Gira asiática de Trump: tregua comercial, inversiones millonarias y «una nueva era dorada» - Colombia
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Gira asiática de Trump: tregua comercial, inversiones millonarias y «una nueva era dorada»

Tras su mediación en la guerra de Ucrania y en la crisis de Gaza, atascada una y pomposa la otra, Donald Trump ha vuelto su atención hacia el más estratégico de sus frentes geopolíticos. El presidente estadounidense vuela ya de vuelta a Washington tras haber … completado esta semana una frenética gira asiática en la que ha logrado rebajar la tensión con China y afianzar la alianza con sus socios en la región.
«POTUS [presidente de EE.UU.] embarca en el Air Force One y se prepara para el largo viaje de regreso a casa después de un notable viaje por Asia. Esta semana, POTUS logró miles de millones de dólares en nuevas inversiones, puso fin a una guerra, firmó varios acuerdos sobre comercio y minerales, se reunió con el presidente Xi, y más», ha resumido una laudatoria publicación en redes sociales de la Casa Blanca, junto a un vídeo de Trump despidiéndose desde lo alto de la escalerilla.
Su agenda, sin duda, ha resultado intensa. El Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que estos días alberga la ciudad surcoreana de Gyeongju suponía la motivación original del desplazamiento. Sin embargo, Trump ha acabado por dar media vuelta tras realizar solo una aparición testimonial en la cena de bienvenida de este miércoles, antes de que el evento en sí comenzara, pero habiendo cumplido con su propósito principal: una conversación personal con el líder chino Xi Jinping.

Tras meses de expectación, en la mañana de este jueves ambos mandatarios han mantenido un encuentro en la vecina urbe de Busan, el primero desde que Trump regresara a la Casa Blanca. La perspectiva de un gran acuerdo estructural ha quedado reducida a un apaño circunstancial que, eso sí, alivia meses de enfrentamientos.
El bagaje tangible se resume en que Estados Unidos reducirá del 20 al 10% los aranceles derivados del tráfico de fentanilo –lo que deja el tipo general para las importaciones chinas alrededor en torno al 47%–, mientras que China incrementará las adquisiciones de soja estadounidense.
Estas medidas menores en modo alguno ofrecen una solución a la confrontación estructural entre ambas superpotencias, tal y como demuestra la orden de Trump de retomar los ensayos nucleares justo antes de estrechar la mano de Xi. De hecho, ni siquiera recuperan el statu quo anterior a los aranceles universales, comienzo de una segunda guerra comercial que elevó los sobrecostes mutuos por encima del 100%, en un embargo oficioso entre las dos primeras economías del mundo.
No obstante, sí rectifican la dinámica vigente y sientan las bases de una nueva interacción, continuada con el intercambio de visitas de Estado previstas para el año que viene. A esta tregua se añade, además, una reafirmación de sus lazos con Japón y Corea del Sur.

Serviles amigos

Trump ha realizado sendas visitas al presidente surcoreano, Lee Jae-myung, y la recién elegida primera ministra nipona, Sanae Takaichi. Una y otra coincidían en su epítome: «una nueva era dorada en nuestra alianza». Ambos no solo han dispensado al estadounidense las mayores cortesías, sino que además han corroborado, complacidos incluso, los nuevos acuerdos comerciales que nacieron de esos mismos aranceles universales ante los que China contragolpeó.
Poco importan sus marcadas condiciones asimétricas. Estados Unidos mantendrá sobrecostes del 15% –y gracias–, y a cambio Japón y Corea del Sur se comprometen a realizar inversiones en proyectos estadounidenses por valor de 550.000 y 350.000 millones de dólares (475.000 y 302.000 millones de euros) respectivamente. Semejantes regalías evidencian que, en el mundo que propugna Trump, menos basado en el multilateralismo que en la fuerza, cada vez son más los países que tragan.
«En su primer mandato presidencial, Trump iba al G7 o al G20 y muchos de estos líderes se reían de él a su espalda o en su cara. Ahora, en cambio, tiene un número considerable de amigos en el escenario internacional. Y muchos otros no son sus amigos pero bajo ningún concepto quieren enfadarle», comentaba Ian Bremmer, fundador y presidente de Eurasia, en una entrevista reciente con ABC. «Este tipo de acuerdos asimétricos serán beneficiosos a corto plazo, pero a largo plazo harán mucho daño».
Pacificador y comerciante
Este acatamiento también ha posibilitado que el estadounidense reclute apoyos para contrarrestar el principal arma comercial de China: las tierras raras, materiales críticos para la industria global cuya producción controla en más de un 90%. El trato alcanzado hoy establece que el régimen se compromete a pausar sus restricciones a la exportación a nivel global durante un año.

Socios asiáticos ceden

Pero, por si acaso, Trump ha pasado por Asia firmando a diestro y siniestro acuerdos de colaboración en este sector con hasta cinco países –Japón, Malasia, Tailandia, Vietnam y Camboya– como ya hiciera con Australia y Ucrania; evidencia de que la rivalidad entre la potencia establecida y la emergente por más que ambos hayan dejado, por ahora, de intercambiar golpes.
Trump ha tenido tiempo hasta de interpretar su papel de hombre de paz, protagonizando la firma de una tregua entre Tailandia y Camboya. Poco importa que ambos países hubieran oficializado ya el pasado mes de julio un alto el fuego «incondicional». Este conflicto supone, de acuerdo a su propio recuento, el octavo conflicto que el presidente supuestamente ha frenado con su intermediación personal, a modo de méritos para el Premio Nobel de la Paz que tan explícitamente ansía.
Solo un vacío desluce su gira: la negativa de Kim Jong-un a reeditar una aparición sorpresa en la frontera, como ya hiciera en 2019, expresada mediante el disparo de un misil de crucero a su aterrizaje en la península coreana. «Fue una cuestión de tiempos», se ha excusado Trump mientras el Air Force One sobrevolaba ya el Pacífico. «No hemos sido capaces de hablar porque… Mira, he estado muy ocupado».

Publicado: octubre 30, 2025, 10:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/gira-asiatica-trump-deja-aliados-cerca-rival-20251030195013-nt.html

Tras su mediación en la guerra de Ucrania y en la crisis de Gaza, atascada una y pomposa la otra, Donald Trump ha vuelto su atención hacia el más estratégico de sus frentes geopolíticos. El presidente estadounidense vuela ya de vuelta a Washington tras haber completado esta semana una frenética gira asiática en la que ha logrado rebajar la tensión con China y afianzar la alianza con sus socios en la región.

«POTUS [presidente de EE.UU.] embarca en el Air Force One y se prepara para el largo viaje de regreso a casa después de un notable viaje por Asia. Esta semana, POTUS logró miles de millones de dólares en nuevas inversiones, puso fin a una guerra, firmó varios acuerdos sobre comercio y minerales, se reunió con el presidente Xi, y más», ha resumido una laudatoria publicación en redes sociales de la Casa Blanca, junto a un vídeo de Trump despidiéndose desde lo alto de la escalerilla.

Su agenda, sin duda, ha resultado intensa. El Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que estos días alberga la ciudad surcoreana de Gyeongju suponía la motivación original del desplazamiento. Sin embargo, Trump ha acabado por dar media vuelta tras realizar solo una aparición testimonial en la cena de bienvenida de este miércoles, antes de que el evento en sí comenzara, pero habiendo cumplido con su propósito principal: una conversación personal con el líder chino Xi Jinping.

Tras meses de expectación, en la mañana de este jueves ambos mandatarios han mantenido un encuentro en la vecina urbe de Busan, el primero desde que Trump regresara a la Casa Blanca. La perspectiva de un gran acuerdo estructural ha quedado reducida a un apaño circunstancial que, eso sí, alivia meses de enfrentamientos.

El bagaje tangible se resume en que Estados Unidos reducirá del 20 al 10% los aranceles derivados del tráfico de fentanilo –lo que deja el tipo general para las importaciones chinas alrededor en torno al 47%–, mientras que China incrementará las adquisiciones de soja estadounidense.

Estas medidas menores en modo alguno ofrecen una solución a la confrontación estructural entre ambas superpotencias, tal y como demuestra la orden de Trump de retomar los ensayos nucleares justo antes de estrechar la mano de Xi. De hecho, ni siquiera recuperan el statu quo anterior a los aranceles universales, comienzo de una segunda guerra comercial que elevó los sobrecostes mutuos por encima del 100%, en un embargo oficioso entre las dos primeras economías del mundo.

No obstante, sí rectifican la dinámica vigente y sientan las bases de una nueva interacción, continuada con el intercambio de visitas de Estado previstas para el año que viene. A esta tregua se añade, además, una reafirmación de sus lazos con Japón y Corea del Sur.

Serviles amigos

Trump ha realizado sendas visitas al presidente surcoreano, Lee Jae-myung, y la recién elegida primera ministra nipona, Sanae Takaichi. Una y otra coincidían en su epítome: «una nueva era dorada en nuestra alianza». Ambos no solo han dispensado al estadounidense las mayores cortesías, sino que además han corroborado, complacidos incluso, los nuevos acuerdos comerciales que nacieron de esos mismos aranceles universales ante los que China contragolpeó.

Poco importan sus marcadas condiciones asimétricas. Estados Unidos mantendrá sobrecostes del 15% –y gracias–, y a cambio Japón y Corea del Sur se comprometen a realizar inversiones en proyectos estadounidenses por valor de 550.000 y 350.000 millones de dólares (475.000 y 302.000 millones de euros) respectivamente. Semejantes regalías evidencian que, en el mundo que propugna Trump, menos basado en el multilateralismo que en la fuerza, cada vez son más los países que tragan.

«En su primer mandato presidencial, Trump iba al G7 o al G20 y muchos de estos líderes se reían de él a su espalda o en su cara. Ahora, en cambio, tiene un número considerable de amigos en el escenario internacional. Y muchos otros no son sus amigos pero bajo ningún concepto quieren enfadarle», comentaba Ian Bremmer, fundador y presidente de Eurasia, en una entrevista reciente con ABC. «Este tipo de acuerdos asimétricos serán beneficiosos a corto plazo, pero a largo plazo harán mucho daño».

Pacificador y comerciante

Este acatamiento también ha posibilitado que el estadounidense reclute apoyos para contrarrestar el principal arma comercial de China: las tierras raras, materiales críticos para la industria global cuya producción controla en más de un 90%. El trato alcanzado hoy establece que el régimen se compromete a pausar sus restricciones a la exportación a nivel global durante un año.

Socios asiáticos ceden

Pero, por si acaso, Trump ha pasado por Asia firmando a diestro y siniestro acuerdos de colaboración en este sector con hasta cinco países –Japón, Malasia, Tailandia, Vietnam y Camboya– como ya hiciera con Australia y Ucrania; evidencia de que la rivalidad entre la potencia establecida y la emergente por más que ambos hayan dejado, por ahora, de intercambiar golpes.

Trump ha tenido tiempo hasta de interpretar su papel de hombre de paz, protagonizando la firma de una tregua entre Tailandia y Camboya. Poco importa que ambos países hubieran oficializado ya el pasado mes de julio un alto el fuego «incondicional». Este conflicto supone, de acuerdo a su propio recuento, el octavo conflicto que el presidente supuestamente ha frenado con su intermediación personal, a modo de méritos para el Premio Nobel de la Paz que tan explícitamente ansía.

Solo un vacío desluce su gira: la negativa de Kim Jong-un a reeditar una aparición sorpresa en la frontera, como ya hiciera en 2019, expresada mediante el disparo de un misil de crucero a su aterrizaje en la península coreana. «Fue una cuestión de tiempos», se ha excusado Trump mientras el Air Force One sobrevolaba ya el Pacífico. «No hemos sido capaces de hablar porque… Mira, he estado muy ocupado».

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