Los mapas electorales de Texas desatan una nueva guerra política en EE.UU. - Colombia
Registro  /  Login

Portal de Negocios en Colombia


Los mapas electorales de Texas desatan una nueva guerra política en EE.UU.

A veces, las guerras se hacen con rotulador, escuadra y cartabón. En EE.UU., esta semana se ha desatado una que apunta a radicalizar todavía más la política de la primera potencia mundial: el nuevo diseño de los mapas electorales de Texas, con la intención … indisimulada de ganar escaños en la Cámara de Representantes -la Cámara Baja del Congreso- para los republicanos, el partido que controla el estado sureño. Algunos republicanos dicen que el movimiento, azuzado por Donald Trump, es para compensar abusos anteriores de los demócratas. Los demócratas de California han respondido cambiando el mapa electoral de su estado para compensar las ganancias republicanas en Texas. Otros estados, tanto republicanos como demócratas, podrían caer en esta espiral de rediseños abusivos.
El juego tiene un nombre: ‘Gerrymandering’. En esencia, es la manipulación de los distritos electorales para conseguir un interés partidista. Es tan viejo como la propia democracia de EE,UU, en 1789, en la formación del primer Congreso del país, Patrick Henry trató de diseñar un distrito en Virginia para evitar que James Madison saliera elegido.
El nombre de ‘gerrymandering’ solo tiene unos pocos años más. Lo creó una viñeta crítica de 1812 con la contracción del apellido de Elbridge Gerry -entonces gobernador de Massachusetts- y ‘mander’, de ‘salamander’ -un dragón mitológico-, por la forma enrevesada del distrito que creó en Boston para beneficiar a su partido.

El ‘gerrymandering’ es un abuso que invierte el proceso democrático: en lugar de que los votantes elijan a sus representantes, son los representantes los que eligen a sus votantes con distritos electorales sin mayor sentido que hundir las opciones del rival. Las tácticas para conseguirlo son dos: agrupar al máximo los votantes rivales en pocos distritos o diluirlos al máximo posible en distritos para evitar que tengan mayoría en ninguno. Como resultado, el partido consigue mucho más escaños en la Cámara Baja de los que debería.
Dos cosas son evidentes en el ‘gerrymandering’: es antidemocrático y lo utilizan los dos partidos. Pero también hay dos cosas que hacen diferente a la guerra recién desatada de los mapas electorales: los protagonistas se han quitado la careta y no tratan de disimular que buscan ganar ventaja; en el contexto de polarización máxima en EE.UU., las consecuencias pueden ser desastrosas.

El rediseño de Texas

Los mapas electorales para la Cámara de Representantes se renuevan cada diez años, después de la elaboración del nuevo censo. Texas se ha saltado esa convención y los ha modificado en mitad de la década. Los demócratas han puesto el grito en el cielo, pero ellos no han dejado de hacerlo. En su caso, sobre todo a través de demandas judiciales que les han conferido victorias en un puñado de estados.
Ahora, el rediseño de Texas permitirá a los republicanos ganar cinco escaños más en el Congreso. Lo hacen, sobre todo, diluyendo el voto de las minorías negra e hispana, que tienden a votar más a los demócratas. Tienen una mayoría amplia en el poder legislativo de Texas y las protestas demócratas -incluido un intento de evitar el quórum huyendo del estado- no han servido de nada.

El combustible de esa decisión ha sido Trump. Como otros republicanos, no ha tratado de esconder el rediseño en conseguir un mapa más representativo, que es obvio que no lo será. «Tenemos la oportunidad de ganar cinco escaños en Texas», dijo con crudeza, antes de dar una legitimidad cuestionable al mapa: «Yo conseguí más votos que nadie en la historia en Texas, tenemos derecho a cinco escaños más».
El resultado ofrecerá una situación injusta. La candidata demócrata en las presidenciales del año pasado, Kamala Harris, consiguió el 42% de los votos en Texas. Pero, con el nuevo mapa, todo apunta a que los republicanos tendrán 30 de los 38 escaños de ese estado, casi el 80%.
Es algo que también ocurre en estados demócratas con abusos pasados de ‘gerrymandering’: en Illinois, solo tres de sus 17 escaños están en manos republicanas, pese a que Trump consiguió allí el 43,8% de los votos el año pasado.

Mayoría republicana

Según un análisis del Proyecto sobre Gerrymandering de la Universidad de Princeton, los dos partidos tienen pecados en estas prácticas abusivas. Pero los republicanos las utilizan más: nueve estados controlados por republicanos suspenden en la elaboración de distritos representativos, por cuatro de los demócratas.
El presidente de EE.UU. ha dejado claro que el decoro institucional y el fortalecimiento del sistema democrático no es una de sus prioridades. Y tiene ya la vista puesta en las elecciones legislativas del otoño que viene, las primeras en las que se utilizarán los nuevos mapas. Allí se juega que sus aliados republicanos mantengan sus mayorías en las dos cámaras del Congreso, sin las cuales los demócratas podrían entorpecer su agenda política rupturista.
La principal respuesta demócrata hasta el momento ha venido de California. El gobernador del estado, el demócrata Gavin Newsom, y sus aliados legislativos se apresuraron a responder con la misma moneda: un cambio del mapa que apunta a otorgarles cinco escaños más.

La Presidencia de 2028

Como con Trump, Newsom también tiene objetivos políticos personales: es el demócrata mejor posicionado para ir a por la nominación para la presidencia en 2028, y la batalla realza su figura a nivel nacional.
«Despierta, América», dijo en un mitin la semana pasada. «Despertad a lo que está haciendo Donald Trump, despertad a su ataque a las instituciones, al conocimiento, a la historia».
El gran problema es que la batalla no acabará en Texas y California. Tras celebrar la votación de esta semana en el poder legislativo texano, Trump animó a que otros estados republicanos -como Florida o Indiana- hagan lo mismo. Otros gobernadores demócratas -J.B. Pritzker en Illinois, Kathy Hochul en Nueva York- han dicho que tendrán que responder si eso ocurre. El resultado: una espiral tóxica en la que lo que menos importa es la representatividad de los votantes.

Publicado: agosto 24, 2025, 10:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/mapas-electorales-texas-desatan-nueva-guerra-politica-20250824211015-nt.html

A veces, las guerras se hacen con rotulador, escuadra y cartabón. En EE.UU., esta semana se ha desatado una que apunta a radicalizar todavía más la política de la primera potencia mundial: el nuevo diseño de los mapas electorales de Texas, con la intención indisimulada de ganar escaños en la Cámara de Representantes -la Cámara Baja del Congreso- para los republicanos, el partido que controla el estado sureño. Algunos republicanos dicen que el movimiento, azuzado por Donald Trump, es para compensar abusos anteriores de los demócratas. Los demócratas de California han respondido cambiando el mapa electoral de su estado para compensar las ganancias republicanas en Texas. Otros estados, tanto republicanos como demócratas, podrían caer en esta espiral de rediseños abusivos.

El juego tiene un nombre: ‘Gerrymandering’. En esencia, es la manipulación de los distritos electorales para conseguir un interés partidista. Es tan viejo como la propia democracia de EE,UU, en 1789, en la formación del primer Congreso del país, Patrick Henry trató de diseñar un distrito en Virginia para evitar que James Madison saliera elegido.

El nombre de ‘gerrymandering’ solo tiene unos pocos años más. Lo creó una viñeta crítica de 1812 con la contracción del apellido de Elbridge Gerry -entonces gobernador de Massachusetts- y ‘mander’, de ‘salamander’ -un dragón mitológico-, por la forma enrevesada del distrito que creó en Boston para beneficiar a su partido.

El ‘gerrymandering’ es un abuso que invierte el proceso democrático: en lugar de que los votantes elijan a sus representantes, son los representantes los que eligen a sus votantes con distritos electorales sin mayor sentido que hundir las opciones del rival. Las tácticas para conseguirlo son dos: agrupar al máximo los votantes rivales en pocos distritos o diluirlos al máximo posible en distritos para evitar que tengan mayoría en ninguno. Como resultado, el partido consigue mucho más escaños en la Cámara Baja de los que debería.

Dos cosas son evidentes en el ‘gerrymandering’: es antidemocrático y lo utilizan los dos partidos. Pero también hay dos cosas que hacen diferente a la guerra recién desatada de los mapas electorales: los protagonistas se han quitado la careta y no tratan de disimular que buscan ganar ventaja; en el contexto de polarización máxima en EE.UU., las consecuencias pueden ser desastrosas.

El rediseño de Texas

Los mapas electorales para la Cámara de Representantes se renuevan cada diez años, después de la elaboración del nuevo censo. Texas se ha saltado esa convención y los ha modificado en mitad de la década. Los demócratas han puesto el grito en el cielo, pero ellos no han dejado de hacerlo. En su caso, sobre todo a través de demandas judiciales que les han conferido victorias en un puñado de estados.

Ahora, el rediseño de Texas permitirá a los republicanos ganar cinco escaños más en el Congreso. Lo hacen, sobre todo, diluyendo el voto de las minorías negra e hispana, que tienden a votar más a los demócratas. Tienen una mayoría amplia en el poder legislativo de Texas y las protestas demócratas -incluido un intento de evitar el quórum huyendo del estado- no han servido de nada.

El combustible de esa decisión ha sido Trump. Como otros republicanos, no ha tratado de esconder el rediseño en conseguir un mapa más representativo, que es obvio que no lo será. «Tenemos la oportunidad de ganar cinco escaños en Texas», dijo con crudeza, antes de dar una legitimidad cuestionable al mapa: «Yo conseguí más votos que nadie en la historia en Texas, tenemos derecho a cinco escaños más».

El resultado ofrecerá una situación injusta. La candidata demócrata en las presidenciales del año pasado, Kamala Harris, consiguió el 42% de los votos en Texas. Pero, con el nuevo mapa, todo apunta a que los republicanos tendrán 30 de los 38 escaños de ese estado, casi el 80%.

Es algo que también ocurre en estados demócratas con abusos pasados de ‘gerrymandering’: en Illinois, solo tres de sus 17 escaños están en manos republicanas, pese a que Trump consiguió allí el 43,8% de los votos el año pasado.

Mayoría republicana

Según un análisis del Proyecto sobre Gerrymandering de la Universidad de Princeton, los dos partidos tienen pecados en estas prácticas abusivas. Pero los republicanos las utilizan más: nueve estados controlados por republicanos suspenden en la elaboración de distritos representativos, por cuatro de los demócratas.

El presidente de EE.UU. ha dejado claro que el decoro institucional y el fortalecimiento del sistema democrático no es una de sus prioridades. Y tiene ya la vista puesta en las elecciones legislativas del otoño que viene, las primeras en las que se utilizarán los nuevos mapas. Allí se juega que sus aliados republicanos mantengan sus mayorías en las dos cámaras del Congreso, sin las cuales los demócratas podrían entorpecer su agenda política rupturista.

La principal respuesta demócrata hasta el momento ha venido de California. El gobernador del estado, el demócrata Gavin Newsom, y sus aliados legislativos se apresuraron a responder con la misma moneda: un cambio del mapa que apunta a otorgarles cinco escaños más.

La Presidencia de 2028

Como con Trump, Newsom también tiene objetivos políticos personales: es el demócrata mejor posicionado para ir a por la nominación para la presidencia en 2028, y la batalla realza su figura a nivel nacional.

«Despierta, América», dijo en un mitin la semana pasada. «Despertad a lo que está haciendo Donald Trump, despertad a su ataque a las instituciones, al conocimiento, a la historia».

El gran problema es que la batalla no acabará en Texas y California. Tras celebrar la votación de esta semana en el poder legislativo texano, Trump animó a que otros estados republicanos -como Florida o Indiana- hagan lo mismo. Otros gobernadores demócratas -J.B. Pritzker en Illinois, Kathy Hochul en Nueva York- han dicho que tendrán que responder si eso ocurre. El resultado: una espiral tóxica en la que lo que menos importa es la representatividad de los votantes.

Artículos Relacionados