Publicado: octubre 21, 2025, 10:45 pm
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/carcel-sarkozy-puntilla-francia-crisis-20251022214847-nt.html
El encarcelamiento de Nicolas Sarkozy, expresidente de Francia, condenado a cinco años de prisión por «asociación de malhechores», es la guinda de un declive o decadencia nacional que tiene otros dos rostros emblemáticos: el robo espectacular del Louvre y la crisis política más … grave desde la fundación de la V República, entre 1958 y 1962.
Philippe Conte, profesor emérito de Derecho Penal en la parisina Universidad de Panthéon-Assas, describe esa caída en el infierno de una historia trágica de este modo: «Los partidarios de Sarkozy socavan los fundamentos de la democracia saturando el espacio público con mentiras, ruido, confusionismo y furor destructivo».
A juicio de Conte, los «argumentos» de los defensores de Sarkozy en la vida pública, a través de cadenas de radio y televisión y periódicos propiedad de millonarios amigos de Sarkozy, tienen mucho de trumpismo. Como Donald Trump, utilizan mentiras groseras para defender calumniando y socavando pilares esenciales de la vida pública, como la judicatura.
Conte declara al vespertino ‘Le Monde’: «El debate de los defensores de Sarkozy está marcado por la grosería de la inversión de los papeles en la escena pública, afirmando a toda hora, a gritos, que el expresidente es víctima del odio de los jueces, víctima de un complot de la institución judicial. Cuando, en verdad, Sarkozy no es una víctima, sino un delincuente».
Varios estudios sociológicos realizados por cuenta de Sciences Po (la escuela de las élites políticas francesas) y la Fundación Jean Jaurès (‘think tank’ de referencia) confirman que la opinión pública teme, muy mayoritariamente, que el caso Sarkozy, el robo del Louvre y la gran crisis política nacional sean «capítulos complementarios» de la misma e histórica crisis nacional.
Según el estudio de Sciences Po y la Fundación Jean Jaurés, el 81% de los franceses estiman que «el sistema democrático funciona mal». Los franceses «tienen la impresión de que sus ideas están mal representadas».
En apenas dos frases, una crítica de fondo y una angustia social profunda sobre la crisis política nacional, con rumbo desconocido…
Laberinto político
Días pasados, el Gobierno de Sébastien Lecornu, primer ministro, presidido por Emmanuel Macron, pudo evitar la censura votada por los partidos mayoritarios (extrema derecha y extrema izquierda) gracias al respaldo socialista, con una condición: el PS apoya al Gobierno de centroderecha, que, a cambio, debe retirar la «gran reforma» del doble mandato presidencial de Macron, el sistema nacional de pensiones.
Evitada la censura, los presupuestos del Estado pueden comenzar a negociarse para intentar salvar obstáculos gigantescos: Macron ha dicho que su reforma «solo» ha sido aplazada; los socialistas amenazan con retirar el apoyo; la derecha tradicional se divide; y la Asamblea Nacional tendrá que negociar más de 4.000 enmiendas.
Laberinto político que el francés medio contempla con miedo, inquietud y angustia, convencido de que la democracia francesa «funciona mal».
En esa misma línea, según el estudio de Sciences Po y la Fundación Jean Jaurès, el 87 % de los franceses estiman que «los hombres y las mujeres políticas se mueven esencialmente para defender sus intereses personales».
En ese terreno, el caso Sarkozy es emblemático. Como presidente fue un fracaso, pero el cargo le permitió enriquecerse de manera excepcional. El hombre de la calle tiene ejemplos más modestos, pero igualmente reveladores: François Bayrou, primer ministro durante seis meses, ha estado envuelto en el escándalo de un colegio donde los sacerdotes abusaban de niñas y niños… «Detalle» que Bayrou ha intentado maquillar.
Líderes desconectados
Durante la discusión «sin prisas» de las 4.000 enmiendas presentadas a unos presupuestos de la nación de incierto futuro, están saliendo a relucir, con crueldad, miserias de la más penosa índole. Un diputado de extrema izquierda que censuraba «los regalos hechos a los ricos» lucía un magnífico reloj Rolex de oro. La alcaldesa de París, Anne Hidalgo, nacida en Huelva, ha intentado justificar gastos de decenas de miles de euros para comprar ropa de lujo. Bruno Retailleau, exministro del Interior, y Laurent Wauquiez, líder de los diputados de derecha tradicional, se disputan el liderazgo de Los Republicanos (el partido de Sarkozy) a navajazos verbales, prolongando el hundimiento histórico de la familia política que fundó la V República.
Cuando el francés medio teme que sus políticos, de izquierda o derecha, se preocupan menos por el bien común que por sus intereses personales, su opinión es «confirmada» personalmente por Rachida Dati, ministra de Cultura, cuando declara: «La crisis del Louvre tiene 40 años de historia…». Durante cuatro décadas, por lo menos, políticos y gobiernos preferían gastar mucho dinero en radio y televisión, antenas publicitarias, relegando a un segundo plano la defensa del patrimonio nacional. Culpabilidad colectiva que no satisface en absoluto a la opinión pública.
Según el estudio de Sciences Po y la Fundación Jean Jaurés, el 85% de los franceses estiman que Francia «necesita un verdadero jefe que ponga orden y acabe con el caos nacional».
En ese terreno, capital, los franceses siguen soñando con Napoleón y el general Charles de Gaulle. Hombres excepcionales que pusieron fin al caos que siguió a la gran Revolución de 1789-93 y al caos en el que se hundió la IV República en 1957-58.
No deja de ser sintomático, accidentalmente, que los ladrones que robaron el gran museo nacional, el Louvre, se llevasen joyas que pertenecieron a Napoleón Bonaparte, Napoleón III y la emperatriz Eugenia de Montijo, granadina de nacimiento. Símbolo patético en tiempos de gran crisis nacional, cuyo primer culpable, a juicio de toda Francia, es Emmanuel Macron, convicto y confeso de una culpa vertiginosa. La convocatoria de elecciones anticipadas, en junio de 2024, consumó el hundimiento del paisaje político nacional, dejó a Francia sin gobierno durante meses y desembocó en la crisis política más grave desde la fundación del régimen.
Todos los sondeos lo repiten hasta la saciedad. Con apenas un 10-14% de percepción positiva en la opinión pública, Macron compite con François Hollande por el título de peor presidente de la V República.
Los sondeos también repiten otro dato capital: la extrema derecha de Marine Le Pen puede ser la gran beneficiaria del declive o la decadencia de Francia. Agrupación Nacional (extrema derecha), el partido de Le Pen, ya es el primer partido parlamentario nacional y podría conseguir la mayoría absoluta cuando se convoquen elecciones legislativas, anticipadas o no. Ante esa eventualidad, Macron y su Gobierno hacen «encajes de bolillos» para evitar la convocatoria de elecciones anticipadas, que nadie descarta en cuestión de semanas o meses.