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La inmigración marca la recta final de campaña en Alemania

«Nos lo han presentado como un hecho consumado, nadie consulta, nadie pregunta, a pesar de que la decisión nos va a cambiar el barrio y nos va a cambiar la vida», reprocha desde la primera fila de la asamblea vecinal un hombre que lleva … toda su vida viviendo en Lichtenberg. En este barrio del este de Berlín, el gran complejo hotelero City Hotel Berlin East, compuesto por tres grandes torres, ha sido alquilado por las autoridades del distrito y convertido en albergue para 1.200 refugiados.
«Los refugiados no vivirán en suites de lujo. Se han calculado nueve metros cuadrados por persona y se han instalado literas. No podemos hacer otra cosa porque no podemos dejar a los refugiados en la calle y en Tegel están ya hacinados», responde Sascha Langenbach, portavoz del gobierno de distrito. Se refiere al antiguo aeropuerto de Tegel, también reconvertido en albergue para refugiados.
En 2024, Berlín recibió una parte significativa de los 3,5 millones de refugiados que llegaron a Alemania, alcanzando un nuevo récord histórico. La mayoría llegaba desde Ucrania, Siria, Turquía y Afganistán. Las autoridades intentan redistribuirlos entre los Bundesländer (estados federados), pero los gobiernos regionales tienen sus propios problemas de capacidad.

El coste estimado por el mantenimiento de cada refugiado es de aproximadamente 7.500 euros anuales, una inversión de alrededor de unos 3.700 millones de euros por año. Pero no es este el motivo que ha inflamado el voto de la extrema derecha de cara a las elecciones del domingo, sino la delincuencia asociada a los refugiados y, muy concretamente, los crímenes aleatorios de motivación yihadista.

«Cultura diferente»

«Yo no soy racista, acepto a las personas que vienen a este país a trabajar. Pero, si su cultura es demasiado diferente, no respetan nuestras leyes y vamos de crimen en crimen», justifica Lorenz mientras pega carteles electorales de Alternativa para Alemania (AfD). Otro de sus compañeros repite la frase que la candidata electoral de AfD, Alice Weidel, dice en cada mitin de campaña.
Es también la misma frase que pronunció ante el pleno del Bundestag el líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Friedrich Merz, defendiendo una moción para endurecer la política de asilo, que contó con los votos de AfD. Esta votación parlamentaria, en la que por primera vez la extrema derecha ha formado parte de una mayoría en Alemania desde la II Guerra Mundial, ha desatado multitudinarias manifestaciones en todo el país y ha hecho temer por la mayoría que las encuestas venían otorgando a la CDU.
El escándalo político, sin embargo, no ha modificado la intención de voto. El cálculo de Merz de robar terreno a la extrema derecha, a riesgo de perder voto en el centro, era correcto. A fecha de hoy, las encuestas otorgan a la CDU un 32% y AfD sigue instalada en el 20%, mientras que los socialdemócratas del SPD y Los Verdes registran un 16% y un 14% respectivamente, fuera de la liga de grandes partidos alemanes.
«Vi cómo el hombre se acercaba a los niños. Vi que agarraba a uno y le arrancaba la bufanda. Después vi como le cortaba el cuello con un cuchillo», relata Michael Hein, testigo del ataque de un afgano de 28 años a un grupo de guardería que jugaba en un parque, en el que murió un niño de dos años y un adulto que intentó evitar que siguiere asesinando al resto de los niños.
La campaña electoral, destinada a girar en torno a la recesión económica y a la desindustrialización, giró a la cuestión migratoria el 22 de enero. «Yo sufro un trauma por lo que vi y Alemania sufre también un trauma colectivo», dice Hein.
El programa de AfD promete cerrar las fronteras de Alemania y establecer fronteras sistemáticas, una decisión que violaría la legislación europea. También plantea deportaciones de inmigrantes irregulares, lo que podría afectar de inmediato a 300.000 personas. Y, por último, la salida de Alemania del sistema europeo de asilo. Además, el partido despliega en su programa medidas directamente diseñadas contra el Islam. En caso de que llegase al gobierno, AfD prohibiría la construcción de minaretes y el uso del velo islámico en edificios públicos. Weidel argumenta que los migrantes deberían ser bienvenidos solo a través del mercado.

Publicado: febrero 17, 2025, 9:44 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/inmigracion-marca-recta-final-campana-alemania-20250217210813-nt.html

«Nos lo han presentado como un hecho consumado, nadie consulta, nadie pregunta, a pesar de que la decisión nos va a cambiar el barrio y nos va a cambiar la vida», reprocha desde la primera fila de la asamblea vecinal un hombre que lleva toda su vida viviendo en Lichtenberg. En este barrio del este de Berlín, el gran complejo hotelero City Hotel Berlin East, compuesto por tres grandes torres, ha sido alquilado por las autoridades del distrito y convertido en albergue para 1.200 refugiados.

«Los refugiados no vivirán en suites de lujo. Se han calculado nueve metros cuadrados por persona y se han instalado literas. No podemos hacer otra cosa porque no podemos dejar a los refugiados en la calle y en Tegel están ya hacinados», responde Sascha Langenbach, portavoz del gobierno de distrito. Se refiere al antiguo aeropuerto de Tegel, también reconvertido en albergue para refugiados.

En 2024, Berlín recibió una parte significativa de los 3,5 millones de refugiados que llegaron a Alemania, alcanzando un nuevo récord histórico. La mayoría llegaba desde Ucrania, Siria, Turquía y Afganistán. Las autoridades intentan redistribuirlos entre los Bundesländer (estados federados), pero los gobiernos regionales tienen sus propios problemas de capacidad.

El coste estimado por el mantenimiento de cada refugiado es de aproximadamente 7.500 euros anuales, una inversión de alrededor de unos 3.700 millones de euros por año. Pero no es este el motivo que ha inflamado el voto de la extrema derecha de cara a las elecciones del domingo, sino la delincuencia asociada a los refugiados y, muy concretamente, los crímenes aleatorios de motivación yihadista.

«Cultura diferente»

«Yo no soy racista, acepto a las personas que vienen a este país a trabajar. Pero, si su cultura es demasiado diferente, no respetan nuestras leyes y vamos de crimen en crimen», justifica Lorenz mientras pega carteles electorales de Alternativa para Alemania (AfD). Otro de sus compañeros repite la frase que la candidata electoral de AfD, Alice Weidel, dice en cada mitin de campaña.

Es también la misma frase que pronunció ante el pleno del Bundestag el líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Friedrich Merz, defendiendo una moción para endurecer la política de asilo, que contó con los votos de AfD. Esta votación parlamentaria, en la que por primera vez la extrema derecha ha formado parte de una mayoría en Alemania desde la II Guerra Mundial, ha desatado multitudinarias manifestaciones en todo el país y ha hecho temer por la mayoría que las encuestas venían otorgando a la CDU.

El escándalo político, sin embargo, no ha modificado la intención de voto. El cálculo de Merz de robar terreno a la extrema derecha, a riesgo de perder voto en el centro, era correcto. A fecha de hoy, las encuestas otorgan a la CDU un 32% y AfD sigue instalada en el 20%, mientras que los socialdemócratas del SPD y Los Verdes registran un 16% y un 14% respectivamente, fuera de la liga de grandes partidos alemanes.

«Vi cómo el hombre se acercaba a los niños. Vi que agarraba a uno y le arrancaba la bufanda. Después vi como le cortaba el cuello con un cuchillo», relata Michael Hein, testigo del ataque de un afgano de 28 años a un grupo de guardería que jugaba en un parque, en el que murió un niño de dos años y un adulto que intentó evitar que siguiere asesinando al resto de los niños.

La campaña electoral, destinada a girar en torno a la recesión económica y a la desindustrialización, giró a la cuestión migratoria el 22 de enero. «Yo sufro un trauma por lo que vi y Alemania sufre también un trauma colectivo», dice Hein.

El programa de AfD promete cerrar las fronteras de Alemania y establecer fronteras sistemáticas, una decisión que violaría la legislación europea. También plantea deportaciones de inmigrantes irregulares, lo que podría afectar de inmediato a 300.000 personas. Y, por último, la salida de Alemania del sistema europeo de asilo. Además, el partido despliega en su programa medidas directamente diseñadas contra el Islam. En caso de que llegase al gobierno, AfD prohibiría la construcción de minaretes y el uso del velo islámico en edificios públicos. Weidel argumenta que los migrantes deberían ser bienvenidos solo a través del mercado.

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