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El régimen chavista burla la democracia con el anuncio de nuevas elecciones de alcaldes

El régimen de Nicolás Maduro ha anunciado una nueva convocatoria electoral, fijada para realizarse en menos de 60 días. En esta ocasión, el proceso busca renovar los cargos de alcaldías (ayuntamientos) y concejos municipales en todo el país. Los comicios se celebrarán el … próximo 27 de julio, una fecha cargada de simbolismo, ya que coincide casi con el primer aniversario (28 de julio) del polémico fraude electoral con el que Maduro se adjudicó seis años más de gobierno.
El anuncio de lo que muchos críticos tildan de «nueva farsa electoral» fue realizado por Elvis Amoroso, el chavista que preside el Consejo Nacional Electoral (CNE), un órgano percibido por gran parte de la sociedad venezolana como una extensión del poder ejecutivo y no como una institución autónoma. Amoroso, con un tono triunfalista, declaró que «nuevamente se inicia esta fiesta electoral», un discurso que contrasta fuertemente con el clima de desconfianza y polarización política que vive la nación caribeña.
El presidente del CNE detalló un cronograma apretado: el período de campaña electoral se extenderá del 11 al 24 de julio, un lapso de apenas 13 días. Las inscripciones para los candidatos a las 335 alcaldías del país se realizarán del 9 al 13 de junio. Amoroso aseguró que la propuesta para este cronograma fue presentada a la Junta Nacional Electoral y fue aprobada de forma «unánime».

Este llamado a las urnas ocurre en un contexto de profunda crisis política y social. El chavismo viene de organizar elecciones en mayo para elegir a 24 gobernadores y 285 escaños del Parlamento. Según los datos oficiales del CNE, estos resultados otorgaron al chavismo una victoria arrolladora: 23 de las 24 gobernaciones, incluyendo la de la Guayana Esequiba, una zona en disputa con Guyana donde por primera vez se elige a una autoridad en el territorio. Este hecho generó particular controversia, dado el conflicto territorial histórico y la percepción de que esta elección buscaba afianzar la soberanía venezolana de facto sobre el área.

En mayo, la abstención fue protagonista

El proceso electoral de mayo fue fuertemente cuestionado por la baja participación de votantes, un indicador clave del descontento y el hartazgo ciudadano. El régimen celebró una participación del 42% del padrón electoral, aunque esta cifra oficial contrasta dramáticamente con la realidad que se vio en los centros de votación, en los que durante toda la jornada del 25 de mayo se vieron completamente vacíos y desolados.
La oposición, por su parte, estimó una abstención muy superior, que superó el 85%. Esta masiva abstención fue celebrada como un acto de «desobediencia civil» a la que la líder opositora María Corina Machado había convocado desde el momento en que se anunció la fecha de estos comicios, calificándolos como una nueva farsa del régimen chavista«.
El principal argumento de Machado para llamar a la abstención fue la falta de reconocimiento por parte del CNE de los resultados de las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024. La líder sigue disputando en favor de Edmundo González Urrutia, a quien la Plataforma Unitaria Democrática considera el legítimo ganador de esas elecciones presidenciales. Hasta hoy, el ente electoral no ha publicado las actas desglosadas de los comicios del año pasado, un requisito fundamental para garantizar la transparencia y la verificación de los resultados. Esta omisión, sumada a la proclamación de Maduro como el ganador de esa contienda en medio de serias denuncias de irregularidades y manipulación, representó un duro golpe a la frágil institucionalidad democrática del país.

Maduro tiene el control de los poderes

En las elecciones de mayo, un grupo minúsculo de la oposición, calificada por gran parte de los venezolanos como la «oposición colaboracionista», decidió presentarse en las elecciones, distanciados de los llamamientos de abstención de Machado y de la Plataforma Unitaria. Figuras como el exgobernador y dos veces candidato presidencial, Henrique Capriles Radonski, se postuló para optar por un escaño dentro del Parlamento, mientras que Juan Requesens, quien estuvo durante cinco años como preso político por supuestos planes para atentar contra la vida de Maduro, estuvo al frente de la candidatura de la gobernación del estado de Miranda. De estos dos prominentes líderes, solo Capriles Radonski logró asegurar un cargo en la Asamblea Nacional.
Tanto Capriles como Requesens fueron objeto de fuertes críticas por parte de la mayoría de la oposición y de un segmento importante de la sociedad civil por sus postulaciones, que se percibieron como un apoyo a unas elecciones con claros tintes de fraude y cuyo diseño, según los críticos, buscaba beneficiar al régimen chavista. Y así ocurrió. Los resultados oficiales confirmaron las previsiones, con la oposición fragmentada logrando apenas 29 escaños dentro del Parlamento. Esta cifra es insignificante frente a los 253 escaños obtenidos por el oficialismo, lo que asegura al chavismo una mayoría calificada y el control absoluto de la agenda legislativa hasta 2030.
Este panorama electoral se completa con la confirmación de más procesos. En agosto también habrá elecciones, aunque estas serán de carácter más específico. Pues está previsto que el 3 de agosto próximo se realicen los comicios para elegir la representación indígena a los concejos municipales. Para la población venezolana, estos escenarios electorales con fechas tan cercanas y hasta simbólicas despiertan más desconfianza y aumenta significativamente la incertidumbre política en el país sudamericano.

Publicado: junio 4, 2025, 6:45 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/regimen-chavista-burla-democracia-anuncio-nuevas-elecciones-20250604000622-nt.html

El régimen de Nicolás Maduro ha anunciado una nueva convocatoria electoral, fijada para realizarse en menos de 60 días. En esta ocasión, el proceso busca renovar los cargos de alcaldías (ayuntamientos) y concejos municipales en todo el país. Los comicios se celebrarán el próximo 27 de julio, una fecha cargada de simbolismo, ya que coincide casi con el primer aniversario (28 de julio) del polémico fraude electoral con el que Maduro se adjudicó seis años más de gobierno.

El anuncio de lo que muchos críticos tildan de «nueva farsa electoral» fue realizado por Elvis Amoroso, el chavista que preside el Consejo Nacional Electoral (CNE), un órgano percibido por gran parte de la sociedad venezolana como una extensión del poder ejecutivo y no como una institución autónoma. Amoroso, con un tono triunfalista, declaró que «nuevamente se inicia esta fiesta electoral», un discurso que contrasta fuertemente con el clima de desconfianza y polarización política que vive la nación caribeña.

El presidente del CNE detalló un cronograma apretado: el período de campaña electoral se extenderá del 11 al 24 de julio, un lapso de apenas 13 días. Las inscripciones para los candidatos a las 335 alcaldías del país se realizarán del 9 al 13 de junio. Amoroso aseguró que la propuesta para este cronograma fue presentada a la Junta Nacional Electoral y fue aprobada de forma «unánime».

Este llamado a las urnas ocurre en un contexto de profunda crisis política y social. El chavismo viene de organizar elecciones en mayo para elegir a 24 gobernadores y 285 escaños del Parlamento. Según los datos oficiales del CNE, estos resultados otorgaron al chavismo una victoria arrolladora: 23 de las 24 gobernaciones, incluyendo la de la Guayana Esequiba, una zona en disputa con Guyana donde por primera vez se elige a una autoridad en el territorio. Este hecho generó particular controversia, dado el conflicto territorial histórico y la percepción de que esta elección buscaba afianzar la soberanía venezolana de facto sobre el área.

En mayo, la abstención fue protagonista

El proceso electoral de mayo fue fuertemente cuestionado por la baja participación de votantes, un indicador clave del descontento y el hartazgo ciudadano. El régimen celebró una participación del 42% del padrón electoral, aunque esta cifra oficial contrasta dramáticamente con la realidad que se vio en los centros de votación, en los que durante toda la jornada del 25 de mayo se vieron completamente vacíos y desolados.

La oposición, por su parte, estimó una abstención muy superior, que superó el 85%. Esta masiva abstención fue celebrada como un acto de «desobediencia civil» a la que la líder opositora María Corina Machado había convocado desde el momento en que se anunció la fecha de estos comicios, calificándolos como una nueva farsa del régimen chavista«.

El principal argumento de Machado para llamar a la abstención fue la falta de reconocimiento por parte del CNE de los resultados de las elecciones presidenciales del 28 de julio de 2024. La líder sigue disputando en favor de Edmundo González Urrutia, a quien la Plataforma Unitaria Democrática considera el legítimo ganador de esas elecciones presidenciales. Hasta hoy, el ente electoral no ha publicado las actas desglosadas de los comicios del año pasado, un requisito fundamental para garantizar la transparencia y la verificación de los resultados. Esta omisión, sumada a la proclamación de Maduro como el ganador de esa contienda en medio de serias denuncias de irregularidades y manipulación, representó un duro golpe a la frágil institucionalidad democrática del país.

Maduro tiene el control de los poderes

En las elecciones de mayo, un grupo minúsculo de la oposición, calificada por gran parte de los venezolanos como la «oposición colaboracionista», decidió presentarse en las elecciones, distanciados de los llamamientos de abstención de Machado y de la Plataforma Unitaria. Figuras como el exgobernador y dos veces candidato presidencial, Henrique Capriles Radonski, se postuló para optar por un escaño dentro del Parlamento, mientras que Juan Requesens, quien estuvo durante cinco años como preso político por supuestos planes para atentar contra la vida de Maduro, estuvo al frente de la candidatura de la gobernación del estado de Miranda. De estos dos prominentes líderes, solo Capriles Radonski logró asegurar un cargo en la Asamblea Nacional.

Tanto Capriles como Requesens fueron objeto de fuertes críticas por parte de la mayoría de la oposición y de un segmento importante de la sociedad civil por sus postulaciones, que se percibieron como un apoyo a unas elecciones con claros tintes de fraude y cuyo diseño, según los críticos, buscaba beneficiar al régimen chavista. Y así ocurrió. Los resultados oficiales confirmaron las previsiones, con la oposición fragmentada logrando apenas 29 escaños dentro del Parlamento. Esta cifra es insignificante frente a los 253 escaños obtenidos por el oficialismo, lo que asegura al chavismo una mayoría calificada y el control absoluto de la agenda legislativa hasta 2030.

Este panorama electoral se completa con la confirmación de más procesos. En agosto también habrá elecciones, aunque estas serán de carácter más específico. Pues está previsto que el 3 de agosto próximo se realicen los comicios para elegir la representación indígena a los concejos municipales. Para la población venezolana, estos escenarios electorales con fechas tan cercanas y hasta simbólicas despiertan más desconfianza y aumenta significativamente la incertidumbre política en el país sudamericano.

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