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El regreso de Kushner: Gaza devuelve al foco al 'yernísimo' de Trump

Un episodio fue clave en el proceso diplomático que llevó a Donald Trump a cerrar un acuerdo entre Israel y Hamás para parar la guerra en Gaza y liberar a los rehenes. A finales del mes pasado, Benjamin Netanyahu visitó la Casa Blanca. El … presidente de Estados Unidos trataba de aprovechar que el primer ministro israelí se pasó de frenada con su ataque con misiles a un grupo de líderes de Hamás en Qatar. Es un socio de EE.UU. y ese ataque inadmisible para los países abría la puerta a que Trump presionara a Netanyahu. En el Despacho Oval, como recogió una fotografía ya icónica, el multimillonario neoyorquino puso a Netanyahu al teléfono con su homólogo catarí, Mohammed bin Abdulraman al Thani. ‘Ahora, te disculpas’.

De pie, supervisando la operación, estaba un familiar de Trump: Jared Kushner, el marido de su hija mayor, Ivanka. Como siempre, hierático, y con su piel brillante, como de figura de museo de cera. Durante años, el yerno de Trump estuvo desaparecido de su entorno. Ahora se ha convertido en figura clave en el acuerdo que ha cubierto a su suegro de reconocimiento y le ha abierto una puerta real al premio Nobel de la Paz.
«No hay nadie más capaz que él», dijo Trump de su yerno la semana pasada, cuando se fraguó el acuerdo. «Puse a Jared en esto porque es una persona muy inteligente y conoce la región, conoce a la gente allí, conoce a muchos de los actores».
No es una de las habituales exageraciones de Trump. A sus 44 años, Kushner tiene una amplia experiencia en Oriente Próximo. Él fue el principal arquitecto del mayor logro diplomático de la primera presidencia de Trump: los llamados Acuerdos de Abraham, el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y cuatro países árabes: Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Marruecos y Sudán.

Acuerdos de Abraham

Kushner, como su esposa, Ivanka, era entonces asesor sénior de Trump en la Casa Blanca. Ambos estaban instalados en la residencia presidencial y participaban en las labores de Gobierno. Los Acuerdos de Abraham se cerraron en 2020, el mismo año en el que Kushner presentó un documento de 186 páginas, ‘De la Prosperidad a la Paz’, sobre cómo posibilitar cambios políticos en Palestina –entonces, como ahora, dominada por el terrorismo de Hamás en Gaza y por la corrupción de la Autoridad Palestina en Cisjordania– a traves de incentivos económicos.
Fue un plan muy criticado porque no contaba con los palestinos pero, en realidad, es un marco similar al que ofrece el proceso de paz de veinte pasos que Trump ha presentado para Israel y Palestina y del que ahora se ha cumplido su primera fase. Ese proceso ha sido diseñado por Kushner y la otra parte de la dupla negociadora de Trump en Oriente Próximo, el también multimillonario y amigo íntimo del presidente, Steve Witkoff.

Con Kushner, Trump no exagera
«Es una persona muy inteligente, conoce la región, conoce a la gente allí y a muchos de los actores. No hay nadie más capaz que él»

Poco después de firmar los Acuerdos de Abraham, Trump perdió su reelección frente a Joe Biden. Lo que ocurrió después –las denuncias infundadas de robo electoral, los intentos de dar la vuelta al resultado electoral que acabaron en el asalto violento al Capitolio– distanciaron a Trump de Kushner y de su hija.
Una vez fuera de la Casa Blanca, el matrimonio se trasladó a una mansión en Miami (Florida), pero buena parte de la actividad de negocios de Kushner se quedó en Oriente Pŕoximo. Aprovechó sus contactos en la región para llenar de dinero su firma de inversión, Affinity Partners: 2.000 millones de dólares de Arabia Saudí y 1.200 millones de Catar y Emiratos Árabes Unidos.

Vuelta a la Casa Blanca

Para cuando Trump regresó al poder en enero de este año, las relaciones de Kushner con los países árabes solo se habían intensificado. Ni él ni su esposa volvieron a la Casa Blanca como asesores. Kushner estuvo en la sombra hasta el pasado agosto: se le vio por primera vez en el Despacho Oval con Trump en el segundo mandato. Lo hizo acompañado de Tony Blair, el ex primer ministro británico, en una sesión dedicada a la reconstrucción de Gaza, una vez acabara la guerra. Era algo de lo que Trump ya había hablado, a su manera, meses antes, cuando compartió esa visión de la Franja como la ‘Riviera de Oriente Próximo’, convertida en un resort turístico y bajo propiedad de EE.UU.
Desde esa reunión en agosto, Kushner ha vuelto a estar en el foco, implicado a fondo en las negociaciones entre Israel y Hamás.
Kushner se ha visto en la situación de hacer diplomacia con los mismos actores con los que hace negocio. No es que sea algo que pueda incomodar a Trump, que no tiene ese tipo de miramientos. Durante su visita a países del Golfo Pérsico del pasado mayo, su primer viaje internacional en el segundo mandato, sus hijos hacían negocio para la fortuna familiar con los mismos interlocutores con los que Trump acuerdos gubernamentales. Ocurría lo mismo con Witkoff, que comparte con los Trump un negocio en el sector cripto al que llovieron los petrodólares en aquel viaje.
En el caso de Kushner, esa mezcla de diplomacia y negocio quedó retratada ese día de la llamada de Netanyahu a Catar. El mismo día en que supervisó aquella conversación, su firma cerró una operación de 55.000 millones de dólares con una inversora y el fondo soberano de Arabia Saudí para comprar el gigante de los videojuegos Electronic Arts. La portavoz de Trump, Karoline Leavitt, defendió que era «vil» cuestionar que Kushner lidere los acuerdos del Gobierno de EE.UU. en la región, a la vez que los acuerdos que llenan sus bolsillos.

Publicado: octubre 19, 2025, 4:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/regreso-kushner-gaza-devuelve-foco-yernisimo-trump-20251019120622-nt.html

Un episodio fue clave en el proceso diplomático que llevó a Donald Trump a cerrar un acuerdo entre Israel y Hamás para parar la guerra en Gaza y liberar a los rehenes. A finales del mes pasado, Benjamin Netanyahu visitó la Casa Blanca. El presidente de Estados Unidos trataba de aprovechar que el primer ministro israelí se pasó de frenada con su ataque con misiles a un grupo de líderes de Hamás en Qatar. Es un socio de EE.UU. y ese ataque inadmisible para los países abría la puerta a que Trump presionara a Netanyahu. En el Despacho Oval, como recogió una fotografía ya icónica, el multimillonario neoyorquino puso a Netanyahu al teléfono con su homólogo catarí, Mohammed bin Abdulraman al Thani. ‘Ahora, te disculpas’.

De pie, supervisando la operación, estaba un familiar de Trump: Jared Kushner, el marido de su hija mayor, Ivanka. Como siempre, hierático, y con su piel brillante, como de figura de museo de cera. Durante años, el yerno de Trump estuvo desaparecido de su entorno. Ahora se ha convertido en figura clave en el acuerdo que ha cubierto a su suegro de reconocimiento y le ha abierto una puerta real al premio Nobel de la Paz.

«No hay nadie más capaz que él», dijo Trump de su yerno la semana pasada, cuando se fraguó el acuerdo. «Puse a Jared en esto porque es una persona muy inteligente y conoce la región, conoce a la gente allí, conoce a muchos de los actores».

No es una de las habituales exageraciones de Trump. A sus 44 años, Kushner tiene una amplia experiencia en Oriente Próximo. Él fue el principal arquitecto del mayor logro diplomático de la primera presidencia de Trump: los llamados Acuerdos de Abraham, el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y cuatro países árabes: Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Marruecos y Sudán.

Acuerdos de Abraham

Kushner, como su esposa, Ivanka, era entonces asesor sénior de Trump en la Casa Blanca. Ambos estaban instalados en la residencia presidencial y participaban en las labores de Gobierno. Los Acuerdos de Abraham se cerraron en 2020, el mismo año en el que Kushner presentó un documento de 186 páginas, ‘De la Prosperidad a la Paz’, sobre cómo posibilitar cambios políticos en Palestina –entonces, como ahora, dominada por el terrorismo de Hamás en Gaza y por la corrupción de la Autoridad Palestina en Cisjordania– a traves de incentivos económicos.

Fue un plan muy criticado porque no contaba con los palestinos pero, en realidad, es un marco similar al que ofrece el proceso de paz de veinte pasos que Trump ha presentado para Israel y Palestina y del que ahora se ha cumplido su primera fase. Ese proceso ha sido diseñado por Kushner y la otra parte de la dupla negociadora de Trump en Oriente Próximo, el también multimillonario y amigo íntimo del presidente, Steve Witkoff.

Con Kushner, Trump no exagera

«Es una persona muy inteligente, conoce la región, conoce a la gente allí y a muchos de los actores. No hay nadie más capaz que él»

Poco después de firmar los Acuerdos de Abraham, Trump perdió su reelección frente a Joe Biden. Lo que ocurrió después –las denuncias infundadas de robo electoral, los intentos de dar la vuelta al resultado electoral que acabaron en el asalto violento al Capitolio– distanciaron a Trump de Kushner y de su hija.

Una vez fuera de la Casa Blanca, el matrimonio se trasladó a una mansión en Miami (Florida), pero buena parte de la actividad de negocios de Kushner se quedó en Oriente Pŕoximo. Aprovechó sus contactos en la región para llenar de dinero su firma de inversión, Affinity Partners: 2.000 millones de dólares de Arabia Saudí y 1.200 millones de Catar y Emiratos Árabes Unidos.

Vuelta a la Casa Blanca

Para cuando Trump regresó al poder en enero de este año, las relaciones de Kushner con los países árabes solo se habían intensificado. Ni él ni su esposa volvieron a la Casa Blanca como asesores. Kushner estuvo en la sombra hasta el pasado agosto: se le vio por primera vez en el Despacho Oval con Trump en el segundo mandato. Lo hizo acompañado de Tony Blair, el ex primer ministro británico, en una sesión dedicada a la reconstrucción de Gaza, una vez acabara la guerra. Era algo de lo que Trump ya había hablado, a su manera, meses antes, cuando compartió esa visión de la Franja como la ‘Riviera de Oriente Próximo’, convertida en un resort turístico y bajo propiedad de EE.UU.

Desde esa reunión en agosto, Kushner ha vuelto a estar en el foco, implicado a fondo en las negociaciones entre Israel y Hamás.

Kushner se ha visto en la situación de hacer diplomacia con los mismos actores con los que hace negocio. No es que sea algo que pueda incomodar a Trump, que no tiene ese tipo de miramientos. Durante su visita a países del Golfo Pérsico del pasado mayo, su primer viaje internacional en el segundo mandato, sus hijos hacían negocio para la fortuna familiar con los mismos interlocutores con los que Trump acuerdos gubernamentales. Ocurría lo mismo con Witkoff, que comparte con los Trump un negocio en el sector cripto al que llovieron los petrodólares en aquel viaje.

En el caso de Kushner, esa mezcla de diplomacia y negocio quedó retratada ese día de la llamada de Netanyahu a Catar. El mismo día en que supervisó aquella conversación, su firma cerró una operación de 55.000 millones de dólares con una inversora y el fondo soberano de Arabia Saudí para comprar el gigante de los videojuegos Electronic Arts. La portavoz de Trump, Karoline Leavitt, defendió que era «vil» cuestionar que Kushner lidere los acuerdos del Gobierno de EE.UU. en la región, a la vez que los acuerdos que llenan sus bolsillos.

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