Publicado: noviembre 9, 2025, 3:45 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/nueva-york-nubes-encumbrado-zohran-mamdani-20251109024718-nt.html
Como cada sábado por la mañana, se forma cola en el punto de distribución de alimentos de la iglesia metodista Newman, en Bed-Stuy, un barrio negro –cada vez menos– del distrito neoyorquino de Brooklyn. «El alquiler y la carne», responde con timidez Mariana, que … sale con una bolsa de la que sobresalen las patatas, cuando se le pregunta qué es lo que cada vez le cuesta más permitirse.
La cesta de la compra se ha convertido en un lujo para gente como esta inmigrante de Ecuador, que sobrevive como puede a una Nueva York en la que el coste de vida se ha disparado. «Junto botellas y cuando puedo hago limpieza», dice sobre sus ingresos.
Pero ella y el resto de ‘parias de Nueva York’ que hacen cola aquà –entra una mujer de mediana edad con su bolsa y se mete en un Mercedes negro imponente– no son la mayor razón por la que la ciudad en la que viven tendrá a partir de enero un alcalde socialista. O, para sus crÃticos, «comunista» Zohran Mamdani, el joven musulmán de 34 años que ganó la elección el pasado martes con un programa izquierdista, ha ascendido al poder porque Nueva York se ha convertido en un lugar difÃcil de costear para casi todo el mundo.
Precios por los aires en los supermercados y en los alquileres de la gran manzana. La libra de tomates cuestan 3,69 dólares, lo que equivale a unos 7,5 euros el kilo de tomates. Un alquiler en una buena zona de la ciudad está a 12.000 dólares el mes y un café con leche supera los cuatro dólares.
El triunfo sorprendente de Mamdani tiene muchas razones: una reacción a la presidencia de Donald Trump; una respuesta al ‘establishment’ demócrata que apoyó a un candidato desgastado como el exgobernador Andrew Cuomo; y un hambre de cambio, de relevo generacional. Pero, ante todo, Mamdani ganó por un mensaje económico centrado en la ‘crisis de coste de la vida’ que vive Nueva York. Y solo hace falta un paseo por sus calles y hablar con sus vecinos para entenderlo.
Es una mañana deliciosa de otoño y en los alrededores de la iglesia que distribuye comida, la gente pasea en calles alfombradas por las hojas caÃdas, con sus cafés en vaso de plástico en la mano. Una chica acaba de pagar siete dólares, impuestos y propina incluidos, por un ‘latte’ en Stone Fruit, una cafeterÃa de la avenida Bedford. No es especialmente caro, es el precio en cualquier otra cafeterÃa de la zona. Si le sumas un croissant o un ‘scone’, el desayuno se queda en 15 dólares. Fuera, una decena de clientes los disfrutan al sol y son un retrato de este Nueva York que deberÃa ser pudiente y no lo es: profesionales de mediana edad, con formación universitaria, con sueldos en muchos casos de más de 100.000 dólares… y que viven con estrecheces. Sumado a la ideologÃa ‘progre’ de buena parte de Nueva York, esa frustración económica ha labrado el camino de Mamdani que ha ofrecido la congelación de muchos alquileres, autobuses gratis, subidas de impuestos a las rentas más altas o guarderÃas gratis hasta los 5 años.
La vivienda es el gran problema. Llegamos a Williamsburg, un barrio que en su dÃa fue popular –polaco, puertorriqueño e industrial–, después refugio de artistas y creativos y ahora un reducto de exclusividad. Rolex ha anunciado que pronto abrirá aquà una tienda. Una turista se queda boquiabierta mirando el escaparate de una inmobiliaria: se vende un apartamento de dos habitaciones por 2,1 millones de dólares; se alquila otro en Greenpoint –el barrio vecino– por 12.000 dólares al mes.
Son ejemplos de la locura inmobiliaria de Nueva York, donde el alquiler medio de un estudio está en 3.300 dólares al mes y el de un apartamento de dos habitaciones se acerca a los 4.000.
«Tengo 32 años y vivo con mi madre. Pero me conviene más que vivir con dos extraños y no poder pagar nada», dice Sarah, que trabaja de cajera y vive en Ridgewood, un barrio alejado que era asequible. Ya tampoco lo es. En su supermercado el kilo de tomates está a entre seis y ocho dólares.
Un hombre hace la compra en un supermercado de Brooklyn
Se estima que los neoyorquinos dedican un 31% de sus ingresos al alquiler, con un sueldo mediano de 70.000 dólares. Pero la realidad es que la desigualdad ha crecido con fuerza en los últimos años. De las diez mayores ciudades de EE.UU., Nueva York es la única en la que sus ingresos medianos han caÃdo desde 2019. Sin embargo, los que más ganan –aquellos con ingresos de más de 312.000 dólares al año– han visto cómo sus salarios se han incrementado en un 35% en el mismo periodo.
El coste de la vida sube
«Lo peor es para las familias», dice John, padre de dos hijos, Comparte una cerveza con un amigo en Skinny Dennis, una especie de ‘dive bar’, lo que deberÃa ser un bar barato (dos cervezas, 19 dólares). «Cualquier clase extraescolar cuesta 80 dólares la hora. El fútbol de mi hijo cuesta 350 dólares al mes. La cuidadora, por seis horas al dÃa, son 3.000 al mes», recuenta. Él y su pareja son profesionales que en casi cualquier lugar del mundo tendrÃan una vida acomodada. Ahora apenas pueden salir por la noche. «Ir a cenar supone 350 dólares, entre la ‘babysitter’, su taxi y la cena. Si es cena y concierto o teatro, 500. Es inasumible», dice.
El ahogo financiero de las familias explica la popularidad de la propuesta de Mamdani de costear las guarderÃas. Su precio medio en la ciudad –incluyendo los barrios más pobres– es de 23.000 dólares al año. Hay estimaciones de que una familia necesita 100.000 dólares para cubrir las necesidades básicas y 334.000 dólares para vivir con comodidad si se tienen hijos. Es decir, la mayorÃa de los neoyorquinos viven con incomodidad.
«Vivir aquà ha dejado de tener sentido», asegura John, que no cambia de ciudad o de paÃs por el trabajo de su pareja. Otros muchos tampoco se pueden ir y otros, como Campbell, no entienden la vida fuera de Nueva York, «aunque me gaste 200 dólares al mes en el seguro del coche o 4 dólares en un ramito de perejil».
La mayorÃa de los neoyorquinos con los que ha hablado este periódico son optimistas con Mamdani y su agenda izquierdista. Incluso quienes creen que algunas de sus propuestas son equivocadas. Es el caso de Calum, un treintañero que reconoce ser un privilegiado, sin costes familiares y con un buen sueldo en el sector financiero. Pero el coste de vida también le ha afectado: «Antes salÃa mucho a cenar, ahora es que cuesta 250 dólares si voy con mi pareja. Y ya no voy a cenar chuletón, algo que me encantaba», dice. Pero cree que una de las piezas centrales del programa de Mamdani es un error: la congelación de los alquileres en los apartamentos con precios controlados. «A mà me viene muy bien porque vivo en uno de ellos», reconoce. «Pero es mala idea, es cortoplacista, desincentivará la construcción a largo plazo. Y lo que necesita esta ciudad es construir, construir, construir». A partir de enero, cuando jure su cargo, Mamdani tendrá la enorme tarea de cumplir con sus propias promesas.
