Hiroshima clama por la paz mundial en el 80º aniversario del bombardeo atómico - Colombia
Registro  /  Login

Portal de Negocios en Colombia


Hiroshima clama por la paz mundial en el 80º aniversario del bombardeo atómico

A las 8:15 (hora local) de esta mañana, exactamente ochenta años después del momento en que una bomba nuclear arrasó Hiroshima, una campana resonaba en la ciudad mientras miles de personas se sumían en un silencioso rezo colectivo. Japón ha … conmemorado hoy el aniversario de la tragedia y sus devastadores consecuencias, un recuerdo aún más relevante si cabe ante un mundo de hostilidad creciente.
El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos arrojó la bomba de uranio ‘Little Boy’ sobre Hiroshima, un ataque que dejó entre 90.000 y 166.000 muertos, equivalentes al 26-49% de la población. La mitad de ellos fallecieron en las primeras veinticuatro horas, y aquellos que sobrevivieron padecieron graves problemas de salud por el impacto de la radiación. Tres días después, la ciudad de Nagasaki corrió la misma suerte bajo el impacto de otra de plutonio, ‘Fat Man’, causante de entre 60.000 y 80.000 decesos. Al cabo de otros seis días, el 15 de agosto, la rendición de Japón puso fin a la II Guerra Mundial.
La ceremonia de hoy, celebrada en el Parque Memorial de la Paz, ha tenido como centro simbólico el cenotafio que contiene el nombre de cada una de las 349.236 víctimas, con la imagen al fondo de la Cúpula de la Bomba Atómica o Genbaku, uno de los pocos edificios que se mantuvo en pie, preservado intacto desde entonces. Su estructura a medio derruir representa un recuerdo físico del horror entre los apacibles ríos y la frondosa vegetación de la Hiroshima contemporánea.
«Que todas las almas aquí descansen en paz, pues no repetiremos el error», reza el monumento, una promesa que el primer ministro nipón, Shigeru Ishiba, ha hecho suya en su intervención. «Nunca debemos repetir los errores de Hiroshima y Nagasaki. Es una misión de Japón, el único país que ha sufrido la guerra nuclear, liderar los esfuerzos de la comunidad internacional hacia un mundo sin armas nucleares», ha asegurado. «La división en la comunidad internacional sobre desarme nuclear está profundizándose, y el actual entorno de seguridad se está volviendo aún más complicado. Ese es precisamente el motivo por el que debemos hacer todo lo posible para conseguir un mundo sin guerras ni armas nucleares».

Ishiba ha confesado que en su última visita al Museo Memorial de la Paz se quedó «sin palabras» ante la idea de que «los sueños y el futuro brillante de tanta gente les fuera arrebatado de repente y sin piedad». «Entonces renové mi determinación de que estas experiencias insoportables no deben desaparecer, sino transmitirse de generación en generación». Por eso, el primer ministro nipón ha llamado a «los habitantes de todo el mundo» a acudir a Hiroshima y Nagasaki, y ha celebrado que el Museo Memorial –a rebosar en los últimos días– haya superado la cifra de 2 millones de visitantes, el 30% de ellos extranjeros.

«Visiten Hiroshima»

La ceremonia ha tenido lugar bajo el sol abrasador de una mañana de agosto, con los termómetros por encima de los treinta grados. Unas carpas blancas protegían a los 7.000 asistentes, ataviados de estricto luto, muchos de los cuales recurrían a pañuelos para secarse el sudor. Entre ellos se contaban las principales figuras institucionales de Japón –a excepción del Emperador–, así como representantes de los 196 países y organismos internacionales con los que mantiene relaciones diplomáticas.
El acceso prioritario, sin embargo, ha correspondido a los hibakusha, los supervivientes –«persona afectada por la explosión», en japonés– y sus familiares. La organización que desde 1956 defiende sus intereses y hace campaña por la abolición de las armas nucleares, la Confederación de Víctimas de la Bomba Atómica o Nihon Hidankyo recibió el año pasado el Premio Nobel de la Paz, y su labor ha sido encomiada en repetidas ocasiones durante la jornada.
Tras el redoble de campanas a la hora exacta, el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, ha tomado el estrado. Su discurso, que ha comenzado relatando la historia de víctimas individuales, como una mujer que tuvo que cremar a su padre «con sus propias manos» u otra que se arrepintió toda la vida de no haber compartido su agua con un herido, ha adoptado de inmediato un tono aún urgente.
«Hoy, presentar las experiencias de los hibakushas es más crucial que nunca. EE.UU. y Rusia todavía poseen más del 90% de las ojivas nucleares del mundo, y la invasión rusa de Ucrania y el caos en Oriente Medio están acelerando el incremento de los arsenales alrededor del mundo», ha denunciado. «Está calando la idea de que las armas nucleares son esenciales para la defensa nacional, ignorando las lecciones que la comunidad internacional debería haber aprendido de las tragedias de la historia […]. Nosotros, la gente, nunca debemos rendirnos. Es más, tenemos que trabajar aún más duro para construir un mundo pacífico».
«Tenemos que pensar menos en nosotros mismos y más en los demás, así es como la humanidad ha resuelto todo conflicto hasta el día de hoy. Las naciones deben mirar más allá de sus intereses propios y ver las circunstancias de otros países», ha continuado Matsui, antes de concluir. «Por favor, visiten Hiroshima. Vean con sus propios ojos lo que una bomba atómica hace. Llévense al corazón el espíritu pacífico de la ciudad». Acto seguido, una bandada de palomas ha tomado el cielo despejado de Hiroshima, ochenta años después.

Publicado: agosto 6, 2025, 12:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/hiroshima-clama-paz-mundial-80o-aniversario-bombardeo-20250806061257-nt.html

A las 8:15 (hora local) de esta mañana, exactamente ochenta años después del momento en que una bomba nuclear arrasó Hiroshima, una campana resonaba en la ciudad mientras miles de personas se sumían en un silencioso rezo colectivo. Japón ha conmemorado hoy el aniversario de la tragedia y sus devastadores consecuencias, un recuerdo aún más relevante si cabe ante un mundo de hostilidad creciente.

El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos arrojó la bomba de uranio ‘Little Boy’ sobre Hiroshima, un ataque que dejó entre 90.000 y 166.000 muertos, equivalentes al 26-49% de la población. La mitad de ellos fallecieron en las primeras veinticuatro horas, y aquellos que sobrevivieron padecieron graves problemas de salud por el impacto de la radiación. Tres días después, la ciudad de Nagasaki corrió la misma suerte bajo el impacto de otra de plutonio, ‘Fat Man’, causante de entre 60.000 y 80.000 decesos. Al cabo de otros seis días, el 15 de agosto, la rendición de Japón puso fin a la II Guerra Mundial.

La ceremonia de hoy, celebrada en el Parque Memorial de la Paz, ha tenido como centro simbólico el cenotafio que contiene el nombre de cada una de las 349.236 víctimas, con la imagen al fondo de la Cúpula de la Bomba Atómica o Genbaku, uno de los pocos edificios que se mantuvo en pie, preservado intacto desde entonces. Su estructura a medio derruir representa un recuerdo físico del horror entre los apacibles ríos y la frondosa vegetación de la Hiroshima contemporánea.

«Que todas las almas aquí descansen en paz, pues no repetiremos el error», reza el monumento, una promesa que el primer ministro nipón, Shigeru Ishiba, ha hecho suya en su intervención. «Nunca debemos repetir los errores de Hiroshima y Nagasaki. Es una misión de Japón, el único país que ha sufrido la guerra nuclear, liderar los esfuerzos de la comunidad internacional hacia un mundo sin armas nucleares», ha asegurado. «La división en la comunidad internacional sobre desarme nuclear está profundizándose, y el actual entorno de seguridad se está volviendo aún más complicado. Ese es precisamente el motivo por el que debemos hacer todo lo posible para conseguir un mundo sin guerras ni armas nucleares».

Ishiba ha confesado que en su última visita al Museo Memorial de la Paz se quedó «sin palabras» ante la idea de que «los sueños y el futuro brillante de tanta gente les fuera arrebatado de repente y sin piedad». «Entonces renové mi determinación de que estas experiencias insoportables no deben desaparecer, sino transmitirse de generación en generación». Por eso, el primer ministro nipón ha llamado a «los habitantes de todo el mundo» a acudir a Hiroshima y Nagasaki, y ha celebrado que el Museo Memorial –a rebosar en los últimos días– haya superado la cifra de 2 millones de visitantes, el 30% de ellos extranjeros.

«Visiten Hiroshima»

La ceremonia ha tenido lugar bajo el sol abrasador de una mañana de agosto, con los termómetros por encima de los treinta grados. Unas carpas blancas protegían a los 7.000 asistentes, ataviados de estricto luto, muchos de los cuales recurrían a pañuelos para secarse el sudor. Entre ellos se contaban las principales figuras institucionales de Japón –a excepción del Emperador–, así como representantes de los 196 países y organismos internacionales con los que mantiene relaciones diplomáticas.

El acceso prioritario, sin embargo, ha correspondido a los hibakusha, los supervivientes –«persona afectada por la explosión», en japonés– y sus familiares. La organización que desde 1956 defiende sus intereses y hace campaña por la abolición de las armas nucleares, la Confederación de Víctimas de la Bomba Atómica o Nihon Hidankyo recibió el año pasado el Premio Nobel de la Paz, y su labor ha sido encomiada en repetidas ocasiones durante la jornada.

Tras el redoble de campanas a la hora exacta, el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, ha tomado el estrado. Su discurso, que ha comenzado relatando la historia de víctimas individuales, como una mujer que tuvo que cremar a su padre «con sus propias manos» u otra que se arrepintió toda la vida de no haber compartido su agua con un herido, ha adoptado de inmediato un tono aún urgente.

«Hoy, presentar las experiencias de los hibakushas es más crucial que nunca. EE.UU. y Rusia todavía poseen más del 90% de las ojivas nucleares del mundo, y la invasión rusa de Ucrania y el caos en Oriente Medio están acelerando el incremento de los arsenales alrededor del mundo», ha denunciado. «Está calando la idea de que las armas nucleares son esenciales para la defensa nacional, ignorando las lecciones que la comunidad internacional debería haber aprendido de las tragedias de la historia […]. Nosotros, la gente, nunca debemos rendirnos. Es más, tenemos que trabajar aún más duro para construir un mundo pacífico».

«Tenemos que pensar menos en nosotros mismos y más en los demás, así es como la humanidad ha resuelto todo conflicto hasta el día de hoy. Las naciones deben mirar más allá de sus intereses propios y ver las circunstancias de otros países», ha continuado Matsui, antes de concluir. «Por favor, visiten Hiroshima. Vean con sus propios ojos lo que una bomba atómica hace. Llévense al corazón el espíritu pacífico de la ciudad». Acto seguido, una bandada de palomas ha tomado el cielo despejado de Hiroshima, ochenta años después.

Artículos Relacionados