Publicado: mayo 1, 2025, 8:45 am
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Este jueves, Inglaterra celebra unas elecciones locales que aunque generan poca emoción, tienen una importancia política que trasciende lo municipal. Porque más allá de elegir concejales y alcaldes, los comicios de hoy suponen el primer gran test electoral para el Gobierno deKeir Starmer, … que llegó al poder tras la histórica victoria laborista en las elecciones generales de julio de 2024. Con más de 1.600 concejales en juego, seis alcaldías regionales y una elección parlamentaria parcial, el escrutinio de los resultados tendrá implicaciones directas sobre la estabilidad del liderazgo laborista, el posicionamiento del Partido Conservador y la consolidación del populismo derechista de Reform UK, liderado por Nigel Farage.
Las urnas abrieron a las siete de la mañana y cerrarán a las diez de la noche. Los primeros resultados se esperan durante la madrugada del viernes, pero no será hasta el viernes por la mañana cuando empiece el recuento de la mayoría, y analistas, partidos y ciudadanos estarán atentos no sólo a los ganadores, sino a las tendencias subyacentes que podrían anticipar cambios mayores en la política británica. Esta jornada abarca elecciones en 24 consejos municipales, la renovación de seis alcaldías, y la celebración de una elección parcial en la circunscripción de Runcorn y Helsby, en Cheshire, anteriormente bastión laborista.
El caso de Runcorn y Helsby es particularmente emblemático. Se trata de la primera elección parlamentaria parcial desde los comicios generales del pasado julio y fue convocada tras la renuncia del diputado laborista Mike Amesbury el pasado marzo después de ser condenado a una pena de prisión suspendida por agredir a un elector, un incidente que fue grabado en vídeo. Quince candidatos compiten por sustituirlo, y aunque Reform UK ha intentado moderar las expectativas, la posibilidad de que arrebaten un escaño con una mayoría laborista de casi 15.000 votos sería una sacudida simbólica de gran magnitud para el partido gobernante. Algunos sondeos sugieren que la contienda está demasiado reñida para anticipar un vencedor, pero el mero hecho de que se hable de un posible vuelco en un feudo tradicionalmente laborista ya es significativo.
El ascenso de Reform UK es uno de los grandes focos de estas elecciones. La formación de Nigel Farage, históricamente más identificada con la protesta que con la gestión institucional, busca ahora demostrar que puede también gobernar. Ha presentado más candidatos que ningún otro partido y confía en obtener representación tanto a nivel local como en algunas de las seis alcaldías que se disputan, donde se eligen dos tipos de alcaldes: los llamados «single authority mayors», que gobiernan un solo municipio y son responsables de los servicios locales como la limpieza, la vivienda o el transporte urbano; y los «metro mayors», que lideran autoridades combinadas formadas por varios municipios, con competencias más amplias sobre desarrollo económico, transporte regional y planificación territorial.
Por ejemplo, en Doncaster y North Tyneside, los votantes elegirán alcaldes que lideran directamente el consejo local y gestionan servicios municipales clave. Pero son las «alcaldías metropolitanas» las que atraen mayor atención: West of England, Cambridgeshire y Peterborough, Greater Lincolnshire y Hull y East Yorkshire eligen a figuras con competencias más amplias. En Greater Lincolnshire, por ejemplo, la exdiputada conservadora Andrea Jenkyns parte como favorita bajo las siglas de Reform, lo que podría marcar la entrada de este partido en el poder ejecutivo regional por primera vez.
El Partido Conservador, mientras tanto, se enfrenta a un panorama sombrío. Las previsiones apuntan a la pérdida de cientos de concejales, en parte porque estas mismas plazas fueron ganadas en 2021, cuando el gobierno de Boris Johnsondisfrutaba de un repunte de popularidad tras el éxito inicial del programa de vacunación contra la Covid-19. Hoy, sin embargo, la situación es radicalmente distinta. La debilidad de la economía, los escándalos pasados y la falta de una dirección clara han erosionado el respaldo conservador. Un resultado especialmente malo podría reavivar las dudas internas sobre el liderazgo de figuras como Kemi Badenoch.
Por su parte, los Liberal Demócratas y los Verdes esperan aprovechar el desgaste de los grandes partidos tradicionales para aumentar su representación, aunque también observan con preocupación el crecimiento de Reform UK, que podría arrebatarles votos en distritos clave.
Este mosaico de votaciones locales es, en esencia, un termómetro nacional. Aunque centradas en cuestiones locales, las elecciones sirven como barómetro del clima político nacional. Para Keir Starmer y su gabinete, los resultados serán analizados como una evaluación pública temprana de su gestión, menos de un año después de asumir el poder. Cualquier pérdida significativa en áreas tradicionalmente laboristas podría alimentar dudas sobre la dirección del partido.
Finalmente, estos comicios también plantean la pregunta más amplia de si seguirá el panorama británico dominado por los dos grandes partidos tradicionales, o si podría ser este el inicio de una fragmentación más profunda, en la que fuerzas como Reform UK encuentren un espacio permanente. Las respuestas comenzarán a dibujarse este viernes cuando se conozcan los resultados.