Publicado: septiembre 22, 2025, 8:45 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/javier-fernandez-arribas-medio-guerra-hambre-arrasa-partes-sudan-20250922140608-nt.html
En uno de los centros de acogida en la ciudad de El Obeid, en el estado de Kordofán del Norte, Sudán, vive Mohamed Torkawi, de 75 años, una vida difícil, después de que las llamas de la guerra lo obligaran a huir de su hogar.
Con dificultades para moverse y enfermedades crónicas en una zona sin atención sanitaria adecuada ni alimentación suficiente, y con un profundo dolor reflejado en su rostro, comparte la tragedia que padecen los sudaneses desde que estalló la guerra en abril de 2023.
Torkawi vive entre quienes fueron desplazados por los bombardeos y otros que llevan una vida de diáspora tras el éxodo de sus familias en busca de salvarse, según un informe publicado por la plataforma Mashawir.
«Vinimos aquí y dejamos nuestras casas. Durante un año y medio logramos sobrevivir a circunstancias extremadamente difíciles, pero no podremos resistir si la guerra continúa por mucho tiempo. Ni el Estado ni las organizaciones humanitarias nacionales o internacionales tuvieron en cuenta nuestra situación sin atención médica ni alimentos de calidad», declaró Torkawi.
Hambruna confirmada
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó en la red social X que Sudán enfrenta «una crisis de hambruna confirmada» en partes del país, especialmente en la región de Darfur del Norte (oeste)» y pidió «abrir inmediatamente el acceso a la ayuda humanitaria de forma segura y sin obstáculos hacia El Fasher, para responder a las crecientes necesidades sanitarias y salvar vidas».
La ONU denunció condiciones de hambruna que afecta a 638.000 personas en al menos cinco áreas de Sudán: los campamentos de Zamzam, Abu Shouk y Al-Salam en Darfur del Norte, y dos localidades en las montañas Nuba occidentales, lo que afecta tanto a la población local como a los desplazados internos».
Además, señaló que «se han reportado muertes por inanición en regiones como Darfur, Kordofán y Jartum», y llamó a silenciar las armas y poner «el interés del pueblo por encima de todo».
Desde hace meses, el ejército sudanés impide que los civiles salgan de El Fasher, en Darfur del Norte, su último bastión en la región donde se atrinchera en campamentos de desplazados como Zamzam y Abu Shouk, utilizándolos como bases militares y poniendo en riesgo la vida de los civiles.
Negación de la hambruna en Sudán
A pesar de la evidencia, las autoridades militares en Port Sudán continúan negando la existencia de hambruna en el país, calificando estas denuncias de «información falsa» para justificar una intervención internacional, pero se considera un intento del ejército de evadir su responsabilidad en la catástrofe humanitaria causada por la guerra, que ha dejado decenas de miles de muertos y millones de desplazados.
El activista sudanés Najib Abdel Rahim declaró al portal Sudan Tribune el 6 de septiembre: «Negar la hambruna forma parte de la estrategia islamista para mantener la guerra, iniciada tras la caída de Al-Bashir en 2019, con el fin de proteger sus intereses y frenar una transición democrática que ponga fin a su influencia».
Informes de la ONU, incluido el Programa Mundial de Alimentos (agosto de 2025), señalan que más de 25 millones de sudaneses enfrentan inseguridad alimentaria, con muertes por hambre registradas en Darfur y Al-Jazira, lo que desmiente las declaraciones oficiales y confirma la urgencia de una intervención humanitaria.
Rahim subrayó que «la magnitud del caos planificado y las violaciones sin precedentes contra civiles en todos los lugares que representan la identidad e historia de Sudán distinguen este conflicto con un plan para rediseñar Sudan por los que lo iniciaron». Y aseguró que se trata de «una estrategia organizada para fomentar la hostilidad y división social, retratar al país como ingobernable por civiles y facilitar la reimposición de un modelo de poder militar-islamista desde el golpe del 25 de octubre de 2021».
Mantener la violencia
En agosto pasado, el líder del ejército sudanés, Abdel Fattah al-Burhan, anunció que no negociará con la coalición Tasis y que la guerra solo terminará con una «resolución militar», pese a que esto es prácticamente imposible.
En línea con su estrategia de prolongar el conflicto y el sufrimiento del pueblo, el ejército firmó un acuerdo de compra de armas con Pakistán valorado en más de 1.500 millones de dólares.
Como el ejército no puede financiar por sí solo una compra de tal magnitud, el portal paquistaní ProPakistani indicó que «la operación podría estar respaldada por un tercer país, posiblemente Turquía». Todo apunta a que el ejército sigue confiando únicamente en la vía militar, sin mostrar disposición a un proceso negociador, lo que perpetúa la escalada bélica en ausencia de soluciones políticas.