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¿Es Mariana Mazzucato la gurú económica que la 4T necesita? Esta economista nacida en Italia y radicada en Londres es una de las pensadoras más interesantes en el campo económico y se ha convertido en una interesante observadora de la realidad latinoamericana. Esta semana estuvo en la UNAM y en la American Chamber. En la UNAM, acompañada por la secretaria de Energía, Luz Elena González. En la American Chamber, frente a uno de los principales colectivos de empresarios y ejecutivos de México.
Para quienes no la conocen, me gustaría describirla como una pensadora que lleva dos décadas retando a sus lectores. Mujer de grandes ideas que escribe libros interesantes y también acuña frases provocadoras. Una de mis favoritas es la siguiente: “Si el resto del mundo quiere emular a Estados Unidos, deberían hacer lo que Estados Unidos hizo, en vez de hacer lo que Estados Unidos dice que hizo”.
Mazzucato es historiadora de formación y, quizás, eso explica que su argumentación es menos aritmética y más sociohistórica. Está obsesionada con la generación de la riqueza y con la innovación. Es de izquierda, pero critica a los izquierdistas que tienen una idea limitada de lo que el Estado puede hacer y se olvidan de la generación de la riqueza. Le molesta que la historia “oficial” del Silicon Valley se concentre en un puñado de genios tecnológicos y en los financieros visionarios que invirtieron en las ideas que han turbocargado el capitalismo de los últimos cuarenta años.
Eso existió, pero no es toda la historia. Nada de eso hubiera pasado si el gobierno de Estados Unidos no hubiera invertido miles de millones de dólares en el desarrollo de tecnologías como la Arpanet, esa red de computadoras conectadas que el Departamento de Defensa de Estados Unidos ideó como medio de comunicación alternativo y que luego se convirtió en internet. No es que el gobierno o el Ejército hubiera podido hacer las cosas solo. Lo esencial es la colaboración y el entendimiento de los diferentes roles que cada quien desepeña o puede desempeñar.
Mazzucato fundó y dirige el Instituto de Innovación y Función Pública de la Universidad de Londres. Desde ahí, ha trabajado fundamentalmente en Gran Bretaña y en la Europa continental. En la última década, ha crecido su presencia en América Latina. Sus libros circulan ampliamente, lo mismo que sus artículos en Project Syndicate (que publica El Economista). Asesoró al gobierno de Brasil, en tiempos de Dilma Rousseff, para desarrollar una política de innovación. En fechas recientes ha estado muy cerca del gobierno de Gustavo Petro para realizar una asesoría sobre política industrial, en la que aplicaría una metodología basada en una idea que plasmó en su libro Misión economía. Casi todos coincidimos en que la política industrial en la segunda década del siglo XXI debe ser diferente a la que se instrumentó en el siglo pasado, pero Mazzucato propone que sea radicalmente diferente. ¿Qué pasaría si aplicáramos a los problemas o retos sociales el espíritu, la audacia y los medios que llevaron a la Luna?
Su premisa, desarrollada en Misión economía (libro publicado en 2021) es que el capitalismo lleva mucho tiempo paralizado y no ofrece respuestas radicales a nuestros mayores problemas, como la crisis medioambiental y la desigualdad. Por eso, es necesario recuperar ese espíritu que acompañó en la aventura para llegar a la Luna. Grandes ambiciones, colaboración pública privada y compromiso de largo plazo. Mazzucato habla de prosperidad compartida y tiene un punto de vista muy interesante. Para mayor claridad de lo que quiere decir: “No es sólo dar dinero a los pobres, eso no funciona. Es necesario invertir, innovar. Si no se crea prosperidad no hay nada que repartir”.
El lunes se reunió con Claudia Sheinbaum y en el aire quedó la posibilidad de que haya una colaboración con el gobierno mexicano. Innovación y política industrial son áreas en las que Mazzucato podría aportar ideas y metodologías de trabajo. En México, hay gente de primer nivel que puede aterrizar y potenciar las ideas de esta pensadora.
Ella es de izquierda y es muy crítica de lo que fueron los años del capitalismo salvaje desde Reagan y Thatcher hasta la gran crisis del 2009. Su gran ventaja como pensadora es que tiene una visión compleja de lo que fue ese periodo y no tira todo a la basura. Les dije que es autora de frases que tienen punch y quiero cerrar con una que me parece especialmente provocadora: “Se dedicaron muchos años a achicar al Estado y a pedirle que trabajara como una empresa. El resultado no fue un Estado más eficiente, sino una versión infantilizada, incapacitado de pensar en grande para resolver los grandes problemas y afrontar los grandes retos”.
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