Publicado: junio 5, 2025, 2:15 pm
Fuente de la noticia : https://www.abc.es/salud/enfermedades/taurina-molecula-longevidad-20250605132839-nt.html
La taurina es un aminoácido abundante en animales y humanos, que el cuerpo produce de forma natural y también se obtiene a través de alimentos y suplementos. En 2023, un estudio publicado en la revista ‘Science’ afirmaba que su deficiencia podría acelerar el envejecimiento … y al administrar suplementos de taurina se mejoraba la salud y esperanza de vida en gusanos, roedores y algunos parámetros en primates, lo que podría justificar ensayos en humanos. No era la primera vez que se vinculaba la falta de taurina en etapas tempranas con problemas en músculos, ojos y sistema nervioso.
Los suplementos de taurina se convirtieron en el nuevo remedio contra el envejecimiento y muchos suplementos dietéticos y bebidas energéticas empezaron a incorporar y a promocionar este aminoácido como remedio para la salud y la longevidad. Sin embargo, un estudio dirigido por el investigador español Rafael de Cabo, que abarca datos en humanos y en modelos animales, cuestiona la creencia extendida de que sus niveles en sangre disminuyen con la edad y que esta reducción podría servir como un marcador fiable del envejecimiento.
«La literatura sobre la relación entre taurina y envejecimiento ha sido contradictoria», explicó la también investigadora española María Emilia Fernández. «Algunos estudios muestran que los niveles circulantes de taurina disminuyen con la edad, mientras que otros no encuentran cambios o incluso reportan aumentos. Nuestro objetivo fue resolver estas discrepancias realizando un análisis integral de la literatura previa y generando nuevos datos mediante evaluaciones transversales y longitudinales en humanos sanos de tres regiones geográficas diferentes, y en dos modelos animales: ratones y monos, ambos de ambos sexos y con un rango amplio de edad adulta».
La investigación, publicada en también en revista ‘Science’, ha evaluado de forma tanto longitudinal como transversal las concentraciones de taurina en la sangre de personas sanas, así como en primates no humanos y ratones de laboratorio, abarcando un amplio rango de edades y ambos sexos. A diferencia de estudios previos que señalaban una caída en los niveles de taurina con el paso de los años, los nuevos datos muestran que esta tendencia no se confirma de manera consistente.
Este equipo del Instituto Nacional del Envejecimiento de EE.UU. ha identificado que los estudios anteriores que vinculaban la disminución de taurina con la edad presentaban limitaciones metodológicas importantes. Entre ellas, el uso de rangos de edad muy acotados, el empleo exclusivo de datos transversales (que recogen información en un solo momento en el tiempo) y la combinación de datos de distintos grupos (por ejemplo, hombres y mujeres, o individuos con diferentes estados de salud), lo que podría haber distorsionado los resultados.
El equipo del español ha realizado un análisis detallado de muestras sanguíneas recogidas a lo largo del tiempo en tres especies de mamíferos. En personas, se utilizaron datos del Baltimore Longitudinal Study of Aging (BLSA), que abarca participantes de entre 26 y 100 años. En primates, se analizaron muestras de monos rhesus de entre 3 y 32 años, y en ratones de laboratorio (cepa C57BL/6J), se observaron cambios en el rango de 9 a 27 meses de edad.
Los hallazgos son claros: en la mayoría de los casos, las concentraciones de taurina aumentaron con la edad o se mantuvieron estables. En mujeres y hembras de animales, los niveles tendieron a subir con el tiempo. Solo en los ratones macho no se detectaron cambios significativos. Esto contradice la narrativa anterior que sugería una pérdida progresiva de taurina como característica común del envejecimiento.
«Lo que encontramos fue que los niveles circulantes de taurina no disminuyen consistentemente con la edad. De hecho, en la mayoría de las cohortes observamos que los niveles permanecen estables o incluso aumentan, salvo en algunos casos puntuales como ratones macho y en un grupo específico de hombres de un estudio transversal», señaló Fernández.
A lo largo del tiempo
Para De Cabo uno de los aspectos más potentes de este estudio es el uso de datos longitudinales. Los estudios longitudinales en envejecimiento son escasos porque requieren mucho tiempo, recursos y compromiso, pero su valor es enorme. En lugar de tener una foto fija en un momento puntual, podemos seguir la trayectoria completa de una molécula —en este caso, la taurina— a lo largo de toda la vida del individuo y analizar cómo se relaciona con el estado de salud o la supervivencia.
Otro punto fuerte es que el estudio fue completamente observacional: ni los animales ni los humanos estaban bajo tratamientos farmacológicos o dietas específicas. Estaban en condiciones de vida normales. «Esto nos permitió observar el envejecimiento en estado puro, sin interferencias externas, lo cual es fundamental cuando se busca identificar biomarcadores reales», explicó.
Además, el estudio incluyó tres especies distintas y ambos sexos, lo que aporta una visión más completa de cómo se comporta la taurina en contextos biológicos diversos. Y, muy importante, el tamaño de muestra fue suficientemente grande para mostrar que el envejecimiento no es un proceso homogéneo, ni siquiera dentro de una misma especie o cohorte.
Los investigadores también buscaron correlaciones entre los niveles de taurina y parámetros funcionales como la fuerza muscular o el peso corporal, aspectos clave del envejecimiento saludable. Sin embargo, los resultados fueron inconsistentes: en algunos grupos se observó una débil asociación, mientras que en otros no se encontró ninguna relación significativa.
Estas inconsistencias refuerzan la conclusión principal del estudio: la taurina no muestra una relación clara ni uniforme con el envejecimiento ni con el estado funcional a lo largo del tiempo, lo que limita su valor como herramienta diagnóstica o pronóstica en este contexto.
Esa alta variabilidad ha complicado su análisis como biomarcador fiable. «No podemos decir con seguridad que la taurina sea un biomarcador de envejecimiento. En algunos contextos sube, en otros baja. En pacientes con obesidad severa, por ejemplo, los niveles pueden estar más altos, no más bajos», afirmó Fernández, especialista en metabolómica clínica.
Según Luigi Ferrucci, experto en biomarcadores del envejecimiento del Instituto Nacional del Envejecimiento de EE.UU., esta situación no es única: «La variabilidad en biomarcadores es la norma, no la excepción. Lo importante es que haya una tendencia sistemática con la edad asociada a resultados clínicos relevantes como enfermedades o pérdida de función».
Ferrucci indicó que muchas veces se proponen biomarcadores del envejecimiento que luego no se validan. «Este estudio es importante precisamente porque muestra que la relación entre taurina y envejecimiento no es consistente, lo cual nos obliga a reflexionar más profundamente. Como solía decir uno de mis mentores: cuando los resultados no son los que esperabas, es cuando hay algo importante que descubrir. Esta variabilidad entre estudios puede esconder mecanismos biológicos claves que aún no comprendemos. Por eso, necesitamos ser muy rigurosos antes de considerar a la taurina como un biomarcador útil».
Los biomarcadores del envejecimiento son esenciales porque nos permiten identificar cambios funcionales antes de que aparezca la enfermedad, y así intervenir de forma temprana. «Pero justamente por eso, deben estar basados en evidencia sólida y reproducible», destaca Fe.rrucci.
Envejecimiento biológico
Rafael de Cabo concluye que los niveles circulantes de taurina no disminuyen con la edad en individuos sanos, y que su variabilidad entre personas es demasiado alta como para considerarla un biomarcador útil del envejecimiento. Además, la falta de asociaciones sólidas con parámetros de salud refuerza la idea de que la reducción de taurina no impulsa de manera directa el envejecimiento biológico.
«Es muy difícil definir cuál es nuestra ineficiencia con la taurina, porque los valores varían mucho en la población. La variabilidad puede deberse a múltiples factores: estrés, restricción calórica, dieta, producción endógena…», explicó Vijay Yadav, investigador pionero en este campo de la Universidad Rutgers.
Uno de los hallazgos recientes más debatidos es la caída de los niveles de taurina en la mediana edad, que inspiró ensayos clínicos para evaluar su suplementación. «Sabíamos que desde el nacimiento los niveles ya estaban un 70% más bajos en la mediana edad, y eso nos llevó a probar su suplementación en humanos durante seis meses para ver si retrasaba el envejecimiento», agregó Yadav.
Mucha gente empieza a tomar suplementos apenas se publica un estudio positivo. Eso es peligroso
Y mientras los científicos continúan explorando sus efectos, muchos se preguntan si la taurina debería recomendarse como suplemento para mejorar la salud o retrasar el envejecimiento. La mayoría de los expertos consultados fueron cautelosos.
«No recomendamos la suplementación con taurina en la población general -enfatizó Yadav-. Estamos esperando los resultados del ensayo clínico aleatorizado y controlado por placebo para saber si realmente puede reducir la edad biológica».
De Cabo coincidió: «Mucha gente empieza a tomar suplementos apenas se publica un estudio positivo. Eso es peligroso. La taurina es una molécula biológicamente activa y puede interactuar con medicamentos. Si alguien quiere tomarla, debe hacerlo bajo supervisión médica».
Pese a las diferencias de enfoque, todos los expertos coincidieron en una idea: la taurina es una molécula fascinante, pero todavía estamos lejos de comprender plenamente su biología.
«Necesitamos entender mejor los mecanismos fisiológicos y bioquímicos de la taurina antes de poder usarla como marcador o tratamiento confiable», concluyó De Cabo.
Por ahora, los científicos apuestan por avanzar con prudencia. El entusiasmo por la taurina como posible «molécula de la longevidad» debe ir acompañado de rigor, ensayos clínicos sólidos y un enfoque personalizado, basado en evidencia.