Las trampas de los remedios para la resaca: abuso de alcohol y ningún milagro - Colombia
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Las trampas de los remedios para la resaca: abuso de alcohol y ningún milagro

Lobo de noche, perro de día. Las fiestas nocturnas en las que uno acaba bebiéndose hasta el agua de los floreros tienen una factura a la mañana siguiente: dolor de cabeza, náuseas, mareos, vómitos, una sed terrible… Desde tiempos inmemoriales, cada generación ha buscado su … remedio para paliar en la medida de lo posible la temida resaca. Esa de la que nadie se acuerda cuando se lo está pasando bien, pero que al día siguiente hace jurar a más de uno que jamás volverá a beber de esa manera.
Hace años se hablaba de las bondades de tomarse un yogur o un chupito de aceite antes de salir para «proteger el estómago», de beberse un zumo de tomate al día siguiente para recuperar potasio, tomarse un café con sal o directamente seguir bebiendo alcohol por la mañana. Nada que funcionase, por si alguno tenía dudas.
Ahora los métodos se han sofisticado y se pueden encontrar complementos alimenticios en formato pastillas o bebible que se promocionan específicamente para este menester. Ya les adelantamos que tampoco tienen ninguna evidencia científica. Todos los expertos consultados para este reportaje coinciden en que no existen remedios para la resaca, salvo no beber o, por lo menos, no hacerlo en exceso. «Más allá del efecto placebo, no nos van a ayudar a superar resacas en ningún caso», asegura Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos, dietista-nutricionista y experta en seguridad alimentaria, que añade: «Todos estos productos tienen una publicidad potente alrededor. A veces no hablan directamente de ayudar a la resaca sino de mejorar el estado de ánimo, de que te aportan energía o ‘desintoxican’. Pueden llevar vitaminas o minerales, como las del grupo B o el magnesio, para los que se han aprobado determinadas declaraciones de propiedades saludables, como que reducen la sensación de fatiga, estimulan el sistema cognitivo o disminuyen el cansancio«.
Pero estos compuestos están en muchos complementos alimenticios, así que las marcas tienen que darle relato al producto para hacerlo más exclusivo. Para ello, «agregan otros ingredientes como la N-acetil-L-cisteína, ginseng o cúrcuma», señala Robles. «Otros sí se refieren específicamente a la resaca en su etiqueta. Les añaden compuestos botánicos como el nopal, que es el árbol de higo chumbo, y que, aunque tampoco tiene evidencia, puede utilizar la alegación por una normativa europea que permite a los compuestos botánicos pendientes de evaluación realizar determinadas declaraciones de propiedades, aunque aún no se haya probado su eficacia. Es un coladero absoluto», afirma la experta.
Algunos indican que hay que tomarlos durante la resaca y otros, antes de beber, para prevenirla. «Lo que generan es una expectativa alta sobre cómo te sientes después. El efecto placebo es muy potente. Te gastas una pasta, estás convencido, esperas resultados y sigues con una resaca terrorífica, pero te convences de que las que tenías antes eran peores», asegura Robles.
«Lo único que podemos hacer para evitar la resaca es no beber o beber poco. El alcohol es un tóxico», recuerda Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos. El experto señala que cuando ingerimos etanol (alcohol etílico) se genera un metabolito llamado acetaldehído, que es el principal causante de todos los males asociados al alcohol, desde el malestar de la resaca hasta el cáncer.
Cuando bebemos alcohol se produce una deshidratación. También se consume mucho azúcar y glucosa. «Lo único que podemos hacer en esos casos es beber agua, hidratarnos, comer normal e intentar dormir. Lo que venden para la resaca no hay evidencia de que funcione. Estamos en el momento de los suplementos para cada cosa. Queremos beber mucho cuando salimos de fiesta, pero estar estupendamente el día después, y eso no se puede», concluye Lurueña.

Falsa seguridad

Estos productos que se venden para combatir la resaca pueden dar una falsa sensación de seguridad que promueva beber aún más. «Existen tres falsas percepciones con estas sustancias: pensar que se pueden consumir grandes cantidades de alcohol porque luego no lo vas a pasar mal; creer en su eficacia cuando en realidad tienen una evidencia inexistente; y no tener en cuenta el riesgo de tomar algo que puede interaccionar con otros medicamentos o con condiciones de salud preexistentes», advierte el doctor David Martí, investigador de enfermedades hepáticas por alcohol en el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínic de Valencia (INCLIVA), y vocal de la junta directiva de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH).
Además, desvían la atención del verdadero problema de un consumo excesivo de alcohol: es la segunda causa prevenible de mortalidad en nuestro país con cerca de 15.000 fallecidos/año. Está relacionado con más de 200 enfermedades y problemas de salud, entre los que destaca la hepatopatía crónica por alcohol, que es la primera causa de trasplante hepático en España; las enfermedades cardiacas, vasculares, hipertensión arterial, insuficiencia cardiaca, ictus, cirrosis, fibrilación auricular y hasta 7 tipos de cánceres diferentes; así como adicción, psicopatologías, lesiones (personales y a terceras personas) y problemas sociales (familiares, laborales, peleas, siniestros viales, trastornos del espectro alcohólico fetal, etc). Así lo recoge el manifiesto que más de 15 sociedades científicas presentaron el pasado mes de mayo, en el que remarcaban que no existe ningún nivel de consumo beneficioso para la salud y que la filosofía respecto al alcohol es: ‘cuanto menor sea el consumo, mayores serán los beneficios para la salud’, ya que no existe un umbral de consumo seguro de esta sustancia.
La resaca es solo la consecuencia inmediata y palpable del abuso de alcohol, pero deja un rastro silente de consecuencias en la salud en el corto, medio y largo plazo. Y es igual de dañino el consumo crónico que en forma de atracón los fines de semana.
«Lo que hace el alcohol es deshidratar las neuronas. Como lo hagamos todos los fines de semana, podemos acabar teniendo daños severos», advierte el doctor José Manuel Moltó, miembro de la Sociedad Española de Neurología (SEN). En el mismo momento, el abuso de alcohol puede llevarnos incluso a un coma etílico. A medio plazo, podemos ir notando más dificultades de concentración y más problemas de memoria. «Está descrita la demencia alcohólica», señala el facultativo. En algunos casos, se pueden llegar a desarrollar problemas graves a largo plazo relacionados con el consumo crónico como la encefalopatía de Wernicke, el síndrome de Korsakoff o la polineuropatía alcohólica. Cuando se habla de consumo crónico se refiere al que se produce a diario, en cantidades que pueden no ser exageradas, pero que el paciente se siente incapaz de dejar.
Muchos se harán la siguiente pregunta: ¿cuánto es un consumo normal del alcohol? Depende de la capacidad de metabolización de cada persona. Pero la realidad es que, como con la comida, tendemos a minimizar y autoengañarnos con la ingesta real. «Cuando preguntas a una persona: ‘¿usted bebe?’ y te responde: ‘yo, lo normal’ y luego te cuenta que cada día se toma un carajillo, una cerveza a media mañana, un par de vinos comiendo; por la tarde, cuando acaba, una cerveza o gin tonic y cenando otro par de vinos. Eso es lo ‘normal’ para mucha gente, pero no es normal», advierte el doctor Moltó, quien añade que también hay quien piensa que no es alcohólico porque solo bebe el fin de semana, pero lo hace en modo barra libre. «Ambos patrones son peligrosos para la salud. Yo recomendaría que el consumo de alcohol sea cero», concluye.
El hígado es otro de los órganos que sufre especialmente con el consumo de alcohol. Detrás de la mayor parte de los casos de enfermedad hepática está el alcohol. Las tres grandes patologías relacionadas con su ingesta son la hepatitis alcohólica, «que se está viendo cada vez más en gente joven y mujeres», apunta el doctor Martí; el hígado graso y la cirrosis.
El patrón epidemiológico está cambiando. «Ya no se ve tanto el paciente que consumía grandes cantidades de alcohol, con un aspecto flaco y con algo de síndrome de abstinencia. En general, hoy en día vemos una población que no está del todo sana, que siempre tiene alguna condición subyacente relacionada con lo metabólico (tensión elevada, un poco de azúcar, un poco de colesterol) y cierto consumo de alcohol que es variable entre individuos. Y luego en los jóvenes ha aumentado la ingesta porque tienen facilidad de acceso y lo hacen en forma de atracón el fin de semana», afirma el doctor David Martí. En Europa, la enfermedad del hígado es la segunda causa de años de vida laboral perdidos, según un estudio impulsado por la Sociedad Europea para el Estudio del Hígado (EASL), al que hace referencia el experto: «No solo significa que es prevalente sino que afecta a gente joven».

Ozempic para beber menos

En esta búsqueda por reducir el consumo de alcohol, los medicamentos de la familia de los agonistas de GLP-1 , como Ozempic y Wegovy, tienen cada vez más estudios a favor. El último, publicado recientemente en ‘Scientific Reports’, descubrió que reducen la velocidad a la que el alcohol ingresa al torrente sanguíneo, por lo que podrían reducir sus efectos y ayudar a las personas a beber menos.
«Sabemos que la semaglutida es un potente interruptor de la recompensa dopaminérgica de ultraprocesados y también de drogas de abuso, como el alcohol y opiáceos, en animales de experimentación. Pero es que además en nuestras consultas de endocrinologia, desde hace tiempo, hemos visto que en los pacientes con este tratamiento, al igual que se reducen los antojos dulces, se reduce la ingesta de alcohol. Aunque hay una observación de correlación, se necesitan más ensayos clínicos, pero puede ser que un futuro tenga un papel importante en el tratamiento directo de la adicción al alcohol y otras sustancias», concluye el doctor Cristóbal Morales, endocrinólogo en el Hospital Vithas Sevilla. vocal de la junta directiva de la Seedo e investigador en ensayos clínicos sobre semaglutida.

Publicado: octubre 23, 2025, 10:15 pm

Fuente de la noticia : https://www.abc.es/salud/enfermedades/trampas-remedios-resaca-abuso-alcohol-ningun-milagro-20251024183603-nt.html

Lobo de noche, perro de día. Las fiestas nocturnas en las que uno acaba bebiéndose hasta el agua de los floreros tienen una factura a la mañana siguiente: dolor de cabeza, náuseas, mareos, vómitos, una sed terrible… Desde tiempos inmemoriales, cada generación ha buscado su remedio para paliar en la medida de lo posible la temida resaca. Esa de la que nadie se acuerda cuando se lo está pasando bien, pero que al día siguiente hace jurar a más de uno que jamás volverá a beber de esa manera.

Hace años se hablaba de las bondades de tomarse un yogur o un chupito de aceite antes de salir para «proteger el estómago», de beberse un zumo de tomate al día siguiente para recuperar potasio, tomarse un café con sal o directamente seguir bebiendo alcohol por la mañana. Nada que funcionase, por si alguno tenía dudas.

Ahora los métodos se han sofisticado y se pueden encontrar complementos alimenticios en formato pastillas o bebible que se promocionan específicamente para este menester. Ya les adelantamos que tampoco tienen ninguna evidencia científica. Todos los expertos consultados para este reportaje coinciden en que no existen remedios para la resaca, salvo no beber o, por lo menos, no hacerlo en exceso. «Más allá del efecto placebo, no nos van a ayudar a superar resacas en ningún caso», asegura Beatriz Robles, tecnóloga de los alimentos, dietista-nutricionista y experta en seguridad alimentaria, que añade: «Todos estos productos tienen una publicidad potente alrededor. A veces no hablan directamente de ayudar a la resaca sino de mejorar el estado de ánimo, de que te aportan energía o ‘desintoxican’. Pueden llevar vitaminas o minerales, como las del grupo B o el magnesio, para los que se han aprobado determinadas declaraciones de propiedades saludables, como que reducen la sensación de fatiga, estimulan el sistema cognitivo o disminuyen el cansancio«.

Pero estos compuestos están en muchos complementos alimenticios, así que las marcas tienen que darle relato al producto para hacerlo más exclusivo. Para ello, «agregan otros ingredientes como la N-acetil-L-cisteína, ginseng o cúrcuma», señala Robles. «Otros sí se refieren específicamente a la resaca en su etiqueta. Les añaden compuestos botánicos como el nopal, que es el árbol de higo chumbo, y que, aunque tampoco tiene evidencia, puede utilizar la alegación por una normativa europea que permite a los compuestos botánicos pendientes de evaluación realizar determinadas declaraciones de propiedades, aunque aún no se haya probado su eficacia. Es un coladero absoluto», afirma la experta.

Algunos indican que hay que tomarlos durante la resaca y otros, antes de beber, para prevenirla. «Lo que generan es una expectativa alta sobre cómo te sientes después. El efecto placebo es muy potente. Te gastas una pasta, estás convencido, esperas resultados y sigues con una resaca terrorífica, pero te convences de que las que tenías antes eran peores», asegura Robles.

«Lo único que podemos hacer para evitar la resaca es no beber o beber poco. El alcohol es un tóxico», recuerda Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos. El experto señala que cuando ingerimos etanol (alcohol etílico) se genera un metabolito llamado acetaldehído, que es el principal causante de todos los males asociados al alcohol, desde el malestar de la resaca hasta el cáncer.

Cuando bebemos alcohol se produce una deshidratación. También se consume mucho azúcar y glucosa. «Lo único que podemos hacer en esos casos es beber agua, hidratarnos, comer normal e intentar dormir. Lo que venden para la resaca no hay evidencia de que funcione. Estamos en el momento de los suplementos para cada cosa. Queremos beber mucho cuando salimos de fiesta, pero estar estupendamente el día después, y eso no se puede», concluye Lurueña.

Falsa seguridad

Estos productos que se venden para combatir la resaca pueden dar una falsa sensación de seguridad que promueva beber aún más. «Existen tres falsas percepciones con estas sustancias: pensar que se pueden consumir grandes cantidades de alcohol porque luego no lo vas a pasar mal; creer en su eficacia cuando en realidad tienen una evidencia inexistente; y no tener en cuenta el riesgo de tomar algo que puede interaccionar con otros medicamentos o con condiciones de salud preexistentes», advierte el doctor David Martí, investigador de enfermedades hepáticas por alcohol en el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínic de Valencia (INCLIVA), y vocal de la junta directiva de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH).

Además, desvían la atención del verdadero problema de un consumo excesivo de alcohol: es la segunda causa prevenible de mortalidad en nuestro país con cerca de 15.000 fallecidos/año. Está relacionado con más de 200 enfermedades y problemas de salud, entre los que destaca la hepatopatía crónica por alcohol, que es la primera causa de trasplante hepático en España; las enfermedades cardiacas, vasculares, hipertensión arterial, insuficiencia cardiaca, ictus, cirrosis, fibrilación auricular y hasta 7 tipos de cánceres diferentes; así como adicción, psicopatologías, lesiones (personales y a terceras personas) y problemas sociales (familiares, laborales, peleas, siniestros viales, trastornos del espectro alcohólico fetal, etc). Así lo recoge el manifiesto que más de 15 sociedades científicas presentaron el pasado mes de mayo, en el que remarcaban que no existe ningún nivel de consumo beneficioso para la salud y que la filosofía respecto al alcohol es: ‘cuanto menor sea el consumo, mayores serán los beneficios para la salud’, ya que no existe un umbral de consumo seguro de esta sustancia.

La resaca es solo la consecuencia inmediata y palpable del abuso de alcohol, pero deja un rastro silente de consecuencias en la salud en el corto, medio y largo plazo. Y es igual de dañino el consumo crónico que en forma de atracón los fines de semana.

«Lo que hace el alcohol es deshidratar las neuronas. Como lo hagamos todos los fines de semana, podemos acabar teniendo daños severos», advierte el doctor José Manuel Moltó, miembro de la Sociedad Española de Neurología (SEN). En el mismo momento, el abuso de alcohol puede llevarnos incluso a un coma etílico. A medio plazo, podemos ir notando más dificultades de concentración y más problemas de memoria. «Está descrita la demencia alcohólica», señala el facultativo. En algunos casos, se pueden llegar a desarrollar problemas graves a largo plazo relacionados con el consumo crónico como la encefalopatía de Wernicke, el síndrome de Korsakoff o la polineuropatía alcohólica. Cuando se habla de consumo crónico se refiere al que se produce a diario, en cantidades que pueden no ser exageradas, pero que el paciente se siente incapaz de dejar.

Muchos se harán la siguiente pregunta: ¿cuánto es un consumo normal del alcohol? Depende de la capacidad de metabolización de cada persona. Pero la realidad es que, como con la comida, tendemos a minimizar y autoengañarnos con la ingesta real. «Cuando preguntas a una persona: ‘¿usted bebe?’ y te responde: ‘yo, lo normal’ y luego te cuenta que cada día se toma un carajillo, una cerveza a media mañana, un par de vinos comiendo; por la tarde, cuando acaba, una cerveza o gin tonic y cenando otro par de vinos. Eso es lo ‘normal’ para mucha gente, pero no es normal», advierte el doctor Moltó, quien añade que también hay quien piensa que no es alcohólico porque solo bebe el fin de semana, pero lo hace en modo barra libre. «Ambos patrones son peligrosos para la salud. Yo recomendaría que el consumo de alcohol sea cero», concluye.

El hígado es otro de los órganos que sufre especialmente con el consumo de alcohol. Detrás de la mayor parte de los casos de enfermedad hepática está el alcohol. Las tres grandes patologías relacionadas con su ingesta son la hepatitis alcohólica, «que se está viendo cada vez más en gente joven y mujeres», apunta el doctor Martí; el hígado graso y la cirrosis.

El patrón epidemiológico está cambiando. «Ya no se ve tanto el paciente que consumía grandes cantidades de alcohol, con un aspecto flaco y con algo de síndrome de abstinencia. En general, hoy en día vemos una población que no está del todo sana, que siempre tiene alguna condición subyacente relacionada con lo metabólico (tensión elevada, un poco de azúcar, un poco de colesterol) y cierto consumo de alcohol que es variable entre individuos. Y luego en los jóvenes ha aumentado la ingesta porque tienen facilidad de acceso y lo hacen en forma de atracón el fin de semana», afirma el doctor David Martí. En Europa, la enfermedad del hígado es la segunda causa de años de vida laboral perdidos, según un estudio impulsado por la Sociedad Europea para el Estudio del Hígado (EASL), al que hace referencia el experto: «No solo significa que es prevalente sino que afecta a gente joven».

Ozempic para beber menos

En esta búsqueda por reducir el consumo de alcohol, los medicamentos de la familia de los agonistas de GLP-1 , como Ozempic y Wegovy, tienen cada vez más estudios a favor. El último, publicado recientemente en ‘Scientific Reports’, descubrió que reducen la velocidad a la que el alcohol ingresa al torrente sanguíneo, por lo que podrían reducir sus efectos y ayudar a las personas a beber menos.

«Sabemos que la semaglutida es un potente interruptor de la recompensa dopaminérgica de ultraprocesados y también de drogas de abuso, como el alcohol y opiáceos, en animales de experimentación. Pero es que además en nuestras consultas de endocrinologia, desde hace tiempo, hemos visto que en los pacientes con este tratamiento, al igual que se reducen los antojos dulces, se reduce la ingesta de alcohol. Aunque hay una observación de correlación, se necesitan más ensayos clínicos, pero puede ser que un futuro tenga un papel importante en el tratamiento directo de la adicción al alcohol y otras sustancias», concluye el doctor Cristóbal Morales, endocrinólogo en el Hospital Vithas Sevilla. vocal de la junta directiva de la Seedo e investigador en ensayos clínicos sobre semaglutida.

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