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La Alemania del Este, entre Rusia y Trump

A sus 69 años, y tras una trayectoria laboral zigzagueante en la construcción y en una fábrica de colchones, Olaf Smidtke cobra una pensión «aceptable», pero está enfadado porque «todo en Alemania está mal» y «aquí no hay democracia». Se refiere a que en … su región, Turingia, ganó las elecciones en otoño la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), pero los conservadores de la CDU y los socialdemócratas del SPD se aliaron para evitar que gobernase. El presidente de la Oficina de Protección Constitucional de Turingia, el judío Stefan Kramer, al frente del servicio regional de Inteligencia interior, ha dicho que, si AfD llega al Gobierno, se mudará con su familia a Israel. «Le ayudo con la mudanza», responde Smidtke, socarrón. Por frases como esta, su mujer asiste sola a las celebraciones familiares desde que se hizo miembro activo de AfD. «Los políticos de Berlín se olvidan de nosotros y, por su culpa, los jóvenes se van buscando trabajo fuera», dice.
Smidtke reconoce que es el enfado lo que ha conducido su voto hasta este partido, particularmente fuerte en el este de Alemania. Su porcentaje de votos fue, en promedio, dos veces más alto que en el oeste en las últimas elecciones al Bundestag. En las regionales de Turingia, Sajonia y Brandeburgo, AfD logró un 30% en promedio. Las encuestas avanzan que el domingo obtendrá alrededor de un 20% a escala federal y un 35% en Turingia, según una encuesta Insa para el grupo de medios Funke.

Méritos históricos

Cabía esperar que los grandes partidos de centro enfocasen su campaña con especial fuerza a esta mitad del territorio, pero no ha sido así. El candidato de la CDU, Friedrich Merz, sólo se ha desplazado a Sajonia Anhalt para un mitin en Halle. Y en la plataforma electoral digital, que incluye el texto completo del programa electoral de 81 páginas, se menciona una única vez a la Alemania del Este, de pasada y dentro de una lista de méritos históricos de los que los conservadores alemanes se sienten orgullosos: «Reconstrucción, milagro económico, títulos de campeón del mundo, lazos con Occidente, revolución pacífica, reunificación y trabajo de integración de los alemanes orientales».

La CDU promete, además, eliminar el cargo de comisario del Gobierno federal para Alemania Oriental, algo así como el defensor del pueblo del este. Actualmente ocupa el cargo el socialdemócrata Carsten Schneider y, quizá por ello, en el programa electoral del SPD aparece el este con mayor frecuencia, casi siempre también como logro occidental. La promesa electoral del SPD específica para el este del país es «asegurar los sueldos por encima del salario mínimo a largo plazo».
«¿Cree usted que basta con eso?», reprocha el empresario Oliver Haase. No le ha ido nada mal en el sector de las renovables, del que apenas ha salido a tiempo. «Lo que ha hecho el Gobierno con la energía es criminal», se queja de las políticas verdes. En Lippendorf, otro votante de AfD que prefiere el anonimato, critica también el posicionamiento de Berlín a favor de Ucrania, lo que ha obligado al país a desligarse del gas ruso. No cree que Berlín deba enfrentarse a Moscú, «una potencia nuclear en toda regla», ni que «un canciller alemán deba decirle a Putin lo que tiene que hacer en su casa». Pero su más amarga queja tiene que ver con el «abandono» de su región, al que culpa de la despoblación. Mientras que la densidad de población en las regiones occidentales, como Renania del Norte-Westfalia, es de 515,8 habitantes por kilómetro cuadrado, la de los Bundesländer orientales se hunde, como en Turingia, donde se reduce a 130,5.

Miedo a expresarse

«Ese abandono es un hecho», asiente Stefan Schröder, quien ha representado a AfD en el consejo del distrito de Sömmerda durante años, y ahora lucha por su circunscripción 190 en Berlín. Pesó en su decisión de dejar la CDU, pero en absoluto se ve a sí mismo como un extremista de derecha o un fascista.
«Estoy satisfecho con la democracia, pero en estos 35 años de reunificación he podido comprobar que esta democracia, por así decirlo, rechaza un cierto espectro de opiniones», dice Frank Strese, quien dirige varias peluquerías en Leipzig. Strese desconfía de los partidos de centro que «nos han ignorado» durante décadas.

«Estoy satisfecho con la democracia, pero en estos 35 años de reunificación he podido comprobar que esta democracia, por así decirlo, rechaza un cierto espectro de opiniones»

«He tenido miedo de decir en voz alta lo que pienso, nos hacían sentir que pensábamos así porque éramos tontos», confiesa Marianne, profesora de secundaria de Dahme/Mark, que ahora sin embargo se siente respaldada por una fuerza que percibe mucho más poderosa que la de los partidos de Berlín: «Ahora tenemos quien nos reconoce, tenemos a Donald Trump».

Publicado: febrero 20, 2025, 9:44 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/alemania-rusia-trump-20250220204204-nt.html

A sus 69 años, y tras una trayectoria laboral zigzagueante en la construcción y en una fábrica de colchones, Olaf Smidtke cobra una pensión «aceptable», pero está enfadado porque «todo en Alemania está mal» y «aquí no hay democracia». Se refiere a que en su región, Turingia, ganó las elecciones en otoño la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), pero los conservadores de la CDU y los socialdemócratas del SPD se aliaron para evitar que gobernase. El presidente de la Oficina de Protección Constitucional de Turingia, el judío Stefan Kramer, al frente del servicio regional de Inteligencia interior, ha dicho que, si AfD llega al Gobierno, se mudará con su familia a Israel. «Le ayudo con la mudanza», responde Smidtke, socarrón. Por frases como esta, su mujer asiste sola a las celebraciones familiares desde que se hizo miembro activo de AfD. «Los políticos de Berlín se olvidan de nosotros y, por su culpa, los jóvenes se van buscando trabajo fuera», dice.

Smidtke reconoce que es el enfado lo que ha conducido su voto hasta este partido, particularmente fuerte en el este de Alemania. Su porcentaje de votos fue, en promedio, dos veces más alto que en el oeste en las últimas elecciones al Bundestag. En las regionales de Turingia, Sajonia y Brandeburgo, AfD logró un 30% en promedio. Las encuestas avanzan que el domingo obtendrá alrededor de un 20% a escala federal y un 35% en Turingia, según una encuesta Insa para el grupo de medios Funke.

Méritos históricos

Cabía esperar que los grandes partidos de centro enfocasen su campaña con especial fuerza a esta mitad del territorio, pero no ha sido así. El candidato de la CDU, Friedrich Merz, sólo se ha desplazado a Sajonia Anhalt para un mitin en Halle. Y en la plataforma electoral digital, que incluye el texto completo del programa electoral de 81 páginas, se menciona una única vez a la Alemania del Este, de pasada y dentro de una lista de méritos históricos de los que los conservadores alemanes se sienten orgullosos: «Reconstrucción, milagro económico, títulos de campeón del mundo, lazos con Occidente, revolución pacífica, reunificación y trabajo de integración de los alemanes orientales».

La CDU promete, además, eliminar el cargo de comisario del Gobierno federal para Alemania Oriental, algo así como el defensor del pueblo del este. Actualmente ocupa el cargo el socialdemócrata Carsten Schneider y, quizá por ello, en el programa electoral del SPD aparece el este con mayor frecuencia, casi siempre también como logro occidental. La promesa electoral del SPD específica para el este del país es «asegurar los sueldos por encima del salario mínimo a largo plazo».

«¿Cree usted que basta con eso?», reprocha el empresario Oliver Haase. No le ha ido nada mal en el sector de las renovables, del que apenas ha salido a tiempo. «Lo que ha hecho el Gobierno con la energía es criminal», se queja de las políticas verdes. En Lippendorf, otro votante de AfD que prefiere el anonimato, critica también el posicionamiento de Berlín a favor de Ucrania, lo que ha obligado al país a desligarse del gas ruso. No cree que Berlín deba enfrentarse a Moscú, «una potencia nuclear en toda regla», ni que «un canciller alemán deba decirle a Putin lo que tiene que hacer en su casa». Pero su más amarga queja tiene que ver con el «abandono» de su región, al que culpa de la despoblación. Mientras que la densidad de población en las regiones occidentales, como Renania del Norte-Westfalia, es de 515,8 habitantes por kilómetro cuadrado, la de los Bundesländer orientales se hunde, como en Turingia, donde se reduce a 130,5.

Miedo a expresarse

«Ese abandono es un hecho», asiente Stefan Schröder, quien ha representado a AfD en el consejo del distrito de Sömmerda durante años, y ahora lucha por su circunscripción 190 en Berlín. Pesó en su decisión de dejar la CDU, pero en absoluto se ve a sí mismo como un extremista de derecha o un fascista.

«Estoy satisfecho con la democracia, pero en estos 35 años de reunificación he podido comprobar que esta democracia, por así decirlo, rechaza un cierto espectro de opiniones», dice Frank Strese, quien dirige varias peluquerías en Leipzig. Strese desconfía de los partidos de centro que «nos han ignorado» durante décadas.

«Estoy satisfecho con la democracia, pero en estos 35 años de reunificación he podido comprobar que esta democracia, por así decirlo, rechaza un cierto espectro de opiniones»

«He tenido miedo de decir en voz alta lo que pienso, nos hacían sentir que pensábamos así porque éramos tontos», confiesa Marianne, profesora de secundaria de Dahme/Mark, que ahora sin embargo se siente respaldada por una fuerza que percibe mucho más poderosa que la de los partidos de Berlín: «Ahora tenemos quien nos reconoce, tenemos a Donald Trump».

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