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Las sanciones europeas están lejos todavía de dañar la economía rusa, alerta un informe del Instituto Kiel

Eslovaquia, con su veto, ha bloqueado esta semana la política exterior europea hacia Rusia, al negarse a aceptar el décimo octavo paquete de sanciones contra Moscú. Las sanciones internacionales se han convertido en una de las herramientas más utilizadas en política exterior, ya sea … con el fin de presionar en negociaciones en curso o como forma más laxa de enfrentamiento en lugar de conflictos armados. Su efectividad, sin embargo, no está completamente demostrada. Los juicios sobre las consecuencias de las sanciones varían según la parte de la que proceden y a menudo prevalece la impresión de que su efecto, en caso de tenerlo, es demasiado lento y maleable.
«Las sanciones funcionan, pero no todos los países se ven afectados por igual», afirma el informe presentado por el Instituto Kiel y titulado ‘Dependencias del comercio y su uso como arma en la historia’ (‘Trade Dependencies and their weaponization in History’), uno de los más serios intentos hasta ahora de cuantificar esa efectividad. Tras analizar los datos mundiales disponibles desde 1920 hasta la actualidad, demuestra que las sanciones comerciales causan sólo un daño moderado: si se sanciona el comercio que representa el 1% del Producto Interno Bruto (PIB), este cae sólo 0,3 puntos porcentuales en promedio durante cinco años.
«Las consecuencias económicas de las sanciones dependen de su intensidad y de la estructura económica del país objetivo», ha explicado en la presentación Moritz Schularick, presidente del Instituto Kiel y coautor de la investigación. A su juicio, «sólo las sanciones que ascienden al 10% del PIB causan graves daños económicos, que corresponden a alrededor de un tercio del volumen de comercio exterior de un país industrializado».

Extrapoladas estas conclusiones a las sanciones europeas a Rusia, se diría que no están resultando decisivas. Aunque difícil de cuantificar, se estima que dichas represalias tuvieron en 2022 un primer impacto en el PIB ruso del 2,1 %, según el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). En 2023, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) calculó que este impacto fue de un 2,5%, el Banco Mundial lo situó en el 0,2% y el FMI en el 0,7%. Lejos, en todo caso, del 10% que señala el informe. El perjuicio se aproxima más a esta tasa de efectividad si, en lugar del PIB, miramos a las exportaciones rusas, que han disminuido entre un 8,7% y un 9,6%. Las economías más orientadas a las ventas al exterior son las más vulnerables a este tipo de medidas, según el Instituto Kiel, que apunta una serie de factores de vulnerabilidad.
«Las economías con estructuras comerciales no diversificadas son significativamente más vulnerables a las sanciones, incluso a las menores, que las naciones industrializadas altamente diversificadas. Esto es especialmente cierto para las naciones insulares que dependen en gran medida de las importaciones y para los países de bajos ingresos. Para estos países, una sanción por valor del 1% del PIB puede costar hasta 5 puntos porcentuales del PIB», calcula el estudio. Los países con una alta proporción de productos básicos en sus exportaciones tienden también a reaccionar de manera más sensible, tres a cuatro veces superiores al promedio, y esto es particularmente cierto en el caso de Rusia.
«Si las prohibiciones a la exportación de petróleo y gas se aplicaran de manera más consistente, las sanciones serían mucho más efectivas. Actualmente, los aliados occidentales no están alcanzando su potencial máximo para ejercer presión económica sobre Rusia», ha denunciado Schularick en la presentación del informe. Y señala que son las sanciones financieras las que pueden tener efectos más graves. Medidas como la congelación de activos o la exclusión de países de sistemas internacionales de pago como SWIFT han demostrado que pueden causar pérdidas en el PIB de hasta 10 puntos porcentuales. Por ejemplo, después de las sanciones estadounidenses dirigidas a las instituciones financieras iraníes en 2012, la economía del país se contrajo aproximadamente un 20% en sólo tres años.
A simple vista, las sanciones no parecen perjudicar realmente a Rusia. La economía está creciendo actualmente a un ritmo del 3%, mientras que algunos de los países que impulsan el castigo, como Alemania, permanecen estancados. Sin embargo, los precios rusos están creciendo, con una inflación del 9,4% en junio, y es ya muy difícil para el Kremlin pedir dinero prestado en los mercados financieros. Uno de los principales problemas de efectividad de esta herramienta reside en la capacidad de los países que las imponen para llevarlas a cabo realmente. A tenor de Schularick, «es casi imposible sacar realmente el petróleo ruso del mercado porque está muy estrechamente entrelazado con la economía mundial».

Publicado: julio 17, 2025, 8:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/sanciones-europeas-lejos-danar-economia-rusa-20250716171048-nt.html

Eslovaquia, con su veto, ha bloqueado esta semana la política exterior europea hacia Rusia, al negarse a aceptar el décimo octavo paquete de sanciones contra Moscú. Las sanciones internacionales se han convertido en una de las herramientas más utilizadas en política exterior, ya sea con el fin de presionar en negociaciones en curso o como forma más laxa de enfrentamiento en lugar de conflictos armados. Su efectividad, sin embargo, no está completamente demostrada. Los juicios sobre las consecuencias de las sanciones varían según la parte de la que proceden y a menudo prevalece la impresión de que su efecto, en caso de tenerlo, es demasiado lento y maleable.

«Las sanciones funcionan, pero no todos los países se ven afectados por igual», afirma el informe presentado por el Instituto Kiel y titulado ‘Dependencias del comercio y su uso como arma en la historia’ (‘Trade Dependencies and their weaponization in History’), uno de los más serios intentos hasta ahora de cuantificar esa efectividad. Tras analizar los datos mundiales disponibles desde 1920 hasta la actualidad, demuestra que las sanciones comerciales causan sólo un daño moderado: si se sanciona el comercio que representa el 1% del Producto Interno Bruto (PIB), este cae sólo 0,3 puntos porcentuales en promedio durante cinco años.

«Las consecuencias económicas de las sanciones dependen de su intensidad y de la estructura económica del país objetivo», ha explicado en la presentación Moritz Schularick, presidente del Instituto Kiel y coautor de la investigación. A su juicio, «sólo las sanciones que ascienden al 10% del PIB causan graves daños económicos, que corresponden a alrededor de un tercio del volumen de comercio exterior de un país industrializado».

Extrapoladas estas conclusiones a las sanciones europeas a Rusia, se diría que no están resultando decisivas. Aunque difícil de cuantificar, se estima que dichas represalias tuvieron en 2022 un primer impacto en el PIB ruso del 2,1 %, según el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). En 2023, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) calculó que este impacto fue de un 2,5%, el Banco Mundial lo situó en el 0,2% y el FMI en el 0,7%. Lejos, en todo caso, del 10% que señala el informe. El perjuicio se aproxima más a esta tasa de efectividad si, en lugar del PIB, miramos a las exportaciones rusas, que han disminuido entre un 8,7% y un 9,6%. Las economías más orientadas a las ventas al exterior son las más vulnerables a este tipo de medidas, según el Instituto Kiel, que apunta una serie de factores de vulnerabilidad.

«Las economías con estructuras comerciales no diversificadas son significativamente más vulnerables a las sanciones, incluso a las menores, que las naciones industrializadas altamente diversificadas. Esto es especialmente cierto para las naciones insulares que dependen en gran medida de las importaciones y para los países de bajos ingresos. Para estos países, una sanción por valor del 1% del PIB puede costar hasta 5 puntos porcentuales del PIB», calcula el estudio. Los países con una alta proporción de productos básicos en sus exportaciones tienden también a reaccionar de manera más sensible, tres a cuatro veces superiores al promedio, y esto es particularmente cierto en el caso de Rusia.

«Si las prohibiciones a la exportación de petróleo y gas se aplicaran de manera más consistente, las sanciones serían mucho más efectivas. Actualmente, los aliados occidentales no están alcanzando su potencial máximo para ejercer presión económica sobre Rusia», ha denunciado Schularick en la presentación del informe. Y señala que son las sanciones financieras las que pueden tener efectos más graves. Medidas como la congelación de activos o la exclusión de países de sistemas internacionales de pago como SWIFT han demostrado que pueden causar pérdidas en el PIB de hasta 10 puntos porcentuales. Por ejemplo, después de las sanciones estadounidenses dirigidas a las instituciones financieras iraníes en 2012, la economía del país se contrajo aproximadamente un 20% en sólo tres años.

A simple vista, las sanciones no parecen perjudicar realmente a Rusia. La economía está creciendo actualmente a un ritmo del 3%, mientras que algunos de los países que impulsan el castigo, como Alemania, permanecen estancados. Sin embargo, los precios rusos están creciendo, con una inflación del 9,4% en junio, y es ya muy difícil para el Kremlin pedir dinero prestado en los mercados financieros. Uno de los principales problemas de efectividad de esta herramienta reside en la capacidad de los países que las imponen para llevarlas a cabo realmente. A tenor de Schularick, «es casi imposible sacar realmente el petróleo ruso del mercado porque está muy estrechamente entrelazado con la economía mundial».

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