Publicado: junio 5, 2025, 8:45 pm
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Durante su primer encuentro oficial con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el canciller alemán Friedrich Merz sorprendió con un gesto cargado de simbolismo histórico y personal: le entregó un certificado de nacimiento original de su abuelo paterno, Frederick Trump, nacido en 1869 en la localidad alemana de Kallstadt.
El intercambio tuvo lugar en el Despacho Oval de la Casa Blanca, justo al inicio de la reunión bilateral que marcó el estreno de Merz como jefe de Gobierno en una visita oficial a Washington. El documento, cuidadosamente enmarcado, fue recibido con entusiasmo por Trump, quien no ocultó su emoción ante el inesperado regalo.
«Muchas gracias, es precioso», dijo el mandatario estadounidense mientras observaba con detenimiento el certificado y recorría con la vista las paredes del despacho presidencial, aparentemente evaluando el mejor lugar para colgarlo. La escena estuvo acompañada de un tono distendido, en el que ambos líderes compartieron una anécdota curiosa: el nombre original del abuelo de Trump era Friedrich, idéntico al del actual canciller alemán. «Es un nombre muy alemán», bromeó el presidente.
Frederick Trump, abuelo de Donald Trump, nació en el entonces Reino de Baviera y formó parte de una oleada migratoria que, a finales del siglo XIX, llevó a miles de alemanes a buscar un futuro mejor en América. En 1885, con tan solo 16 años, cruzó el Atlántico hacia Estados Unidos. Allí logró amasar una considerable fortuna gracias a diversos emprendimientos, incluidos negocios vinculados al auge económico del Oeste estadounidense.
Pese a su éxito en Norteamérica, Frederick intentó regresar a su tierra natal años después. Sin embargo, en 1905, las autoridades locales le denegaron la ciudadanía al considerar que había emigrado sin cumplir con el servicio militar obligatorio, lo que lo obligó a instalarse definitivamente en Nueva York, donde sentó las bases de la dinastía familiar.
Con este gesto simbólico, Merz no solo rindió homenaje a un capítulo compartido entre las historias de Alemania y Estados Unidos, sino que también reforzó los lazos personales e históricos que conectan a ambas naciones. La entrega del certificado se interpretó como una señal de cortesía diplomática, pero también como un recordatorio de las raíces europeas que marcan parte del tejido social estadounidense