Publicado: diciembre 10, 2025, 2:00 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/tecnologia/inteligencia-artifical-entra-lleno-despachos-abogados-letrados-20251210201242-nt.html
Cuando Álvaro Castizo, abogado especialista en Derecho de familia, probó por primera vez la inteligencia artificial integrada a su trabajo, no dio crédito a los resultados. «Antes tardaba horas en analizar un caso al completo, enumerar pruebas, establecer partes, incluso extraer los elementos principales«, … comenta. »Ahora lo tengo listo en minutos».
Todas estas ventajas las tiene presentes Jacinto Vicente, abogado especializado en el ámbito deportivo. A sus 59 años todavía no ha dado el paso de probar este tipo de herramientas, pero asegura que se lo está planteando cada vez más, pues los clientes presionan. «No es un tema que domine mucho, pero sé que me lo exigirán», reconoce.
Tanto Castizo como Vicente pertenecen a la no tan remota generación de abogados que dedicaban semanas a preparar sus casos y que, en muchas ocasiones, necesitaban apoyarse en equipos enteros para procesar documentación.
Hoy, ese escenario está cambiando de forma radical, y según la Asociación Europea de Tecnología Jurídica (ELTA), el 80% de los abogados ya utiliza IA generativa en su rutina semanal y la mitad lo hace a diario. Nueve de cada diez afirman que la tecnología mejora de manera notable su desempeño profesional.
¿Cómo son las IA que utilizan?
«La IA no reemplaza el criterio jurídico, sino que lo refuerza con datos, precedentes y análisis más completos», afirma Alejandro Castellano, CEO de Maite.ai, una de las muchas herramientas que están abanderando esta revolución en los despachos.
Castellano explica que estos sistemas combinan varios modelos de lenguaje con bases documentales jurídicas gigantescas que permiten localizar artículos, contrastar resoluciones o detectar patrones en cuestión de segundos. En el caso concreto de Maite, asegura que pusieron a prueba la herramienta sometiéndola al examen de acceso a la judicatura: la plataforma obtuvo 96 puntos sobre 100, por encima de la nota de corte de la última convocatoria para aspirantes humanos.
Preguntado por el futuro de la profesión, y el riesgo de delegar en exceso en la tecnología, Castellano sostiene que cree cada despacho seguirá conservando su propia identidad. Explica que estos asistentes no solo extraen conclusiones de leyes y resoluciones, sino también de la documentación interna que cada despacho decide volcar en la plataforma. Plantillas de contratos, modelos procesales o cláusulas propias pasan a formar parte del entorno de trabajo de la IA. «Si sus contratos son mejores que los de la competencia, así aparecerán en Maite», señala.
Futuro incierto para la profesión
Saber qué sectores se verán más afectados por la IA es una pregunta que lleva décadas sobre la mesa, pero que no empezó a tomarse en serio hasta la irrupción masiva de los modelos de lenguaje en diciembre de 2022. El éxito sin precedentes de ChatGPT dejó entrever en pocas semanas una verdad difícil de asumir: la inteligencia artificial no amenaza tanto a los trabajos manuales como a los intelectuales. La famosa paradoja de Moravec.
De la noche a la mañana, profesiones que siempre se habían considerado seguras, como las creativas, dejaron de serlo tanto. Pero si un grupo quedó realmente expuesto fueron quienes trabajan filtrando y procesando grandes volúmenes de información, como los traductores, los analistas, los consultores… y, por supuesto, los juristas. Pero entonces, ¿qué futuro le podemos augurar a la justicia?
«Becario brillante pero inestable»
Varios ensayos apuntan que la IA no eliminará este tipo de profesiones a medio plazo, aunque sí ampliará la distancia entre expertos y novatos. El profesor de Harvard Karim Lakhani sostiene que esta tecnología actúa como un multiplicador de fuerza para quienes ya dominan un campo. Según su tesis, un abogado con una década de experiencia revisa y redacta hoy más rápido que nunca, mientras que un recién llegado apenas puede fiscalizar lo que la IA le entrega. La brecha que se abre no es tanto entre humanos y máquinas, como entre quienes pueden detectar errores y quienes dependen de que la respuesta sea correcta.
Ethan Mollick, profesor en Wharton, insiste en lo mismo. Describe los modelos de lenguaje como un «becario brillante pero inestable» capaz de producir documentos completos solo si hay alguien con criterio supervisando. Sin ese control, el sistema se vuelve una fábrica de errores difíciles de identificar. En otras palabras, la inteligencia artificial premia a los trabajadores senior, mientras que representa una enorme barrera de entrada para los novatos.
Primeros efectos en el mercado laboral
Esa asimetría se está empezando a notar en el mercado laboral, especialmente en las posiciones de entrada. Un estudio reciente de Stanford detecta una caída cercana al 13% en las ofertas para puestos júnior en los sectores más expuestos a la automatización con IA —programación, servicios de atención al cliente, tareas administrativas y contables— mientras las vacantes para perfiles más senior se mantienen o incluso crecen.
En el Reino Unido, otro análisis apunta a un desplome de casi un 32% de los empleos de entrada desde el lanzamiento de ChatGPT, y voces como la de Dario Amodei, CEO de Anthropic, alertan de que hasta la mitad de los trabajos administrativos júnior podrían desaparecer en pocos años a medida que las empresas sustituyen horas humanas por agentes de software.
En los despachos de abogados ese movimiento también se está empezando a ver. Datos de Thomson Reuters muestran que la proporción de asociados júnior sobre el total de facturadores está cayendo, mientras que se refuerzan las capas intermedias y senior. Algunas firmas, de hecho, ya se plantean abiertamente si tiene sentido mantener grandes pirámides de asociados cuando el grueso del trabajo repetitivo puede encargarse a software y un puñado de socios supervisan el resultado.
Desaparición del modelo de cobro por horas
Sea como sea, el riesgo de una generación de juristas sin escalones intermedios no es el único cambio en el horizonte. La propia estructura del negocio también empieza a tambalearse. La experta en estrategia Rita Gunther McGrath, profesora en la Columbia Business School, sostenía el jueves pasado en The Wall Street Journal que la IA está empujando a los despachos hacia un modelo donde el valor pesa más que las horas.
En su análisis, la experta asegura que la irrupción de sistemas capaces de revisar miles de contratos en minutos o de redactar documentos complejos en cuestión de segundos hace que la variable temporal pierda todo su sentido económico. Y, sobre todo, desplaza el aporte humano hacia ámbitos que no se miden en horas, sino en criterio, creatividad y gestión de relaciones.
La IA está poniendo en evidencia algo que muchos despachos de abogados no quieren aceptar: la hora facturable va a desaparecer, y con ella, la forma en que se ha organizado—y justificado—el negocio jurídico por más de medio siglo. Cuando la tecnología hace en minutos lo que antes… pic.twitter.com/7nNQcmxjvm
— José Mario (@JoseMarioMX) December 8, 2025
A esto se suma la presión de los propios clientes, que ya no aceptan pagar por el aprendizaje de perfiles junior y empiezan a exigir precios ajustados al valor real entregado. «El futuro de los servicios profesionales no estará en las horas registradas, sino en la calidad de la aportación humana», concluye la experta.
