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El paisaje político tradicional de Francia se descompone sin un gobierno viable a la vista

Emmanuel Macron, presidente, espera que Sébastien Lecornu, primer ministro dimitido y confirmado en cuarenta y ocho horas, anuncie de aquí al lunes o el martes un posible gobierno para Francia. Pero la crisis nacional, sin precedentes, está descomponiendo a todas las familias políticas … de centro y derecha, en beneficio de la extrema izquierda y extrema derecha, partidarias de la censura sin apelación.
Siempre sensible al relumbrón de la escena internacional, Macron viajará a Egipto mañana para participar en las ceremonias del acuerdo de paz negociado por Donald Trump, abandonando la escena nacional durante veinticuatro horas determinantes.
Lecornu anunció que mañana o el martes presentará un Gobierno. Si lo consiguiese, no está claro cuando pudiera celebrarse un primer consejo de ministros para intentar dar a conocer unos siempre desconocidos presupuestos del Estado que enfrentan anticipadamente a todas las familias de izquierda y derecha nacionales.

Componente importante de la dudosa mayoría parlamentaria saliente, Los Republicanos, el partido heredero de Charles de Gaulle, Chirac y Sarkozy, se ha dividido entre partidarios y adversarios de la participación en un nuevo Gobierno de Lecornu, abriendo otro frente de crisis. Édouard Philippe, líder de Horizontes, uno de los micropartidos y grupúsculos fieles a Macron hasta días pasados, es partidario de la dimisión del presidente y de la convocatoria de elecciones anticipadas.
Gabriel Attal, líder de Renacimiento, otro de los micropartidos macronianos, por el contrario, aboga por la continuidad del presidente y del posible gobierno de Lecornu, del que pudieran formar parte algunos de sus amigos. El enfrentamiento estratégico entre Philippe y Attal divide a la macronía peligrosamente, restando credibilidad a un proyecto gubernamental desconocido. Apoyado por otros grupúsculos macronianos, como el Movimiento Democrático (MoDem) de François Bayrou, y la Unión de los demócratas e independientes (UDI). Bayrou fue censurado días pasados. Y el presidente de la UDI, Jean-Louis Borloo, propone un proyecto «apocalíptico», una «federación» a la francesa, sin el más mínimo apoyo de ningún tipo.
Consciente de esa balcanización, división y tensiones entre las distintas familias centristas y conservadoras, Lecornu ha matizado que su proyecto de gobierno estará formado por personalidades «libres», de distintas sensibilidades, pero «no encarceladas en partidos monocolores». El matutino ‘Liberation’, de izquierda independiente, ha resumido ese arcoiris de centristas y conservadores que apoyan a Macron con una sola palabra: «Descomposición». Descomposición del paisaje político tradicional, dinamitado por Macron «sin quererlo».
Hasta la tarde del viernes, socialistas, ecologistas y comunistas alimentaron una vaga esperanza de formación de un «gobierno de concentración». Tras ser recibidos en el Elíseo por Macron quedaron muy pronto desencantados.
Veinticuatro horas más tarde, los tres grupos se inclinaron por censurar al esperado gobierno, cuando Lecornu pueda presentar sus proyectos y presupuestos del Estado, mañana, el martes o el miércoles. Se trata del hundimiento a geometría variable de las grandes familias políticas tradicionales, centro, derecha, socialismo y comunismo. A mayor gloria de extrema izquierda y extrema derecha, que asisten atónitas y encantadas a un espectáculo sin precedentes en la historia de la V República, fundada por De Gaulle entre 1958 y 1962.

Un caos macroniano

François Ruffin, líder de extrema izquierda independiente, analiza de este modo la crisis en curso: «El caos macroniano es tan profundo que Francia necesita algo más que un Frente Popular. Francia necesita un Consejo Nacional de la Resistencia (CNR) como el que fundaron los comunistas y los conservadores de De Gaulle, en la inmediata posguerra de 1945. Es necesaria la unión de los demócratas que quieren poner fin al caos actual».
Jean-Luc Mélenchon, al frente de La Francia Insumisa, y Marine Le Pen, fundadora de Agrupación Nacional, los dos partidos mayoritarios en la Asamblea Nacional, insisten en sus posiciones de principio. Mélenchon justifica de este modo su posición básica: «En plena crisis democrática, es más urgente que nunca dar la palabra al pueblo, convocando elecciones anticipadas». Marine Le Pen insiste: «La disolución y la convocatoria de elecciones es más urgente que nunca. El caos macroniano crece y crece agravando todos los problemas, impidiendo que se tomen decisiones indispensables para Francia».

Publicado: octubre 11, 2025, 2:46 pm

La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/xxxx-20251011204506-nt.html

Emmanuel Macron, presidente, espera que Sébastien Lecornu, primer ministro dimitido y confirmado en cuarenta y ocho horas, anuncie de aquí al lunes o el martes un posible gobierno para Francia. Pero la crisis nacional, sin precedentes, está descomponiendo a todas las familias políticas de centro y derecha, en beneficio de la extrema izquierda y extrema derecha, partidarias de la censura sin apelación.

Siempre sensible al relumbrón de la escena internacional, Macron viajará a Egipto mañana para participar en las ceremonias del acuerdo de paz negociado por Donald Trump, abandonando la escena nacional durante veinticuatro horas determinantes.

Lecornu anunció que mañana o el martes presentará un Gobierno. Si lo consiguiese, no está claro cuando pudiera celebrarse un primer consejo de ministros para intentar dar a conocer unos siempre desconocidos presupuestos del Estado que enfrentan anticipadamente a todas las familias de izquierda y derecha nacionales.

Componente importante de la dudosa mayoría parlamentaria saliente, Los Republicanos, el partido heredero de Charles de Gaulle, Chirac y Sarkozy, se ha dividido entre partidarios y adversarios de la participación en un nuevo Gobierno de Lecornu, abriendo otro frente de crisis. Édouard Philippe, líder de Horizontes, uno de los micropartidos y grupúsculos fieles a Macron hasta días pasados, es partidario de la dimisión del presidente y de la convocatoria de elecciones anticipadas.

Gabriel Attal, líder de Renacimiento, otro de los micropartidos macronianos, por el contrario, aboga por la continuidad del presidente y del posible gobierno de Lecornu, del que pudieran formar parte algunos de sus amigos. El enfrentamiento estratégico entre Philippe y Attal divide a la macronía peligrosamente, restando credibilidad a un proyecto gubernamental desconocido. Apoyado por otros grupúsculos macronianos, como el Movimiento Democrático (MoDem) de François Bayrou, y la Unión de los demócratas e independientes (UDI). Bayrou fue censurado días pasados. Y el presidente de la UDI, Jean-Louis Borloo, propone un proyecto «apocalíptico», una «federación» a la francesa, sin el más mínimo apoyo de ningún tipo.

Consciente de esa balcanización, división y tensiones entre las distintas familias centristas y conservadoras, Lecornu ha matizado que su proyecto de gobierno estará formado por personalidades «libres», de distintas sensibilidades, pero «no encarceladas en partidos monocolores». El matutino ‘Liberation’, de izquierda independiente, ha resumido ese arcoiris de centristas y conservadores que apoyan a Macron con una sola palabra: «Descomposición». Descomposición del paisaje político tradicional, dinamitado por Macron «sin quererlo».

Hasta la tarde del viernes, socialistas, ecologistas y comunistas alimentaron una vaga esperanza de formación de un «gobierno de concentración». Tras ser recibidos en el Elíseo por Macron quedaron muy pronto desencantados.

Veinticuatro horas más tarde, los tres grupos se inclinaron por censurar al esperado gobierno, cuando Lecornu pueda presentar sus proyectos y presupuestos del Estado, mañana, el martes o el miércoles. Se trata del hundimiento a geometría variable de las grandes familias políticas tradicionales, centro, derecha, socialismo y comunismo. A mayor gloria de extrema izquierda y extrema derecha, que asisten atónitas y encantadas a un espectáculo sin precedentes en la historia de la V República, fundada por De Gaulle entre 1958 y 1962.

Un caos macroniano

François Ruffin, líder de extrema izquierda independiente, analiza de este modo la crisis en curso: «El caos macroniano es tan profundo que Francia necesita algo más que un Frente Popular. Francia necesita un Consejo Nacional de la Resistencia (CNR) como el que fundaron los comunistas y los conservadores de De Gaulle, en la inmediata posguerra de 1945. Es necesaria la unión de los demócratas que quieren poner fin al caos actual».

Jean-Luc Mélenchon, al frente de La Francia Insumisa, y Marine Le Pen, fundadora de Agrupación Nacional, los dos partidos mayoritarios en la Asamblea Nacional, insisten en sus posiciones de principio. Mélenchon justifica de este modo su posición básica: «En plena crisis democrática, es más urgente que nunca dar la palabra al pueblo, convocando elecciones anticipadas». Marine Le Pen insiste: «La disolución y la convocatoria de elecciones es más urgente que nunca. El caos macroniano crece y crece agravando todos los problemas, impidiendo que se tomen decisiones indispensables para Francia».

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