Publicado: julio 29, 2025, 12:45 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/lorent-saleh-premio-sajarov-expreso-politico-maduro-20250726190509-nt.html
El Gobierno de Maduro perpetró el domingo otra farsa electoral con la que, disfrazado de democrático, sigue aferrándose al poder. Venezuela ya padece más de 26 años de chavismo, que no se explican sin 26 años de una oposición ineficaz, más allá de la dificultad … del camino. María Corina Machado insiste en que el régimen de Maduro se ha debilitado en los últimos 365 días, pero las optimistas palabras de la dirigente distan de lo que se percibe en la realidad. El activista venezolano Lorent Saleh asegura que hoy Venezuela está peor que hace un año y que el bloque antichavista debe dejar de alimentar expectativas vagas y empezar a hablar con honestidad y autocrítica.
Saleh, exdirigente estudiantil, no pertenece a ningún partido ni vive de la política. Por eso se permite hablar sin filtros. Este defensor de derechos humanos ha sufrido en carne propia la opresión del chavismo. En 2014, cuando tenía 26 años, fue encarcelado y torturado en las prisiones del régimen. Pasó cuatro años encerrado sin juicio, tiempo en el que intentó quitarse la vida en varias ocasiones. En 2017, aún en cautiverio, fue reconocido por el Parlamento Europeo con el Premio Sájarov. Un año después, en octubre de 2018, sin previo aviso, lo sacaron de la cárcel y lo subieron a un avión rumbo al destierro. Horas más tarde aterrizó en España, donde reside desde entonces.
Hoy intenta equilibrar su activismo con una vida más tranquila en Galicia, donde impulsa un proyecto agrícola. De paso por la capital española, conversa con ABC, y lo hace con un tono endurecido e indignado ante la realidad de su país.
—¿Sabes qué no ha habido en Venezuela, o en la región? –medita Saleh–. Un verdadero proyecto regional. Una cosa es una campaña electoral y otra muy distinta un proyecto político. Y eso no existe. Por eso cada año hay un proceso electoral y el objetivo siempre son las condiciones. Que si nos las dan o no, que si participamos o no, cómo se escoge al candidato… El plan siempre es ir a unas elecciones, ganarlas, que nos las roben, demostrarlo, generar presión internacional, que intervenga Estados Unidos y que los militares detengan a Maduro. Ese ha sido el ciclo constante durante los últimos 20 años.
—¿La falta de proyecto político es lo que impide el cambio?
—En Venezuela ha habido una resistencia activa, no violenta, sostenida durante años. En Cuba, en cambio, pueden pasar 20 años sin una sola protesta. Pero en Venezuela no ha pasado un solo año sin manifestaciones. Pero siempre hay un reseteo. Una y otra vez. Se gesta la idea de ganar elecciones en torno al liderazgo de turno. Se forma un equipo, se reparten cargos antes de tiempo, se pierden las elecciones, o se ganan y no las reconocen, y quedamos en el aire. Así, cada vez estamos más replegados. Al punto de que vamos a terminar todos refugiados en Madrid.
—Edmundo González nos dijo que no se sentía libre en Madrid, que temía que el brazo largo del chavismo pudiera alcanzarle incluso aquí. ¿También siente ese miedo?
—Lo he sentido, sí. Y lo denuncié ante la Guardia Civil. No dejaba de recibir amenazas aquí en España.
—¿De qué forma?
—De todas las formas, redes sociales… Cuando llegué a España, primero estuve en Madrid y luego me fui al norte, a Ribadeo, un pueblo de 9.000 habitantes. No había pasado ni un mes cuando el ayuntamiento, que estaba gobernado por el Bloque Nacionalista Gallego, recibió una carpeta con mi expediente de «terrorista» enviada por el régimen. Me hicieron saber que me tenían vigilado. El chavismo opera aquí en España, claro. ¿Cuánto dinero no termina aquí?
—Algo que le ha reprochado al Gobierno de Sánchez.
—Cuando llegué, la primera reunión fue con Sánchez en La Moncloa y la segunda con Borrell, que entonces era ministro de Exteriores. A ambos les planteé lo mismo: ¿por qué se permite que España sea una lavadora del dinero corrupto de la dictadura venezolana? Borrell dijo que no quería ninguna intervención militar. Pero yo no le estaba pidiendo eso. Le dije que no necesitamos que España envíe tropas a pelear por nosotros; lo que queremos es que deje de lavar el dinero sucio de la dictadura.
—¿Y cuál fue la respuesta?
—Nada, callaron. Obviamente no van a dejar de lavar dinero aquí en España.
—¿España podría hacer más por Venezuela?
—Sí, España es de los países que más puede hacer. Empezando por dejar de brindar impunidad al chavismo. Pero debemos preguntarnos qué hemos hecho y qué no para que esto suceda. No habrá plan ni estrategia porque nunca los hubo.
—Habla de las elecciones.
—Sí. Y después de ellas.
—Parece que la estrategia de ese momento consistió en recopilar actas para demostrar el fraude.
—Y luego creer en la buena voluntad y el espíritu noble de los militares y de la comunidad internacional para entregarle el poder a Edmundo. Estoy seguro de que no había un plan y nos mintieron una y otra vez, incluso sobre el 10 de enero [día de la toma de posesión]. Podemos culpar a la comunidad internacional, pero también debemos entender que en política exterior no hay amistades, sino intereses. La oposición improvisa mucho, y el problema es que la gente cree en esa improvisación.
—¿Y cuál es la consecuencia?
—Nos decían que había un «plan robusto», pero era mentira. Que todo estaba fríamente calculado. Y la gente creía en esa ilusión. Y esa misma gente es la que terminó presa, exiliada, sin negocios, sin nada. Mientras tanto, en las negociaciones liberan políticos, pero el venezolano común sigue sufriendo. Y hablo así porque, desde que tengo memoria, es siempre la misma dirigencia política.
—¿No supuso un relevo real el liderazgo de María Corina?
—Es la dirigente con la que más me he sentido identificado, pero no es nueva. En 2005 ya se reunió con [el entonces presidente estadounidense George] Bush, algo que ningún otro opositor logró. Es decir, también fue parte del liderazgo de entonces. Y lo que veo es que seguimos repitiendo los mismos errores: no hay estrategia.
—¿Deben surgir nuevos liderazgos?
—Creo que ya va siendo hora de cerrar un ciclo que lleva más de 25 años con la misma dirigencia que no ha logrado resultados, y cuyo costo ha sido altísimo: mucha gente muerta y presa. No digo que sean cobardes, la oposición ha sido valiente, se ha expuesto y sacrificado, pero no basta con buenas intenciones, hay que conseguir objetivos. Hoy estamos peor que hace un año: más presos políticos, casi ningún lugar seguro en América, y el Gobierno controla todo el territorio. Por eso, ese ciclo debe cerrarse y tienen que surgir nuevos liderazgos. Pero más importante que quién lidere es abrir un debate serio sobre qué Venezuela y qué región queremos. Nuestra generación tiene que asumir ese reto.
—La oposición justifica su silencio para no revelar su estrategia al Gobierno.
—Pero es una falacia. Nadie les está pidiendo que revelen con qué militar están hablando. Pero sí tiene que haber un plan. Y ese plan hay que explicárselo a la gente. La fe es para la religión. Un político no puede pedir fe, que es la creencia de lo que no se ve y la certeza de lo que no se tiene. Un político debe decir: «Esta es la situación y estos son los pasos que vamos a seguir». En cambio, lo que hay son proyectos centrados en una figura que arma un anillo de amigos y clientelismo, y así no se supera nada.
El chavismo tiene un proyecto político. Por eso, aunque les corten recursos o se muera Chávez, siguen ahí. Los militares no los defienden solo por plata. Nosotros hemos subestimado el poder de las ideas.
Lorent Saleh
—En las elecciones de este domingo la oposición seguía dividida sobre participar o no.
—Estamos siempre improvisando y reaccionando a la agenda que impone el chavismo. Nos venden la idea de que es «ahora o nunca», pero llevamos al menos 20 «batallas finales» y luego no sabemos qué hacer al año siguiente. Y eso pasa porque no hay un proyecto más allá de los candidatos. No puede ser que todo gire en torno a ganar elecciones cuando ni siquiera estamos en democracia. No hay un marco común: «Esto somos, esto queremos, así vemos a Venezuela de aquí a 50 años». El chavismo sí lo tiene, chamo. Y sí, son corruptos, ineficientes, se gastan el dinero en amantes con senos operados y Toyotas… pero tienen un proyecto, una narrativa, una estructura. Por eso, aunque les corten recursos o se muera Chávez, siguen. Los militares no los defienden solo por plata. Nosotros hemos subestimado el poder de las ideas. Todo gira en torno al liderazgo de turno y por eso pasa lo que pasó el 28: Edmundo gana y no sabían qué hacer. Me cansé de decirles que tenían que tener un plan. Hacían giras, hablaban sin acordar el mensaje. Al final, dijeron que irían a la toma de posesión el 10 de enero solo porque los periodistas presionaban. Yo mismo le pregunté a Edmundo: «¿Vas a ir ese día?». Y me dijo que no, que solo lo decía para molestarlos.
—Lo que causó fue una mayor decepción…
—Y gente presa. Y gente muerta. Y todo por generar expectativas que no eran necesarias. A la gente se le podía hablar claro, eso fue lo que yo intenté. Animar sin mentir. La situación es difícil: dependemos de unos militares que tienen las armas y el poder, de una geopolítica adversa tras el covid, la guerra de Ucrania, la crisis en Oriente Próximo, la nueva Administración de EE.UU. y de recuperar una confianza internacional que se perdió con el gobierno de transición [de Juan Guaidó]. No se podía prometer que el 10 de enero íbamos a estar ahí, pero sí podíamos decir: vamos a luchar, vamos a presionar juntos, esto es complicado, y necesitamos unidad. La gente lo habría entendido. Y disculpa que hable en este tono [agitado], pero no le voy a mentir a la gente. Estoy mamado (cansado). Es la misma historia de siempre, con las mismas caras, cometiendo los mismos errores una y otra vez.
—¿Entonces se quemó en vano un cartucho con Edmundo?, ¿Todavía puede llegar a algún lado?
—No. Ha pasado un año. Eso murió.
—Es decir que, si hay una vía, no es esa.
—No, esa opción murió el mismo 28 de julio [día de las elecciones presidenciales] cuando la gente ya estaba en la calle. Y se les dijo: «Vámonos todos para la casa a tener todas las pruebas». Y quien termina de enterrarlo es el propio Gobierno de Estados Unidos: la primera acción de política exterior de Trump fue enviar un negociador [Richard Grenell] a hablar con el régimen. El que quiera creerse otra realidad, está en su derecho. Yo no. Tenemos una Administración que está deportando venezolanos a Venezuela. Cuando [el expresidente colombiano Juan Manuel] Santos lo hizo conmigo fue un escándalo; pero cuando lo hace Trump no pasa nada. [Antes de ingresar a prisión, Saleh, que estaba exiliado en Colombia fue deportado y entregado a la Inteligencia venezolana].
—Cree que la oposición debería tomar una postura más fuerte.
—Sí, pero no lo hacen porque le deben. Ese es el problema de depender del dinero de ciertos gobiernos… Les deben hasta el saldo del teléfono. ¿Cómo es posible que estén tratando así a los venezolanos? ¿Cómo es posible que haya gente con TPS, con estatus legal, y aun así los estén deportando? ¿Que haya venezolanos presos sin juicio, sin nada? ¿Que hayan enviado a algunos al Cecot? Si eso lo hace Petro o los mandan a Nicaragua, se arma un escándalo.
—Parte del trabajo de la oposición es mantener viva la esperanza de la gente.
—¿Mantener viva la mentira?
—María Corina no va a poder vivir toda su vida en la clandestinidad para sostener esa mentira…
—¿Y ella está en Venezuela? Yo no creo. Y si lo está, ¿para qué se quedó? Si no puede salir, si está encerrada, eso no es una señal de fuerza. Lo lógico, desde el primer momento, era salir del país y liderar una gira internacional. Ganamos las elecciones, movilizamos al país, demostramos que somos mayoría. Ahora toca mover esa fuerza afuera. Edmundo no transmite liderazgo. Tiene al yerno secuestrado y en consecuencia a su hija y a sus nietos. Habla inseguro, se nota que no cree. ¿Quién tenía que reunirse con Meloni, venir a España, mover las cosas? Ella. Él se podía quedar. Porque si estás adentro encerrada, no estás haciendo nada. No es lo mismo decir que estás en la calle, recorriendo el país, que estar escondida hablando con gente por Zoom. Porque una cosa es cómo lo ve uno y otra cómo lo ven los poderes, a quienes les queda claro que los militares no están con ellos.
Tenemos que dejar de hacer campañas para mantener a la gente animada y empezar a abrir un debate honesto sobre un proyecto regional
Lorent Saleh
—Con respecto al proyecto que dice que se debe crear, ¿no existe ya una dirección ideológica clara en la oposición, como vender la idea del no al socialismo y fortalecer el capitalismo?
—No estoy tan seguro. Por ejemplo, ¿qué propuesta concreta hay para los militares? No podemos simplemente insultarlos un día y al otro esperar que se sumen. Ellos tienen las armas y no van a actuar solo porque la Constitución lo diga. ¿Dónde quedan en este proyecto? ¿Es liberal o no? Si lo es, hay que trabajarlo de verdad con una visión a mediano y largo plazo. Hay que cerrar un ciclo en la política venezolana y reconocer los errores que hemos cometido. Eso no hace a Maduro más democrático, pero seguir diciéndole a la gente que estamos mejor, que Maduro está débil, mientras matan gente en las cárceles sin que haya noticias, no es el camino. No podemos tener buenos resultados partiendo de una ilusión y de una mentira.
—Pero ese proyecto de país sí ha existido, con figuras como María Corina o Leopoldo López que han planteado reconstrucción económica más allá de elecciones.
—¿Cuáles son los referentes intelectuales de la oposición?
—Eso es otra cosa…
—¿Tenemos? No. Una cosa es que Leopoldo publique un libro que habla de gobierno, pero ¿dónde están nuestras escuelas intelectuales? El chavismo se forma todo el tiempo, tiene una escuela constante. Que son unos malandros (delincuentes), lo que sea…, pero en Cuba tienen una formación que no para. ¿Y la nuestra? En Venezuela hay algunos intelectuales, pero están dispersos. La oposición siempre ha tenido ese problema. ¿Por qué Cuba, siendo una isla pequeña, sin recursos naturales ni una economía fuerte, es tan poderosa? ¿Por qué en Europa tiene tantos defensores?
—Por su narrativa…
—Su narrativa, su discurso, su historia, sus libros, cultura, música, arte, teatro… nosotros no lo tenemos. Por eso hay gente dispuesta a jugarse la vida por una idea, por un proyecto.
—¿Habla del chavismo?
—Del chavismo. Hay gente que está convencida realmente. Y aliados internacionales que están convencidos en ese proyecto y que saben que Maduro no ganó, pero se juegan por un proyecto regional que consideran clave y que hay que proteger. No lo hacen por Maduro, sino por ese proyecto. Nosotros, en cambio, tenemos que dejar de hacer campañas para mantener a la gente animada y empezar a abrir un debate honesto.