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«Irán podría tardar décadas en recuperar su programa nuclear»

El primer y único ataque con armas nucleares ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial con el lanzamiento por Estados Unidos de las dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Casi 80 años después, este domingo justo hace una semana, aviones de guerra estadounidenses bombardearon la cadena de suministro nuclear de Irán … para impedir, precisamente, que el régimen de los ayatolás desarrolle un arma atómica. La ofensiva golpeó el corazón del programa nuclear de la república islámica: las infraestructuras de Fordo, Natanz e Isfahán.
Los mensajes de Washington eran claros. Donald Trump hablaba de «destrucción total» y «lugar enterrado». Su homólogo y amigo israelí, Benjamin Netanyahu, agradeció la labor del mandatario norteamericano sobre su gran rival: Teherán. «La historia registrará que el presidente Trump actuó para negar el régimen más peligroso del mundo, el arma más peligrosa del mundo».
Según estos mensajes, la destrucción de esas tres instalaciones nucleares iraníes, Fordo, Natanz e Isfahán, fue total. Las dos primeras se dedicaban al enriquecimiento de uranio y la última a la conversión de uranio natural a uranio susceptible para ser enriquecido.

Sin embargo, un informe elaborado por la Agencia de Inteligencia de Estados Unidos, el brazo de la inteligencia del Pentágono, y filtrado esta semana a varios medios, aseguraba que los ataques militares estadounidenses no destruyeron los componentes centrales del programa nuclear del país y probablemente solo lo retrasaron algunos meses. Es decir, el documento de inteligencia, que se basa en una evaluación preliminar tomada de evaluaciones disponibles tan solo 24 horas después del ataque, minimiza el impacto y, por tanto, contradice las reiteradas afirmaciones de Trump de que los ataques «destruyeron total y completamente las instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán».
Trump no tardó en salir a acusar de ‘fakes news’ a los medios que publicaron dicho informe y repetir que la aniquilación había sido completa. Tras la evaluación inicial, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John Ratcliffe, afirmó al día siguiente que una serie de datos de inteligencia fiables indicaban que el programa nuclear de Irán había sufrido graves daños y que tardaría años en reconstruirse.

Fordo
Dos aviones B-2 descargaron doce bombas ‘revientabúnkeres’ GBU-57 e impactaron en lo que se cree que eran conductos de ventilación de esta planta subterránea. El director de la OIEA sugiere que inutilizaron las centrifugadoras para enriquecer uranio.

Natanz
Los bombardeos de Israel y de EE.UU. dañaron las salas para el enriquecimiento de uranio de este complejo, el mayor de Irán dedicado a ese fin. También se vio afectada la planta para enriquecer combustible.

Isfahán
Un submarino de EE.UU. lanzó misiles de crucero contra este lugar que albergaba uranio enriquecido. Las evidencias apuntan a que antes se sacaron 400 kilos de uranio enriquecido para trasladarlos a un lugar desconocido.

«Es probable que la campaña aérea no haya eliminado el uranio enriquecido que Irán ya había producido», señala a este diario Mark Cacin, principal asesor del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS, por sus siglas en inglés) y profesor en la universidad de Harvard. Cacin conoce bien la zona. Fue coronel del Ejército estadounidense y participó en la ocupación inicial de Irak (2003) y la insurgencia iraquí (2006-2007). «Sin embargo, la capacidad de Irán para producir más uranio se ha visto retrocedida varios años. La magnitud de los daños tardará en evaluarse por completo».

Una difícil evaluación

Sin un informe claro y, sobre todo, sin técnicos sobre el terreno del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que puedan hacer una evaluación seria de lo ocurrido, será muy difícil conocer realmente los daños.
Todos los expertos consultados por este periódico coinciden: las capacidades iraníes han sido seriamente dañadas, pero que hay que esperar para poder estimar el tiempo que le costará al régimen recuperarse, si es que puede.
«En estos momentos nadie sabe cuánto tardará Irán en recuperar sus capacidades. Depende de los daños sufridos en las centrifugadoras, especialmente las de Fordo, y si ha conseguido proteger el ‘stock’ de 400 kilos de uranio enriquecido al 60%», apunta un experto nuclear que trabaja para una empresa francesa, pero que prefiere mantener el anonimato.
Si Irán ha conseguido proteger ese ‘stock’, su recuperación sería mucho más rápida. Funcionarios estadounidenses han señalado que Irán aún controla unos 400 kilogramos de uranio y que pudieron haber sido trasladados antes de los ataques. «Aunque necesitarían centrifugadoras en buenas condiciones y dado lo sensibles que son a las vibraciones o a las paradas por cortes de electricidad, es muy posible que estén dañadas y necesiten unos meses para repararlas», explica este experto.
Entonces, ¿damos por buena la «destrucción total» de la que habla el presidente de Estados Unidos? «Si nos creemos a la Administración Trump, se podría haber retrasado el programa nuclear de tres a cinco años». Pero todo dependiendo de si ha destruido o no ese ‘stock’. «Si lo hubiera destruido, el retraso sería mayor, ya que necesitarían empezar de nuevo», aclara.
Ahora, el único precedente al que se puede recurrir para hacernos una idea de cuánto tardaría Irán en recuperarse está en 2010. En ese año, EE.UU. e Israel (aunque nunca lo confirmaron) introdujeron un ‘malware’ (virus informático) de forma encubierta en el sistema de control automatizado de la instalación nuclear iraní de Natanz, lo que provocó la autodestrucción de casi mil centrifugadoras. Estas máquinas eran necesarias para enriquecer uranio para armas nucleares y al ataque Stuxnet, como llegó a conocerse, se le atribuyó la ralentización del programa nuclear iraní y el impulso a la mesa de negociaciones.
«Sin duda, este ataque consiguió ralentizar el proceso de enriquecimiento durante al menos diez años», explica Beatriz Gutierrez, directora del máster en Terrorismo, Seguridad y Defensa de la Universidad Europea. «Por eso, con un ataque como este en vez de diez años la recuperación del programa nuclear podría ser de décadas».

La soledad del régimen

Además, apunta la experta en seguridad, «no hay que olvidar que Irán está solo: Hizbolá no puede ayudarle como antes y sus capacidades son bastante menores; Rusia y China no han apoyado claramente a Irán, y Pakistán, que colaboró en el desarrollo nuclear, ahora es aliado de Estados Unidos. Si unimos todos estos factores, a la república islámica le queda bastante camino por delante para recuperar las capacidades que tenía».
Sin embargo, una cuestión que ya planea con fuerza en los debates es si este ataque preventivo disuadirá a otros países de buscar el arma nuclear, o todo lo contrario. «Muchos países han considerado la adquisición de armas nucleares como la garantía definitiva de soberanía. Corea del Norte, por ejemplo, tomó esa decisión. Por eso son tan importantes los esfuerzos de no proliferación. Es probable que esta campaña aérea de Israel y Estados Unidos haga dudar a otros países», apunta a esta pregunta Cacin.
Le pasó a Irak cuando en 1981 un ataque israelí destruyó parte de su desarrollo nuclear, pero en vez de frenarlo, los iraquíes lo mantuvieron en la clandestinidad y dijeron «tenemos que intentar conseguir ese programa». Terminaron descarrilando por otras razones, pero el deseo de tener un arma nuclear siempre estuvo ahí. El experto en proliferación nuclear Målfrid Braut-Hegghammer, autor de un estudio publicado en la revista ‘International Security’ en 2011 sobre el ataque israelí contra Irak, concluyó que el ataque israelí «desencadenó un programa de armas nucleares donde antes no existía». El temor es que a Irán le pase lo mismo y que en vez de disuadirlo, multiplique sus esfuerzos en conseguirlo.
Otro punto clave es no solo la destrucción de las plantas de uranio, también del arsenal armamentístico donde se iban a utilizar estas armas nucleares. Y ahí entran en juego los ataques israelíes, que lograron destruir lanzamisiles y las defensas aéreas iraníes. «El problema no está tanto en que haya desarrollado el programa nuclear, sino que en paralelo han ido desarrollando capacidades armamentistas para lanzar esa bomba atómica», explica Gutiérrez. Pero tras los ataques, «Irán ahora tiene un problema porque les han dejado sin lanzaderas de misiles. Israel los ha destruido en esta guerra de doce días».

«Conocimientos suficientes»

En un artículo en ‘The Wall Street Journal’, Nicole Grajewski, investigadora del Programa de Política Nuclear del Carnegie Endowment for International Peace, señala: «El programa nuclear del país sigue siendo amplio y distribuido, con una redundancia significativa en cuanto a experiencia y liderazgo»
Quizás Irán no tenga que comenzar de cero su programa nuclear, pero sobre todo no tendrá que comenzar de cero en sus conocimientos. En una entrevista, el embajador iraní en España, Reza Zabib, dejaba claro que «tenemos los conocimientos suficientes para volver a hacer lo mismo».

Publicado: junio 29, 2025, 2:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/iran-tardar-decadas-recuperar-programa-nuclear-20250628181716-nt.html

El primer y único ataque con armas nucleares ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial con el lanzamiento por Estados Unidos de las dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Casi 80 años después, este domingo justo hace una semana, aviones de guerra estadounidenses bombardearon la cadena de suministro nuclear de Irán para impedir, precisamente, que el régimen de los ayatolás desarrolle un arma atómica. La ofensiva golpeó el corazón del programa nuclear de la república islámica: las infraestructuras de Fordo, Natanz e Isfahán.

Los mensajes de Washington eran claros. Donald Trump hablaba de «destrucción total» y «lugar enterrado». Su homólogo y amigo israelí, Benjamin Netanyahu, agradeció la labor del mandatario norteamericano sobre su gran rival: Teherán. «La historia registrará que el presidente Trump actuó para negar el régimen más peligroso del mundo, el arma más peligrosa del mundo».

Según estos mensajes, la destrucción de esas tres instalaciones nucleares iraníes, Fordo, Natanz e Isfahán, fue total. Las dos primeras se dedicaban al enriquecimiento de uranio y la última a la conversión de uranio natural a uranio susceptible para ser enriquecido.

Sin embargo, un informe elaborado por la Agencia de Inteligencia de Estados Unidos, el brazo de la inteligencia del Pentágono, y filtrado esta semana a varios medios, aseguraba que los ataques militares estadounidenses no destruyeron los componentes centrales del programa nuclear del país y probablemente solo lo retrasaron algunos meses. Es decir, el documento de inteligencia, que se basa en una evaluación preliminar tomada de evaluaciones disponibles tan solo 24 horas después del ataque, minimiza el impacto y, por tanto, contradice las reiteradas afirmaciones de Trump de que los ataques «destruyeron total y completamente las instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán».

Trump no tardó en salir a acusar de ‘fakes news’ a los medios que publicaron dicho informe y repetir que la aniquilación había sido completa. Tras la evaluación inicial, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John Ratcliffe, afirmó al día siguiente que una serie de datos de inteligencia fiables indicaban que el programa nuclear de Irán había sufrido graves daños y que tardaría años en reconstruirse.

Fordo

Dos aviones B-2 descargaron doce bombas ‘revientabúnkeres’ GBU-57 e impactaron en lo que se cree que eran conductos de ventilación de esta planta subterránea. El director de la OIEA sugiere que inutilizaron las centrifugadoras para enriquecer uranio.

Natanz

Los bombardeos de Israel y de EE.UU. dañaron las salas para el enriquecimiento de uranio de este complejo, el mayor de Irán dedicado a ese fin. También se vio afectada la planta para enriquecer combustible.

Isfahán

Un submarino de EE.UU. lanzó misiles de crucero contra este lugar que albergaba uranio enriquecido. Las evidencias apuntan a que antes se sacaron 400 kilos de uranio enriquecido para trasladarlos a un lugar desconocido.

«Es probable que la campaña aérea no haya eliminado el uranio enriquecido que Irán ya había producido», señala a este diario Mark Cacin, principal asesor del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS, por sus siglas en inglés) y profesor en la universidad de Harvard. Cacin conoce bien la zona. Fue coronel del Ejército estadounidense y participó en la ocupación inicial de Irak (2003) y la insurgencia iraquí (2006-2007). «Sin embargo, la capacidad de Irán para producir más uranio se ha visto retrocedida varios años. La magnitud de los daños tardará en evaluarse por completo».

Una difícil evaluación

Sin un informe claro y, sobre todo, sin técnicos sobre el terreno del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que puedan hacer una evaluación seria de lo ocurrido, será muy difícil conocer realmente los daños.

Todos los expertos consultados por este periódico coinciden: las capacidades iraníes han sido seriamente dañadas, pero que hay que esperar para poder estimar el tiempo que le costará al régimen recuperarse, si es que puede.

«En estos momentos nadie sabe cuánto tardará Irán en recuperar sus capacidades. Depende de los daños sufridos en las centrifugadoras, especialmente las de Fordo, y si ha conseguido proteger el ‘stock’ de 400 kilos de uranio enriquecido al 60%», apunta un experto nuclear que trabaja para una empresa francesa, pero que prefiere mantener el anonimato.

Si Irán ha conseguido proteger ese ‘stock’, su recuperación sería mucho más rápida. Funcionarios estadounidenses han señalado que Irán aún controla unos 400 kilogramos de uranio y que pudieron haber sido trasladados antes de los ataques. «Aunque necesitarían centrifugadoras en buenas condiciones y dado lo sensibles que son a las vibraciones o a las paradas por cortes de electricidad, es muy posible que estén dañadas y necesiten unos meses para repararlas», explica este experto.

Entonces, ¿damos por buena la «destrucción total» de la que habla el presidente de Estados Unidos? «Si nos creemos a la Administración Trump, se podría haber retrasado el programa nuclear de tres a cinco años». Pero todo dependiendo de si ha destruido o no ese ‘stock’. «Si lo hubiera destruido, el retraso sería mayor, ya que necesitarían empezar de nuevo», aclara.

Ahora, el único precedente al que se puede recurrir para hacernos una idea de cuánto tardaría Irán en recuperarse está en 2010. En ese año, EE.UU. e Israel (aunque nunca lo confirmaron) introdujeron un ‘malware’ (virus informático) de forma encubierta en el sistema de control automatizado de la instalación nuclear iraní de Natanz, lo que provocó la autodestrucción de casi mil centrifugadoras. Estas máquinas eran necesarias para enriquecer uranio para armas nucleares y al ataque Stuxnet, como llegó a conocerse, se le atribuyó la ralentización del programa nuclear iraní y el impulso a la mesa de negociaciones.

«Sin duda, este ataque consiguió ralentizar el proceso de enriquecimiento durante al menos diez años», explica Beatriz Gutierrez, directora del máster en Terrorismo, Seguridad y Defensa de la Universidad Europea. «Por eso, con un ataque como este en vez de diez años la recuperación del programa nuclear podría ser de décadas».

La soledad del régimen

Además, apunta la experta en seguridad, «no hay que olvidar que Irán está solo: Hizbolá no puede ayudarle como antes y sus capacidades son bastante menores; Rusia y China no han apoyado claramente a Irán, y Pakistán, que colaboró en el desarrollo nuclear, ahora es aliado de Estados Unidos. Si unimos todos estos factores, a la república islámica le queda bastante camino por delante para recuperar las capacidades que tenía».

Sin embargo, una cuestión que ya planea con fuerza en los debates es si este ataque preventivo disuadirá a otros países de buscar el arma nuclear, o todo lo contrario. «Muchos países han considerado la adquisición de armas nucleares como la garantía definitiva de soberanía. Corea del Norte, por ejemplo, tomó esa decisión. Por eso son tan importantes los esfuerzos de no proliferación. Es probable que esta campaña aérea de Israel y Estados Unidos haga dudar a otros países», apunta a esta pregunta Cacin.

Le pasó a Irak cuando en 1981 un ataque israelí destruyó parte de su desarrollo nuclear, pero en vez de frenarlo, los iraquíes lo mantuvieron en la clandestinidad y dijeron «tenemos que intentar conseguir ese programa». Terminaron descarrilando por otras razones, pero el deseo de tener un arma nuclear siempre estuvo ahí. El experto en proliferación nuclear Målfrid Braut-Hegghammer, autor de un estudio publicado en la revista ‘International Security’ en 2011 sobre el ataque israelí contra Irak, concluyó que el ataque israelí «desencadenó un programa de armas nucleares donde antes no existía». El temor es que a Irán le pase lo mismo y que en vez de disuadirlo, multiplique sus esfuerzos en conseguirlo.

Otro punto clave es no solo la destrucción de las plantas de uranio, también del arsenal armamentístico donde se iban a utilizar estas armas nucleares. Y ahí entran en juego los ataques israelíes, que lograron destruir lanzamisiles y las defensas aéreas iraníes. «El problema no está tanto en que haya desarrollado el programa nuclear, sino que en paralelo han ido desarrollando capacidades armamentistas para lanzar esa bomba atómica», explica Gutiérrez. Pero tras los ataques, «Irán ahora tiene un problema porque les han dejado sin lanzaderas de misiles. Israel los ha destruido en esta guerra de doce días».

«Conocimientos suficientes»

En un artículo en ‘The Wall Street Journal’, Nicole Grajewski, investigadora del Programa de Política Nuclear del Carnegie Endowment for International Peace, señala: «El programa nuclear del país sigue siendo amplio y distribuido, con una redundancia significativa en cuanto a experiencia y liderazgo»

Quizás Irán no tenga que comenzar de cero su programa nuclear, pero sobre todo no tendrá que comenzar de cero en sus conocimientos. En una entrevista, el embajador iraní en España, Reza Zabib, dejaba claro que «tenemos los conocimientos suficientes para volver a hacer lo mismo».

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