Noche a ciegas en el caribe: el rescate de María Corina en primera persona - Colombia
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Noche a ciegas en el caribe: el rescate de María Corina en primera persona

El momento más delicado llegó cuando todo parecía poder salir mal. En plena noche, en el Caribe, uno de los dos barcos perdió su sistema principal de navegación. Sin luces, con olas de hasta tres metros y en embarcaciones pequeñas, la posibilidad de naufragar … era real. No fue, sin embargo, un fallo imprevisto. «Había dos barcos y uno perdió el GPS primario. Teníamos uno secundario. Tenemos sistemas redundantes, pero el GPS principal, el bueno, falló», explicó Bryan Stern.
«Planificamos esto. Planificamos esto. Estamos operando en la oscuridad de todos modos. No fue catastrófico». En su relato posterior ante varios medios internacionales, subrayó que este tipo de incidentes son habituales en operaciones de alto riesgo: «Cuando estas operaciones fallan, rara vez es porque vengan misiles. Siempre es por algo tonto. Pinchaste una rueda o algo así». Aun así, el peligro era extremo: «Si el barco se hubiera hundido […], habríamos tenido que nadar hasta Venezuela. Eso es terrible».

Ese episodio resume el tono de toda la operación que permitió sacar de Venezuela a María Corina Machado. Stern, veterano del ejército de Estados Unidos y fundador de la organización privada Grable Rescue, reconstruyó la misión en primera persona en una charla con un grupo de medios internacionales, días después de la salida clandestina de la líder opositora rumbo a Curazao y, desde allí, a Noruega.

La historia comenzó lejos del Caribe, en un vuelo comercial

«Este viernes por la noche salía de Aruba […] camino a Florida. En el vuelo de conexión a Miami encendí el teléfono y tenía una serie de mensajes de un amigo mío […] que sabía que estábamos haciendo cosas en Venezuela y me preguntó si me interesaría escuchar un proyecto muy interesante […]. No había mucho detalle».
Stern pensó al principio que se trataba de un encargo habitual. «Me preguntó si podía compartir mi número […]. Le dije que sí, sin problema. Le pregunté si era algo bueno. Me dijo que sí, que era algo grande, muy bueno […]. Yo pensé que era un estadounidense rico, algún tipo del petróleo atrapado en Venezuela».
La dimensión real de la misión se reveló casi de inmediato. «Me pusieron en contacto con alguien del equipo de María que al principio no me dijo que era María […], pero dijo algunas cosas y en unos dos minutos pudimos entender quién era la persona. Y eso cambia el juego». La misión pasó a ser la más arriesgada de su carrera. «La Operación Dinamita de Oro […] fue la extracción de María Corina Machado […]. Esta operación fue muy complicada. Fue muy peligrosa».
Machado llevaba meses escondida por la persecución del régimen de Nicolás Maduro y dos años sin ver a sus hijos. «Ha estado escondida durante mucho tiempo. No ha visto a sus hijos en unos dos años […], no porque quiera, sino porque está bajo amenaza por luchar por lo que cree».

El calendario agravaba el riesgo

Su intención de llegar a Oslo para recoger el Premio Nobel de la Paz había activado todos los sistemas de vigilancia del chavismo. «Todo el mundo sabía que estaba intentando llegar a la ceremonia del Nobel […], sabían que en esos días, si estaba en Venezuela, seguro que estaría intentando salir. Así que esto era muy peligroso».
Para reducir ese riesgo, el equipo recurrió a tácticas de confusión. «Por eso hicimos varias cosas para confundir, ocultar, engañar y en algunos casos despistar a distintas personas […], incluso a buenas personas […], para que esta misión tuviera éxito».
Durante toda la fase terrestre existía riesgo de detección. Stern afirmó que en tierra «hay muchos ojos» y que los controles y checkpoints «son muy reales». Explicó que no todos los controles son iguales y que algunos están gestionados por personal poco experimentado y otros por oficiales de inteligencia, lo que obliga a evaluar cada situación de forma distinta. Insistió en que durante toda la operación estuvo preocupado por ser detectado.

El plan incluía varias fases, pero el tramo decisivo fue el marítimo

«Esta operación tuvo un componente terrestre, un componente marítimo y también un pequeño componente aéreo […]. Todos los aspectos y momentos de esta operación fueron peligrosos». Stern insistió en que el mar fue el mayor desafío: «El dominio marítimo, cualquier cosa en el agua, es duro. Es el entorno operativo más implacable en el que trabajamos».
«El agua estaba increíblemente agitada la noche en que ocurrió esto. Estábamos entre olas de metro y medio y tres metros, en embarcaciones muy pequeñas y en una oscuridad total». La navegación se realizó prácticamente a ciegas. «Normalmente, con mar agitada y de día, puedes leer las olas […]. No tuvimos ese lujo. No podíamos ver nada». «Navegábamos usando GPS y un mapa digital, y recibiendo golpes constantemente».
El desgaste físico fue extremo. «Puedo decirte que soy un tipo bastante duro. Todo mi cuerpo sigue dolorido por esta operación. Me duelen las rodillas, las caderas, la espalda».
El encuentro en alta mar no supuso alivio inmediato. «Cuando decimos [objetivo asegurado] […], la gente quiere aplaudir. El problema es que todavía tienes que volver a casa. Ahí es donde pasan las cosas malas». «Mi presión arterial subió, no bajó. Nos pusimos más nerviosos, no menos».
Stern recordó el momento exacto en que ayudó a Machado a subir al barco. «Cuando la recogí y la subí al barco […], ella estaba empapada. Yo estaba empapado». En esas horas, Machado no habló de política ni del Nobel. «No habló del Premio Nobel en absoluto. Habló de ver a su hija por primera vez en dos años».
La tensión no se disipó hasta que la vio a salvo en Europa. «Cada momento de esta operación, hasta que la vi en Noruega, estuve preocupado por la detección. Cada momento». «Mi presión arterial finalmente bajó cuando la vi en Noruega abrazando a su hija. Ahí fue cuando respiré hondo».

Stern añadió un detalle que, según dijo, no olvidará nunca

Tras el rescate, Machado grabó un vídeo como prueba de vida. «Ella grabó un vídeo de prueba de vida. Dice su nombre, dice que está viva, que está a salvo, gracias a Grable Rescue». Para él, ese instante fue especialmente significativo: «Cuando oí nuestro nombre, pronunciado por ella, siempre se quedará conmigo. Me emociona».
Al cerrar su testimonio, volvió a Machado y al significado personal de la operación. «Ella dirá que hubo una noche loca, una vez en diciembre […], un viaje muy largo, muy frío y muy mojado. Dirá: [estos locos vinieron de Estados Unidos y me llevaron hasta mi hija]. Y ocurrió justo en la misma época en que recibí el Premio Nobel».
Para Stern, la conclusión es inequívoca. «Ella es una fuerza de la naturaleza. Poder jugar un pequeño papel para permitir que esa fuerza de la naturaleza haga lo que tiene que hacer es enorme para mí. Podría dejar de trabajar ahora mismo y sería feliz. Todos estamos un poco asombrados de haber sido parte de este momento real que hace historia».

Publicado: diciembre 12, 2025, 3:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/noche-ciegas-caribe-rescate-maria-corina-primera-20251212214717-nt.html

El momento más delicado llegó cuando todo parecía poder salir mal. En plena noche, en el Caribe, uno de los dos barcos perdió su sistema principal de navegación. Sin luces, con olas de hasta tres metros y en embarcaciones pequeñas, la posibilidad de naufragar era real. No fue, sin embargo, un fallo imprevisto. «Había dos barcos y uno perdió el GPS primario. Teníamos uno secundario. Tenemos sistemas redundantes, pero el GPS principal, el bueno, falló», explicó Bryan Stern.

«Planificamos esto. Planificamos esto. Estamos operando en la oscuridad de todos modos. No fue catastrófico». En su relato posterior ante varios medios internacionales, subrayó que este tipo de incidentes son habituales en operaciones de alto riesgo: «Cuando estas operaciones fallan, rara vez es porque vengan misiles. Siempre es por algo tonto. Pinchaste una rueda o algo así». Aun así, el peligro era extremo: «Si el barco se hubiera hundido […], habríamos tenido que nadar hasta Venezuela. Eso es terrible».

Ese episodio resume el tono de toda la operación que permitió sacar de Venezuela a María Corina Machado. Stern, veterano del ejército de Estados Unidos y fundador de la organización privada Grable Rescue, reconstruyó la misión en primera persona en una charla con un grupo de medios internacionales, días después de la salida clandestina de la líder opositora rumbo a Curazao y, desde allí, a Noruega.

La historia comenzó lejos del Caribe, en un vuelo comercial

«Este viernes por la noche salía de Aruba […] camino a Florida. En el vuelo de conexión a Miami encendí el teléfono y tenía una serie de mensajes de un amigo mío […] que sabía que estábamos haciendo cosas en Venezuela y me preguntó si me interesaría escuchar un proyecto muy interesante […]. No había mucho detalle».

Stern pensó al principio que se trataba de un encargo habitual. «Me preguntó si podía compartir mi número […]. Le dije que sí, sin problema. Le pregunté si era algo bueno. Me dijo que sí, que era algo grande, muy bueno […]. Yo pensé que era un estadounidense rico, algún tipo del petróleo atrapado en Venezuela».

La dimensión real de la misión se reveló casi de inmediato. «Me pusieron en contacto con alguien del equipo de María que al principio no me dijo que era María […], pero dijo algunas cosas y en unos dos minutos pudimos entender quién era la persona. Y eso cambia el juego». La misión pasó a ser la más arriesgada de su carrera. «La Operación Dinamita de Oro […] fue la extracción de María Corina Machado […]. Esta operación fue muy complicada. Fue muy peligrosa».

Machado llevaba meses escondida por la persecución del régimen de Nicolás Maduro y dos años sin ver a sus hijos. «Ha estado escondida durante mucho tiempo. No ha visto a sus hijos en unos dos años […], no porque quiera, sino porque está bajo amenaza por luchar por lo que cree».

El calendario agravaba el riesgo

Su intención de llegar a Oslo para recoger el Premio Nobel de la Paz había activado todos los sistemas de vigilancia del chavismo. «Todo el mundo sabía que estaba intentando llegar a la ceremonia del Nobel […], sabían que en esos días, si estaba en Venezuela, seguro que estaría intentando salir. Así que esto era muy peligroso».

Para reducir ese riesgo, el equipo recurrió a tácticas de confusión. «Por eso hicimos varias cosas para confundir, ocultar, engañar y en algunos casos despistar a distintas personas […], incluso a buenas personas […], para que esta misión tuviera éxito».

Durante toda la fase terrestre existía riesgo de detección. Stern afirmó que en tierra «hay muchos ojos» y que los controles y checkpoints «son muy reales». Explicó que no todos los controles son iguales y que algunos están gestionados por personal poco experimentado y otros por oficiales de inteligencia, lo que obliga a evaluar cada situación de forma distinta. Insistió en que durante toda la operación estuvo preocupado por ser detectado.

El plan incluía varias fases, pero el tramo decisivo fue el marítimo

«Esta operación tuvo un componente terrestre, un componente marítimo y también un pequeño componente aéreo […]. Todos los aspectos y momentos de esta operación fueron peligrosos». Stern insistió en que el mar fue el mayor desafío: «El dominio marítimo, cualquier cosa en el agua, es duro. Es el entorno operativo más implacable en el que trabajamos».

«El agua estaba increíblemente agitada la noche en que ocurrió esto. Estábamos entre olas de metro y medio y tres metros, en embarcaciones muy pequeñas y en una oscuridad total». La navegación se realizó prácticamente a ciegas. «Normalmente, con mar agitada y de día, puedes leer las olas […]. No tuvimos ese lujo. No podíamos ver nada». «Navegábamos usando GPS y un mapa digital, y recibiendo golpes constantemente».

El desgaste físico fue extremo. «Puedo decirte que soy un tipo bastante duro. Todo mi cuerpo sigue dolorido por esta operación. Me duelen las rodillas, las caderas, la espalda».

El encuentro en alta mar no supuso alivio inmediato. «Cuando decimos [objetivo asegurado] […], la gente quiere aplaudir. El problema es que todavía tienes que volver a casa. Ahí es donde pasan las cosas malas». «Mi presión arterial subió, no bajó. Nos pusimos más nerviosos, no menos».

Stern recordó el momento exacto en que ayudó a Machado a subir al barco. «Cuando la recogí y la subí al barco […], ella estaba empapada. Yo estaba empapado». En esas horas, Machado no habló de política ni del Nobel. «No habló del Premio Nobel en absoluto. Habló de ver a su hija por primera vez en dos años».

La tensión no se disipó hasta que la vio a salvo en Europa. «Cada momento de esta operación, hasta que la vi en Noruega, estuve preocupado por la detección. Cada momento». «Mi presión arterial finalmente bajó cuando la vi en Noruega abrazando a su hija. Ahí fue cuando respiré hondo».

Stern añadió un detalle que, según dijo, no olvidará nunca

Tras el rescate, Machado grabó un vídeo como prueba de vida. «Ella grabó un vídeo de prueba de vida. Dice su nombre, dice que está viva, que está a salvo, gracias a Grable Rescue». Para él, ese instante fue especialmente significativo: «Cuando oí nuestro nombre, pronunciado por ella, siempre se quedará conmigo. Me emociona».

Al cerrar su testimonio, volvió a Machado y al significado personal de la operación. «Ella dirá que hubo una noche loca, una vez en diciembre […], un viaje muy largo, muy frío y muy mojado. Dirá: [estos locos vinieron de Estados Unidos y me llevaron hasta mi hija]. Y ocurrió justo en la misma época en que recibí el Premio Nobel».

Para Stern, la conclusión es inequívoca. «Ella es una fuerza de la naturaleza. Poder jugar un pequeño papel para permitir que esa fuerza de la naturaleza haga lo que tiene que hacer es enorme para mí. Podría dejar de trabajar ahora mismo y sería feliz. Todos estamos un poco asombrados de haber sido parte de este momento real que hace historia».

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