Publicado: febrero 25, 2025, 11:44 pm
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/mutacion-ucraniana-agente-cohesion-factor-division-20250225173528-nt.html
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Moscú bombardea diariamente, con oleadas de drones y misiles, objetivos por toda Ucrania. Tales acciones, con particular prioridad contra instalaciones gasÃsticas, son frecuentes en las zonas de Kiev, Poltava, Jersón y Odesa. Ucrania está experimentando una gran carencia de gas, especialmente a raÃz del cerrojazo dado por Kiev, el pasado 1 de enero … , al tránsito del gas ruso por su territorio. Flujo del que la propia Ucrania también se beneficiaba. Actualmente, el sector energético ucraniano está destrozado y Kiev debe comprar gas a Europa (que proviene principalmente de Rusia) a altos precios. Con ello, Ucrania añade al problema operativo militar otro más agudo de supervivencia como paÃs.
Sobre el terreno, las tropas rusas avanzan lenta pero infatigablemente en todos los sectores del frente. Los combates son particularmente cruentos en los oblast de Donetsk y Kursk. En este último, se incrementan las acciones ofensivas para destruir la potencia combativa de las tropas ucranianas sobre territorio ruso. Aquéllas han alcanzado Pogrebki, situada a solo 4 kilómetros al norte de Malaya Loknya, y tratan de progresar hacia Sudzha por la autovÃa de Lgov a Sudzha.
Lo más novedoso es la perforación de la frontera ruso-ucraniana mediante un esfuerzo por la dirección Sverdlikovo (Rusia)-Noven’ke (Ucrania). Desde esta última población, las tropas rusas tratarán probablemente de proseguir avanzando hacia el sureste buscando cortar la autovÃa R-200 que une Sumy (Ucrania) con Sudzha (Kursk). Itinerario de gran capacidad logÃstica y fundamental para el sostenimiento de las tropas ucranianas, que ya solo controlan el 30% del total de territorio ruso que llegaron a ocupar tras la penetración de agosto pasado. La finalidad táctica de esta operación consistirÃa en obligar a las tropas ucranianas a retirarse hacia su paÃs para no quedar cercadas. La finalidad estratégica serÃa negar a Ucrania la baza de negociación que supondrÃa controlar alguna parcela, por mÃnima que fuera, de territorio ruso.
Nadie oculta en Europa su frustración por haber sido excluida de la reunión, el pasado 18 de febrero, en Riad, entre los ministros de Exteriores norteamericano (Rubio) y ruso (Lavrov). Encuentro que pulverizó la polÃtica occidental de aislamiento de Rusia. Zelenski está siendo blanco de ataques verbales de Trump por supuesta falta de representatividad democrática (le llamó «dictador») y bajÃsima popularidad (cifrándola en el 4%). Trump, además, reclama a Ucrania 500.000 millones de dólares por la ayuda norteamericana, que pretende recuperar mediante la explotación de las tierras raras ucranianas. ¿Acaso pensaba Zelenski que todo lo que le llegaba desde EE.UU. era a fondo perdido? El lÃder ucraniano ha respondido tildando a Trump de «desinformador».
Sin olvidar que un acuerdo de paz en Ucrania afectará también al equilibrio de poder en Asia y a la credibilidad de las alianzas norteamericanas en todo el planeta, es indudable que la atmósfera atlántica se ha enrarecido. Tal mostraron las posturas encontradas entre EE.UU. y los paÃses europeos en las votaciones en la ONU, el pasado lunes, sobre la guerra en Ucrania. Probablemente, el flujo norteamericano de ayuda a Ucrania se agostará. Tampoco es descartable un choque polÃtico/económico entre EE.UU. y la UE. Ésta tardÃamente empieza a moverse. Aprobó, el pasado 19 de febrero, otro inoperante y pertinaz paquete de sanciones a Rusia. Asimismo, lÃderes de la UE y de paÃses europeos se desplazaron a Kiev, el pasado lunes, para explicitar su apoyo a Zelenski y, de refilón, su rechazo a las tesis de Trump. Sánchez –como en Kiev no le abuchean– fue uno de los viajeros.
El presidente francés, Macron, se fue a Washington, el lunes, a visitar a Trump. Una reunión anodina con la que el francés buscaba consolidar su auto-atribuida posición de adalid europeo, y puente trasatlántico en un oportuno momento de debilidad de una Alemania sumida en un proceso gubernamental complejo. Vigilando los pasos del francés, el ‘premier’ británico, Starmer, se descolgará por Washington mañana. Quizás retome allà la función de zascandileo de Boris Johnson quien, en abril de 2022, en Estambul, desbarató los acuerdos entre Rusia y Ucrania para sofocar las hostilidades. Acuerdos que hubieran ahorrado tantas vidas y tanto dinero perdidos inútilmente. Definitivamente, en el seno atlántico, Ucrania ha pasado de ser agente de cohesión a factor de división.