Los recortes en financiación y el diagnóstico tardío obstáculos para controlar la epidemia de VIH y sida - Colombia
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Los recortes en financiación y el diagnóstico tardío obstáculos para controlar la epidemia de VIH y sida

Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de Onusida, como el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) han emitido una señal de alerta. El objetivo marcado para controlar la epidemia de VIH y sida … en el mundo para 2030 (95% de personas diagnosticadas, 95% de estas en tratamiento y el 95 de las tratadas con carga viral indetectable), podría no ser viable. Dos variables están provocando esta situación: recortes en la financiación internacional de los programas de prevención del VIH en los países con menos recursos y el diagnóstico tardío, lo que reduce drásticamente las posibilidades de tratamiento eficaz y aumenta el riesgo de transmisión.
Según el informe anual que ha emitido el ECDC con motivo del Día Mundial del Sida, que se celebra hoy 1 de diciembre, en 2024 se registraron 105.922 diagnósticos de VIH en los 53 países de Europa y Asia Central. Aunque el número total cayó ligeramente respecto a 2023, el 54% de los diagnósticos fueron tardíos.
En España, se calcula que hay unos 3.000 nuevos diagnósticos al año y unas 11.000 personas que viven con VIH sin diagnosticar y que, sin saberlo, pueden seguir transmitiendo el virus
En España la principal brecha está en el primer 95, con un porcentaje relevante de personas que siguen sin diagnóstico o que llegan tarde a él, explica Pablo Ryan, médico del Hospital Infanta Leonor de Madrid y presidente de SEISIDA. «Este diagnóstico tardío afecta de forma especial a personas nacidas en otros países, a personas heterosexuales y a adultos de mayor edad, que suelen percibirse fuera del riesgo y acceden menos a la prueba. Además, en algunas CCAA con menor oferta específica persisten barreras para acceder a la prueba, a la profilaxis preexposición (PrEP) y a servicios libres de estigma».

A pesar de los avances, la incidencia ha caído un 70 % en los últimos ocho años, España mantiene unos 3.000 nuevos diagnósticos anuales y una situación de «meseta», comenta María Velasco, presidenta de GESIDA y especialista en enfermedades infecciosas en Hospital Universitario Fundación Alcorcón de Madrid. «España se alinea con el resto de Europa en un problema persistente: la mitad de los diagnósticos se realiza tarde. Mientras otros países europeos, sobre todo los nórdicos y algunos de Europa central, han logrado descensos más pronunciados, España sigue teniendo una incidencia superior a la media continental».
Aunque España se encuentra en una situación favorable para alcanzar el objetivo marcado por Onusida para 2030, todavía nos encontramos por debajo de las cifras en dos parámetros: personas diagnosticadas y persona en tratamiento con carga viral indetectable. «La principal brecha está en el primer 95 (personas que siguen sin diagnóstico o con diagnóstico tardío), y persisten desigualdades en la supresión viral sostenida en algunos colectivos vulnerables y territorios. El objetivo 95‑95‑95 es alcanzable, pero exige acelerar el ritmo y reducir inequidades. Habrá que estar atentos a la actualización de estos datos para ver si se confirma la tendencia decreciente desde la anterior estimación (el año 2016), donde la infección oculta era del 14,8%».
Para Velasco, el acceso a la profilaxis preexposición es otro de los retos. Aunque la terapia oral es eficaz y económica, no llega a todas las poblaciones vulnerables: mujeres cis y trans, trabajadores sexuales, migrantes o personas que viven fuera de grandes ciudades encuentran barreras logísticas, de estigma o de tiempo para acceder al sistema sanitario. «No es solo el fármaco; es todo el programa que lo rodea lo que dificulta el acceso», subraya el especialista.
En este sentido, reconoce, la llegada de nuevas opciones, como las PrEP inyectables de larga duración, abre una puerta para mejorar la protección en grupos con peor acceso o menor eficacia con la pastilla oral. «Sin embargo, su elevado coste plantea retos para su implementación generalizada».

Algunas compañías ya hablan de sustituir el objetivo 95-95-95 por un ambicioso 0-0-0 —cero nuevas infecciones, cero muertes, cero discriminación— para 2030. ¿Es realista? «Tenemos las herramientas para acercarnos, pero estamos lejos. El coste y la desigualdad en el acceso siguen siendo barreras enormes», advierte la experta. Aun así, defiende la utilidad de fijar metas ambiciosas: «Aunque no se alcancen por completo, ayudan a avanzar mucho más».
Además de este problema, los recortes en la financiación internacional de los programas de prevención del VIH en los países con menos recursos también tiene consecuencias en otros países.

El VIH no entiende de fronteras

Señala Ryan que ya están causando menos pruebas y tratamientos, y debilitando programas clave de prevención del VIH. Esto pone en riesgo a millones de personas que dependen de esa financiación para acceder a terapias y servicios esenciales. Si no se revierten los recortes, podrían aumentar significativamente las nuevas infecciones y las muertes evitables, amenazando con deshacer décadas de avances contra el VIH.
Además, añade, el VIH no entiende de fronteras: El problema se centra en países con menos recursos, pero España y Europa no permanecen ajenas. Vivimos en un mundo muy interconectado. El aumento de casos en otras regiones puede repercutir en la salud global.
No hay que olvidar, recuerda resalta la presidenta de GESIDA que «aproximadamente la mitad de los nuevos diagnósticos en España se detecta en personas migrantes. Por eso, la evolución mundial del virus guarda relación con la realidad nacional».
Si aumenta el número de nuevos diagnósticos en otros países, explica, con la movilidad global que existe hoy, es muy probable que veamos más casos procedentes del exterior, o que personas migrantes vulnerables se infecten aquí, que es una de nuestras brechas actuales. «Necesitamos informar y proteger mejor a las personas vulnerables, porque muchos migrantes se están infectando dentro de España», adelanta Velasco.
Por un lado está esa interconexión: si los casos aumentan en un lugar, acabarán repercutiendo en otros países. Por otro, añade, «si en ciertos países no hay buen acceso al tratamiento antirretroviral, o se usa de forma irregular, pueden generarse resistencias. Y esas resistencias pueden terminar llegando a otros lugares. La importación de resistencias es una posibilidad real».
Ryan considera que para que España alcance la meta 95-95-95 en 2030, es prioritario ampliar las oportunidades de diagnóstico —incluido el cribado y el autotest—, descentralizar y facilitar el acceso a la PrEP y la PEP, y reforzar equipos multidisciplinares donde la enfermería tenga un papel clave en educación y adherencia. También es esencial apoyar a ONG y comunidades, impulsar la educación sexual integral y eliminar barreras administrativas, especialmente para personas migrantes y otros grupos vulnerables. Con estas inversiones, España puede alcanzar el 95-95-95 y avanzar hacia los «tres ceros» en 2030.

Publicado: diciembre 1, 2025, 5:15 am

Fuente de la noticia : https://www.abc.es/salud/enfermedades/recortes-financiacion-diagnostico-tardio-obstaculos-controlar-epidemia-20251201173723-nt.html

Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de Onusida, como el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) han emitido una señal de alerta. El objetivo marcado para controlar la epidemia de VIH y sida en el mundo para 2030 (95% de personas diagnosticadas, 95% de estas en tratamiento y el 95 de las tratadas con carga viral indetectable), podría no ser viable. Dos variables están provocando esta situación: recortes en la financiación internacional de los programas de prevención del VIH en los países con menos recursos y el diagnóstico tardío, lo que reduce drásticamente las posibilidades de tratamiento eficaz y aumenta el riesgo de transmisión.

Según el informe anual que ha emitido el ECDC con motivo del Día Mundial del Sida, que se celebra hoy 1 de diciembre, en 2024 se registraron 105.922 diagnósticos de VIH en los 53 países de Europa y Asia Central. Aunque el número total cayó ligeramente respecto a 2023, el 54% de los diagnósticos fueron tardíos.

En España, se calcula que hay unos 3.000 nuevos diagnósticos al año y unas 11.000 personas que viven con VIH sin diagnosticar y que, sin saberlo, pueden seguir transmitiendo el virus

En España la principal brecha está en el primer 95, con un porcentaje relevante de personas que siguen sin diagnóstico o que llegan tarde a él, explica Pablo Ryan, médico del Hospital Infanta Leonor de Madrid y presidente de SEISIDA. «Este diagnóstico tardío afecta de forma especial a personas nacidas en otros países, a personas heterosexuales y a adultos de mayor edad, que suelen percibirse fuera del riesgo y acceden menos a la prueba. Además, en algunas CCAA con menor oferta específica persisten barreras para acceder a la prueba, a la profilaxis preexposición (PrEP) y a servicios libres de estigma».

A pesar de los avances, la incidencia ha caído un 70 % en los últimos ocho años, España mantiene unos 3.000 nuevos diagnósticos anuales y una situación de «meseta», comenta María Velasco, presidenta de GESIDA y especialista en enfermedades infecciosas en Hospital Universitario Fundación Alcorcón de Madrid. «España se alinea con el resto de Europa en un problema persistente: la mitad de los diagnósticos se realiza tarde. Mientras otros países europeos, sobre todo los nórdicos y algunos de Europa central, han logrado descensos más pronunciados, España sigue teniendo una incidencia superior a la media continental».

Aunque España se encuentra en una situación favorable para alcanzar el objetivo marcado por Onusida para 2030, todavía nos encontramos por debajo de las cifras en dos parámetros: personas diagnosticadas y persona en tratamiento con carga viral indetectable. «La principal brecha está en el primer 95 (personas que siguen sin diagnóstico o con diagnóstico tardío), y persisten desigualdades en la supresión viral sostenida en algunos colectivos vulnerables y territorios. El objetivo 95‑95‑95 es alcanzable, pero exige acelerar el ritmo y reducir inequidades. Habrá que estar atentos a la actualización de estos datos para ver si se confirma la tendencia decreciente desde la anterior estimación (el año 2016), donde la infección oculta era del 14,8%».

Para Velasco, el acceso a la profilaxis preexposición es otro de los retos. Aunque la terapia oral es eficaz y económica, no llega a todas las poblaciones vulnerables: mujeres cis y trans, trabajadores sexuales, migrantes o personas que viven fuera de grandes ciudades encuentran barreras logísticas, de estigma o de tiempo para acceder al sistema sanitario. «No es solo el fármaco; es todo el programa que lo rodea lo que dificulta el acceso», subraya el especialista.

En este sentido, reconoce, la llegada de nuevas opciones, como las PrEP inyectables de larga duración, abre una puerta para mejorar la protección en grupos con peor acceso o menor eficacia con la pastilla oral. «Sin embargo, su elevado coste plantea retos para su implementación generalizada».

Algunas compañías ya hablan de sustituir el objetivo 95-95-95 por un ambicioso 0-0-0 —cero nuevas infecciones, cero muertes, cero discriminación— para 2030. ¿Es realista? «Tenemos las herramientas para acercarnos, pero estamos lejos. El coste y la desigualdad en el acceso siguen siendo barreras enormes», advierte la experta. Aun así, defiende la utilidad de fijar metas ambiciosas: «Aunque no se alcancen por completo, ayudan a avanzar mucho más».

Además de este problema, los recortes en la financiación internacional de los programas de prevención del VIH en los países con menos recursos también tiene consecuencias en otros países.

El VIH no entiende de fronteras

Señala Ryan que ya están causando menos pruebas y tratamientos, y debilitando programas clave de prevención del VIH. Esto pone en riesgo a millones de personas que dependen de esa financiación para acceder a terapias y servicios esenciales. Si no se revierten los recortes, podrían aumentar significativamente las nuevas infecciones y las muertes evitables, amenazando con deshacer décadas de avances contra el VIH.

Además, añade, el VIH no entiende de fronteras: El problema se centra en países con menos recursos, pero España y Europa no permanecen ajenas. Vivimos en un mundo muy interconectado. El aumento de casos en otras regiones puede repercutir en la salud global.

No hay que olvidar, recuerda resalta la presidenta de GESIDA que «aproximadamente la mitad de los nuevos diagnósticos en España se detecta en personas migrantes. Por eso, la evolución mundial del virus guarda relación con la realidad nacional».

Si aumenta el número de nuevos diagnósticos en otros países, explica, con la movilidad global que existe hoy, es muy probable que veamos más casos procedentes del exterior, o que personas migrantes vulnerables se infecten aquí, que es una de nuestras brechas actuales. «Necesitamos informar y proteger mejor a las personas vulnerables, porque muchos migrantes se están infectando dentro de España», adelanta Velasco.

Por un lado está esa interconexión: si los casos aumentan en un lugar, acabarán repercutiendo en otros países. Por otro, añade, «si en ciertos países no hay buen acceso al tratamiento antirretroviral, o se usa de forma irregular, pueden generarse resistencias. Y esas resistencias pueden terminar llegando a otros lugares. La importación de resistencias es una posibilidad real».

Ryan considera que para que España alcance la meta 95-95-95 en 2030, es prioritario ampliar las oportunidades de diagnóstico —incluido el cribado y el autotest—, descentralizar y facilitar el acceso a la PrEP y la PEP, y reforzar equipos multidisciplinares donde la enfermería tenga un papel clave en educación y adherencia. También es esencial apoyar a ONG y comunidades, impulsar la educación sexual integral y eliminar barreras administrativas, especialmente para personas migrantes y otros grupos vulnerables. Con estas inversiones, España puede alcanzar el 95-95-95 y avanzar hacia los «tres ceros» en 2030.

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