El viaje a Rusia de la hija española del espía que dinamitó el Kremlin para encontrar a su familia - Colombia
Registro  /  Login

Portal de Negocios en Colombia


El viaje a Rusia de la hija española del espía que dinamitó el Kremlin para encontrar a su familia

Alejandra Suárez acaricia un rublo dorado que lleva colgado al cuello junto a la Virgen del Carmen de su abuela mientras intenta responder a una pregunta complicada: ¿Cómo definirías a tu padre? «Como un héroe para Occidente y como un traidor a … la Unión Soviética», sentencia, al tiempo que señala que su hijo mayor, rubio y de ojos azules, es la viva imagen de su abuelo. ¿No temes por tu vida cuando vayas a Rusia? «Quién sabe…».

En la imagen, Aleksandr Ogorodnik, nombre en clave Trigon

cortesía de Alejandra suárez

Un hotel en Marbella y el secreto mejor guardado de la CIA

Han pasado muchos años desde que su madre, Pilar Suárez, le hiciera una confesión. Esa mujer, a quien su hija describe como bella e inteligente, «que arrasa con todo» y que dilapidó la fortuna de su padre con su adicción al juego, le dijo algo que cambiaría su vida para siempre. Fue en una tarde de junio en un hotel de Marbella, mientras los turistas se repartían entre las tumbonas a pie de piscina y sus bebidas frías mojaban las bandejas con gotas de condensación, cuando una Alejandra adolescente, unos pisos más arriba, se sentaba con su madre en una habitación en penumbra. «Tu padre era un espía», le reveló. Era un agente del KGB convertido en informante de la CIA reclutado cuando ambos trabajaban en Colombia.

La madre de Alejandra, Pilar Suárez, la española que conocería a Trigon. Es la imagen que aparecía en la ficha que la KGB hizo de su madre

cortesía alejandra suárez

El hombre que creía que era un discreto matemático alemán que murió en un accidente de coche, en realidad fue un diplomático y uno de los espías más importantes de su época. Aunque no le daría su nombre completo —que después descubriría: Aleksandr Ogorodnik, nombre en clave Trigon—. Una herida abierta para Rusia que aún escuece y sigue viva con un nombre español, el de su hija.
La de Alejandra es la historia de «uno de los secretos mejor guardados por la CIA durante la Guerra Fría». «Todas las posiciones estratégicas de la Unión Soviética pasaron por las manos de mi padre. Él las fotografiaba y se las daba a la Agencia. Henry Kissinger se refirió a los datos que pasó mi padre como la información de inteligencia más importante que había tenido Estados Unidos hasta ese momento», explica Alejandra a ABC.

Publicado: octubre 11, 2025, 10:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/alejandra-suarez-hija-espanola-espia-dinamito-kremlin-20250928120257-nt.html

Alejandra Suárez acaricia un rublo dorado que lleva colgado al cuello junto a la Virgen del Carmen de su abuela mientras intenta responder a una pregunta complicada: ¿Cómo definirías a tu padre? «Como un héroe para Occidente y como un traidor a la Unión Soviética», sentencia, al tiempo que señala que su hijo mayor, rubio y de ojos azules, es la viva imagen de su abuelo. ¿No temes por tu vida cuando vayas a Rusia? «Quién sabe…».


En la imagen, Aleksandr Ogorodnik, nombre en clave Trigon


cortesía de Alejandra suárez

Un hotel en Marbella y el secreto mejor guardado de la CIA

Han pasado muchos años desde que su madre, Pilar Suárez, le hiciera una confesión. Esa mujer, a quien su hija describe como bella e inteligente, «que arrasa con todo» y que dilapidó la fortuna de su padre con su adicción al juego, le dijo algo que cambiaría su vida para siempre. Fue en una tarde de junio en un hotel de Marbella, mientras los turistas se repartían entre las tumbonas a pie de piscina y sus bebidas frías mojaban las bandejas con gotas de condensación, cuando una Alejandra adolescente, unos pisos más arriba, se sentaba con su madre en una habitación en penumbra. «Tu padre era un espía», le reveló. Era un agente del KGB convertido en informante de la CIA reclutado cuando ambos trabajaban en Colombia.


La madre de Alejandra, Pilar Suárez, la española que conocería a Trigon. Es la imagen que aparecía en la ficha que la KGB hizo de su madre


cortesía alejandra suárez

El hombre que creía que era un discreto matemático alemán que murió en un accidente de coche, en realidad fue un diplomático y uno de los espías más importantes de su época. Aunque no le daría su nombre completo —que después descubriría: Aleksandr Ogorodnik, nombre en clave Trigon—. Una herida abierta para Rusia que aún escuece y sigue viva con un nombre español, el de su hija.

La de Alejandra es la historia de «uno de los secretos mejor guardados por la CIA durante la Guerra Fría». «Todas las posiciones estratégicas de la Unión Soviética pasaron por las manos de mi padre. Él las fotografiaba y se las daba a la Agencia. Henry Kissinger se refirió a los datos que pasó mi padre como la información de inteligencia más importante que había tenido Estados Unidos hasta ese momento», explica Alejandra a ABC.

Fue una brecha de información sin precedentes con acceso directo al corazón del Kremlin. «Sergey Zhirnov, un disidente ruso que ha escrito varios libros y que perteneció también a la KGB, me dijo que la historia de mi padre se pone de ejemplo de contraespionaje en todas las escuelas», apunta esta tinerfeña. De hecho, Trigon sería responsable de influir en los tratados firmados entre EE. UU. y la Unión Soviética, los SALT II, que incluían los sistemas de armas nucleares estratégicas.

Un juego del gato y el ratón

Ahora, Alejandra, en contra de todos los consejos de los exagentes con los que ha hablado, planea ir a Rusia. «Siempre me han dicho: ‘Tu vida corre peligro, no se te ocurra ir’. Pero quiero respuestas». Sospecha que la historia que cuenta la CIA puede estar incompleta, al igual que lo que le dijo su madre. «Había cierto acuerdo entre la Agencia y Pilar Suárez para que nadie supiera de mi existencia. Ella temía que si me contaba todo, al final hiciera lo que he terminado haciendo, seguir indagando para encontrar qué le pasó a mi padre», apunta.

Una tarjeta con el nombre completo de Trigon, encontrada de manera fortuita, y unas cartas de amor conservadas por su madre fueron algunas de las piezas del puzle. Pero una de las más importantes vino con un diario secreto guardado en una caja de seguridad en Madrid, al que solo pudo acceder cuando su madre ya tenía alzhéimer avanzado y estaba al borde de la ruina. El diario de su padre le descubrió la visión de un ruso nacido en Crimea en plena efervescencia comunista. Era el retrato de un joven con una carrera meteórica que hablaba siete idiomas y tenía un expediente impecable en estudios de diplomacia con especialidad en Latinoamérica. Su perfil se adaptaba como un guante a lo que buscaba la KGB, y a cambio de ser uno de sus agentes, el joven Ogorodnik conseguiría un billete de salida para ver mundo. Pero lo que encontró era diferente a lo que esperaba.


Carta de Trigon dirigida a Pilar Suárez, madre de Alejandra


cortesía alejandra suárez

A base de golpes contra la realidad, la hoz y el martillo abrieron una profunda grieta en sus creencias y en lo que era la verdadera Unión Soviética: una maquinaria de chivatos dispuestos a todo para demostrar su conformidad. Y en medio de todo esto estaba Trigon, un erudito que no encajaba en sus planes. Martha Peterson, gran amiga de Alejandra y la primera mujer de la CIA en trabajar en Rusia como contacto de Trigon, describe a su padre como un hombre que vivía «según sus propios términos y con una firme creencia sobre el bien».


En la imagen, Alejandra Suárez y Martha Peterson en Spy Museum


cortesía de alehandra suárez

Alejandra poco podía imaginar que su historia pasaría de ser un rompecabezas a un juego del gato y el ratón con los agentes del Kremlin. No solo por su árbol genealógico, sino también porque unos amigos suyos que dejaron en el cementerio de Khovanskoye, sobre la lápida de Trigon, su información de contacto esperando que algún familiar diera señales de vida.


Imagen de las lápidas que encontraron los amigos de Alejandra Suárez cuando viajaron a Rusia


cortesía de alejandra suárez

Pero lo que Alejandra encontró al otro lado fue a una agente del FSB (la nueva KGB) que se hacía pasar por su prima. «Le pasé a Martha Peterson los emails que intercambié con ella y me dijo que cortara el contacto de inmediato», explica Alejandra. Y es que las cuentas pendientes con Rusia nunca hay que subestimarlas.

Una modelo rusa, un falso traductor y unos galones por una misión ‘exitosa’

El mundo de los espías es una red de paranoias, hasta el punto de que los rusos llegaron a decir que su madre también trabajó para la CIA y fue la que atrajo a Trigon a los americanos. Una versión que Alejandra niega: «La Unión Soviética y la actual Rusia no quieren reconocer que haya un ciudadano que piense por sí mismo, que se dé cuenta de que el régimen en el que vive no está haciendo las cosas bien. Si ellos no venden la historia de que mi madre fue una trampa de miel a través de la cual la CIA chantajeó a mi padre, su fracaso sería evidente». Y aclara: «Tengo claro que Pilar Suárez nunca perteneció a la Agencia americana, pero sí es verdad que contactaron con mi padre a través de ella».

Sin embargo, todavía tiene toda una trama que resolver y solo puede hacerlo yendo a Rusia. Tras escribir dos libros y dar a conocer el diario de Trigon, seguía dándose contra un muro cuando intentaba contactar con los verdaderos familiares de su padre. Hasta que en 2024 recibió un whatsapp de una modelo rusa convertida en periodista que le pedía salir en la televisión de Putin. Un simple gesto que daría un espaldarazo a su caso. Un traductor que era un agente de inteligencia, una falsa amante envenenada que realmente murió de una gripe y un sofá con los hombres que habían acabado con la vida de Trigon llevando los galones de su supuesto triunfo hicieron el resto.

Alejandra cedió y apareció en el programa que era un homenaje a una famosa serie soviética. No en vano tenía en mente que quizá algún familiar de Ogorodnik vería la cadena estatal de mayor audiencia. La serie estaba basada en la novela de Julian Semyonov, ‘Tass is Authorized to Announce’, que reescribe la vida de Trigon.


Serié rusa inspirada en la historia de Trigon


cortesía de alejandra suárez

«Es la historia de mis padres novelada, pero cambia el escenario de Sudamérica a África. Esta serie la reponen cada año, y fue tan importante en su día que cuando la Unión Soviética no participó en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984, necesitaban contraprogramar algo en la televisión que hiciera que los soviéticos no vieran la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas, fue entonces cuando la estrenaron y se convirtió en el programa más visto», relata Alejandra.

«La entrevista previa fue alucinante y el traductor, Yuri, desde el minuto uno supe que era un agente de inteligencia. Me dijeron que iba a haber personas que habían trabajado con Ogorodnik, agentes del KGB con su uniforme y con los galones que recibieron por matar a mi padre», cuenta. Ellos consideran como un triunfo el haber descubierto la traición de Trigón, pero durante años pasó muchísima información». La versión soviética de Trigón es que la CIA le hace llegar a mi padre unas cápsulas de cianuro en una pluma estilográfica. Trigon usa una de ellas para envenenarse ante sus captores cuando escribía una confesión, y la otra la usó para matar a su amante en Rusia, Olga Serova. Pero ni era su amante ni murió envenenada, sino de gripe», apunta.


Alejandra Suárez hojeando el libro que escribió sobre su padre


josé ramón ladra

Pese a esta charada, a raíz de la grabación le escribió su primo ruso y su tío. «Mi primo aparte de ser un genio, toca el piano y es muy divertido hablar con él. Pero me han pedido que no diga sus nombres. No he querido peguntarles demasiados detalles hasta que no los vea en persona. Pero a mi tío se lo hicieron pasar mal porque era el hermano de un traidor», señala. Ellos creen que quizá la historia del suicidio no sea cierta. 

«Por el momento no puedo decir nada más, aunque me han dado un indicio muy claro de por qué tienen esa sospecha. Si realmente mi padre fue torturado sería muy duro para mí porque estaríamos hablando ya no de un suicidio, sino de un asesinato», afirma. Y ahora le toca descubrirlo. «El temor que tengo no es suficiente para impedirme que vaya» porque como ha aprendido Alejandra: «Lo que no te mata te hace más fuerte».

Artículos Relacionados