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La exministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, elegida presidenta de la Asamblea general de la ONU

La exministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, resultó elegida este lunes -con 167 votos a favor- presidenta de la Asamblea General de la ONU, con lo que se convertirá en la quinta mujer en ocupar un puesto que asumirá -por un año- el próximo … 9 de septiembre, poco antes de la reunión anual de la Asamblea General. Su labor será organizar los trabajos de un órgano en el que están representados todos los Estados miembros de Naciones Unidas, al contrario del Consejo de Seguridad, donde únicamente hay 15 países.
La postulación de Baerbock, de 44 años, ha estado rodeada de cierta polémica.Tras romperse precipitadamente la ‘coalición semáforo’, en la que Los Verdes gobernaban con el socialdemócrata Olaf Scholz en Berlín, Annalena Baerbock se desmarcó de su partido. Dejó claro que no se presentaría a las elecciones anticipadas de febrero, en las que se adivinaba ya la debacle, y que tenía otros planes. Cuando, semanas más tarde, se supo que sus planes eran convertirse en la nueva presidenta de la Asamblea General de la ONU, quedó en evidencia que el gobierno saliente había dotado a uno de los suyos de un bonito y lucrativo puesto en Nueva York.
El presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Christoph Heusgen, se atrevió a decir en voz alta lo que muchos otros pensaban en silencio y criticó duramente el nombramiento. Es «una impertinencia reemplazar al mejor y más experimentado diplomático alemán con un modelo descontinuado», dijo, en referencia a la revocación del nombramiento de la alta diplomática Helga Schmid en favor de Baerbock.

En septiembre, el Gobierno alemán había propuesto a la diplomática Helga Schmid como candidata alemana a la presidencia de la Asamblea General de la ONU. La ex Secretaria General de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y Secretaria General del Servicio Europeo de Acción Exterior había logrado sobrados méritos, como la negociación del acuerdo nuclear con Irán. Baerbock, sin embargo, al mando de la decisión, la retiró para colocarse ella misma en la lanzadera.
Ya había sucedido algo parecido durante las negociaciones de coalición con Scholz, en las que llegó a poner en peligro el acuerdo por su tozuda exigencia del cargo de ministra de Exteriores. Una vez en el despacho principal del Auswärtigesamt, declaró que llevaría a cabo una «política exterior feminista». Durante sus tres años en el cargo, demostró su sentido de los puntos débiles de la política y su capacidad de soportar la presión. Cuando se descubrió que había plagiado el libro publicado en 2021, muchos la vieron ya destruida su carrera, pero sus oponentes y también muchos empleados del Ministerio de Relaciones Exteriores fueron descubriendo que se nutre de la polarización. Hay que reconocer que trabaja mucho y muy intensamente, lo que ocurre es que lo hace fundamentalmente para sus objetivos personales. Y cualquier crítica es interpretada por su equipo como una expresión de resentimiento hacia una mujer joven y exitosa.
La guerra de agresión rusa contra Ucrania dominó su mandato en Exteriores. Mucho antes que Scholz, Baerbock estaba ya contra Putin y contra el gasoducto Nord Stream 2 del Mar Báltico. Visitó siete veces Ucrania y tomó la delantera al canciller alemán, todavía vacilante. Desde el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre de 2023, se ha esforzado por mantener el equilibrio, haciendo constante hincapié en el derecho de Israel a la autodefensa y, al mismo tiempo, abordar la dramática situación de la población civil en Gaza.
Mientras que el entonces canciller Scholz puso en primer plano el apoyo de Alemania a Israel por razones de Estado, Baerbock abordó desde el principio el sufrimiento de la población palestina, criticando al Gobierno israelí y las acciones de su Ejército. En realidad no eran diferencias de opinión, sino más bien una distribución de roles. Baerbock ha intercedido por la ayuda humanitaria en Gaza en reiterados viajes a Qatar y Arabia Saudita en los que ni los valores democráticos ni los feministas jugaron un papel. Demostró finalmente ser una política pragmática que conoce el poder de los países de la región y juega su juego, aunque no evitó que las organizaciones afiliadas a la República Federal de Alemania hayan sido rechazadas en el mundo árabe.
Ha mantenido posturas muy críticas contra China y ha batallado abierta y expresamente contra Donald Trump. Ella misma ha descrito la aprobación del compromiso de asilo de la UE por parte del Gobierno alemán como uno de sus días políticos más difíciles. Baerbock presentó la reforma como un paso necesario para superar la crisis migratoria, mientras muchos lo rechazaban como un «error histórico».
En Berlín deja un Ministerio dividido entre diplomáticos seguros de sí mismos y cargos designados políticamente, en un contexto en el que la Cancillería se está apoderando cada vez más de la política exterior. Sus subordinados comentan que «Baerbock se ocupaba de Baerbock» y los secretarios de Estado se ocupaban de la red diplomática y de los expedientes. A diferencia de Frank-Walter Steinmeier, no ha hecho realmente uso del aparato. Solo estaba realmente en contacto con la Unidad 013, responsable de la presencia en redes sociales. En los cócteles cuenta que todo su destino político y laboral ha estado marcado por una asignatura de su educación secundaria sobre Derecho Europeo.

Publicado: junio 3, 2025, 2:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/annalena-baerbock-verde-feminista-frente-onu-20250602144044-nt.html

La exministra de Exteriores alemana, Annalena Baerbock, resultó elegida este lunes -con 167 votos a favor- presidenta de la Asamblea General de la ONU, con lo que se convertirá en la quinta mujer en ocupar un puesto que asumirá -por un año- el próximo 9 de septiembre, poco antes de la reunión anual de la Asamblea General. Su labor será organizar los trabajos de un órgano en el que están representados todos los Estados miembros de Naciones Unidas, al contrario del Consejo de Seguridad, donde únicamente hay 15 países.

La postulación de Baerbock, de 44 años, ha estado rodeada de cierta polémica.Tras romperse precipitadamente la ‘coalición semáforo’, en la que Los Verdes gobernaban con el socialdemócrata Olaf Scholz en Berlín, Annalena Baerbock se desmarcó de su partido. Dejó claro que no se presentaría a las elecciones anticipadas de febrero, en las que se adivinaba ya la debacle, y que tenía otros planes. Cuando, semanas más tarde, se supo que sus planes eran convertirse en la nueva presidenta de la Asamblea General de la ONU, quedó en evidencia que el gobierno saliente había dotado a uno de los suyos de un bonito y lucrativo puesto en Nueva York.

El presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich, Christoph Heusgen, se atrevió a decir en voz alta lo que muchos otros pensaban en silencio y criticó duramente el nombramiento. Es «una impertinencia reemplazar al mejor y más experimentado diplomático alemán con un modelo descontinuado», dijo, en referencia a la revocación del nombramiento de la alta diplomática Helga Schmid en favor de Baerbock.

En septiembre, el Gobierno alemán había propuesto a la diplomática Helga Schmid como candidata alemana a la presidencia de la Asamblea General de la ONU. La ex Secretaria General de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y Secretaria General del Servicio Europeo de Acción Exterior había logrado sobrados méritos, como la negociación del acuerdo nuclear con Irán. Baerbock, sin embargo, al mando de la decisión, la retiró para colocarse ella misma en la lanzadera.

Ya había sucedido algo parecido durante las negociaciones de coalición con Scholz, en las que llegó a poner en peligro el acuerdo por su tozuda exigencia del cargo de ministra de Exteriores. Una vez en el despacho principal del Auswärtigesamt, declaró que llevaría a cabo una «política exterior feminista». Durante sus tres años en el cargo, demostró su sentido de los puntos débiles de la política y su capacidad de soportar la presión. Cuando se descubrió que había plagiado el libro publicado en 2021, muchos la vieron ya destruida su carrera, pero sus oponentes y también muchos empleados del Ministerio de Relaciones Exteriores fueron descubriendo que se nutre de la polarización. Hay que reconocer que trabaja mucho y muy intensamente, lo que ocurre es que lo hace fundamentalmente para sus objetivos personales. Y cualquier crítica es interpretada por su equipo como una expresión de resentimiento hacia una mujer joven y exitosa.

La guerra de agresión rusa contra Ucrania dominó su mandato en Exteriores. Mucho antes que Scholz, Baerbock estaba ya contra Putin y contra el gasoducto Nord Stream 2 del Mar Báltico. Visitó siete veces Ucrania y tomó la delantera al canciller alemán, todavía vacilante. Desde el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre de 2023, se ha esforzado por mantener el equilibrio, haciendo constante hincapié en el derecho de Israel a la autodefensa y, al mismo tiempo, abordar la dramática situación de la población civil en Gaza.

Mientras que el entonces canciller Scholz puso en primer plano el apoyo de Alemania a Israel por razones de Estado, Baerbock abordó desde el principio el sufrimiento de la población palestina, criticando al Gobierno israelí y las acciones de su Ejército. En realidad no eran diferencias de opinión, sino más bien una distribución de roles. Baerbock ha intercedido por la ayuda humanitaria en Gaza en reiterados viajes a Qatar y Arabia Saudita en los que ni los valores democráticos ni los feministas jugaron un papel. Demostró finalmente ser una política pragmática que conoce el poder de los países de la región y juega su juego, aunque no evitó que las organizaciones afiliadas a la República Federal de Alemania hayan sido rechazadas en el mundo árabe.

Ha mantenido posturas muy críticas contra China y ha batallado abierta y expresamente contra Donald Trump. Ella misma ha descrito la aprobación del compromiso de asilo de la UE por parte del Gobierno alemán como uno de sus días políticos más difíciles. Baerbock presentó la reforma como un paso necesario para superar la crisis migratoria, mientras muchos lo rechazaban como un «error histórico».

En Berlín deja un Ministerio dividido entre diplomáticos seguros de sí mismos y cargos designados políticamente, en un contexto en el que la Cancillería se está apoderando cada vez más de la política exterior. Sus subordinados comentan que «Baerbock se ocupaba de Baerbock» y los secretarios de Estado se ocupaban de la red diplomática y de los expedientes. A diferencia de Frank-Walter Steinmeier, no ha hecho realmente uso del aparato. Solo estaba realmente en contacto con la Unidad 013, responsable de la presencia en redes sociales. En los cócteles cuenta que todo su destino político y laboral ha estado marcado por una asignatura de su educación secundaria sobre Derecho Europeo.

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