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Lecornu propone a Macron no convocar elecciones y nombrar un nuevo primer ministro en 48 horas

Sébastien Lecornu, primer ministro de Francia dimitido, presentó en la tarde de este miércoles al presidente Emmanuel Macron las conclusiones de su diálogo con socialistas, centristas y conservadores, presuntamente dispuestos a gobernar, juntos, con proyectos que extrema derecha y extrema izquierda, las fuerzas parlamentarias … mayoritarias, amenazan con censurar rápidamente.
Macron pidió a su primer ministro, dimitido, que iniciase los primeros contactos para formar un gobierno que pudiera darse a conocer este jueves o viernes, antes de presentar un posible proyecto de presupuestos del Estado antes del lunes, si no estallase otra nueva crisis. Confirmando que su «misión» había terminado, Lecornu se limitó anoche, en una entrevista en el canal de televisión France 2, a dar algunas de las grandes pistas de las decisiones que pudiera tomar Macron, tras formar un gobierno.
A su juicio, «hay una mayoría de diputados que espera evitar el caos político». Sin embargo, Lecornu no pudo aclarar los puntos de unión entre centristas-macronistas, conservadores y socialistas: «Evitar el caos»; «negociar unos presupuestos del Estado»; «Intentar negociar alguna fórmula de consenso para reformar el sistema nacional de pensiones».

A la espera del gobierno de concentración que Macron debiera anunciar la tarde-noche de este jueves o en la mañana del viernes, las divisiones de centristas, conservadores y socialistas son muy llamativas y son censuradas con gran sorna por Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon.
Para las izquierdas, socialistas incluidos, es «imprescindible» abolir o reformar el sistema nacional de pensiones que Macron tardó siete años en negociar tras un largo rosario de crisis. Sin embargo, conservadores y centristas son totalmente contrarios a esa modificación, uno de los principales asuntos dentro de la grave crisis política que atraviesa Francia.
Ante los presupuestos del Estado que debieran presentarse el próximo lunes, los socialistas no desean hacer grandes recortes, cuando la derecha tradicional considera indispensable iniciar reformas de gran calado para sacar a Francia de una crisis financiera sin precedentes.
La ambigüedad e ‘insignificancia’ de las declaraciones de Lecornu, tras presentar sus trabajos a Macron, fue recibida a estacazos tanto por la extrema derecha como por la extrema izquierda, las fuerzas parlamentarias mayoritarias y refractarias a todo tipo de diálogo con Macron.
Jean-Luc Mélenchon, presidente de La Francia Insumisa (extrema izquierda), reaccionó con brutalidad: «Todo esto es insoportable. Francia no puede esperar a las elecciones presidenciales de 2027. Es urgente la dimisión de Macron. Francia no puede aguantar más. Son necesarias elecciones anticipadas, ya». Por su parte, Marine Le Pen, presidenta de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), fue igualmente lapidaria: «Estamos asistiendo a un espectáculo lamentable, montado por Macron atizando el caos que él ha precipitado. Por nuestra parte, pedimos la disolución de la Asamblea Nacional. Vamos a censurar a todos los gobiernos que Macron se obstine en presentar».

Una crisis histórica

Esa evolución política confirma de manera esperpéntica cómo la agravación de la histórica crisis política e institucional está acelerando un eclipse del puesto de Francia en la escena internacional.
Hace meses, Emmanuel Macron y Friedrich Merz, recién elegido canciller de Alemania, avanzaron un catálogo espectacular de grandes ambiciones bilaterales para relanzar la colaboración franco-alemana: energía nuclear, civil y militar; echar los cimientos de un sistema de defensa europeo, basado en las armas atómicas francesas; creación de un «consejo de seguridad europeo…».
Tan ambicioso proyecto tropezó con dificultades bilaterales. Pero la crisis nacional francesa ha hundido indefinidamente todas las negociaciones de la pareja Macron-Merz.
En París, Macron está literalmente solo en el palacio del Elíseo. Ninguna de las fuerzas políticas ascendentes (extrema derecha, extrema izquierda) comparten con el presidente esas ambiciones franco-alemanas. Todo lo contrario, Marine Le Pen es admiradora de Vladímir Putin y Donald Trump, enemigos absolutos de la construcción política de Europa.
En su día, Macron negoció con Keir Starmer, primer ministro británico, grandes proyectos comunes para la seguridad, basados en los arsenales nucleares de París y Londres. Proyectos sencillamente olvidados. En la capital británica, el presidente francés es percibido como un ‘patito cojo’.
Durante cierto tiempo, Macron se creyó capaz de dialogar de tú a tú con Donald Trump… Esperanza esfumada y finalmente hundida con algunas gracietas irrespetuosas del presidente norteamericano.
Desde el estallido de la guerra de Ucrania, con el intento de conquista neocolonial de Vladímir Putin, la Francia de Macron hizo valer su condición de potencia nuclear, la tercera, en la escena mundial, tras los EE.UU. y Rusia. Potencia declinante. El presidente francés está hoy sencillamente paralizado: no puede tomar decisiones mayores, en solitario, y su retórica personal no es creíble ante las amenazas que se ciernen sobre toda Europa, en Ucrania.
Hace semanas se hizo realidad el proyecto macroniano de reconocimiento de un futuro Estado de Palestina. Esa ambición estaba acompañada con el proyecto de participar en los ‘chalaneos’ indispensables para intentar hacer avanzar alguna forma de paz en Oriente Próximo.
Ambición fallida. Donald Trump, Hamás e Israel ocupan la trágica escena de Oriente Próximo, donde no hay puesto visible ni previsible para un presidente sin gobierno, en una Francia difícilmente gobernable.
Ante la guerra irregular de Europa y la Rusia de Putin (drones, activismos subversivos, activismo de las extremas derechas próximas al Kremlin), Francia jugó hasta hace poco un papel significativo, utilizando su arma aérea al servicio de la seguridad europea. Influencia perdida.

Necesidades defensivas

La crisis en curso degrada y hace retroceder el puesto de Francia en la defensa europea. Los servicios de seguridad franceses detuvieron días pasados a un petrolero chino sospechoso formar parte de una ‘flota fantasma’ rusa. El Tribunal de Brest decidió dejar en libertad al capitán de ese buque, acusado formalmente de varios delitos graves. Se teme que la ausencia de gobierno o un posible gobierno débil impidan perseguir a un sospechoso importante en una guerra que afecta a toda Europa.
Sin duda, Macron pueda prolongar durante días y semanas la incertidumbre gubernamental más absoluta si no se ve forzado a la convocatoria de elecciones anticipadas. Pero sus maniobras domésticas hacen más visible el eclipse internacional de Francia, que muchos analistas presentan como «el hombre enfermo de Europa».

Publicado: octubre 8, 2025, 2:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/lecornu-propone-macron-convocar-elecciones-nombrar-nuevo-20251008202715-nt.html

Sébastien Lecornu, primer ministro de Francia dimitido, presentó en la tarde de este miércoles al presidente Emmanuel Macron las conclusiones de su diálogo con socialistas, centristas y conservadores, presuntamente dispuestos a gobernar, juntos, con proyectos que extrema derecha y extrema izquierda, las fuerzas parlamentarias mayoritarias, amenazan con censurar rápidamente.

Macron pidió a su primer ministro, dimitido, que iniciase los primeros contactos para formar un gobierno que pudiera darse a conocer este jueves o viernes, antes de presentar un posible proyecto de presupuestos del Estado antes del lunes, si no estallase otra nueva crisis. Confirmando que su «misión» había terminado, Lecornu se limitó anoche, en una entrevista en el canal de televisión France 2, a dar algunas de las grandes pistas de las decisiones que pudiera tomar Macron, tras formar un gobierno.

A su juicio, «hay una mayoría de diputados que espera evitar el caos político». Sin embargo, Lecornu no pudo aclarar los puntos de unión entre centristas-macronistas, conservadores y socialistas: «Evitar el caos»; «negociar unos presupuestos del Estado»; «Intentar negociar alguna fórmula de consenso para reformar el sistema nacional de pensiones».

A la espera del gobierno de concentración que Macron debiera anunciar la tarde-noche de este jueves o en la mañana del viernes, las divisiones de centristas, conservadores y socialistas son muy llamativas y son censuradas con gran sorna por Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon.

Para las izquierdas, socialistas incluidos, es «imprescindible» abolir o reformar el sistema nacional de pensiones que Macron tardó siete años en negociar tras un largo rosario de crisis. Sin embargo, conservadores y centristas son totalmente contrarios a esa modificación, uno de los principales asuntos dentro de la grave crisis política que atraviesa Francia.

Ante los presupuestos del Estado que debieran presentarse el próximo lunes, los socialistas no desean hacer grandes recortes, cuando la derecha tradicional considera indispensable iniciar reformas de gran calado para sacar a Francia de una crisis financiera sin precedentes.

La ambigüedad e ‘insignificancia’ de las declaraciones de Lecornu, tras presentar sus trabajos a Macron, fue recibida a estacazos tanto por la extrema derecha como por la extrema izquierda, las fuerzas parlamentarias mayoritarias y refractarias a todo tipo de diálogo con Macron.

Jean-Luc Mélenchon, presidente de La Francia Insumisa (extrema izquierda), reaccionó con brutalidad: «Todo esto es insoportable. Francia no puede esperar a las elecciones presidenciales de 2027. Es urgente la dimisión de Macron. Francia no puede aguantar más. Son necesarias elecciones anticipadas, ya». Por su parte, Marine Le Pen, presidenta de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), fue igualmente lapidaria: «Estamos asistiendo a un espectáculo lamentable, montado por Macron atizando el caos que él ha precipitado. Por nuestra parte, pedimos la disolución de la Asamblea Nacional. Vamos a censurar a todos los gobiernos que Macron se obstine en presentar».

Una crisis histórica

Esa evolución política confirma de manera esperpéntica cómo la agravación de la histórica crisis política e institucional está acelerando un eclipse del puesto de Francia en la escena internacional.

Hace meses, Emmanuel Macron y Friedrich Merz, recién elegido canciller de Alemania, avanzaron un catálogo espectacular de grandes ambiciones bilaterales para relanzar la colaboración franco-alemana: energía nuclear, civil y militar; echar los cimientos de un sistema de defensa europeo, basado en las armas atómicas francesas; creación de un «consejo de seguridad europeo…».

Tan ambicioso proyecto tropezó con dificultades bilaterales. Pero la crisis nacional francesa ha hundido indefinidamente todas las negociaciones de la pareja Macron-Merz.

En París, Macron está literalmente solo en el palacio del Elíseo. Ninguna de las fuerzas políticas ascendentes (extrema derecha, extrema izquierda) comparten con el presidente esas ambiciones franco-alemanas. Todo lo contrario, Marine Le Pen es admiradora de Vladímir Putin y Donald Trump, enemigos absolutos de la construcción política de Europa.

En su día, Macron negoció con Keir Starmer, primer ministro británico, grandes proyectos comunes para la seguridad, basados en los arsenales nucleares de París y Londres. Proyectos sencillamente olvidados. En la capital británica, el presidente francés es percibido como un ‘patito cojo’.

Durante cierto tiempo, Macron se creyó capaz de dialogar de tú a tú con Donald Trump… Esperanza esfumada y finalmente hundida con algunas gracietas irrespetuosas del presidente norteamericano.

Desde el estallido de la guerra de Ucrania, con el intento de conquista neocolonial de Vladímir Putin, la Francia de Macron hizo valer su condición de potencia nuclear, la tercera, en la escena mundial, tras los EE.UU. y Rusia. Potencia declinante. El presidente francés está hoy sencillamente paralizado: no puede tomar decisiones mayores, en solitario, y su retórica personal no es creíble ante las amenazas que se ciernen sobre toda Europa, en Ucrania.

Hace semanas se hizo realidad el proyecto macroniano de reconocimiento de un futuro Estado de Palestina. Esa ambición estaba acompañada con el proyecto de participar en los ‘chalaneos’ indispensables para intentar hacer avanzar alguna forma de paz en Oriente Próximo.

Ambición fallida. Donald Trump, Hamás e Israel ocupan la trágica escena de Oriente Próximo, donde no hay puesto visible ni previsible para un presidente sin gobierno, en una Francia difícilmente gobernable.

Ante la guerra irregular de Europa y la Rusia de Putin (drones, activismos subversivos, activismo de las extremas derechas próximas al Kremlin), Francia jugó hasta hace poco un papel significativo, utilizando su arma aérea al servicio de la seguridad europea. Influencia perdida.

Necesidades defensivas

La crisis en curso degrada y hace retroceder el puesto de Francia en la defensa europea. Los servicios de seguridad franceses detuvieron días pasados a un petrolero chino sospechoso formar parte de una ‘flota fantasma’ rusa. El Tribunal de Brest decidió dejar en libertad al capitán de ese buque, acusado formalmente de varios delitos graves. Se teme que la ausencia de gobierno o un posible gobierno débil impidan perseguir a un sospechoso importante en una guerra que afecta a toda Europa.

Sin duda, Macron pueda prolongar durante días y semanas la incertidumbre gubernamental más absoluta si no se ve forzado a la convocatoria de elecciones anticipadas. Pero sus maniobras domésticas hacen más visible el eclipse internacional de Francia, que muchos analistas presentan como «el hombre enfermo de Europa».

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