Publicado: diciembre 1, 2025, 1:45 am
La fuente de la noticia es https://www.abc.es/internacional/efecto-trump-sacude-honduras-hunde-izquierda-oficialista-20251201080317-nt.html
El «efecto Trump» ha sacudido Honduras de manera fulminante. Contra todos los pronósticos, Nasry «Tito» Asfura –el candidato conservador respaldado abiertamente por el presidente de Estados Unidos en las últimas horas de campaña– pasó de figurar tercero en las encuestas a situarse a … la cabeza en los primeros recuentos oficiales de esta noche electoral. Son resultados iniciales y falta aún la mayor parte del escrutinio, pero el golpe político ya es evidente. La izquierda institucional, impulsora del acercamiento a China, Venezuela y Cuba se desplomó en las urnas en medio de acusaciones de autoritarismo y denuncias de manejos irregulares durante la jornada.
En Honduras, Asfura es conocido como «Papi a la orden», un apodo nacido casi por azar que terminó definiendo su identidad pública. Durante años, cuando era alcalde de Tegucigalpa entre 2014 y 2022, recorría mercados, talleres y barrios polvorientos saludando siempre igual: «Papi, a la orden». Era su forma de mostrarse disponible y cercano, casi como un vecino que resuelve problemas prácticos más que un político dedicado a la retórica. Esa expresión, muy hondureña, se volvió su sello.
El apodo cuadra con su estilo. Asfura viste sencillo, evita corbata y cinturón, suele moverse sin grandes escoltas y habla con naturalidad, como quien hace trámites cotidianos antes que política nacional. Aborda lo mismo a un vendedor ambulante que una alcantarilla tapada. Representa, al mismo tiempo, a una derecha clásica: un Partido Nacional que intenta resurgir tras años de escándalos de corrupción y el desplome provocado por la detención y extradición a Estados Unidos de su antiguo líder, Juan Orlando Hernández.
Esta noche electoral marcó también un cierre abrupto para la etapa del oficialismo izquierdista encabezado por Xiomara Castro, esposa del expresidente Manuel Zelaya. Su intento de trasladar el poder a su exministra de Defensa, Rixi Moncada, se convirtió en un revés inesperado. Desde hace meses, la oposición advertía sobre lo que llamaba un «plan Venezuela»: concentración de poder en el Ejecutivo, presión sobre instituciones, movilización partidaria en las calles, choques con sectores empresariales y tensiones con la Iglesia. Ese desgaste, acumulado a lo largo de toda la campaña, estalló hoy en las urnas.
Dos son los grandes derrotados de estas presidenciales. El primero es el oficialismo de Libre, que en el primer corte quedó muy por detrás de los dos candidatos en cabeza, ambos superando el medio millón de votos. El segundo, por una diferencia mínima, es Salvador Nasralla, del Partido Liberal, que llegó al domingo como favorito. Las encuestas lo favorecían y la campaña lo había colocado como la alternativa más sólida, pero terminó apenas por debajo de Asfura. Para él, la derrota reabre la herida de 2017, cuando sufrió un desenlace traumático con disturbios, acusaciones de fraude y la victoria final de Juan Orlando Hernández.
El primer corte del Consejo Nacional Electoral llegó tarde y cargado de tensión. La cadena nacional, convocada para las nueve de la noche, se retrasó casi una hora sin explicación. Cuando aparecieron los consejeros Ana Paola Hall, Marlon Ochoa y Cossette López, los datos sorprendieron al país: Asfura lideraba el escrutinio con 40,6%, seguido por Nasralla con 38,8%, mientras Rixi Moncada caía al 19,6%. A las once de la noche llegaron nuevas cifras: Asfura sumaba 530.073 votos y Nasralla 506.316. El Partido Nacional aseguró estar ganando en 14 de los 18 departamentos. Moncada anunció que hablará ya este lunes, después de haberse proclamado ganadora antes del cierre de urnas.
La conmoción fue mayor porque Nasralla había liderado la campaña durante semanas. Sin embargo, la intervención del presidente Trump –quien el viernes pidió votar por Asfura y atacó a Moncada y al propio Nasralla– parece haber alterado el equilibrio en el último tramo. Ese mensaje llegó acompañado del indulto al expresidente hondureño Juan Orlando Hernández, condenado por narcotráfico en Estados Unidos, un gesto que el oficialismo intentó usar en su favor denunciando interferencia extranjera. Finalmente, la percepción pública favoreció a Asfura, que capitalizó el movimiento a su favor en un electorado muy sensible a lo que ocurre en Washington.
Según las cifras más recientes, más de un millón de hondureños viven en Estados Unidos. Las remesas enviadas desde allí y otros países alcanzaron en 2024 unos 9.740 millones de dólares, equivalentes a entre el 25,6% y el 26,8% del PIB nacional. Entre enero y septiembre de 2025 entraron más de 9.080 millones. Esa dependencia convierte a la diáspora en un actor central de la economía hondureña. Por eso cada decisión en Washington –política migratoria, eventuales impuestos a las remesas, mensajes presidenciales– tiene repercusiones directas en Honduras.
En ese contexto, un «efecto Trump» puede mover capas enteras del electorado, especialmente en un país donde una parte significativa de la población depende de esos envíos y ve en Estados Unidos una referencia económica y política inmediata. Esta noche, ese efecto fue visible en los números preliminares. Falta aún la mayoría del escrutinio, pero el giro ya marca un antes y un después en el proceso electoral hondureño.
