Publicado: noviembre 30, 2025, 11:45 pm
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/maxima-tension-honduras-grupos-oficialistas-irrumpen-centros-20251201025410-nt.html
Entraron de golpe, sin aviso, como un grupo organizado que sabía exactamente lo que quería hacer. Seis hombres, con camisetas rojas y negras con un mismo nombre estampado en grande en varias de ellas: «Rixi». Algunos iban con gorras, otros con pañuelos en el … brazo, y todos avanzaban formando un cerco sobre el aula donde estábamos periodistas y observadores internacionales. Era el centro de votación 10565 de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, un punto clave en Tegucigalpa. Apenas cruzaron la puerta empezaron los gritos: «Fuera de Honduras», «No queremos extranjeros», «Aquí nadie mira el conteo». La orden era directa y hostil, dirigida a quienes habíamos llegado para documentar el cierre y el recuento.
GRAVÍSIMO. Colectivos del partido Libre, oficialista, expulsan a observadores internacionales y periodistas para que no presencien el recuento de votos en la urna 10565 de la UNAH en Tegucigalpa. #Honduras pic.twitter.com/X2NEPkMUQj
— David Alandete (@alandete) December 1, 2025
Los observadores, algunos acreditados por misiones internacionales, otros independientes, intentaron explicar que tenían derecho a permanecer en el aula. No hubo espacio para diálogo. Uno de los hombres dio un empujón a un periodista que grababa con el móvil. Otro empezó a cerrar el acceso desde afuera. En cuestión de segundos, la sala quedó bajo su control. Nosotros, presionados hacia el pasillo, quedamos encerrados.
Aquel grupo no actuaba por cuenta propia. Obedecía al aparato del oficialismo. Las camisetas con el nombre de Rixi Moncada, candidata del partido Libre y figura estrechamente ligada a la presidenta Xiomara Castro, eran un mensaje en sí mismas. A lo largo del día, Rixi ya había declarado que iba ganando, incluso antes de que empezara el recuento en buena parte del país. Para la oposición, eso se ha vivido como la señal de una estrategia más amplia: administrar el caos, expulsar a los testigos y blindar los espacios donde se cuentan los votos.
Pido mucha atención a lo que está sucediendo ahora en Honduras. Grupos que ven en la imagen, del oficialista Partido Libre, fuerzan el cierre anticipado de una urna y tratan de expulsar a observadores internacionales para que no presencien el recuento. Muy tenso y peligroso. pic.twitter.com/PkL3TOLoh7
— David Alandete (@alandete) December 1, 2025
La expulsión forzosa de observadores y prensa agravó ese temor. La presencia de un grupo organizado, alineado con el partido en el poder y dispuesto a forzar físicamente la salida de cualquier mirada independiente, convirtió el recuento de este centro en un proceso totalmente opaco. Lo ocurrido encaja, además, con las advertencias que los partidos opositores llevan días repitiendo: que ciertos sectores del oficialismo podrían empujar el proceso hacia una deriva en la que el caos funcione como herramienta para legitimar un resultado cerrado desde arriba.
La presidenta de mesa, del opositor Partido Nacional, estaba visiblemente alterada
Explicó que ese grupo la había obligado a cerrar la urna antes del horario oficial, dejando a decenas de hondureños sin posibilidad de votar. Yo mismo vi cómo una mujer vestida de rojo, del mismo grupo, se le acercaba con el móvil en alto, grabándola y exigiendo que cerrara el centro de inmediato. Eran las 17.40. El Consejo Nacional Electoral había ampliado la votación hasta las 18.00 por los retrasos en la entrega de material y en la apertura de los colegios, pero aun así la presionaron para detener el proceso antes de tiempo.
Momentos antes había estado en la misma universidad el favorito en las encuestas, Salvador Nasralla, candidato del Partido Liberal. Denunció que forzar el cierre anticipado de un centro es un delito electoral y señaló directamente al oficialismo. «Están tratando de cerrar los colegios antes de lo que ordenan las autoridades, y eso es ilegal», dijo. Según su equipo, un grupo vinculado a Libre intentó impedirle el acceso al aula donde ya se había clausurado la urna. Nasralla los increpó, reclamó que se respetara la ampliación del horario y el grupo terminó retirándose.
Esta tensión en el cierre decía mucho en una jornada ya marcada por fallos técnicos, aperturas tardías, urnas que no cuadran y un sistema biométrico que se cayó en numerosos centros. Desde las primeras horas, miles de votantes se enfrentaron a colas interminables y mesas sin material. En varios colegios de Tegucigalpa, la apertura se retrasó más de dos horas. La desorganización, lejos de resolverse con el paso del día, fue aumentando.
Por eso lo ocurrido en el 10565 no era un incidente aislado, sino un síntoma de tensión alimentada desde el oficialismo. En un país con un historial reciente de crisis poselectorales, la irrupción violenta de un grupo partidista, la expulsión de observadores y la proclamación anticipada de victoria de la candidata oficialista alimentan la sensación de que la línea entre una elección desordenada y una elección intervenida era borrosa.
Las irregularidades se habían acumulado desde la mañana y formaban ya un telón de fondo, la verdad, inquietante. El sistema biométrico falló en numerosos centros, obligando a permitir el voto sin validación de huellas o fotografía. Varias urnas abrieron con retrasos de más de dos horas porque no había material básico y en algunos colegios los votos registrados digitalmente no coincidían con las papeletas físicas. Cada presidente de mesa aplicó criterios distintos ante los fallos técnicos, lo que generó decisiones contradictorias y aumentó la desconfianza. A ello se sumaron intentos documentados de cierre anticipado de urnas incluso después de la ampliación oficial del horario, además de activistas del oficialismo moviéndose dentro de los recintos para presionar a miembros de mesa y votantes.
Ese ambiente alimentó un temor real entre la oposición y también entre no pocos observadores internacionales: que Honduras estuviera asomándose a una deriva parecida a la de Venezuela, con un proceso electoral desbordado por el caos y controlado por un solo bloque político. La proclamación anticipada de victoria por parte de Rixi, la entrada de grupos afines en centros estratégicos y la expulsión de testigos en momentos críticos ahondaron esa preocupación antes de un recuento total.
