeres- que le forzaron a dimitir como gobernador en 2020. Es, además, la personificación de un ‘establishment’ demócrata en crisis en todo el país, cuestionado tras producir candidatos tan poco ilusionantes como Joe Biden y Kamala Harris.

Su única posibilidad hubiera sido aglutinar el voto ‘anti-Zohran’, pero se ha quedado a medias. Lo consiguió con la renuncia a la reelección del actual alcalde, Eric Adams, otro demócrata en apuros, en su caso por escándalos de corrupción. Pero no con Sliwa, el candidato republicano, que se ha mantenido en campaña pese a las presiones y le quita votos que serían decisivos.

El apoyo de última hora de Donald Trump podría darle un empujón entre el creciente número de trumpistas de la ciudad: «No soy fan de Cuomo de ninguna manera, pero la elección es entre un mal demócrata y un comunista», dijo el presidente de EE.UU. en una entrevista con la CBS pocas horas antes de la cita con las urnas.

Pero esa adhesión apunta a movilizar todavía más a las bases de Mamdani, cuyo ascenso no se explica sin el contexto nacional: en medio de una presidencia populista y rupturista, los neoyorquinos están a punto de entregarse a una opción igual de populista y rupturista, pero desde la otra esquina ideológica.

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