Publicado: junio 12, 2025, 10:45 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/meloni-negocia-rutte-tiempo-flexibilidad-alcanzar-gasto-20250612165152-nt.html

Acogido con un cordial «¿How are you, Mark?» (¿cómo estás, Mark?), entre sonrisas y un par de besos, la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, dio la bienvenida esta mañana al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, en el Palacio Chigi, sede de … la presidencia del Gobierno. El encuentro duró una hora, a poco más de diez días de la crucial cumbre de La Haya (24-26 de junio), donde la Alianza Atlántica, bajo la presión de Estados Unidos, dictará los nuevos y exigentes objetivos de gasto en defensa para sus miembros.
Si bien el breve comunicado oficial de Palazzo Chigi se mantuvo en un tono diplomático, el trasfondo de la reunión revela un complejo pulso entre las demandas de la OTAN y las realidades fiscales de Italia, con su asfixiante deuda pública (supera ligeramente los tres billones de euros y está previsto que a finales de este año alcance el 139% del Producto Interior Bruto).
La nota oficial señaló que el encuentro «permitió un intercambio profundo en preparación de la próxima cumbre de la OTAN, con particular referencia a los gastos para la seguridad colectiva y la construcción de una industria para la defensa cada vez más innovadora y competitiva, en complementariedad con la Unión Europea». Asimismo, se reafirmó «el apoyo a Ucrania y el papel de la Alianza Atlántica como pilar indispensable para la defensa colectiva, así como la importancia de un enfoque 360 grados de la seguridad euroatlántica».
Punto clave: las cifras
Más allá de la retórica del comunicado oficial, la cuestión clave del encuentro estuvo en las cifras. La OTAN, tras las advertencias del presidente estadounidense Donald Trump, ha establecido el objetivo de alcanzar el 5% del PIB en gastos militares. Una meta que podría ser aprobada en la próxima cumbre de la OTAN. Pero la partida no está cerrada. Para Italia, este objetivo se traduce en un desafío monumental, sobre todo teniendo en cuenta su enorme deuda pública.
«Son conocidas las previsiones que circulan desde hace días en las cancillerías europeas: Washington pedirá un aumento del gasto militar hasta el 3,5% del PIB, al que habría que añadir otro 1,5% en inversiones colaterales, que entrarán en el epígrafe ‘gastos relacionados con la defensa y la seguridad’», según explica el diario ‘La Repubblica’. Cálculos previos del Gobierno Meloni, en estudios informales revelados por los medios italianos, estiman que las nuevas exigencias de la Alianza implicarían un aumento de la inversión en defensa en 79.000 millones de euros, para alcanzar el umbral del 3,5 %, pero la cifra podría ascender a 113.000 millones, para alcanzar el objetivo del 5 % del PIB. Esto supondría gastar cada año 68.000 millones de euros más que la asignación actual, que ha ascendido a 45.000 millones. Los partidos de la oposición tachan el plan de «irresponsable frente a recortes en servicios públicos».
Mark Rutte, según fuentes cercanas al encuentro, citadas por medios italianos, habría propuesto a Meloni una vía ligeramente más flexible para Italia: alcanzar el 3.5% en siete años, es decir, para 2032. Sin embargo, la primera ministra, consciente del impacto impopular que estas medidas tendrían en las finanzas del país y en la opinión pública, habría hecho una contrapropuesta al secretario general de la OTAN: trasladar ese objetivo del 3.5% para 2035. Una estrategia que busca, en parte, diluir el peso de esta ingente inversión en futuras legislaturas. Esta posición es la que ha expresado también públicamente el ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, quien ha insistido en un plazo de al menos 10 años. Para el jefe de la diplomacia italiana es «difícil poder alcanzar algunos objetivos de gastos en la OTAN si hay un aumento de aranceles».
Un «aliado importante»
Tras su encuentro con la primera ministra, Mark Rutte hizo unas breves declaraciones antes de asistir a la cumbre de defensa Weimar Plus, es decir, con los ministros de Asuntos Exteriores de Italia, Alemania, Francia, Polonia, Reino Unido y Francia, además de Ucrania. El secretario de la OTAN elogió a Italia como un «aliado importante» y destacó la necesidad de «producir más» en el sector de la defensa. Rutte destacó la «base industrial de defensa» italiana, mencionando la multinacional Leonardo y otras empresas grandes y pequeñas, recalcando la importancia de que «todas las industrias, incluida la francesa, alemana, y estadounidense, produzcan aún más».
El secretario general de la OTAN también abordó los desafíos de la Alianza, señalando a Rusia como la principal. Se refirió a los «complicados coloquios de paz» entre Moscú y Kiev, elogiando la iniciativa de Donald Trump por haber «desbloqueado la situación» al iniciar «coloquios directos con Putin». Sin embargo, Rutte se mostró escéptico ante la táctica de Putin, considerando que «no es útil» su enfoque en la historia de «mil años atrás» para culpar a Ucrania. Insistió en la necesidad de garantizar que Ucrania «permanezca lo más fuerte posible», sea capaz de defenderse, y lograr una «paz duradera contra este ataque ruso inmotivado». Finalmente, Rutte remarcó la importancia de garantizar la defensa del «territorio de la OTAN, en 5-10 años».
Un punto crucial de la negociación de Italia con la OTAN es la flexibilidad en la contabilización de partidas que se computarán como inversiones de defensa. Italia, ya ha incluido en sus cálculos recursos para los Carabinieri, la Guardia di Finanzas e incluso los servicios meteorológicos. Ahora, busca ampliar aún más este abanico. Los informes preparatorios del Ejecutivo mencionan la posibilidad de computar gastos como el «contraste a las amenazas híbridas», los recursos para la «seguridad de las fronteras», la protección de infraestructuras críticas submarinas y espaciales, la preparación civil y las contribuciones ya realizadas a la Unión Europea. Incluso, la agencia Bloomberg reveló ayer que la OTAN podría considerar las ayudas a Ucrania.
En este contexto, un elemento destacado y no exento de polémica es la propuesta de Italia de incluir, como gastos de seguridad, obras de infraestructuras civiles que sean «preparatorias a la movilidad militar». Aunque no se menciona explícitamente, la más importante obra que se incluiría en este capítulo sería el puente sobre el Estrecho de Messina, que uniría la península con la isla de Sicilia. Se trata de un proyecto prioritario para el ministro de Transportes, Matteo Salvini, que ha hecho de esta obra monumental su bandera electoral. No es casualidad que el Gobierno Meloni ha solicitado a la Unión Europea que clasifique dicho puente como «obra estratégica en la óptica de la defensa europea y de la OTAN». Se estima que, de concretarse, este proyecto del que se habla desde hace décadas, ascendería a unos 14.000 millones de euros. Mientras tanto, en el seno de la mayoría de Gobierno, existen sensibilidades diversas, y la incertidumbre sobre los plazos es palpable. El más firme defensor del aumento de los gastos militares es ministro de Defensa, Guido Crosetto, porque en su opinión «la seguridad no es gratuita y tiene un costo«.