«El que entra aquí no sale»: Kilmar Abrego, el deportado por error por Trump, denuncia torturas en la cárcel de Bukele - Colombia
Registro  /  Login

Portal de Negocios en Colombia


«El que entra aquí no sale»: Kilmar Abrego, el deportado por error por Trump, denuncia torturas en la cárcel de Bukele

Kilmar Abrego García, el salvadoreño deportado a su país desde EE.UU. por «error administrativo» por el Gobierno de Donald Trump, protagonista de una de los episodios polémicos de la mano dura migratoria del presidente de EE.UU., ha denunciado las torturas que sufrió en la cárcel en El Salvador … .
Abrego, que fue deportado el pasado marzo en uno de los primeros vuelos con expulsiones expeditas ordenados por Trump, fue ingresado con otros inmigrantes salvadoreños y venezolanos en CECOT, la cárcel de máxima seguridad de El Salvador y símbolo de la política agresiva de su presidente, Nayib Bukele, contra las bandas criminales.
En un escrito presentado por su defensa este miércoles, Abrego explica que sufrió «maltrato severo» en CECOT, incluidos «palizas severas», «privación severa de sueño», «nutrición inadecuada» y «tortura psicológica».

Abrego entró de manera ilegal en EE.UU. en 2011, donde había vivido hasta el pasado mes de marzo. Se casó en 2019 con su pareja, una ciudadana estadounidense, y un juez ya había impuesto una orden de no deportación contra él en 2019, por el riesgo que correría de volver a su país. Pero el 12 de marzo de 2025 fue detenido en Maryland, donde vivía. Tres días más tarde, pese a esa orden de no deportación, fue enviado junto a más de 200 inmigrantes indocumentados -a los que la Administración Trump relacionaba con bandas criminales como Tren de Aragua y MS-13- al CECOT.
Llegó a El Salvador atado a grilletes y le metieron, como al resto, en autobuses rumbo a la cárcel. Si levantaban el rostro, les golpeaban en la cabeza.
«Bienvenidos a CECOT», les saludó al llegar un oficial de la prisión. «El que entra aquí no sale».
La llegada de los inmigrantes fue retratada por las cámaras de los servicios de propaganda de Bukele, que hicieron un montaje audiovisual con el episodio, compartido después por la Casa Blanca: los gritos a los detenidos, los empujones, el rapado de sus cabezas… Esas imágenes fueron las que permitieron a la mujer de Abrego, Jennifer Vasquez, reconocerle y saber de su paradero.
Las torturas y los abusos en CECOT son conocidos, y han sido denunciados en muchas ocasiones por organizaciones de derechos humanos. El testimonio de Abrego incide en ese retrato.
En su escrito, cuenta que, nada más llegar, le golpeaban en la cabeza y en las piernas para que se cambiara de ropa con rapidez y se pusiera su uniforme penitenciario. Mientras era conducido a la celda 15, le pegaban con porras de madera.

De rodillas desde las 9 de la noche hasta las 6 de la mañana

Compartió la celda con otros veinte detenidos salvadoreños. Al principio, les obligaron a estar de rodillas desde las nueve de la noche a las seis de la mañana. «Los guardias golpeaban a todo aquel que se cayera de cansancio», dice el escrito. Abrego asegura que no tenía acceso al baño y que se hacía las necesidades encima.
La celda solo tenía literas metálicas, sin colchones. No había ventanas y los detenidos tenían que soportar una luz artificial alta a todas horas.
Después de una semana, las autoridades se llevaron a una docena de salvadoreños que tenían tatuajes aparentemente relacionados con bandas criminales. «No hay problema con tus tatuajes», dice que le dijeron los guardas.
En sus primeras dos semanas en CECOT, donde los presos tienen prohibido leer, nunca salen al exterior y solo pasan media hora al día fuera de su celda, Abrego perdió 15 kilos. Para atemorizarlo, los guardas le decían que le iban a meter en las celdas con integrantes de bandas criminales, que le iban a «destrozar».
Mientras tanto, la polémica sobre la deportación de Abrego crecía. Fue trasladado a otro módulo el 9 de abril y a otra cárcel, Centro Industrial, al día siguiente. El día 17 le visitó un senador demócrata, Chris Van Hollen.

Regreso a EE. UU.

De vuelta en EE.UU., una juez federal de Maryland, Paula Xinis, determinó que la deportación de Abrego -que la Administración Trump llegó a reconocer que se hizo por «error administrativo»- había sido ilegal y que debían traerle de vuelta a EE.UU. El Gobierno hizo caso omiso, incluso pese a la intervención del Supremo, que impuso que tenía que «facilitar» su regreso.
Meses después, el pasado 6 de enero, la fiscal general de EE.UU., Pam Bondi, anunció que Abrego había sido devuelto a EE.UU. para ser procesado criminalmente por tráfico de inmigrantes indocumentados en Tennessee.
En estos momentos, Abrego está detenido en Nashville, una ciudad de aquel estado, pendiente de esa causa criminal y de una posible nueva deportación, esta vez a un tercer país.

Publicado: julio 3, 2025, 2:45 am

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/entra-sale-kilmar-abrego-deportado-error-trump-20250703081729-nt.html

Kilmar Abrego García, el salvadoreño deportado a su país desde EE.UU. por «error administrativo» por el Gobierno de Donald Trump, protagonista de una de los episodios polémicos de la mano dura migratoria del presidente de EE.UU., ha denunciado las torturas que sufrió en la cárcel en El Salvador.

Abrego, que fue deportado el pasado marzo en uno de los primeros vuelos con expulsiones expeditas ordenados por Trump, fue ingresado con otros inmigrantes salvadoreños y venezolanos en CECOT, la cárcel de máxima seguridad de El Salvador y símbolo de la política agresiva de su presidente, Nayib Bukele, contra las bandas criminales.

En un escrito presentado por su defensa este miércoles, Abrego explica que sufrió «maltrato severo» en CECOT, incluidos «palizas severas», «privación severa de sueño», «nutrición inadecuada» y «tortura psicológica».

Abrego entró de manera ilegal en EE.UU. en 2011, donde había vivido hasta el pasado mes de marzo. Se casó en 2019 con su pareja, una ciudadana estadounidense, y un juez ya había impuesto una orden de no deportación contra él en 2019, por el riesgo que correría de volver a su país. Pero el 12 de marzo de 2025 fue detenido en Maryland, donde vivía. Tres días más tarde, pese a esa orden de no deportación, fue enviado junto a más de 200 inmigrantes indocumentados -a los que la Administración Trump relacionaba con bandas criminales como Tren de Aragua y MS-13- al CECOT.

Llegó a El Salvador atado a grilletes y le metieron, como al resto, en autobuses rumbo a la cárcel. Si levantaban el rostro, les golpeaban en la cabeza.

«Bienvenidos a CECOT», les saludó al llegar un oficial de la prisión. «El que entra aquí no sale».

La llegada de los inmigrantes fue retratada por las cámaras de los servicios de propaganda de Bukele, que hicieron un montaje audiovisual con el episodio, compartido después por la Casa Blanca: los gritos a los detenidos, los empujones, el rapado de sus cabezas… Esas imágenes fueron las que permitieron a la mujer de Abrego, Jennifer Vasquez, reconocerle y saber de su paradero.

Las torturas y los abusos en CECOT son conocidos, y han sido denunciados en muchas ocasiones por organizaciones de derechos humanos. El testimonio de Abrego incide en ese retrato.

En su escrito, cuenta que, nada más llegar, le golpeaban en la cabeza y en las piernas para que se cambiara de ropa con rapidez y se pusiera su uniforme penitenciario. Mientras era conducido a la celda 15, le pegaban con porras de madera.

De rodillas desde las 9 de la noche hasta las 6 de la mañana

Compartió la celda con otros veinte detenidos salvadoreños. Al principio, les obligaron a estar de rodillas desde las nueve de la noche a las seis de la mañana. «Los guardias golpeaban a todo aquel que se cayera de cansancio», dice el escrito. Abrego asegura que no tenía acceso al baño y que se hacía las necesidades encima.

La celda solo tenía literas metálicas, sin colchones. No había ventanas y los detenidos tenían que soportar una luz artificial alta a todas horas.

Después de una semana, las autoridades se llevaron a una docena de salvadoreños que tenían tatuajes aparentemente relacionados con bandas criminales. «No hay problema con tus tatuajes», dice que le dijeron los guardas.

En sus primeras dos semanas en CECOT, donde los presos tienen prohibido leer, nunca salen al exterior y solo pasan media hora al día fuera de su celda, Abrego perdió 15 kilos. Para atemorizarlo, los guardas le decían que le iban a meter en las celdas con integrantes de bandas criminales, que le iban a «destrozar».

Mientras tanto, la polémica sobre la deportación de Abrego crecía. Fue trasladado a otro módulo el 9 de abril y a otra cárcel, Centro Industrial, al día siguiente. El día 17 le visitó un senador demócrata, Chris Van Hollen.

Regreso a EE. UU.

De vuelta en EE.UU., una juez federal de Maryland, Paula Xinis, determinó que la deportación de Abrego -que la Administración Trump llegó a reconocer que se hizo por «error administrativo»- había sido ilegal y que debían traerle de vuelta a EE.UU. El Gobierno hizo caso omiso, incluso pese a la intervención del Supremo, que impuso que tenía que «facilitar» su regreso.

Meses después, el pasado 6 de enero, la fiscal general de EE.UU., Pam Bondi, anunció que Abrego había sido devuelto a EE.UU. para ser procesado criminalmente por tráfico de inmigrantes indocumentados en Tennessee.

En estos momentos, Abrego está detenido en Nashville, una ciudad de aquel estado, pendiente de esa causa criminal y de una posible nueva deportación, esta vez a un tercer país.

Artículos Relacionados