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Giovanni Brusca, el mafioso que mató a Falcone, en libertad por una ley que el mismo juez promovió

05/06/2025

Actualizado a las 17:33h.

Giovanni Brusca, un jefe mafioso sanguinario, que accionó con un telecomando el detonador que mató al célebre juez antimafia Giovanni Falcone, a su esposa Francesca Morvillo y a tres agentes de su escolta en la masacre de Capaci, en Sicilia, el 23 de mayo de 1992, es hoy un hombre libre. Fue detenido en mayo de 1996. Había cumplido su condena –30 años, reducida a 25 gracias a su buena conducta– a finales de mayo de 2021, y luego pasó 4 años de libertad condicional.
Ahora Brusca camina sin restricciones por las calles de un pueblo secreto, lejos de Sicilia. Ya no necesita, como hacía cuando estaba en libertad condicional, firmar en los cuarteles de los carabinieri, ni respetar toques de queda. Puede, incluso, viajar. Todo gracias a la misma ley que inspiró y promovió el juez al que Brusca asesinó: la norma sobre los ‘arrepentidos’ de la mafia fue creada por el magistrado Falcone para desmantelar Cosa Nostra desde dentro. Giovanni Brusca, de asesino pasó a convertirse en colaborador de la justicia.

Uno de los más temidos de la Cosa Nostra

Apodado ‘u Verru («el cerdo») o ‘u scannacristiani («el degollador»), que reflejan su brutalidad y la falta de humanidad de Brusca, fue uno de los símbolos más temidos de la Cosa Nostra siciliana. Brusca confesó haber cometido más de 150 asesinatos.

Entre ellos, uno de los crímenes más despreciables que se recuerdan de la mafia: el asesinato de Giuseppe Di Matteo, un niño de 13 años secuestrado en 1993, estrangulado y disuelto en ácido en 1996, tras mantenerlo en cautiverio casi tres años. Su único delito: ser hijo de Santino Di Matteo, un mafioso que colaboró con la justicia. Fue un acto de barbarie absoluta, un crimen por el que, como el mismo Brusca ha reconocido en contadas ocasiones, «no hay perdón posible». Este episodio, junto con la masacre de Capaci, son heridas que permanecen abiertas en Italia.

Publicado: junio 5, 2025, 10:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/giovanni-brusca-mafioso-mato-falcone-libertad-ley-20250605172649-nt.html

Ángel Gómez Fuentes

05/06/2025


Actualizado a las 17:33h.

Giovanni Brusca, un jefe mafioso sanguinario, que accionó con un telecomando el detonador que mató al célebre juez antimafia Giovanni Falcone, a su esposa Francesca Morvillo y a tres agentes de su escolta en la masacre de Capaci, en Sicilia, el 23 de mayo de 1992, es hoy un hombre libre. Fue detenido en mayo de 1996. Había cumplido su condena –30 años, reducida a 25 gracias a su buena conducta– a finales de mayo de 2021, y luego pasó 4 años de libertad condicional.

Ahora Brusca camina sin restricciones por las calles de un pueblo secreto, lejos de Sicilia. Ya no necesita, como hacía cuando estaba en libertad condicional, firmar en los cuarteles de los carabinieri, ni respetar toques de queda. Puede, incluso, viajar. Todo gracias a la misma ley que inspiró y promovió el juez al que Brusca asesinó: la norma sobre los ‘arrepentidos’ de la mafia fue creada por el magistrado Falcone para desmantelar Cosa Nostra desde dentro. Giovanni Brusca, de asesino pasó a convertirse en colaborador de la justicia.

Uno de los más temidos de la Cosa Nostra

Apodado ‘u Verru («el cerdo») o ‘u scannacristiani («el degollador»), que reflejan su brutalidad y la falta de humanidad de Brusca, fue uno de los símbolos más temidos de la Cosa Nostra siciliana. Brusca confesó haber cometido más de 150 asesinatos.

Entre ellos, uno de los crímenes más despreciables que se recuerdan de la mafia: el asesinato de Giuseppe Di Matteo, un niño de 13 años secuestrado en 1993, estrangulado y disuelto en ácido en 1996, tras mantenerlo en cautiverio casi tres años. Su único delito: ser hijo de Santino Di Matteo, un mafioso que colaboró con la justicia. Fue un acto de barbarie absoluta, un crimen por el que, como el mismo Brusca ha reconocido en contadas ocasiones, «no hay perdón posible». Este episodio, junto con la masacre de Capaci, son heridas que permanecen abiertas en Italia.

Tras su arresto en 1996, Brusca fingió inicialmente arrepentirse para desacreditar a la justicia. Pero luego, traicionó a la mafia, revelando secretos que llevaron a condenar a centenares de mafiosos, incluidos los célebres jefes mafiosos Totò Riina y Bernardo Provenzano. Su colaboración le valió reducciones de pena bajo la Ley 82/1991, la misma que Falcone diseñó inspirándose en el sistema de protección de testigos de EE.UU. Sin ella, casos como el del célebre capo mafioso Tommaso Buscetta, que colaboró también con el juez Falcone, no habrían sido posibles. Sin embargo, la ley siempre fue polémica: criticada por reducir penas a cambio de información, pero alabada por ayudar a desmantelar redes mafiosas

«Es la ley de mi hermano, pero duele»

La libertad de Brusca ha reabierto heridas. Tina Montinaro, viuda del escolta de Falcone asesinado en Capaci, no oculta su rabia: «Esta no es justicia. Lo sé, es la ley, pero es como si nada hubiera pasado. Los colaboradores siguen siendo criminales. ¿Dónde está el respeto a las víctimas?».

Giuseppe Costanza, el chófer que sobrevivió a la explosión de Capaci, va más allá: «La ley ya no es para la gente honesta. Brusca tiene las manos manchadas de sangre, y ahora vive tranquilo. ¿Y nuestras familias? Bajo tierra para siempre». Hasta Maria Falcone, hermana del magistrado, admite su dolor, aunque defiende la norma: «Es la ley que Giovanni quiso. Sin ella, no habríamos derrotado a la mafia de Riina».

«Falcone me dio la libertad»

En el libro «Uno così», publicado por San Paolo Edizioni, la editorial católica más importante y antigua de Italia, Giovanni Brusca conversa con el sacerdote Marcello Cozzi y cuenta su historia. Brusca reflexionó con cinismo e ironía: «La paradoja es que esta libertad me la regaló el juez que maté». Pero su aparente arrepentimiento suena falso.

Imagen principal - Estado en el que quedó el vehiculo en el que murieron tras un atentado el juez Falcone, su esposa y tres guardaespaldas, en la primera imagen. En la segunda imagen: el mafioso Giovanni Brusca y el juez Giovanni Falcone en la tercera foto.
Imagen secundaria 1 - Estado en el que quedó el vehiculo en el que murieron tras un atentado el juez Falcone, su esposa y tres guardaespaldas, en la primera imagen. En la segunda imagen: el mafioso Giovanni Brusca y el juez Giovanni Falcone en la tercera foto.
Imagen secundaria 2 - Estado en el que quedó el vehiculo en el que murieron tras un atentado el juez Falcone, su esposa y tres guardaespaldas, en la primera imagen. En la segunda imagen: el mafioso Giovanni Brusca y el juez Giovanni Falcone en la tercera foto.
Estado en el que quedó el vehiculo en el que murieron tras un atentado el juez Falcone, su esposa y tres guardaespaldas, en la primera imagen. En la segunda imagen: el mafioso Giovanni Brusca y el juez Giovanni Falcone en la tercera foto.
ARCHIVO ABC, EFE Y ASSOCIATED PRESS

Nunca pidió perdón a los familiares de Giuseppe Di Matteo, y en sus declaraciones hubo omisiones clave. Por ejemplo, siempre suscitaron dudas sus confesiones sobre supuestos pactos entre mafia y Estado en los años 90. También se consideraron exageradas algunas afirmaciones sobre encuentros entre mafiosos y políticos como el exprimer ministro Silvio Berlusconi. Aun así, los jueces consideraron creíble su testimonio.

Un debate que divide: justicia o impunidad

La libertad de Brusca reaviva el debate sobre el precio de la colaboración de los mafiosos con la mafia. La primera ministra, Giorgia Meloni, ya pidió en 2021 revisar la ley. Para los fiscales, fue necesario el contar con los ‘arrepentidos’ de la mafia como Brusca, porque su testimonio ayudó a evitar más masacres.

Pietro Grasso, exfiscal nacional antimafia y expresidente del Senado, lo resume así: «Con Brusca, el Estado ganó tres veces: al arrestarlo, al hacerlo hablar y al demostrar que colaborar es la única salida para un mafioso». Pero en San Giuseppe Jato, su pueblo natal –un municipio de 7.900 habitantes en el área de Palermo, capital de Sicilia– el alcalde prohibió la presentación del libro de Brusca con el sacerdote Cozzi: «Las heridas que abrió siguen vivas».

Giovanni Brusca vive hoy bajo identidad falsa, lejos de Sicilia. Dice querer hacer voluntariado, pero sigue bajo vigilancia. Su vida es un recordatorio incómodo de que a veces la justicia pacta con los demonios para vencer al mal. Su puesta en libertad cierra un capítulo legal, pero deja todavía abierta una herida profunda en la memoria colectiva italiana.


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