Publicado: febrero 21, 2025, 5:16 am
Fuente de la noticia : https://www.abc.es/salud/enfermedades/dieta-envejeciendo-tiempo-ninos-espanoles-20250221163520-nt.html
¿Se ha parado alguna vez a pensar cuántos ultraprocesados come su hijo o hija cada día? Si asocia este tipo de comida a hamburguesas, pizzas o perritos calientes de cadenas de restauración, probablemente considere que su consumo es ocasional. Pero está pasando por alto … otros muchos detalles en su día a día: el preparado de cacao instantáneo que le añade a la leche por la mañana, la bollería, galletas o cereales refinados y endulzados del desayuno, la pasta con salsa de bote de la comida, el postre lácteo con azúcares y demás aditivos (natillas, flanes, etc) , los precocinados de nuggets o varitas rebozadas de pescado de la cena, el embutido del bocadillo de media mañana, el zumo o batido de la merienda… Casi la mitad de lo que comen los niños en nuestro país son productos poco saludables. De cada 100 gramos de alimento consumido por los más pequeños, unos 47 gramos proceden de ultraprocesados. Y un alto consumo de este tipo de productos durante la infancia se asocia a peores parámetros de salud cardiometabólica. Son las principales conclusiones de un estudio liderado por un equipo investigador de la Unidad de Nutrición Humana de la Universidad Rovira i Virgili (URV), en colaboración con el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili (IISPV) y el Centro de Investigación en Red Fisiopatología y Nutrición (CIBEROBN).
Y no estamos hablando de una mala salud solo a largo plazo. Este estudio apunta a que una elevada ingesta de ultraprocesados en la primera infancia se asocia con puntuaciones más altas en parámetros como el índice de masa corporal, la circunferencia de la cintura, el índice de masa de grasa, así como un aumento de los biomarcadores de riesgo cardiometabólico, que son, fundamentalmente, tensión arterial sistólica y diastólica, glucosa en ayunas, parámetros de resistencia a la insulina, aumento de LDL, colesterol total y triglicéridos y disminución de HDL (colesterol bueno).
En este estudio transversal, publicado en la revista ‘Jama Network Open’, participaron 1.426 niños, de entre 3 y 6 años, de diferentes ciudades (Reus, Córdoba, Santiago de Compostela, Navarra, Valencia, Barcelona y Zaragoza), que forman parte del estudio multicéntrico CORALS.
Los ultraprocesados son productos, por lo general, con más de 4-5 ingredientes en su composición, donde abundan las grasas de baja calidad (saturadas y trans), azúcares añadidos, sal y otros aditivos, mientras que son pobres en nutrientes esenciales. En el caso de los niños de este estudio, los más presentes en sus dietas provienen de «bollería, galletas, postres azucarados y bebidas endulzadas, como batidos, refrescos y zumos, azucarados o no azucarados, porque incluso en los que dicen ‘sin azúcares añadidos’ quedan los azúcares libres, que metabólicamente actúan igual que un refresco», advierte Nancy Babio, profesora investigadora de la URV y coautora del estudio.
Pasa lo mismo con las bolsitas de puré de fruta listas para consumir. No es lo mismo que comerse la fruta entera, que muerdes, masticas y generas efecto de saciedad. «Con este tipo de producto la saciedad tarda más en venir por lo que se ingieren más calorías. Pero, además, al destruir la matriz de la fruta, se liberan los azúcares, que tienen más facilidad de introducirse en las células, y esto está relacionado con sobrepeso y obesidad», apunta Babio.
Los ultraprocesados están por todas partes. Son fáciles, rápidos y cómodos de comer, tienen un sabor rico y suelen venir envueltos en un packaging atractivo para los niños. Y también para los adultos, porque en algunos casos llevan reclamos que pueden confundir a los padres, como aquellos que indican que son productos especiales para bebés o que tienen vitaminas. «En muchas ocasiones, el mensaje publicitario que transmiten lo liga con una mayor fuerza, mayor capacidad deportiva, mejor condición física, no revelando los efectos negativos que pueden tener para la salud a corto, medio y largo plazo», avisa la doctora Rosaura Leis, coordinadora de la Unidad de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica del Hospital Clínico Universitario de Santiago y presidenta del Comité de Nutrición y Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría.
«Hemos valorado productos infantiles destinados a menores de 3 años y el 80% no cumplen el perfil nutricional adecuado para su edad», asegura Nancy Babio. En su opinión se debería regular tanto la publicidad, como el packaging y las ofertas de estos productos. La experta recuerda además que, por debajo del año, los bebés no deberían tomar ni azúcares añadidos (y eso incluye la miel) ni sal.
La evidencia de que el alto consumo de ultraprocesados se asocia con peor salud es cada vez mayor. En 2024, una revisión de 45 metaanálisis previos, que incluyen casi 10 millones de personas, publicada en la revista ‘BMJ’, halló asociaciones directas entre la exposición a ultraprocesados y 32 problemas de salud.
Obesidad infantil
En España más del 36% de los niños de entre 6 y 9 años sufren sobrepeso (20%) u obesidad (16%), una estadística que confirman estudios como Aladino 2023 sobre Alimentación, Actividad Física, Desarrollo Infantil y Obesidad. El problema de los kilos de más no es solo estético, es que provoca la aparición temprana de enfermedades cardiometabólicas, como diabetes tipo 2, hipertensión o colesterol alto, unas patologías que antes eran casi exclusivas de los adultos. Y esto nos puede acabar llevando a un fenómeno que nunca se había visto: que la esperanza de vida de las nuevas generaciones sea más corta que la de sus padres y abuelos. «¿Qué pasará en el futuro si estos niños ya están con obesidad, que es una enfermedad que trae como consecuencia otras enfermedades asociadas? A largo plazo, vivirán menos y peor que sus padres o abuelos porque la dieta mediterránea se está alejando bastante. Los abuelos de estos niños son los centenarios. En la historia de la humanidad, no se ha concebido que los hijos vivan menos que los padres. En España siempre hemos logrado una longevidad que supera casi a Japón. A nivel europeo, somos los más longevos. Es alarmante que ahora estemos en el peor lugar de Europa, junto con Grecia, en la prevalencia de obesidad infantil», lamenta Babio.
Los otros dos expertos consultados para este reportaje son de la misma opinión. Si sigue aumentando la obesidad que, a su vez, favorece el riesgo cardiovascular, y las enfermedades cardivasculares son la principal causa de muerte en el mundo, esto puede favorecer que disminuya la esperanza de vida media. «Si los datos en niños y adolescentes siguen como hasta ahora, las generaciones más jóvenes van a vivir menos o, al menos, con peor calidad de vida que sus abuelos», asegura la doctora Rosaura Leis.
Detrás de las altas tasas de sobrepeso y obesidad está una mala alimentación, pero, como recuerda Babio, se trata de una «enfermedad multicausal»: «vivimos en un ambiente obesogénico, nos venden estos alimentos como rápidos y baratos y con publicidad que llama la atención de los niños. Y otro problema es que, si tenemos niños constantemente con pantallas, aumenta el sedentarismo, se altera el sueño y la manera de comer porque comen lo que encuentran por no moverse. Además de que en estos videos o juegos también hay influencia para el consumo de estos alimentos», concluye Babio.
El doctor Julio Álvarez Pitti, jefe del Servicio de Pediatría y pediatra de la Unidad contra la Obesidad y el Riesgo Cardiovascular del Hospital General de Valencia, asegura que en la consulta diaria de niños con obesidad ven, en las encuestas de hábitos de alimentación, un alto porcentaje de ingesta de ultraprocesados. «La consulta monográfica se creó porque empezamos a recibir a muchos niños remitidos por hipertensiónasociada a la obesidad. Y en estos años ha ido creciendo el volumen de pacientes. Actualmente tenemos 400-450 nuevas consultas al año», explica el también coordinador del Grupo de obesidad en la infancia y adolescencia de la SEEDO e investigador del CIBEROBN.
En su opinión, otro punto a destacar del estudio español es el hecho de que el mayor consumo de ultraprocesados se da en familias con menores ingresos y menor nivel formativo. El último estudio Aladino también reflejó que las tasas de obesidad eran mayores en la familias con menos recursos. Esto tiene en parte que ver con que los ultraprocesados, en algunos casos, son más asequibles que los frescos, pero para el doctor Álvarez Pitti «el factor formativo es importante porque si fuéramos todos conscientes del daño que hacemos cuando permitimos que se alimenten en gran medida de este tipo de productos, no se los daríamos».
Para el experto, las alteraciones metabólicas a edades tan tempranas como los 3-6 años favorece que aparezca la obesidad primero y luego la enfermedad cardiovascular asociada. «La obesidad es un problema de salud, una enfermedad crónica compleja, multifactorial y recurrente, y cuando se establece es difícil de tratar. Hay que prevenir creando entornos saludables en la familia. Cuando niños en la franja de 3-6 ya tienen obesidad, hay un alto riesgo de que sean adolescentes y adultos con obesidad. Y la obesidad cumple con todos los criterios para la definición de enfermedad porque afecta a todos los órganos del cuerpo. La grasa mala se pone alrededor y dentro de corazón, pulmones, hígado, páncreas, vasos y arterias, y favorece que empiece a funcionar mal el organismo. Se incrementa la presión arterial y el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares, como el infarto, a los 40-50 años», advierte el doctor, quien recomienda que el consumo de ultraprocesados sea el menor posible».
¿Hay que prohibir?
Los expertos consultados no son partidarios de prohibir completamente estos productos, porque eso puede generar más deseo por parte de los niños, pero sí limitarlos a momentos puntuales, no darlos como premio y no tenerlos almacenados en casa. «Hay que informar y educar a través de la familia y la escuela, con el comedor escolar como lugar de educación nutricional y una asignatura desde los primeros años de ‘estilos de vida saludables’»,señala la doctora Leis.
En su opinión, «las conductas autoritarias y la prohibición de acceso a determinados alimentos, en ocasiones, aumenta su preferencia más que disminuirla». Es más partidaria de «educar con el ejemplo, compartiendo plato y mantel, pero también su elección y preparación culinaria».
«Por otra parte, las autoridades deben facilitar la disponibilidad de alimentos saludables en las poblaciones de especial riesgo como son los grupos más vulnerables socio-económicamente. Debemos seguir trabajando en un buen sistema de etiquetado, que nos dé información veraz y necesaria para elegir adecuadamente», concluye la doctora Rosaura Leis.